Humberto Decarli
La
coyuntura económica venezolana es terriblemente difícil. El modelo
extractivista y rentista hace aguas a pesar del alto precio del crudo nacional
cuyo promedio es de 100 dólares en los
últimos meses. El populismo basado en la bonanza económica ha conducido al país
hacia el precipicio no obstante haber recibido la astronómica suma de 784 mil
millones de dólares en los quince años del chavismo.
La enfermedad
holandesa
Desde
1926, cuando el oro negro pasa a ser el principal generador de divisas,
Venezuela ha transitado por la vía de la extracción y exportación de los
hidrocarburos sin haber invertido esa formidable renta. Las administraciones
del Benemérito, López Contreras, Medina Angarita, Pérez Jiménez y la democracia
representativa en sus dos expresiones, el puntofijismo y el chavismo, no
hicieron otra cosa que padecer la enfermedad holandesa, metáfora empleada por
los economistas para explicar lo acaecido en los Países Bajos en los años
sesenta cuando descubrieron yacimientos gasíferos y se dedicaron a explotarlo
abandonando los patrones de la economía nacional basada en el trabajo.
El
caso venezolano es patético porque el ingreso generado por las tres últimas
bonanzas, la de 1973, 1978 y la del siglo veintiuno, no engendraron beneficios
globales pero sí endeudamiento, inflación, escasez y desabastecimiento.
La aberración
económica chavomadurista
Con
el advenimiento de la experiencia militarista y la súbita elevación de los
precios del petróleo en la primera década de este siglo, se acentuó
radicalmente la tendencia a seguir los patrones diseñados por adecos y
copeyanos. En primer lugar, se centralizó absolutamente en el Estado la
administración de las crecientes divisas originadas por varios factores
internacionales incidentes en incrementar el precio del barril. Segundo, se
estimuló de manera irracional el gasto público utilizado en políticas
asistencialistas en las llamadas misiones. Tercero, al fallar la liquidez apelaron
al mecanismo más tradicional como es la devaluación. Cuarto, se empleó la
factura petrolera para ganar liderazgos y con tratados como Petrosur,
Petroandina y Petrocaribe, se dio rienda suelta al reparto.
En
quinto término, la carencia de la más elemental institucionalidad democrática
permitió una corrupción desmedida a través de Cadivi al producirse la donación
de más de 18 mil millones de dólares al gobierno cubano, la transferencia
ilícita hacia las empresas de maletín y una suma enorme no ingresada por PDVSA
al país. Sexto, la renta solo sirvió para aumentar las importaciones
continuando con la economía de puertos. Séptimo, al no haber dólares
disponibles en medio de un modelo importador se genera la escasez y el desabastecimiento.
Octavo, comenzamos a padecer hiperinflación y recesión.
Concomitantemente
el Banco Central esconde las cifras para no develar la verdad y crear una
fundada alarma, pero la realidad emerge indiferente a maquillajes y omisiones.
La respuesta gubernamental
a la crisis
Ante
la situación desesperante el comité político-militar de la revolución asume tres
sendas. En el plano publicitario y propagandístico urde explicaciones
fantasiosas para justificar el desastre. Hablan de guerra económica,
especulación y agresiones internacionales en combinación con los aliados
burgueses criollos. Es una iniciativa empleada en Cuba (el bloqueo americano
como justificación de las desgracias) con buenos resultados en la isla más con
poca credibilidad en Venezuela.
En
el ámbito político se mantienen con una postura represiva e intransigente. Nada
de aperturas, conversaciones o diálogo; solo imposición y el empleo de la
fuerza y la violencia contra estudiantes y trabajadores. La protesta está más
que criminalizada para impedir cualquier manifestación de disidencia. Para ello
se utiliza la panoplia armamentística adquirida desde hace varios años con
tales fines. Adicionalmente se profundiza el militarismo en todos los órdenes
de la actuación del Estado.
La
respuesta económica es la peor de todas. Se prepara un paquete de medidas
tendiente a subir los impuestos acompañada de recortes sociales y una
devaluación. Diseñado por los asesores del banco francés Lazard, las opciones
imponen espadas de Damocles a las grandes mayorías para mantener el flujo de
caja necesario para la subsistencia del régimen. Además, es menester la venta
de activos, verbigracia la Citgo, para enjugar el déficit y la entrega de
minerales estratégicos a China. Ya se les dio en concesión la mina de oro Las
Cristinas y se ampliará la dependencia y el endeudamiento con el imperio
asiático.
Perspectivas
Aplastada
de momento la movilización estudiantil a con una ostensible violación de
derechos humanos, el régimen respira pero con dificultad. Las vicisitudes
económicas y sociales propias del cartabón empleado para administrar la renta
petrolera probablemente estimulará la protesta de trabajadores y excluidos
sociales ante todas las dificultades para alcanzar la alimentación y las medicinas,
factores básicos de la vida en sociedad. Ante ello, la represión puede
funcionar hasta cierto grado, pero hay espacios en los cuales no es suficiente.
Podría, ante la probable insuficiencia de la coacción, haber negociaciones para
buscar oxigenación y cierta gobernabilidad. Para tal supuesto está disponible
una oposición hecha a la medida del gobierno. Es un escenario posible para
continuar con la dominación.
Cualquiera
que fuese el desenlace, quienes optamos por soluciones distintas a las tradicionales
debemos redoblar esfuerzos para estimular la participación, la discusión, el
empuje de abajo hacia arriba y la proposición de proyectos alternos al rentismo
para la búsqueda de caminos diferentes capaces de crear un mejor país donde
valga la pena vivir.
[Publicado originalmente en El Libertario # 74, octubre 2014.]
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