En esa búsqueda personal llego a Caracas en 2008, la fotoreportera
Francesca Commissari, buscando renovar
la piel y atraída por lo que se vendía en el exterior como una revolución socialista de nuevo cuño. Rápidamente se sintió identificada con un proyecto político que, como dijo el Ché, lleva la revolución en la boca para vivir de
ella.
Sus simpatías con el proceso bolivariano, no solo se limitaron al
estudiar, comparar y analizar los fenómenos sociales que se venían dando en
Venezuela y que sin duda alguna ya mostraban claros vicios de autoritarismo y contradicción; decidió ir más allá y cerrar filas en torno a lo que ya se
mostraba como un proyecto totalitario maquillado de color rojo. En el año 2012
presta su imagen para la campaña presidencial de Hugo Chávez, posando para la
serie de fotografías para redes sociales llamada “Si yo fuese venezolana votaría
por Hugo Chávez”. A pesar de sus simpatías políticas, trabajaba como fotógrafa
para diferentes medios, incluyendo el periódico venezolano El Nacional.
Pero nadie escarmienta en cuerpo ajeno, Francesca fue detenida el 28 de
febrero de 2014, durante una manifestación en la Plaza Altamira de Caracas
mientras tomaba fotos de las barricadas. Reducida y trasladada a un
destacamento policial, fue incomunicada y despojada de su cámara, su única herramienta de trabajo. Esa noche el canal estatal Venezolana de Televisión informó que “8 personas extranjeras buscadas por terrorismo habían sido
detenidas en Altamira”. En su nota de ingreso al destacamento policial se anotó
que había sido detenida “portando una molotov”. 7 horas duró su paso por cárceles
venezolanas. Durante su estancia tras las rejas fue testigo de los malos tratos
contra otros prisioneros, que no tenían el “privilegio” de ser periodistas
internacionales: “vi un chico con la cabeza partida, otro que cojeaba y uno con
un ojo negro y la cara hinchada porque le habían caído a patadas. Un cuarto con
dolor de espalda porque le habían dado golpes; y una chica nuestra que tenía un
chichón”.
A diferencia de los otros casi 900 detenidos en un mes de protestas,
Commissari alcanzó su libertad gracias a las oportunas diligencias de la delegación
diplomática y de sus compañeros laborales. La noticia de su detención había
recorrido el mundo entero y significaba el pago de un alto costo político por
el gobierno de Nicolás Maduro. No se cumplieron las amenazas de las primeras
horas acerca de una inminente deportación.
Hoy, Francesca Commissari como
muchos otros venezolanos, ve como la su herramienta de trabajo, que le fue
confiscada por un Guardia Nacional Bolivariano, es ofertada y vendida por
internet en el portal Mercado Libre con total impunidad. En este pedazo su
historia es la misma de decenas de personas que tras ser detenidas por
funcionarios policiales, militares y paramilitares en los últimos días, son despojados
de sus pertenencias. “Yo no me
arrepiento de haber creído”, respondió cuando tras ser liberada le preguntaron
sobre su entusiasmo bolivariano.
¿Qué siente Francesca tras este evento? Una periodista le hizo la misma
pregunta: “Estupor. Nunca pensé que me ocurriría nada parecido. Quiero tomar
distancia para que no me afecte tanto. Quiero hacer deporte en estos días para
drenar el dolor de estómago que tengo y estar con mis amigos, con mi gente.
Aprovechar mi vida”.
Asi vendieron la cámara de Francesca por Mercado Libre |
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