Curare
Para los antiguos griegos la
palabra “Crisis” era usada para designar una coyuntura de cambios en una
realidad, organizada pero inestable, sujeta a evolución constante; crisis pueden designar un cambio traumático en
la vida de una persona o una situación social inestable y peligrosa en lo
político, económico, militar, etc.
Desde el pasado 4 de febrero del
presente año, Venezuela y con especial énfasis los estados fronterizos de Mérida,
Táchira y Trujillo, se viene generando un proceso de protestas espontáneas de
los sectores populares y medios de la población, que tuvo su génesis en las
agresiones sexuales vividas por una joven dentro del campus de la UNET, y que a
devenido en una verdadera crisis y quiebre dentro de la vitrina de inclusión
social con que ha pretendido venderse el
modelo bolivariano.
Las razones de la protesta son
una extensa amalgama de demandas sobre salud, vivienda, abastecimiento y
seguridad social sin ningún programa político; estas movilizaciones que
recuerdan a muchos los “motines de subsistencia” que se escenificaron en las
sociedades pre-capitalistas, tuvo su replicante días después en Caracas con la
movilización del 12 de febrero y sobre la cual de forma infructuosa a querido
capitanear el partido Voluntad Popular de Leopoldo López y María Corina
Machado.
Pero estas expresiones de
desobediencia rápidamente han superado a los partidos políticos de oposición y
se han regado como un polvorín sobre toda la geografía de Venezuela, para el
momento del cierre de edición de este periódico, tenemos 18 personas muertas,
más de 970 detenidos, decena de torturados e innumerables movilizaciones,
trancas y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad estatal.
Todo este escenario produce un
manojo de interesantes reflexiones y de situaciones en la cual los anarquistas
de Venezuela debemos incentivar, volcando toda nuestra rabia creadora y verbo
incendiario para seguir avivando las llamas del descontento.
Ningún contenedor
ideológico
Uno de los elementos
fundamentales de la crisis que experimenta actualmente Venezuela, es el
maniqueísmo con el cual los medios oficiales de comunicación están documentando
la algarada popular, haciéndose ecos de un supuesto “golpe de estado” y
presentado a los adversarios como “fascistas, oligarcas y gente de extrema
derecha”.
Nada más alejado de la realidad,
que esta dualidad cristiana del gobierno, presentado a la disidencia como un
plan orquestado que solo busca destruirlo para instaurar en Venezuela una
dantesca magistratura corporativista, que no tiene cavidad en la mentalidad de
aquellos jóvenes que desde hace días respiran gases tóxicos en los piquetes.
Este vacío de contenido, solo
busca coaccionar a la izquierda internacional en torno a un gobierno que usa la
fraseología ultra-revolucionario, pero que hace negocios con trasnacionales y
sobre la cual se ha constituido una casta de magnates conocidos como los
Boliburgueses, y sus homólogos juveniles, conocidos como los Bolichicos.
Esta señalización busca jugar con
la clásica teoría de los contrapuestos; cristianos-herejes,
patriotas-realistas, liberales-conservadores, buenos-malos, izquierda-derecha,
adecos-copeyanos, chavistas-antichavistas, que solo responde a una
simplificación de las complejas dinámicas de la sociedad venezolana y que no
recogen la pluralidad de actores emergentes que se han generado en la crisis de
febrero.
Es por ello, que lo/as
anarquistas debemos romper los falsos contenedores ideológicos y los prejuicios
que nos ha impuesto las perspectivas euro-céntricas y estatales; debido a esto
es necesario ir al encuentro de esa Venezuela profunda que se proyecta en cada
motín, enlazar las manos del amotinado y explayarnos en nuestros principios
para así ir generando entropía con los hastiados que hoy se manifiestan en la
plenitud de su inmenso malestar.
Asumir nuestro rol en
la crisis
Durante los sucesos de la Comuna
de Oaxaca de 2006, lo/as anarquistas mexicanos de las múltiples tendencias que componen
nuestra corriente histórica, formaron parte activa del proceso de insurrección
que tuvo su origen en las movilizaciones de los trabajadores de la educación y
que rápidamente mutaron a una serie de reinvidicaciones político-sociales que se
resumían en el grito de “Ulises vete ya”.
De la mano de campesinos,
profesionales, trabajadores urbanos, zapatistas, ecologistas, marxistas de
todos los cuños y habitantes de la urbe, lo/as anarquistas se destacaron
llevando su verbo radical y propuestas de lucha a las barricadas que colapsaban
la ciudad; Así fue como brotaron las ocupaciones de espacios, las radios
alternativas, los mecanismos de autodefensa, el asamblearismo y sobre todo las
decisiones desde la base, que hicieron de este paupérrimo estado maya un
epicentro de las luchas por la libertad.
Esta historia es el curso natural
de todos aquello/as que luchamos por una transformación radical de las actuales
condiciones de vida por una coexistencia pacifica donde la autoridad y el
capital sean solo fósiles de un naufragio.
Los hechos y lugares donde los
anarquistas asumimos un rol de apoyo y solidaridad con las legitimas arrecheras
colectivas son muchos: Seattle-1999, Praga-2000, Buenos Aires-2001,
Oaxaca-2006, Atenas-2008, Estambul-2013, son algunos de los lugares donde se
erige la bandera negra y se configura un mapa de resistencia contra poder.
En el contexto de Venezuela y
sobre todo de Caracas, las manifestaciones han tenido un componente divisorio y
clasista que no tienen sus predecesores, la percepción local y mundial de que
las movilizaciones se han desarrollado por el aliento de “grupos de extrema
derecha” se ha instaurado en la opinión de muchos anarquistas, cuando la verdad
es que en las barricadas abunda tanta diversidad como peces en el mar.
