Por: Leo Felipe Campos /Marcel Ventura
El servicio de inteligencia venezolano realizó dos
detenciones ilegales y generó un caos que terminó con una de sus funcionarias
asesinadas a manos de otro cuerpo policial. El origen: la investigación a un
chico de 20 años aficionado al Playstation.
El tráfico en la autopista Prados del Este está detenido. Es
viernes y son las 5:00 p.m., pero Caracas lleva un mes sin los trancones de
siempre. La gente comenta en Twitter que algo raro está pasando, puede ser otra
manifestación. Pronto corre el rumor: motos de la policía municipal de Chacao
traspasaron su jurisdicción y asesinaron a Karelis Rondón, del Servicio Bolivariano
de Inteligencia (Sebin). La detective iba en un Toyota Corolla sin rotulado y
con vidrios oscuros, junto a dos funcionarios y un muchacho de 20 años, José
Alberto Rivas.
Dos días después, el 9 de marzo, el ministro de Relaciones
Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, da su versión desde el
estado Táchira. Que los oficiales de Chacao “dispararon sin mediar palabra y le
quitaron la vida a una muchacha recién graduada de detective”. Que el
procedimiento del Sebin —en carros sin identificar y saltándose una voz de
alto— está justificado porque “observaron a una persona preparando unos
instrumentos, vieron unos videos previos de una persona de la comunidad que
lidera acciones violentas en ese sector y procedieron, bajo la figura de la
flagrancia, a su captura”. Esa persona es José Alberto Rivas, un cocinero que
no fue el único detenido en condiciones irregulares el 7 de marzo.
En un video de Youtube titulado “Actuación del Sebin en Los
Palos Grandes”, grabado con cámaras de seguridad, se ve a un hombre cargando
bolsas de mercado por una acera apacible del municipio de Chacao. Son las 3:40
p.m. El sujeto voltea y ve un Toyota Corolla en retroceso que se estaciona a su
lado, mientras dos desconocidos vestidos de civil se detienen a conversar con
él. La charla dura 11 segundos, los mismos que tarda el carro en abrir la
puerta trasera para que lo monten a empujones. En ningún momento le muestran
una credencial. Son tres contra uno, pero no logran someterlo. Otro Corolla se
estaciona detrás. Del puesto de copiloto salta una persona que se suma a la
refriega. Ya no son tres, son cuatro. Y entonces lo logran. Apenas entran, el
primer carro arranca a toda velocidad, aún con la puerta trasera abierta. En el
carro que va detrás, aunque no se ve en el video, tienen retenido a José
Alberto Rivas, el cocinero de 20 años. Esta confusión dura exactamente un
minuto, lo suficiente para que los vecinos, alarmados, griten que a todas luces
hay un secuestro y alerten a la policía municipal.
Los cuatro hombres que someten al muchacho de las bolsas de
mercado son funcionarios del Sebin. El muchacho de las bolsas de mercado se
llama David Bernabé Urbina Solís y tiene 30 años. A José Alberto y a David
Bernabé los detuvieron en la misma zona por labores de inteligencia, según
alega el organismo de seguridad del Estado. Les imputaron los delitos de
instigación pública, amenaza, amenaza en reunión pública y asociación para
delinquir. Tanto ellos como uno de los policías municipales que dispararon en
la autopista fueron privados de libertad por 45 días, sin posibilidad de
fianza. Ahora deberán afrontar el juicio respectivo.
Uno de los abogados de la causa defensora, David Rivas, tío
de José Alberto, advierte que la de su sobrino y David Bernabé fueron
detenciones ilegales: “En los dos casos usaron el mismo modus operandi:
funcionarios del Sebin en carros con vidrios ahumados cometiendo una detención
ilegítima, sin orden de aprehensión. Hay situaciones especiales en cuanto a la
flagrancia, pero los acusados no estaban cometiendo un delito en ese momento ni
hubo una denuncia de clamor público para su inmediata captura. De haber sido
así, esa flagrancia hubiera sido justificada, pero en este caso no existió”.
Según un testigo presencial que trabaja en un kiosco de
atención al público en la oficina de turismo de la Alcaldía de Chacao, José
Alberto no opuso mayor resistencia: le pidieron su identificación y cuando el
joven fue a abrir su morral para sacar la cédula, lo montaron con velocidad en
el Toyota Corolla. En el expediente de la audiencia consta que fue a las 11:30
a.m., de modo que hasta la detención ilegal de David Urbina que se ve en el
video, José Alberto estuvo cuatro horas dentro del carro con los funcionarios
del Sebin, quienes nunca comunicaron a la policía municipal que estaban en el
sector realizando labores de inteligencia.
