Kropotkin que era príncipe, también sería expulsado del anarquismo por Ciccariello |
Extraído de http://venezuelaconspiracytheories.
El ensayo Beware Venezuela’s false ‘anarquists’: unmasking
El Libertario, de George Ciccariello-Maher, es notable porque pretende hacer
algo contra intuitivo: sugerir que los verdaderos anarquistas son aquellos que,
si bien no apoyan irrestrictamente al gobierno, aceptan sus logros, lo
acompañan e intentan empujarlo en una dirección más revolucionaria.
Ciccariello-Maher critica a El Libertario y a su principal
figura, Rafael Uzcátegui. Sin embargo, su argumento para sostener que el del
Libertario es un anarquismo falso, parece girar en torno a la idea de que
Uzcátegui no califica como anarquista porque pertenece a la clase media y sus
ideas políticas lo acercan al liberalismo. No puedo juzgar sobre filiación de
clase de Uzcátegui. Tampoco entiendo muy bien por qué esa filiación lo
descalificaría como libertario, ni a él ni a Kropotkin.
A lo largo de su ensayo Ciccariello-Maher refrenda
acríticamente la distinción derecha-izquierda propia de la propaganda
gubernamental, pero eso es ya tan común en los medios y en la academia del
primer mundo, que casi es lo de menos. Hay en cambio algunos detalles de su
argumento que son más preocupantes. En el artículo, Uzcátegui es caracterizado
como un liberal de clase media (sifrino, hijo de papá) porque así lo califica
un ex miembro de su grupo. La crítica por categorización de acuerdo a la
pertenencia de clase es más propia de la izquierda autoritaria que del
anarquismo.
También se critica a Uzcátegui porque trabajó un tiempo en
la Alcaldía de Baruta, entonces gobernada por Capriles Radonski, quién es
caracterizado por el autor con el siguiente clisé: none other than right-wing
opposition leader Henrique Capriles, formerly of the US-funded opposition party
Primero Justicia. Sin embargo la referencia que para Ciccariello-Maher sostiene
la afirmación US-funded opposition party es, por supuesto, una página del
Código Chávez de Eva Golinger. Creo que seguramente Uzcátegui lidiará a su
manera con las contradicciones que se desprenden de vivir de acuerdo al credo
anarquista y haber trabajado para la administración pública, no será el primer
anarquista que lo ha hecho, pero sospecho que Ciccariello-Maher no sería tan
severo si en cambio Uzcátegui hubiese trabajado para Jorge Rodríguez, por ejemplo.
Peor es a mí entender la descalificación que se hace en el
artículo de Uzcátegui por su vinculación laboral a Provea. La agenda de
derechos humanos de la ONG es según el autor, “liberal”. Además se sugiere que Provea no ha surgido de
los movimientos comunitarios (grassroots movements). Obvia el artículo que
Provea es una organización que ha defendido los derechos humanos desde mucho
antes de la llegada de Chávez al poder y que tiene vínculos con muchas
organizaciones comunitarias populares, incluyendo colectivos de simpatizantes
del gobierno. No estoy seguro de que la defensa de los derechos humanos esté
reñida con el anarquismo, pero temo que esta crítica sea una repetición del
viejo argumento de la izquierda autoritaria sobre el “carácter burgués” de los derechos
humanos. También es muy parecida a la descalificación que, desde el gobierno,
se ha hecho de las ONGs independientes que se ocupan los de derechos humanos en
Venezuela. (Sospecho que si cita a Eva Golinger, Ciccariello-Maher objetaría el
uso de la palabra “independiente” aquí).
No conocí personalmente a Uzcátegui en la Escuela de
Sociología cuando él era estudiante. Pero recuerdo haber escuchado algunas de
sus intervenciones y leído El Libertario. Uzcátegui siempre mantuvo una postura
anti-autoritaria y anti-militarista consistente. Era igualmente crítico de las
políticas represivas de la cuarta, la quinta, y de todas las repúblicas habidas
y por haber.
No será la primera ni la última vez que se cuestionen las
credenciales de un anarquista porque critique a un gobierno auto proclamado de
izquierda, no importa cuán militarista o autoritario sea ese gobierno. Hay que
tener una idea muy peculiar del anarquismo para pretender erigirse en policía y
garante del “verdadero” anarquismo. Y el argumento tiene que ser muy
sofisticado como para sostener que los verdaderos anarquistas son los que no
critiquen un gobierno, a cualquier gobierno, sino que lo “acompañen”. Uno tiene
la impresión de que cuando Ciccariello-Maher termina su artículo pidiendo Will
the Real Anarchist Please Stand Up?, los que se pongan de pie lo harán
militarmente firmes.
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