Sofía Comuniello
Se atribuye a Winston Churchill una descarada
sentencia: “Sólo me creo las estadísticas que yo, personalmente, he manipulado”;
mientras que Benjamin Disraeli -otro político británico- en parecida vena
cínica se supone habría apuntado: “Hay tres clases de mentiras: mentiras,
malditas mentiras y estadísticas”. Apócrifas o no, estas citas y similares salen
de continuo a relucir, pues expresan con elocuente claridad lo que desde el
Estado y los políticos que se turnan en su comando se suele hacer con la
información estadística, especialmente cuando se trata de “maquillar” los
números donde se expone su gestión para presentarlos ante sus gobernados.
En la actual Venezuela, la pandilla al
timón de la máquina estatal para nada descuida ésta bien cimentada tradición en
gobiernos de aquí y allá. Por el contrario, ha alcanzado nuevas cotas de
manipulación y desvergüenza, de lo que un buen ejemplo es lo que se observa en
referencia a la información sobre la pobreza y su evolución, emanada nada más y
nada menos que del Instituto Nacional de Estadística - INE. Este organismo,
tras un peculiar retardo de meses, al fin hizo públicas el pasado 23 de mayo
las cifras de la Encuesta de Hogares por Muestreo correspondientes al segundo
semestre de 2013, con indicadores a partir de los cuales es posible determinar cifras
sobre hogares en situación de pobreza.
¿Cómo precisa el INE si un hogar o
grupo familiar es pobre? Se compara el ingreso per cápita de ese hogar con la
Línea de Pobreza por Ingreso, la cual considera la Canasta Alimentaria
Normativa y la Canasta Básica. La Canasta Alimentaria Normativa incluye 50
productos alimenticios representativos del consumo de la familia tipo venezolana
(5,2 miembros en promedio según el INE), que cubren la totalidad de sus
requerimientos de energía y nutrientes. La Canasta Básica comprende 362 bienes
y servicios (incluyendo los 50 de la Canasta Alimentaria Normativa)
representativos del consumo básico mensual de la familia tipo. La Canasta
Básica incluye comida, bebidas alcohólicas, vestido, calzado, vivienda
(alquiler, servicios y equipamiento), transporte, salud, comunicaciones,
esparcimiento y cultura, educación y restaurantes y hoteles. Para su cálculo,
se estima que es dos veces la Canasta Alimentaria Normativa. Un hogar pobre
sería aquel cuyos ingresos en un período determinado no permiten cubrir la
Canasta Básica para la familia en dicho lapso, mientras que la situación de
pobreza extrema se da cuando el ingreso no alcanza siquiera a costear la
Canasta Alimentaria Normativa.
En los números que divulga el INE (http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&view=category&id=104&Itemid=45),
lo que más ha llamado la atención es el crecimiento en la cantidad de hogares
en situación de pobreza: en el 2° semestre de 2012 eran 21,2 % del total
(1.483.264 hogares), para ascender a 27,3 % en el 2° semestre de 2013
(1.899.590 hogares). Sobre este incremento se han centrado los comentarios,
respecto a lo cual vale la pena recalcar cómo aquí parece repetirse un ciclo
bien conocido en la historia social venezolana bajo el petróleo: cuando hay
auge del ingreso por hidrocarburos la pobreza declina, para volver a crecer
cuando la bonanza rentista pasa. Con ello, queda claro lo efímero de los
supuestos logros de la “revolución bolivariana” al enfrentar la pobreza, pues
su disminución provisional en las estadísticas no fue más que la repetición de
prácticas clientelares que sólo se sostienen mientras el “oro negro” las pueda
financiar.
Pero queremos detenernos en otro aspecto
mucho menos comentado de estas cuentas del INE. Se trata de la valoración que
dicho ente hace cuando fija el tamaño de una hipotética “familia tipo
venezolana” en 5,2 integrantes para cada hogar. Tal estimación no luce nada
coherente con los datos que se anotan en el Censo de 2011 y en las encuestas semestrales
de hogares por muestreo, pues si, por ejemplo, para el 2° semestre de 2013 se
multiplica la cantidad de hogares en pobreza que se calcula para dicho período
(1.899.590) por esos 5,2 supuestos miembros de cada familia, se llega a una
cantidad de personas en situación de pobreza (9.877.868) que es 7,67 % mayor al número (9.174.172) que asienta el
INE, lo que representa una diferencia ciertamente apreciable. Más marcado ocurre
con las familias en pobreza extrema para el mismo lapso (612.051 hogares), que
al multiplicarse por 5,2 trae un resultado (3.182.665) de 14,02 % por encima
del dato (2.791.292 personas) recogido el INE.
Ese tamaño tipo de 5,2 integrantes por
cada hogar se puede encontrar repetidamente en documentos del INE, así como en
declaraciones públicas del jefe del organismo, Elías Eljuri. Recuérdese que además
–como se dijo en un párrafo anterior- está en la base de la metodología para
calcular la Línea de Pobreza por Ingreso, la Canasta Alimentaria Normativa y la
Canasta Básica. Por todo ello, esa incongruencia de fijar una “familia tipo” en
una cifra que luego no concuerda con lo que arroja la Encuesta de Hogares por
Muestreo, tiene que acentuar (¡si es que aún cabe!) las sospechas sobre el modo
en que desde el Estado venezolano se están usando las estadísticas, haciendo
pertinente recordar otro pretendido dictum
de Churchill: “las estadísticas para el gobierno son como los faroles para los
borrachos: les sirven más para apoyarse que para iluminarse.”
[Tomado de El Libertario # 73, junio-julio 2014.]
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