Este mes de mayo se cumple el aniversario 114 del nacimiento
de uno de los personajes emblemáticos de las tierras altas merideñas durante el
siglo XX: Juan Félix Sánchez, bien conocido por la elaboración en piedra de
capillas en la población de San Rafael de Mucuchíes y en El Tisure (lugar
ubicado a unas 6 horas a pie desde el caserío La Mucuchache, en la carretera
Trasandina, visitado con frecuencia por excursionistas venezolanos y
extranjeros), por su labor como tallista y por su incursión como tejedor. Llamado el artista de los páramos o el
gigante del Tisure, entre otros calificativos, Sánchez salió a la palestra en
Venezuela gracias a que su talento fue “descubierto” por individuos
pertenecientes a la élite artística venezolana; a partir de ese momento el
nativo de San Rafael de Mucuchíes figuró en decenas de artículos periodísticos
y libros, y representó la excusa perfecta para el montaje de numerosas muestras
y exposiciones de arte a nivel nacional. Para desgracia de Juan Félix, esta
fama impuesta trajo como consecuencia, más allá de sacarlo del “anonimato”, su
desarraigo socioterritorial y la precipitación de su muerte.
Juan Félix Sánchez fue un típico representante del campesino
merideño promedio: sencillo, solidario, ingenuo, laborioso y bien apegado a su
tierra. Llevaba una vida austera, contraria al derroche material que impera en
la actualidad, y del que ya no se salva ni la mayoría de los pobladores de las
zonas rurales. Sánchez creía que la riqueza significaba un gran problema
social, indicando que quienes ostentaban grandes fortunas eran egoístas por
naturaleza y sólo vivían preocupados por obtener más y más dinero. Consideraba
que la acumulación de capital era una verdadera desgracia para la humanidad.
Otro aspecto que vale la pena destacar de la vida del
gigante del Tisure, es su formación educativa autodidacta, proceso que
indudablemente incidió en el desarrollo de un talento artístico excepcional,
sin la limitante influencia académica. A duras penas Sánchez estudió algunos
grados de lo que actualmente se conoce como educación básica, pero así y todo
no le hizo falta tanta instrucción para ser feliz (según su óptica, claro está)
y ser útil a sus semejantes. Al igual que el tecnólogo Luis Zambrano y otros
genios populares en Mérida y en Venezuela, Sánchez fue un claro ejemplo de que
la fuerza de voluntad, la constancia, la experiencia diaria en diferentes
campos de la vida, el sacrificio y el amor por los demás, son principios y
valores mucho más pertinentes desde el punto de vista social que todo el cúmulo
de conocimientos manejado por un amplio grupo de académicos. Poco o nada sirve
la “sabiduría” originada en las aulas universitarias, por ejemplo, cuando es
inútil en buena medida para la resolución de los problemas cotidianos del
venezolano “común”, y en este sentido Juan Félix consideraba que numerosos
profesionales obraban mal, sólo por amor al dinero y al “prestigio” social.
En cuanto a la percepción religiosa de Sánchez, considérese
que si bien creía en Dios como un ser omnipotente y todopoderoso, así mismo
criticaba a la Iglesia Católica, no mostraba especial reverencia por los sacerdotes,
y hasta sentía molestia por el fanatismo y la intolerancia de muchos curas.
Naturalmente con esta postura crítica frente al catolicismo, Juan Félix se ganó
el recelo de unos cuantos miembros de la comunidad eclesiástica.
Por último destacamos la capacidad de reflexión de Sánchez
frente a las consecuencias sanitarias y sociales del consumo de drogas, aspecto
que cobra mayor importancia debido a que el mismo Juan Félix fue consumidor
regular de chimó y de cigarrillos (drogas legales) durante cierta parte de su vida. A manera
de ejemplo, valga mencionar que el artista de los páramos pensaba que tales
sustancias no eran buenas per se y que su empleo podía llegar a perjudicar
emocional y laboralmente a los individuos involucrados. Sin duda alguna los alcohólicos
y otros drogadictos deberían aprender en este sentido de Juan Félix, y darse
cuenta de que su adicción no sólo es un problema para su salud y para su
entorno familiar y social inmediato, sino que los convierte en sujetos
fácilmente manipulables desde el punto de vista psíquico.
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