Humberto Decarli
La agresión de los paramilitares en la Escuela de Trabajo
Social en la U.C.V. es rayana en la ignominia. Estos grupos de bandoleros
agreden de la manera más pusilánime a los estudiantes indefensos. Armados con
palos, cabillas y armas de fuego los forajidos llegaron al colmo de desnudar a
dos estudiantes y desaparecer a otro. La Seguridad Nacional perezjimenista, la
digepol betancourista y la Sagrada gomecista se quedaron cortas antes las
andadas de los mal llamados colectivos. De acuerdo a las opiniones oficiales se
les ha satanizados y solo cumplen labores de defensa de la
"revolución". Son formaciones integradas por lumpem sin ninguna
conciencia ni nivel político. Son esbirros al servicio de una dictadura
militarista bajo la máscara de un socialismo inexistente.
Semanas antes habían generado un incidente vergonzoso en la
Facultad de Arquitectura de la casa que vence las sombras. Buscan crear zozobra
entre la comunidad universitaria para intimidar a sus miembros e impedir la
disidencia y la protesta. Es el odio al pensamiento universal y a la libertad.
Han repetido el tenebroso incidente entre el humanista Don Miguel de Unamuno y
el general Millán Astray cuando los milicos invadieron la Universidad de
Salamanca. El referido militar fue imprecado por el pensador quien le señaló
que era manco pero no como el de Lepanto quien lo sufrió en esa batalla contra
los turcos, sino porque carecía de ideas. Pareciera que la historia se repite,
es un deja vu propio de los regímenes totalitarios.
Las SA o tropas de asalto empleaban el método del desnudo
para despreciar a sus adversarios. Las camisas pardas hitlerianas tienen su
émulo tropical en los malandros venezolanos, mercenarios pagados por el
gobierno madurista. Son unos replicantes grotescos de las camisas negras mussolinianas.
Con los acontecimientos en el Alma Mater el chavismo le da
una contumelia a la sociedad venezolana. Si alguien tenía una duda acerca de la
naturaleza fascista del gobierno del comité político militar venezolano ahora
está absolutamente despejada. Es la mezcla del militarismo peronista, el
castrismo, los carapintadas, la fuerza pura y la intolerancia. Realmente esta
gestión política es una vergüenza internacional a pesar de su defensa por
gobiernos que dependen de Venezuela, otros comerciantes de comida y armas y una
izquierda eunuca defensora a ultranza de un esquema a todas luces
antidemocrático. Afortunadamente, en lo que cabe, se están desnudando los
chavistas y muestran las costuras de su faz más diáfana, la represión genocida.
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