Corriente Estudiantil Revolucionaria
Chile
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Los militantes de la Corriente Estudiantil Revolucionaria
entendemos y enfrentamos las luchas estudiantiles como un momento de la lucha
general entre las clases fundamentales del capitalismo: el proletariado y la
burguesía mundial. Por lo tanto, como partidarios de la causa obrera y
socialista es parte del deber internacionalista aclarar nuestra posición ante
la situación política general en Venezuela, dirigiéndonos a nuestros hermanos
de clase:
1.- Sostenemos que el gobierno chavista es un guardián
político de la dictadura del capital sobre el proletariado y las masas
venezolanas. Independientemente de su fraseología seudosocialista -que sin duda
deleita el paladar de toda la estirpe reformista latinoamericana- el chavismo
encarna un bloque político y social nacionalista burgués que se ha transformado
en fuerza hegemónica del bloque en el poder venezolano, desarrollando un
proyecto histórico de conciliación de clases para someter a los explotados a la
legalidad del Estado burgués y disciplinarlos frente a la explotación
capitalista. El advenimiento del chavismo expresó la cristalización de la
crisis del sistema de dominación burguesa abierta en Venezuela en 1989, luego
de la insurrección de masas conocida como “Caracazo”; y no su resolución, como
afirman los aduladores de este tipo de regímenes burgueses. Gracias al
chavismo, el conjunto de la clase dominante ha podido estabilizar temporalmente
la crisis del sistema de dominación, modificando ostensiblemente la forma del
régimen burgués para desplazar la correlación de fuerzas a su favor y generar
las condiciones para una ofensiva final.
Tras 15 años de “revolución bolivariana” el Estado burgués y
la propiedad privada capitalista se mantienen intactos. Cerca del 80% de los
trabajadores son explotados por capitalistas particulares, mientras que el otro
20% por la burocracia estatal capitalista. Así se entiende que sólo el 2013
hubiera más de cuatro mil protestas en Venezuela –por lo bajo- correspondiendo
casi la mitad de ellas a luchas del movimiento obrero. Lo que ha sido aplaudido
unánimemente por el reformismo como medidas “socialistas” no han sido más
que estatizaciones burguesas y la
multiplicación de la demagogia clientelista sobre la base de la renta
petrolera. Lo que ha sido reivindicado como modelo de “política revolucionaria”
es el esfuerzo chavista por subordinar el movimiento obrero a los intereses de
la burguesía y su Estado. Estos mismos días el gobierno bolivariano ha
comenzado a aplicar una “revolucionaria” devaluación de la moneda a beneficio
exclusivo de la clase capitalista, precarizando aún más las condiciones de vida
de las masas. No debiera extrañar, por lo tanto, que Maduro apoye fraternalmente a otros gobiernos
patronales. Tal ha sido el caso de su celebración ante el triunfo de Bachelet, líder de la
Nueva Mayoría burguesa en Chile: “América del Sur está de fiesta” dijo muy
entusiasmado.
Hoy, en consecuencia, no presenciamos más que los efectos
políticos, económicos e ideológicos del proyecto de conciliación de clases
chavista: del disciplinamiento impuesto al movimiento obrero y de masas a
través de mediaciones político-estatales y una política económica que, en base
a la renta petrolera, ha neutralizado a los diversos sectores del movimiento de
masas sin acabar con las bases de la explotación capitalista; del
fortalecimiento, de cara a las masas, de la superestructura política burguesa y
del aparato de Estado; de la estabilización de la acumulación capitalista que
ha permitido el fortalecimiento de la gran burguesía venezolana, etc. Así, la
situación política actual se caracteriza por la apertura de un nuevo ciclo de
agudización de los antagonismos de clase, de extensión social de los
enfrentamientos y descomposición de las condiciones pre-revolucionarias del
periodo, que expresan, esta vez, el declive del proyecto de conciliación de
clases chavista. El capitalismo venezolano, que hoy se sostiene justamente
gracias al tutelaje y disciplinamiento que ejerce el chavismo sobre las masas
obreras, garantizando la inviolabilidad del Estado burgués y la propiedad
privada capitalista, perfila nuevas salidas que le permitan resolver la crisis
del sistema de dominación.
