Carlos Solero
Según informan las agencias internacionales de noticias el pasado mes de julio el autoproclamado califa Abu Bakr al Bagdadi, líder del estado Islámico ha ordenado que: “todas las niñas y mujeres entre de entre 11 y 46 años de Mosul, la segunda ciudad en importancia de Irak, sean sometidas a la mutilación genital femenina.”
Según informan las agencias internacionales de noticias el pasado mes de julio el autoproclamado califa Abu Bakr al Bagdadi, líder del estado Islámico ha ordenado que: “todas las niñas y mujeres entre de entre 11 y 46 años de Mosul, la segunda ciudad en importancia de Irak, sean sometidas a la mutilación genital femenina.”
Esta práctica atroz es poco frecuente en el país árabe, pero frecuente en algunos territorios del continente africano bajo dominación de grupos islámicos fundamentalistas.El argumento esgrimido en la fetua (edicto islámico), por parte del califa jerarca del Estado Islámico (IS por sus siglas en inglés), se exige llevar adelante esta perversa operación para “alejar a las mujeres del libertinaje y la inmoralidad”.
El Fondo de Población de la Organización de Naciones Unidas estima que la medida podría afectar a unas cuatro millones de mujeres mayores y menores de edad.
No es una novedad que el sistema en el que nos toca vivir, el capitalismo, se apropiado de los cuerpos humanos en general, en particular del de las mujeres, para explotación. Se utiliza a las mismas como elemento publicitario para la venta de mercancías tan diversas como automóviles, motocicletas, productos de cosmética o sustancias para la limpieza de viviendas o vestimenta.
El patriarcalismo, instaurado como dominación masculina al decir del sociólogo Pierre Bourdieu es el ejemplo más claro de violencia simbólica.
En una reseña de Elena Casado Aparicio respecto del libro la Dominación masculina señala que:”El libro de Bourdieu, a caballo entre la teoría sociológica y la divulgación, pretende contribuir al estudio de las relaciones entre los géneros y reconstruir la historia de sus naturalizaciones, rompiendo con el sentido común que rige nuestra experiencia y nuestros análisis de la diferenciación sexual entre hombres y mujeres. Se trata, por tanto, de una etnografía que desnaturaliza historizando.”
Ahora bien, desnaturalizar lo dado historizando, significa poner en cuestión lo establecido. En el caso que mencionamos de la ablación genital compulsiva decretada por un jerarca político religioso, corresponde rechazar las prácticas que dañen a cualquier ser humano, por el sólo hecho de serlo.
No es posible, ni aceptable no repudiar tanto la dominación masculina, así como cualquier forma de dominación. Ser indiferentes es cómplices objetivos.
Debemos movilizarnos a nivel mundial para impedir este crimen aberrante dirigido justamente a quienes a partir de su unión con los varones pueden engendrar vida. Debemos hacerlo en autodefensa de nuestra propia especie.
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