"¡Ah mundo! qué lindo el cuatro
cuando suena por el pueblo
dan ganas de echarle mano
a la risa y a los sueños
de ver mi gente feliz
es decir que ya no manden
los que ya han mandado aquí…"
cuando suena por el pueblo
dan ganas de echarle mano
a la risa y a los sueños
de ver mi gente feliz
es decir que ya no manden
los que ya han mandado aquí…"
Alí Primera
Pocas cosas son tan perturbadoras como saber a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) reprimiendo ciudadanos al son del canto de Alí Primera. Lo desconcertante de este hecho, ha generado revuelo en la opinión pública nacional, comenzando por la del mismo Servando Primera, hijo del cantor. Cómo explicar el secuestro del Cantor del Pueblo por parte de un organismo represor. Alí no dudaba en afirmar que su canto era del pueblo: pero quién es el pueblo, cómo podemos definir esa construcción arquetípica a partir del chavismo como pensamiento hegemónico y configurador de un orden político en la actualidad.
Habría que comenzar por definir al chavismo como eso, como el rostro de un orden establecido en el país desde hace quince años. Sabemos que la procedencia del chavismo no se remonta a la izquierda radical venezolana de los años posteriores a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, sino más bien de una facción conspirativa del ejército venezolano que venía desde los años 80 cabalgando sobre la posibilidad de la restauración de un militarismo nacionalista en Venezuela. Por tanto, bien poco tendría que buscar el chavismo en la épica de la Lucha Armada o de la Canción Militante, sino por burda apropiación o expropiación. Pasaría también por aclarar que, de forma descarada, las Fuerzas Armadas de Venezuela se autodenominan chavistas, en franco desacato e incumplimiento del texto constitucional. Así que, hablar de la GNB, es hablar del chavismo en uniforme verde.
El orden se fundamenta a partir de dos ejes: el poder y la verdad. La posibilidad real, fáctica, de que el chavismo se hiciera con el poder a partir de 1998, ponía sobre la mesa la construcción de una verdad justificadora que sustentara su permanencia en el poder, no solo por la vía electoral. No hay en esencia, por parte del chavismo, la construcción de un imaginario político, sino –como decíamos– la apropiación de un discurso menos áspero y más romántico que el del militarismo: a falta de una épica decorosa, el chavismo ha optado por la expropiación de las que se forjaron al calor de las luchas civiles; se afincaron entonces en la reedición de la épica de la izquierda subversiva de los años 60 y 70. La verdad, en este caso, nos habla de la fundamentación o el instrumento que el poder utiliza para legitimarse, y para ello se erige sobre un discurso de sacralidad divina y el establecimiento de una moral en la que se ha tomado partido por el bien vs. el mal.
Una de las sacralidades legitimadoras del imaginario político del populismo en la modernidad es precisamente el pueblo; no es casualidad que el chavismo afianzara su discurso en el supuesto de que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, y por tanto, si la soberanía reside en el pueblo, quien tenga de su lado la soberanía popular es prácticamente un enviado divino –aunque el pensamiento hegemónico, como censor y juez, determina quién es y quién no es “pueblo”, a pesar de esta–. A todas luces, la GNB, como parte del poder ostentado por el chavismo, se ampara en esa verdad, en un discurso legitimador según el cual ellos son “el pueblo en armas”, actúa por tanto en función de la apropiación de un discurso maniqueo en el que representan la vanguardia del bien contra el mal, y evidentemente el mal es representado por toda aquella alteridad que amenace el pensamiento hegemónico. Eso conlleva a situar a la oposición venezolana –más allá de representar una buena parte de la soberanía popular– como un sector de la vida social que no es digno de llamarse pueblo. Vaya usted a saber si esta lógica esgrimida por el chavismo no es una lógica fascista.
Enarbolar el canto de Alí Primera es, ante todo, levantar las banderas de una lucha en la que se toma partido por el pueblo, y es allí donde radica el mensaje incongruente de la GNB. Entre otras cosas, no solo se trata del secuestro del canto de Alí, sino del la expropiación de la palabra pueblo por parte de una institución donde puertas adentro de sus cuarteles el término civil es utilizado como un insulto sumamente denigrante. No obstante, el canto de Alí Primera de a poco ha venido abandonando al pensamiento oficial, ha dejado de asistir a una lucha que ya no tiene careta revolucionaria por ponerse, la palabra de Alí Primera se pone pesada, se viene tornando incómoda frente a un gobierno cada vez más reaccionario.
[Artículo publicado bajo el título de "Lugar común desinfectado" en El Canto Insurgente, # 2, Mérida, 30/3/2014, accesible en http://elcantoinsurgente.wordpress.com.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.