J.R. López Padrino
Los venezolanos llevamos una década y media siendo “desgobernados” por una partida de sátrapas que han manipulado y engañado a los pobres y excluidos sociales en nombre de una revolución de pacotilla que lejos de emanciparlos, como dicen sus publicistas nacionales e internacionales, los han sumido en la mayor miseria y dependencia económica de nuestra historia. En efecto el número de personas en situación de pobreza aumentó 24,3% entre el segundo semestre de 2012 y el de 2013. Es el mayor aumento que ha registrado la pobreza en 12 meses durante los últimos 15 años.
En medio de un boom petrolero y de la continua perorata de que nuestra economía tiene un “rumbo armónico y coherente” esta abyecta revolución prepara un conjunto de ajustes macroeconómicos fondomonetaristas (Fondo Monetario Internacional-FMI), luego de haber satanizado hasta el infinito las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores, a fin de paliar la grave crisis económica que vive el país. Los voceros del oficialismo andan desesperados haciendo malabarismos ideológicos para justificar la puesta en práctica de un “paquetazo de huella neoliberal” por parte de un régimen que se autodefine socialista.
La gravedad de la crisis ha alcanzado niveles estratosféricos. El país no tiene recursos propios para afrontar sus gastos, la logia cívico-militar bolivariana ha hipotecado a la nación y ya prácticamente no queda nada por empeñar. La deuda pública total asciende a US$ 122.350 millones, lo que representa 53,7% del producto interno bruto (cantidad de bienes y servicios que produce Venezuela en un año). Monto que implica un aumento de 29,9% en el último año y de 328,6% desde 1999. Esta cifra contrasta con la anunciada por los voceros del régimen quienes han afirmado que la deuda del país era "manejable" y representa solamente 23,6% del PIB, una mentira más. Deuda pública cuyo componente externo esta representado por las emisiones de bonos de la República que asciende a US$ 44.461 millones y las 8 emisiones de PDVSA que alcanzan US$ 79.000 millones. Además lo componen los préstamos firmados con China, correspondientes al “inauditable” Fondo Binacional y al Fondo Pesado por montos que no se conocen con exactitud, así como los endeudamientos con Rusia para la compra de armamento (fusiles, tanques, transporte militar, aviones de combate, unidades lanza misiles tierra-aire, etc.). El otro componente de esa deuda pública lo representa la deuda interna que, según el BCV, totaliza US$ 37.000 millones y está compuesta 1) por los bonos que emite la República denominados y pagaderos en dólares, que adquiere el sistema financiero público y privado y 2) el Fondo Simón Bolívar destinado a cubrir el gasto que representan los planes de construcción de viviendas. Obviamente, faltaría incluir los más recientes prestamos concedidos por Rusia y China anunciados por el exdiscípulo de Sai Baba en cadena nacional (23/7/2014). Ello aunado a un colosal déficit fiscal generado por un Estado hipertrofiado, corrupto y manirroto que ha propiciado la destrucción del aparato agro-industrial del país y en consecuencia una escasez general y ha depredado las reservas internacionales. Además, existe una delicada crisis de la balanza de pagos, una inflación fuera de control (64%), así como un déficit financiero de PDVSA que están llevando al país a una bancarrota total.
El paquetazo bolivariano tiene previsto aumentos de los servicios públicos, nuevos impuestos a la renta, incremento en los impuestos regresivos como el IVA, débito bancario (revolución fiscal), la aplicación de una maxi-devaluación de la moneda nacional (unificación cambiaria) y muy probablemente un aumento en el precio de la gasolina. Igualmente, se contempla legitimar y extender la precarización laboral, es decir el reemplazo de puestos de trabajo estables por “mano de obra flexible”, la cual entre otras cosas carece de seguridad social, estabilidad laboral, derecho a sindicalizarse y discutir sus contrataciones colectivas. Igualmente el desconocimiento de los sindicatos como representante de los trabajadores en la discusión de las convenciones colectivas. Ya el cerebro de albañal de Cabello desconoció la representatividad del sindicato de SIDOR, calificó de mafiosos a los trabajadores que han realizado protestas de calle y ordenó la militarización del conflicto, así como una averiguación penal contra ellos. Protestas de calle que responden a la negativa del régimen de aprobar un nuevo contrato colectivo, el anterior tiene dos años de vencido.