Hay más irregularidades en el proceso. Los abogados
defensores ya introdujeron una apelación, pero tardaron más de una semana en
reunirse personalmente con sus clientes: “Hablamos con José Alberto durante la
audiencia, pero las veces que asistimos al lugar de detención (los días
subsiguientes) nos quisieron enredar y no nos permitieron el acceso”, asegura
su tío. Su madre lo vio en el Palacio de Justicia nueve días más tarde, lo
mismo que su novia, Valentina Torres, de 16 años de edad, que cuenta que, a
pesar de la detención ilegal, lo que más aterró a José Alberto fue sentir que
iba a morir en el carro del Sebin mientras recibían los disparos de la policía
Municipal de Chacao.
Valentina Torres vive en Los Palos Grandes con sus tres
hermanos y su mamá. A su novio lo capturaron a una cuadra de ese edificio. Le
dice Lin, como todos los amigos que se juntan en la plaza del barrio: “Somos
chamos que nos reunimos a hablar, a joder, a tomar. Algunos fuman, pero nada
más”, cuenta. Son novios desde diciembre: “Su vida es cocinar, jugar
Playstation y estar conmigo, ¿qué va a estar en protestas? Él fue varias veces
a plaza Altamira al comienzo, pero con la represión, mi mamá y yo le prohibimos
volver”.
Con 16 años, Torres mantiene una entereza notable al hablar
del caso y cree que todo es un problema de precisión. Aunque Rivas vive en una
habitación alquilada a pocas cuadras, antes arrendaba una en el apartamento
donde vive uno de sus mejores amigos con su madre: “Ahí se reúnen todos los
panas de la plaza a tomar y a fumar, y ponen música a full volumen. Es un
ambiente medio pesado, y con el comienzo de las protestas, el chamo que vive
ahí se obsesionó con lo de levantarse temprano a montar guarimbas (barricadas en
vías públicas). Ya Lin no vive ahí, pero quiere mucho a la mamá del chamo y los
sigue visitando. Además, ahí está el Playstation”.
Desde que nació como fuerza, el chavismo nunca ha ganado una
elección en dos municipios de la clase media en Caracas. Uno de ellos es
Chacao, donde permanecen los focos de protestas más agresivas del último mes en
la capital. Chacao también es considerada zona de alto riesgo en materia de
secuestro.
“Si hubiese ocurrido un secuestro, cosa que no es así: hay
que aclarar que fue una captura en flagrancia de un ciudadano involucrado con
hechos violentos en la plaza Altamira, si hubiese ocurrido un secuestro
—repite—, igualmente esos funcionarios (de la Policía Municipal de Chacao)
tendrían que estar presos, porque violaron todos los protocolos de actuación de
un cuerpo policial”, había agregado el ministro Rodríguez Torres en su rueda de
prensa del 9 de marzo. Desconoce dos elementos claves: que la captura no fue en
la plaza Altamira sino en los alrededores de la plaza de Los Palos Grandes, a
seis cuadras, y que el video ya mencionado estaba por circular en redes
sociales, demostrando que no hubo tal flagrancia.
De ahí que el defensor de uno de los acusados asegure que se
trate de un caso que enfrenta a un sector del Gobierno con los organismos de
seguridad del municipio más opositor del este de la ciudad. “Yo no estoy a
favor de Polichacao, ni tengo elementos para evaluar su actuación en la
persecución. Hubo disparos y mi sobrino está vivo de vaina. Pero a partir de la
justificación pública que hace Rodríguez Torres sobre el Sebin, esto se
convierte en un caso político porque él no es abogado ni juez; es militar y
ministro”, dice David Rivas, para quien el asesinato de la funcionaria de
inteligencia enturbió lo que podía haber sido un caso más como los que se han
dado en el último mes en Venezuela, donde se registran unas 1.500 detenciones
con más del 90% de esos procesados hoy en libertad plena o con medidas
cautelares, según cifras de la ONG Foro Penal Venezolano.
“Este caso se volvió complicado, hijo”, reflexiona Rivas,
“mi hipótesis es que si hubieran dejado en libertad a los dos muchachos se
habría demostrado que se trató de un secuestro. Por eso están presos”.
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