Por: Juan La Rosa y Robzayda Marcos
LaGuarura.net
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Asistimos al Encuentro Sindical Popular con el entusiasmo de
confluir en el debate abierto y profundo que nos debe comprometer
integralmente, militantemente con la crisis política, económica y social en la
que estamos inmersos, asistimos rechazando lo que llamamos la polarización del
poder, en la que se fraguan acuerdos a los que no estamos invitados, porque
después de quince años de gobierno bolivariano los mandos de la dominación solo
reconocen dos exitencias sociales y políticas, “la sociedad civil” y el “pueblo
chavista y bolivariano”.
Para el poder no existen otros lugares sociales y así mismo
todo lo que nos sucede a los que luchamos en la selva, en los campos y
montañas, en los desiertos de la Guajira, en las tierras de innundación del
alto llano, en la lucha obrera clasista de las fábricas, en la lucha por los
derechos y contra la impunidad, los que resistimos contra los acuerdos que el
gobierno y los empresarios hacen con el capital trasnacional, como en el caso de
la Mitsubishi y la Civetchi.
Todos los que luchamos no estamos, no existimos, y por lo
tanto no salimos en televisión, porque las pantallas públicas y privadas solo
se están para una polarización donde los sujetos son actores mediáticos
construidos y operados a capricho de sus dueños, sean los del Gobierno del
militarismo corporativo o los de las élites del capitalismo financiero y
maquilero venezolano.
La mayor parte de nuestros hermanos encontrados venian, así
lo esperabamos del campo sindical y de la
lucha obrera clasista por los derechos de los trabajadores fabriles y del
servicio público, escuchamos atentamente el parte de luchas, los
desmantelamientos de las organizaciones sindicales, del fraccionamiento de las
corrientes clasistas ante los mecanismos clientelares de captación ejercidos
desde el estado, el parte de hombres y mujeres asesinados y encarcelados. Escuchamos para aprender lo
que ha sido el debate en el seno del movimiento sindical venezolano en los
últimos años, concientes de que ahí estaban presentes parte fundamental de lo
que aún persiste con consecuencia al lado de l@s trabajador@s de este país.
También asistieron organizaciones partidistas y colectivos
de vanguardia y colectivos de trabajo social, grupos de afines, gremios, asociaciones
de derechos humanos y sociales, estudiantes, todos vinieron a contar su
historia y a decir sus convicciones, a todos los escuchamos.
Un signo fundamental de este encuentro es que pudieron
reunirse desde herman@s que han tenido o que ya tienen una abierta ruptura con
el gobierno, denunciando su farsa desde la izquierda, hasta chavismo de base
descontento que por su concecuencia con los suyos se enfrenta a las políticas
del gobierno y a la consertación de este con el capital. las diferencias de enfoque
fueron palpables, los que asistimos como parte de la lucha indígena les
recordamos que la visión del trabajo tiene un orden distinto en nuestros
pueblos y que en ningún caso, ni por la emancipación, ni por la revolución
pensamos ser parte de un proceso que nos diluya y nos trague desde el modelo
colonial europeo que desconsideradamente se revela en el discurso de la
izquerda marxista, sin embargo, lo dijimos y fuimos aplaudidos con mucha
alegría.
Creemos que este encuentro nos va a dar a todos, incluso más
allá de los que asistimos la posibilidad inicial de movilizarnos y
reconocernos, si y sólo si, rompemos las reglas de nuestro propio juego, si nos
permitimos escucharnos y reconocernos incompletos en necesidad del otro afín
que nos completa en la acción política, y en las ideas que se fraguan al calor
de la experiencia. No es tiempo de decirle a nuestros hermanos que lo sabiamos,
no es tiempo de decirle a nadie lo que tiene que hacer y mostrarle a nuestros
hermanos al dios de la razón, Es tiempo de escuchar y escucharnos, de permitir
y permitirnos reconocernos en una crisis política que nos es común, no para
regodearnos ante el puro debate, sino para retomar la lucha por la dignidad que
nos ordena la voluntad de cambio y de emancipación de nuestros pueblos.
Voluntad golpeada y desmantelada por el poder que precisamente requiere su
replanteamiento y rearme político y cultural y que no va a suceder sino a
partir de un diálogo insurgente y decisivo en los lugares y en la carne de los
oprimidos.
El método de debate no nos gustó, pero nos es familiar, es
una herencia de la izquierda hablar y decir sin atender lo que nos tienen que
decir, porque es un vicio perro, colonial, el saber de antemano pa´ donde
vamos. Se le dió mucho tiempo a los discursos y saludos y poco al diálogo. Lo
importante en todo caso es que nos quedamos con ganas de seguir conversando.
En estos quince años va quedando cada vez más definida la
convicción de una soberanía que no debe delegarse ni entregarse a ninguna
administración o representación, que si somos capaces de lucharla y diseñarla
no podemos volver a entregarla a nada ni nadie que nos niegue y sustituya.
Para que esa convicción ” encienda la pradera”, debemos
revisar nuestra cultura de la movilización, no iremos muy lejos si nos
conformamos con acuerdos de dirección y de vanguardias, no iremos muy lejos si
la palabra madura lejos de las comunidades y de los trabajadores. la
movilización que iniciamos debe restablecer
un lugar y una palabra política de los pueblos, profundamente
compartida, y eso es solo posible
recuperando lo que fue interumpido, el diálogo de nostros con nosotros mismos.
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