Alfonso Saer
[A.S. es bien conocido en Venezuela como "El Narrador" de los juegos del club Cardenales de Lara. Columnista de los diarios El Impulso y Versión Final. Seguidor del deporte con amplia trayectoria en la cobertura de béisbol y ciclismo. He aquí el texto que publica en su columna electrónica "Extrabases" del 21/02/2014.]
Hay dirigentes que dan pena, escozor, lástima e indignación. Dos federaciones que no han podido controlar la barbarie de las tribunas, los desaguisados de aficionados furibundos y peligrosos, ahora anuncian que se deben jugar a todo trance sus campeonatos a pesar del momento histórico que vive el país. Ante la sensatez de Germán Blanco Romero, dueño de Trotamundos, y la solicitud de los jugadores de baloncesto de varios equipos de la LPB (Liga Profesional de Baloncesto), llegó la orden --- ¿impartida adónde? --- de que el encuentro contra Anzoátegui debía realizarse. No importó, antenoche, que Valencia se estuviera quemando, que las calles fueran escenarios de guerra y que observáramos en videos el asalto de las fuerzas del régimen --- me niego a llamarlas bolivarianas --- sino que se impuso la complacencia que pretende mostrar una imagen distorsionada, una cara que ya no existe, una realidad abismal del descaro y la tiranía.
SI hay cadenas nacionales presidenciales a cada rato imaginamos que nada está bien. Pero la Liga Profesional de Baloncesto decidió aplicarle un forfait a Trotamundos, una vez que su rival, Marinos, no sabemos si en conchupancia para quedarse con vergonzante triunfo, acudía al Fórum carabobeño acompañado de un tropel de guardias llamados nacionales. Por supuesto que por detrás de todo están los intereses personales y políticos. Algunos clubes son manejados por gente afecta al oficialismo, beneficiarios directos con patrocinio y apoyos financieros. Todo tiene su precio. Resulta, pues, que a Blanco Romero lo dejaron solo, multado y castigado por decir que en Valencia no estaban dadas las condiciones para un partido de baloncesto. Como es rigor hoy en día, sin derecho al pataleo.
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De la FVF (Federación Venezolana de Fútbol) no esperábamos menos. El ente que rige al balompié nuestro es probablemente el que menos aguanta una revisión pasajera en las finanzas. Sus ingresos no caben en esta columna, recortada por la falta de papel. El Presidente, Rafael Esquivel, se sostiene amparado en las alabanzas ruines que hace del sistema. A fin de cuentas --- ¿cuáles cuentas? --- sus casi treinta años al frente de la entidad también lo convierten en dictador. Resulta que a tres días para la siguiente jornada ya se declara que la justa debe continuar, aunque los propios jugadores anuncien asambleas para no presentarse a los campos, bajo la premisa tan bien fundamentada de que sus vidas están en peligro. ¿Habrá un argumento más fuerte que ese?
SI el régimen asegura que hay un golpe de estado en desarrollo y que los violentos han tomado las calles, no entendemos por qué debe exponerse a los aficionados, los jugadores y todos cuantos vayan a un gimnasio o un estadio en este momento. Cómo pretender que ante la inminencia de un estado de excepción --- según Maduro --- se llenen las tribunas de los escenarios deportivos, a riesgo de perder vidas. La falta de sindéresis, de equilibrio, de sentido común, también ha llegado a la dirigencia deportiva.
Claro, dirán ellos, están en peligro las prebendas que vienen desde arriba y que no son concha de ajo. Que peligren público, jugadores y demás seres involucrados en los campeonatos respectivos. Pero que no se tronche la fuente que a chorros llega para acallar voces y comprar conciencias.
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Con algunas excepciones puntuales la alta dirigencia federativa abochorna, da náuseas. Por dónde andarán los miles de euros aprobados por Min-Deporte para corredores que no corren y atletas que no compiten. El bozal de billetes es grueso, intragable. Dios apruebe que no se produzcan incidentes graves en los rectángulos del baloncesto y el fútbol. Si usted es de los que no quiere perderse un partido, tenga en consideración lo que se ve y lo que se palpa. Mientras la juventud arriesga sus vidas en todas las esquinas, otros desde un escritorio pretenden inculcarnos que no pasa nada. Vaya indolencia y desfachatez. Como en aquel programa de Guillermito González, habrá que preguntarse “Cuánto vale el show”. Y parafrasear a José Alfredo Jiménez: “No vale nada la vida… la vida no vale nada…”.