El ungido de Miraflores ya no tiene mayor capacidad de maniobra por ello recurre a esta vieja receta ortodoxa del FMI. Lamentablemente la aplicación del neo-paquetazo bolivariano no solucionará los problemas de fondo que afectan a nuestra economía, al igual que no representará una rectificación a la desastrosa política económica que ha venido aplicando el fachochavismo desde su llegada al poder. Al igual que los anteriores ajustes coyunturales, estas nuevas medidas estarán condenadas al mayor fracaso y solo lograrán encubrir transitoriamente los problemas económicos estructurales que nos afectan a costa de una mayor miseria y hambre para los venezolanos.
El llamado socialfascismo bolivariano del XXI lejos de estabilizarse y consolidarse como proyecto hegemónico dominante, cada día da muestras de una mayor debilidad, de un incremento de sus contradicciones internas (luchas inter-mafias) y de pérdida de apoyo popular como quedo demostrado en las elecciones internas del PSUV celebradas el pasado 20/07 en la cual solo participó un 12-16% de sus militantes. El pueblo chavista está volviendo a su condición pre-chavista es decir una masa desorganizada, inconforme y frustrada. La alianza cívico-militar (pueblo-ejército) reivindicada por el difunto vocinglero eterno no ha pasado de ser una alianza de malandros con uniforme, entiéndase un generalato corrupto y servil con desclasados integrantes del lumpen al servicio de los peores intereses. Todo en nombre de una falaz y bastarda revolución.
Presenciamos el hundimiento de un falso socialismo, ineficiente, autoritario, represivo, corrupto, y militarizado que básicamente se ha limitado a utilizar clientelarmente los petrodólares como arma político-social para asegurase los votos suficientes en cada proceso electoral.
Quienes prometieron desterrar las políticas fondomonetaristas han terminado aplicando una pócima con su impronta a los venezolanos.
Los venezolanos llevamos una década y media siendo “desgobernados” por una partida de sátrapas que han manipulado y engañado a los pobres y excluidos sociales en nombre de una revolución de pacotilla que lejos de emanciparlos, como dicen sus publicistas nacionales e internacionales, los han sumido en la mayor miseria y dependencia económica de nuestra historia. En efecto el número de personas en situación de pobreza aumentó 24,3% entre el segundo semestre de 2012 y el de 2013. Es el mayor aumento que ha registrado la pobreza en 12 meses durante los últimos 15 años.
En medio de un boom petrolero y de la continua perorata de que nuestra economía tiene un “rumbo armónico y coherente” esta abyecta revolución prepara un conjunto de ajustes macroeconómicos fondomonetaristas (Fondo Monetario Internacional-FMI), luego de haber satanizado hasta el infinito las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores, a fin de paliar la grave crisis económica que vive el país. Los voceros del oficialismo andan desesperados haciendo malabarismos ideológicos para justificar la puesta en práctica de un “paquetazo de huella neoliberal” por parte de un régimen que se autodefine socialista.
