Carlos Solero
Se cumple un nuevo aniversario de la ejecución de Sacco y Vanzetti. Un crimen de Estado perpetrado para disciplinar a los insumisos contra el sistema del capital mercancía.
“Comprendí que el hombre nunca es demasiado modesto respecto de sí mismo, y que existe una pizca de sabiduría en la tolerancia. Quise un techo para cada familia, un pan para cada boca, una educación para cada corazón, la luz para toda inteligencia.” Estas palabras corresponden a una de las últimas cartas escritas desde la prisión por Bartolomeo Vanzetti, protagonista involuntario junto a su amigo y compañero Nicolás Sacco, de uno de los más oprobiosos procesos judiciales del siglo XX.
En efecto, durante la década del ´20 Estados Unidos de Norteamérica, fue escenario de una persecución sistemática a los militantes obreros, por sobre todo inmigrantes y mucho más los de tendencia anarquista.
Sacco y Vanzetti, fueron apresados por la policía en 1920, acusados de cometer un asalto seguido de muerte. Hecho que las fuerzas estatales no pudieron esclarecer jamás y que atribuyeron a los dos trabajadores ácratas.
Un largo y vergonzoso proceso judicial fue llevado adelante por funcionarios venales, que solo buscaban inculpar a dos luchadores sociales que se oponían a la explotación, al crimen de las guerras.
Bartolomeo Vanzetti, había nacido en Villafalletto, al norte de Italia y emigró en busca de mejores perspectivas laborales, recorrió Estados Unidos realizando múltiples tareas, participó activamente de la organización del movimiento obrero de ese país, vinculado a la IWW. Luego de la huelga de las acerías en Pittsburg, se convirtió en vendedor ambulante de anguilas. Nicolás Sacco, era de la zona meridional de Italia (la Puglia) y trabajaba en una fábrica de zapatos, rehusó participar en la Primera Guerra Mundial, haciendo campaña contra la barbarie belicista.
El 23 de agosto de 1927, los dos obreros anarquistas fueron ejecutados en la silla eléctrica, a pesar de las masivas marchas que en todo el mundo pidieron por su vida y su libertad durante siete años.
Aquellas palabras de Vanzetti en su última carta aun resuenan y continuamos bregando porque cada boca tenga su pan, cada familia un techo y cada inteligencia la luz de la razón.
Sacco y Vanzetti siguen siendo símbolos de resistencia y ejemplo de lucha, solidaridad humana y dignidad.
Se cumple un nuevo aniversario de la ejecución de Sacco y Vanzetti. Un crimen de Estado perpetrado para disciplinar a los insumisos contra el sistema del capital mercancía.
“Comprendí que el hombre nunca es demasiado modesto respecto de sí mismo, y que existe una pizca de sabiduría en la tolerancia. Quise un techo para cada familia, un pan para cada boca, una educación para cada corazón, la luz para toda inteligencia.” Estas palabras corresponden a una de las últimas cartas escritas desde la prisión por Bartolomeo Vanzetti, protagonista involuntario junto a su amigo y compañero Nicolás Sacco, de uno de los más oprobiosos procesos judiciales del siglo XX.
En efecto, durante la década del ´20 Estados Unidos de Norteamérica, fue escenario de una persecución sistemática a los militantes obreros, por sobre todo inmigrantes y mucho más los de tendencia anarquista.
Sacco y Vanzetti, fueron apresados por la policía en 1920, acusados de cometer un asalto seguido de muerte. Hecho que las fuerzas estatales no pudieron esclarecer jamás y que atribuyeron a los dos trabajadores ácratas.
Un largo y vergonzoso proceso judicial fue llevado adelante por funcionarios venales, que solo buscaban inculpar a dos luchadores sociales que se oponían a la explotación, al crimen de las guerras.
Bartolomeo Vanzetti, había nacido en Villafalletto, al norte de Italia y emigró en busca de mejores perspectivas laborales, recorrió Estados Unidos realizando múltiples tareas, participó activamente de la organización del movimiento obrero de ese país, vinculado a la IWW. Luego de la huelga de las acerías en Pittsburg, se convirtió en vendedor ambulante de anguilas. Nicolás Sacco, era de la zona meridional de Italia (la Puglia) y trabajaba en una fábrica de zapatos, rehusó participar en la Primera Guerra Mundial, haciendo campaña contra la barbarie belicista.
El 23 de agosto de 1927, los dos obreros anarquistas fueron ejecutados en la silla eléctrica, a pesar de las masivas marchas que en todo el mundo pidieron por su vida y su libertad durante siete años.
Aquellas palabras de Vanzetti en su última carta aun resuenan y continuamos bregando porque cada boca tenga su pan, cada familia un techo y cada inteligencia la luz de la razón.
Sacco y Vanzetti siguen siendo símbolos de resistencia y ejemplo de lucha, solidaridad humana y dignidad.
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