[Tomado de http://alfonsosaer.blogspot.com/2014/02/extrabases-viernes-21-de-febrero-de-2014.html]
[A.S. es bien conocido en Venezuela como "El Narrador" de los juegos del club Cardenales de Lara. Columnista de los diarios El Impulso y Versión Final. Seguidor del deporte con amplia trayectoria en la cobertura de béisbol y ciclismo. He aquí el texto que publica en su columna electrónica "Extrabases" del 21/02/2014.]
Hay dirigentes que dan pena, escozor, lástima e indignación. Dos federaciones que no han podido controlar la barbarie de las tribunas, los desaguisados de aficionados furibundos y peligrosos, ahora anuncian que se deben jugar a todo trance sus campeonatos a pesar del momento histórico que vive el país. Ante la sensatez de Germán Blanco Romero, dueño de Trotamundos, y la solicitud de los jugadores de baloncesto de varios equipos de la LPB (Liga Profesional de Baloncesto), llegó la orden --- ¿impartida adónde? --- de que el encuentro contra Anzoátegui debía realizarse. No importó, antenoche, que Valencia se estuviera quemando, que las calles fueran escenarios de guerra y que observáramos en videos el asalto de las fuerzas del régimen --- me niego a llamarlas bolivarianas --- sino que se impuso la complacencia que pretende mostrar una imagen distorsionada, una cara que ya no existe, una realidad abismal del descaro y la tiranía.
SI hay cadenas nacionales presidenciales a cada rato imaginamos que nada está bien. Pero la Liga Profesional de Baloncesto decidió aplicarle un forfait a Trotamundos, una vez que su rival, Marinos, no sabemos si en conchupancia para quedarse con vergonzante triunfo, acudía al Fórum carabobeño acompañado de un tropel de guardias llamados nacionales. Por supuesto que por detrás de todo están los intereses personales y políticos. Algunos clubes son manejados por gente afecta al oficialismo, beneficiarios directos con patrocinio y apoyos financieros. Todo tiene su precio. Resulta, pues, que a Blanco Romero lo dejaron solo, multado y castigado por decir que en Valencia no estaban dadas las condiciones para un partido de baloncesto. Como es rigor hoy en día, sin derecho al pataleo.
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De la FVF (Federación Venezolana de Fútbol) no esperábamos menos. El ente que rige al balompié nuestro es probablemente el que menos aguanta una revisión pasajera en las finanzas. Sus ingresos no caben en esta columna, recortada por la falta de papel. El Presidente, Rafael Esquivel, se sostiene amparado en las alabanzas ruines que hace del sistema. A fin de cuentas --- ¿cuáles cuentas? --- sus casi treinta años al frente de la entidad también lo convierten en dictador. Resulta que a tres días para la siguiente jornada ya se declara que la justa debe continuar, aunque los propios jugadores anuncien asambleas para no presentarse a los campos, bajo la premisa tan bien fundamentada de que sus vidas están en peligro. ¿Habrá un argumento más fuerte que ese?
SI el régimen asegura que hay un golpe de estado en desarrollo y que los violentos han tomado las calles, no entendemos por qué debe exponerse a los aficionados, los jugadores y todos cuantos vayan a un gimnasio o un estadio en este momento. Cómo pretender que ante la inminencia de un estado de excepción --- según Maduro --- se llenen las tribunas de los escenarios deportivos, a riesgo de perder vidas. La falta de sindéresis, de equilibrio, de sentido común, también ha llegado a la dirigencia deportiva.
Claro, dirán ellos, están en peligro las prebendas que vienen desde arriba y que no son concha de ajo. Que peligren público, jugadores y demás seres involucrados en los campeonatos respectivos. Pero que no se tronche la fuente que a chorros llega para acallar voces y comprar conciencias.
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Con algunas excepciones puntuales la alta dirigencia federativa abochorna, da náuseas. Por dónde andarán los miles de euros aprobados por Min-Deporte para corredores que no corren y atletas que no compiten. El bozal de billetes es grueso, intragable. Dios apruebe que no se produzcan incidentes graves en los rectángulos del baloncesto y el fútbol. Si usted es de los que no quiere perderse un partido, tenga en consideración lo que se ve y lo que se palpa. Mientras la juventud arriesga sus vidas en todas las esquinas, otros desde un escritorio pretenden inculcarnos que no pasa nada. Vaya indolencia y desfachatez. Como en aquel programa de Guillermito González, habrá que preguntarse “Cuánto vale el show”. Y parafrasear a José Alfredo Jiménez: “No vale nada la vida… la vida no vale nada…”.
[Tomado de http://alfonsosaer.blogspot.com/2014/02/extrabases-viernes-21-de-febrero-de-2014.html]
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