2.- De tanto solazarse con las utopías reaccionarias del
nacionalismo burgués, una vez más la izquierda reformista latinoamericana ha
hecho vibrar las cuerdas del colaboracionismo de clases y ha entonado cantos al
“proceso revolucionario bolivariano” y gritos contra la “sediciosa intentona
golpista” y la violencia política. Obviamente, propagar la confusión entre las
masas proletarias sobre la significación política de clase de las jornadas de
Febrero en Venezuela, es la única forma posible para arrastrar a las masas a
las posiciones del defensismo burgués. Porque la confusión entre una asonada
callejera pequeño-burguesa con rasgos fascistoides y un golpe de Estado es
sencillamente una “perla”, que esconde no sólo la ausencia de un análisis de la
correlación de clases y la particularidad del momento político en Venezuela,
sino también el abandono de una estrategia de poder y del programa de la
revolución proletaria.
Las jornadas de febrero representan el intento de una
fracción política de la burguesía y un sector del imperialismo para dar
carácter y expresión de masas a su estrategia de enfrentamiento, consistente en
volcar a las calles a sectores enardecidos de la pequeña burguesía y a sectores
del movimiento de masas golpeados en sus intereses y condiciones materiales por
la política económica del chavismo, con la perspectiva de aplastar con métodos
de guerra civil al movimiento obrero y de masas, y dar una salida no
institucional a la crisis del sistema de dominación y de la clase dominante en
Venezuela. Sin embargo, los acontecimientos también demuestran que las masas
obreras y populares se encuentran inmovilizadas por la tenaza del nacionalismo
burgués, del chavismo. Se han señalado como tareas del momento la defensa de un
gobierno “democrático”, “legítimamente electo por el pueblo”, representante de
su voluntad e intereses, encarnación de una fase históricamente necesaria de
transición al socialismo “del siglo XXI”, etc. Con todo este veneno ideológico
del defensismo burgués, que recuerda a la “táctica” contrarrevolucionaria de la
UP (cuya expresión superior fue la consigna del PC “¡No a la guerra civil!”),
se desmoviliza, se desarma al proletariado, se liquidan sus fuerzas
revolucionarias, se descabeza a su vanguardia social y política.
Por ello, de levantar cabeza el golpismo en Venezuela como
expresión de esta estrategia de enfrentamiento, será deber de todo
revolucionario y trabajador aplastarlo sin
contemplaciones. De ello dependerá la sobrevida inmediata de las
organizaciones obreras y de masas. Pero, al mismo tiempo, ninguna amenaza
golpista hará que les brindemos el más mínimo apoyo al chavismo, próceres
bolivarianos de la explotación capitalista. Caracterizamos abiertamente tanto
al gobierno chavista como a la MUD como contrarrevolucionarios, enemigos del
proletariado y su emancipación social.
No debe haber lugar a engaños: en Venezuela no hay un
“proceso socialista” en curso. Un periodo de transición al socialismo sólo
puede abrirse una vez que el proletariado insurrecto destruya el Estado
capitalista e instaure su propio poder, liquidando la reacción burguesa y
luchando codo a codo con el resto de las fuerzas obreras y populares para
extenderlo a nivel mundial. Esta es la única vía para ponerle fin las
relaciones sociales capitalistas y a toda sociedad de clases. Sólo así es que
podremos avanzar hacia una sociedad comunista, en que la propiedad de los
medios de producción sea colectiva y el libre desarrollo de cada uno sea la
condición para el libre desarrollo de todos.
3.- Pero, desde el punto de vista de las perspectivas de la
lucha de los explotados, los hechos de febrero demuestran que la burguesía
venezolana y el imperialismo no pueden, todavía, desatar una ofensiva final
sobre el movimiento obrero y de masas. Pero, la tenaza chavista, la oposición
“institucional” y la fracción fascistoide, constituyen tres herramientas con las
cuales la burguesía seguramente terminará por aplastar al proletariado y las
masas, sino se desarrolla una política revolucionaria, capaz de arrancar a la
masas proletarias del veneno defensista, del nacionalismo burgués y de su vasto
aparato administrativo, represivo, político e ideológico de Estado. Un golpe de
Estado, bajo un gobierno burgués, no amenaza a las masas con la pérdida de “su
gobierno”, de su “proyecto histórico”, sino que amenaza su propia existencia
como fuerza social. Y no existe otro camino para multiplicar las fuerzas del
proletariado que el combate contra sus enemigos de clase. Por eso, el
defensismo que promueve el reformismo burgués y pequeño-burgués y la línea de
avance de las fuerzas revolucionarias, son dos tácticas antagónicas.