La gravedad de la crisis ha alcanzado niveles estratosféricos. El país no tiene recursos propios para afrontar sus gastos, la logia cívico-militar bolivariana ha hipotecado a la nación y ya prácticamente no queda nada por empeñar. La deuda pública total asciende a US$ 122.350 millones, lo que representa 53,7% del producto interno bruto (cantidad de bienes y servicios que produce Venezuela en un año). Monto que implica un aumento de 29,9% en el último año y de 328,6% desde 1999. Esta cifra contrasta con la anunciada por los voceros del régimen quienes han afirmado que la deuda del país era "manejable" y representa solamente 23,6% del PIB, una mentira más. Deuda pública cuyo componente externo esta representado por las emisiones de bonos de la República que asciende a US$ 44.461 millones y las 8 emisiones de PDVSA que alcanzan US$ 79.000 millones. Además lo componen los préstamos firmados con China, correspondientes al “inauditable” Fondo Binacional y al Fondo Pesado por montos que no se conocen con exactitud, así como los endeudamientos con Rusia para la compra de armamento (fusiles, tanques, transporte militar, aviones de combate, unidades lanza misiles tierra-aire, etc.). El otro componente de esa deuda pública lo representa la deuda interna que, según el BCV, totaliza US$ 37.000 millones y está compuesta 1) por los bonos que emite la República denominados y pagaderos en dólares, que adquiere el sistema financiero público y privado y 2) el Fondo Simón Bolívar destinado a cubrir el gasto que representan los planes de construcción de viviendas. Obviamente, faltaría incluir los más recientes prestamos concedidos por Rusia y China anunciados por el exdiscípulo de Sai Baba en cadena nacional (23/7/2014). Ello aunado a un colosal déficit fiscal generado por un Estado hipertrofiado, corrupto y manirroto que ha propiciado la destrucción del aparato agro-industrial del país y en consecuencia una escasez general y ha depredado las reservas internacionales. Además, existe una delicada crisis de la balanza de pagos, una inflación fuera de control (64%), así como un déficit financiero de PDVSA que están llevando al país a una bancarrota total.
El paquetazo bolivariano tiene previsto aumentos de los servicios públicos, nuevos impuestos a la renta, incremento en los impuestos regresivos como el IVA, débito bancario (revolución fiscal), la aplicación de una maxi-devaluación de la moneda nacional (unificación cambiaria) y muy probablemente un aumento en el precio de la gasolina. Igualmente, se contempla legitimar y extender la precarización laboral, es decir el reemplazo de puestos de trabajo estables por “mano de obra flexible”, la cual entre otras cosas carece de seguridad social, estabilidad laboral, derecho a sindicalizarse y discutir sus contrataciones colectivas. Igualmente el desconocimiento de los sindicatos como representante de los trabajadores en la discusión de las convenciones colectivas. Ya el cerebro de albañal de Cabello desconoció la representatividad del sindicato de SIDOR, calificó de mafiosos a los trabajadores que han realizado protestas de calle y ordenó la militarización del conflicto, así como una averiguación penal contra ellos. Protestas de calle que responden a la negativa del régimen de aprobar un nuevo contrato colectivo, el anterior tiene dos años de vencido.
El ungido de Miraflores ya no tiene mayor capacidad de maniobra por ello recurre a esta vieja receta ortodoxa del FMI. Lamentablemente la aplicación del neo-paquetazo bolivariano no solucionará los problemas de fondo que afectan a nuestra economía, al igual que no representará una rectificación a la desastrosa política económica que ha venido aplicando el fachochavismo desde su llegada al poder. Al igual que los anteriores ajustes coyunturales, estas nuevas medidas estarán condenadas al mayor fracaso y solo lograrán encubrir transitoriamente los problemas económicos estructurales que nos afectan a costa de una mayor miseria y hambre para los venezolanos.
El llamado socialfascismo bolivariano del XXI lejos de estabilizarse y consolidarse como proyecto hegemónico dominante, cada día da muestras de una mayor debilidad, de un incremento de sus contradicciones internas (luchas inter-mafias) y de pérdida de apoyo popular como quedo demostrado en las elecciones internas del PSUV celebradas el pasado 20/07 en la cual solo participó un 12-16% de sus militantes. El pueblo chavista está volviendo a su condición pre-chavista es decir una masa desorganizada, inconforme y frustrada. La alianza cívico-militar (pueblo-ejército) reivindicada por el difunto vocinglero eterno no ha pasado de ser una alianza de malandros con uniforme, entiéndase un generalato corrupto y servil con desclasados integrantes del lumpen al servicio de los peores intereses. Todo en nombre de una falaz y bastarda revolución.
Presenciamos el hundimiento de un falso socialismo, ineficiente, autoritario, represivo, corrupto, y militarizado que básicamente se ha limitado a utilizar clientelarmente los petrodólares como arma político-social para asegurase los votos suficientes en cada proceso electoral.
Quienes prometieron desterrar las políticas fondomonetaristas han terminado aplicando una pócima con su impronta a los venezolanos.
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