Para los que hemos visto de cerca
el desarrollo de las movilizaciones, en las mismas, participa todo tipo de
gente desde “proletarios mala gente” hasta “burgueses buena vaina” pasando por
ecologistas, iracundas amas de casas, estudiantes, buhoneros, taxistas,
hippies, buenos para nada, lumpen de todas las estirpes, pavos, trabajadores,
profesionales, perros, impúberes y un sinfín de odiosos estereotipos que seria
imposible nombrar.
Todos ellos, comparten algo en
común que es la del rechazo del modelo actual, que se expresa en demandas como
el desabastecimiento, la pauperización de la vida, carestía en la salud
publica, la inseguridad, la inflación, el control cambiario, los excesos
totalitarios del GPP y la silente complicidad de los partidos políticos de
oposición, a los cuales consideran parte inherente del problema. Es por ello
que en esa pluralidad de incordios es donde lo/as anarquistas debemos
insértanos con una propuesta clara y practica de puntos en común con los
movilizados.
Hacia la construcción
de un programa de lucha en común
Para los que vivieron el proceso de luchas populares que
dieron al traste con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez en la década de
los noveta, confluyeron en una sola consigna que se resumía en la “lucha contra
el paquete económico” que fue sugerido por el FMI/BM a la primera magistratura
en manos de de los IESA Boys.
Esta sistematización de la luchas en una sola consigna
permitió que muchos actores y una multiplicidad de demandas (pasaje estudiantil
preferencial, represión policial, defensa de los derechos humanos, etc.) se
expresaran en una sola y sonara consigna.
En el caso actual la lucha es mucho más compleja, dinámica y
pero sin embargo te damos una serie de
demandan concretas, reagrupadas por temas de relevancia:
- Económicas: Cese del pago de la deuda externa a los acreedores chino y del subsidio a los países caribeños, exoneración del IVA como impuesto regresivo que afecta solo a la comunidad, disminución del debito bancario para operación de retiro de efectivo, fomentar las redes solidarias de intercambio de bienes transables, promover la constitución de los Comités pro-abaratamiento de la subsistencia.
- Social: Hacer énfasis en que la lucha es de los ciudadanos y no de los partidos políticos, rechazar de cuajo las salidas militaristas que no conducirán a ningún lado, exigir la supresión de la Ley Antiterrorista y la Ley de la Defensa de la Nación.
- Comunicación: Generar contenido antiautoritario en las movilizaciones, así como promover e incentivar la construcción de nodos de comunicación independiente a través de la diferentes redes sociales como Twitter, Facebook, Blogger, Tumblr, Youtube e Instagram, donde la gente pueda documentar lo que esta ocurriendo.
- Movilizaciones: Demandar la disolución de los grupos parapoliciales, exigir que no se usen gases lacrimógenos y perdigones para dispersar las protestas tal y como lo exige la normativa legal, fomentar el apoyo mutuo y solidaridad con los detenidos, incentivar la acción directa en las protestas, instruir a los manifestantes en el uso correcto de las redes sociales y en sus derechos humanos, combatir en las movilizaciones a los partidos políticos de la MUD y las corrientes filofascistas como los grupos ORDEN, Renacer Nacional y Operación Libertad, promover el anonimato para evitar ser objeto de persecuciones políticas.
Este apoyo a la protestas, no
significa una claudicación de nuestro fin ultimo, la anarquía, todo lo
contario, el teórico turco Cornelius Castoriadis, hacia una distinción entre lo
que es un programa y un proyecto político: el primero es una concreción
provisional de los objetivos del proyecto en torno a unos puntos juzgados
esenciales en las circunstancias dadas, en tanto que su realización conllevaría
o facilitaría, por su propia dinámica, la realización del conjunto del
proyecto. Es decir, que el programa de participar como agentes activos dentro
de las protestas con este cúmulo de demandas, contribuye de forma positiva en
la concretización de nuestro proyecto para el momento actual que es el de
promover la beligerancia dentro de los movimientos sociales y rescatar su
autonomía para así construir un tejido social insurgente que se constituya en
contrapoder frente al estado venezolano.
Colofón de unas
propuestas
Las movilizaciones populares que
se han venido generando han dejado al descubierto un atroz estado totalitario
que esta dispuesto a subyugar cualquier vestigio de resistencia a su proyecto
populista y hambreador, como lo deja en evidencia el uso excesivo de las
fuerzas antidisturbios y los grupos paramilitares contra la población civil.
Sus burdos montajes y la
manipulación de información de la cual se han hecho eco los medios de
comunicación solo nos dejan el agrio sabor en el paladar de estar en presencia
de una nueva fase del proceso bolivariano. Es por ello, que como anarquistas
nuestra situación debe ser siempre la de estar al lado del agredido por el
poder constituido, esto implica estar presentes en las protestas populares y en
las barricadas callejeras que se están dando en diferentes ciudades del país.
Combatamos desde ya, cualquier
pretensión de los políticos de oposición de cooptar la legítima arrechera de la
población, avancemos sin piedad contra la tiranía existente y breguemos
nosotros mismos por nuestra libertad y por la construcción autónoma de un
verdadero contrapoder en cada barricada. Desechar toda vía electoral o militar
para el descontento social, construir y consolidar a través de la acción directa
el contrapoder de los de abajo para que sepan que nuestra única salida es la
autonomía.
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