Por ello, consideramos que como consecuentes
internacionalistas y revolucionarios es nuestro deber señalar que la táctica
revolucionaria que el proletariado y las masas explotadas debieran desarrollar
frente a la actual situación política en Venezuela, consiste en preparar las
condiciones para una contraofensiva revolucionaria y de masas, capaz de
convertir la fuerza del movimiento obrero y de masas en poder revolucionario.
En primer lugar, la única forma de enfrentar a los sectores
fascistoides de la burguesía y de neutralizar a los sectores de la
pequeña-burguesía y de las masas arrastrados por ella, es impulsar una política
de frente único de masas, de reagrupamiento de fuerzas políticas y sociales y
de consolidación de posiciones de independencia política de clase en las
organizaciones de masas.
No es para defender un gobierno burgués que el movimiento de
masas debe reagruparse, sino para concretar niveles de centralización de
fuerzas y de unidad que les permitan profundizar su enfrentamiento contra la
burguesía.
Nos para ganar la “guerra económica” que los explotados
deber cohesionar sus filas y armarse, sino para dar conducción y unidad a su
lucha reivindicativa y política contra el capital y la burguesía, construyendo
organismos de poder de masas, antagónicos al Estado burgués, como el instrumento
fundamental del poder proletario.
No es para defender la “constitución bolivariana” y sus
“ministerios del poder popular” que el proletariado debe conducir este proceso
de reagrupamiento de fuerzas, sino para volcarlas contra el Estado burgués
existente, para desarrollar la fuerza política y militar que le permita
destruir el aparato represivo, a las FFAA “bolivarianas” y sus aparatos de
inteligencia.
El proletariado y las masas venezolanas deben proponerse
golpear al conjunto de la burguesía, a la totalidad de sus enemigos de clase,
hasta acabar con la propiedad privada de los medios de producción social,
expropiar a los capitalistas y destruir el Estado burgués. Para ello, hoy,
frente a la actual coyuntura deben recomponer sus fuerzas, las mismas que el
chavismo se ha encargado de debilitar, someter, disciplinar y desarmar. Estas
fuerzas debe volcarlas inmediatamente contra los grupos fascistoides, dentro y
fuera del aparato de Estado. En este proceso, es necesario un llamado a la
unidad de las bases proletarias, a un frente único de masas, que permita la
unidad de todas las fuerzas, con la finalidad doble de configurar la alianza
social revolucionaria y combatir al reformismo, el veneno del defensismo
burgués y las ilusiones en la legalidad burguesa y la vía pacífica al
socialismo. Sólo así el proletariado revolucionario podrá abrir un camino
independiente al chavismo, debilitar su base social de apoyo, ganar a los
sectores del pueblo que siguen encandilados por las piruetas del nacionalismo
burgués a una política revolucionaria, y desatar un conjunto de ofensivas
tácticas contra sus enemigos de clase.
Desde ya les advertimos a los profesionales del oportunismo
que las acusaciones de “hacerle el juego a la reacción” son propias de
organizaciones que han hecho del
colaboracionismo de clases y la tesis del “mal menor” el fundamento de su política. De este modo le
han propinado derrota tras derrota al
movimiento obrero a lo largo de su historia, sacrificándolo en ofrenda a los intereses de tal o cual fracción
política burguesa. Disfrazados de “socialistas”, son el mayor obstáculo para el
surgimiento de una alternativa proletaria verdaderamente revolucionaria y como
tal deben ser desenmascarados.
La distancia geográfica no nos impide plantear lo que consideramos
una política correcta. Ni la dirección chavista ni la MUD son una alternativa
para el proletariado. Bajo distinto disfraz, ambos son los custodios del
capital y su Estado. Quienes nos reivindicamos revolucionarios debemos luchar
por la independencia política del movimiento obrero venezolano barriendo
definitivamente con ambas lacras. Los ojos, finalmente, deben estar puestos en preparar las premisas políticas
para un enfrentamiento definitivo, militar, con la burguesía, sus
representantes políticos y su Estado. Negar la necesidad de estos objetivos es
precisamente darle la mano a la burguesía.
PROLETARIADO, COMPAÑEROS/AS VENEZOLANOS:
¡A REAGRUPAR LAS FUERZAS PARA GOLPEAR A LA BURGUESÍA!
¡A LUCHAR CONTRA EL DEFENSISMO Y EL NACIONALISMO BURGUÉS!
¡A CONVERTIR LA FUERZA EN PODER REVOLUCIONARIO!
Corriente Estudiantil Revolucionaria
Chile.
Marzo, 2014
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