Conamuri
La Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres
Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri), se dirige a la opinión pública
nacional e internacional, en relación a las denuncias publicadas por el diario
ABC Color y presentadas por el Indert –Instituto Nacional de Desarrollo Rural y
de la Tierra– ante la Fiscalía, en lo que afectan el nombre de nuestra
organización, para manifestar cuanto sigue:
Conamuri desarrolló a fines de 2011 y principios de 2012 un
proyecto de soberanía alimentaria aprobado por el Fides –Fondo de Inversiones
Rurales para el Desarrollo Sostenible–, dependencia del Indert. El monto total
fue entregado en dos etapas: la primera de 108.150.600 Gs y la segunda de
72.100.400 Gs, totalizando 180.251.000 G. El objetivo de este convenio firmado
por Conamuri y el Indert consistía en la implementación de huertas
agroecológicas comunitarias, potenciar la asistencia técnica, beneficiar a
todas las socias y los socios de los comités seleccionados y encarar un
compromiso colectivo de promoción de la agroecología en las fincas campesinas e
indígenas.
Todas las entregas de herramientas, semillas y equipamiento
básico fueron acompañadas por charlas informativas y capacitación técnica,
coordinadas por nuestro técnico agroecólogo, la Dirección Nacional y
estudiantes de agroecología de nuestra organización.
El proyecto original planteaba alcanzar a 2.000 familias
asociadas, tanto de comunidades campesinas como indígenas, pero nos habían
concedido un convenio que contemplaba solamente a 242 mujeres. Nosotras hemos
alcanzado a más de 450 familias, multiplicando los recursos recibidos, rendidos
hasta el día de hoy, gracias al tesonero trabajo que realizamos entre todas.
Fueron beneficiados 25 comités de 11 departamentos en ambas regiones, más
Semilla Róga, que es un proyecto de carácter nacional. Al día de hoy, todos los
comités cuentan con su huerta comunitaria en funcionamiento.
Por otra parte, el monto asignado a Conamuri por el Fides
demuestra un alto grado de discriminación estatal hacia las mujeres, si se
compara con lo otorgado a otras organizaciones campesinas. El Estado no
reconoce nuestra identidad como agricultoras más allá de lo que aguantan los
papeles y el discurso.
Todos los documentos probatorios se hallan en Contraloría y
con copia en la Gerencia de Administración y Finanzas del Indert. Así también,
contamos con una nota N° 88/12 firmada el 1 de octubre de 2012 por el entonces
encargado de la Gerencia de Administración y Finanzas del Indert, Lic. Arturo
Iván Bogado Miranda, y solicitada por nuestra organización, que es una
constancia institucional de cumplimiento de rendición de cuentas, según la
cual: “El Departamento de Control y Seguimiento informa que dicha entidad ha
dado cumplimiento a la rendición de cuentas, no presentando ninguna observación”.
Es bueno señalar también que el proyecto era a nivel
nacional y no estaba dirigido solamente al distrito de Jasy Kañy –Canindeyú–,
donde sí hubo una comunidad beneficiada, pero a la que no llegaron los
interventores. Evidentemente, la tergiversación de la información pretende
afectar nuestra reputación y crédito ante las bases, pasando informaciones
falsas.
Hemos presentado un informe respecto de los cambios
realizados en el proyecto original y la ejecución final del mismo. Si hubiera
faltado algún documento, si hubiera dudas respecto al proceder nos lo hubieran
consultado o hubieran tomado las medidas pertinentes a través de Contraloría
General de la República y la Comisión de Presupuesto del Congreso, donde se
encuentran nuestros informes desde un principio.
Consideramos que este agravio al buen nombre de nuestra
organización forma parte de un nuevo frente de ataque para criminalizar a los
movimientos campesinos e indígenas que venimos luchando por el derecho a la
tierra y el territorio y el derecho a una alimentación adecuada, en el marco de
la soberanía alimentaria.
Nos parece una actitud irresponsable y malintencionada por
parte del Indert permitir que nos enteráramos de esta grave denuncia a través
de la prensa, sin brindar oportunidad de aclaraciones previas. Consideramos que
lo que corresponde ante una situación similar es correr traslado a la parte
afectada, cosa que no ocurrió tras finalizar la supuesta investigación interna.
Nuestras bases han sido interpeladas bajo tres gestiones administrativas
diferentes, no siendo suficientes hasta el día de hoy.
Denunciamos que una campaña de persecución a los movimientos
campesinos e indígenas se puso en marcha desde los primeros días del régimen de
Horacio Cartes, con un discurso engañoso de lucha contra la pobreza y la
exaltación de la APP (ley de alianza público-privada) desde la que aborda su
programa de “inclusión social”. Efectivamente, ambas están moldeadas para no
dar soluciones definitivas a la gran mayoría de paraguayas y paraguayos, sino
que, antes bien, se pretende abrir nuevos rumbos comerciales y “cartas de
oferta” a las corporaciones transnacionales y empresas privadas nacionales para
lucrar a costa de las necesidades sociales.
En ese sentido, el gobierno está apuntando sus dardos contra
las organizaciones sociales para desprestigiarlas ante la sociedad, porque la
imagen también es poder. Durante toda la transición democrática, organizaciones
campesinas e indígenas han sabido dar satisfacción a duras penas a las demandas
de miles de familias paraguayas que no han encontrado en el Estado respuesta a
sus reclamos.
El Indert, en vez de ocuparse de la recuperación de tierras
malhabidas –que son alrededor de 7 millones de hectáreas–; en vez de cumplir
sus funciones en lo que respecta al Caso Curuguaty o Caso Barbero, por citar
solo algunos de los más emblemáticos; en vez de respaldar la legalización
masiva de asentamientos campesinos para el fomento del arraigo rural,
desalentando así la extensión del agronegocio, se pone a calumniar a las
organizaciones sociales, lo que constituye otra forma de perseguirlas, actitud
“en tono” con las políticas del gobierno empresarial de Cartes.
Exigimos a las autoridades del Indert que se retracten de
las acusaciones contra nuestra organización, ya que contamos con todos los
elementos probatorios que demuestran nuestra honestidad en las acciones.
Conamuri es una organización que lleva casi 15 años de trayectoria, referente
del movimiento de mujeres campesinas e indígenas a nivel nacional e internacional,
y fortalecida por bases que avalan nuestra lucha por un mundo más justo y
humanitario.
¡Basta de criminalizar la lucha social!
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