Redacción
Decía Jorge Luis Borges que en la literatura solo se concibieron cuatro o cinco ideas originales y lo demás ha sido copia descarada, repetición adornada o plagio pusilánime. Puede argumentarse que el viejo maestro argentino es demasiado pesimista frente al potencial de la originalidad humana en el campo de las Bellas Letras, pero ciertamente esa sentencia sobre la incapacidad de hacer algo distinto a lo ya conocido parece ser absolutamente válida en otros terrenos donde pretende aplicarse el intelecto, y en concreto nos referiremos aquí al peculiar campo de la publicidad, ese mismo en donde quienes lo ejercen gustan llamarse a si mismos -y que los demás lo hagan- "creativos".
Desde Internet nos llega un ejemplo actual, extremo e irrebatible por si es necesario demostrar cuanta falta le hace la creatividad a los "creativos": un reciente afiche sionista pidiendo apoyo para el ejército israelí y dándole imagen "fashion"; mismo que reproduce con la más cuidadosa falta de originalidad a lo que hacían los nazis en tiempos de la 2ª Guerra Mundial.
No creemos en El Libertario que se trate de una copia ex profeso hecha por propagandistas perezosos y desaprensivos, tampoco de una maquiavelica artimaña pro-palestina; aquí, como tantas otras veces, vale más una explicación directa: los encargados de hacerle el trabajo de "limpieza de imagen" a la agresión sionista lo hacen respondiendo a un cliente, a unas circunstancias y a un estado de ánimo con demasiados puntos en común a los que debieron atender los publicistas a las ordenes de Goebbels por allá en los años de 1940, de modo que no hay motivo para sorprenderse en que el producto final termine siendo tan semejante.
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