José Luis Rivas
La capacidad del venezolano de adaptarse al lenguaje que le
imponen siempre me ha parecido preocupante. No es un problema separado por
espectros políticos sino que afecta a todos por igual.
La primera vez que fuí consciente de ello fue con la palabra
"escuálido", por allá en el 2003 o antes. Más de 10 años después aún
muchas personas siguen usándolo, de manera peyorativa y de manera orgullosa,
dependiendo del lado del espectro político en el que se consideren, sin
entender la verdadera envergadura de la palabra.
El último invento del neolenguaje, parecería, ha sido la
exclusión mediante la pseudo-inclusión. Esa repetición de palabras con la
excusa de darle cabida a más generos y encontramos los famosos "millones y
millonas". De esto tenemos incluso ejemplos en legislación, así como de la
imposibilidad de los constitucionalistas de usar un diccionario para enterarse
que "estadal" es una unidad de medida y "estatal" era la
palabra que debían usar en la constitución.
Pero la realidad no se detuvo allí. En mi último artículo,
El contrabandista que fuí, precisamente hice comentarios y conclusiones basados
en las consecuencias del uso de ese neolenguaje, aunque de forma tácita.
Como consecuencia de diversos comentarios generados por ese
artículo vi cómo las personas no comprendían la ironía en el tono del título y
del rechazo a los llamados a la criminalización de un acto de simple
compra-y-venta, precisamente víctimas de ese neolenguaje que nos ataca en los
medios de comunicación hoy en día controlados en su mayoría por el gobierno y
con líneas duras propagandísticas.
Ser víctima de ese neolenguaje es precisamente el que evita
que lleguemos a soluciones de raíz de nuestros problemas cotidianos, su
propaganda es muy efectiva.
Temprano, estaba en un hotel y el televisor estaba en
Globovisión. Hace mucho que no veo televisión, mis medios son digitales. Al ver
Globovisión confirmé que éste neolenguaje ha tomado también los espacios de
estos medios de comunicación los cuáles aún acusan de "golpistas,
fascistas" y el resto de los adjetivos que cargan los gobierneros en sus
panfletos de bolsillo.
La entrevistadora atacaba a preguntas al invitado sobre cómo
podían aumentar la penalización para evitar el contrabando. Insistía en penas
mayores, una y otra vez, como solución al contrabando. No era que el invitado
le diera propuestas para acabar el contrabando sino que hablara de las penas
que se debían aumentar. El invitado, como podía, evadía las preguntas y
proponía medidas económicas, no penales, sin embargo la entrevistadora
insistía.
Sin duda el neolenguaje, y los neolingüistas, parten de la
ignorancia como principio comunicativo de sus ideas. La ignorancia del
venezolano de las realidades en el resto del país. De la ignorancia de la
capital y sus capitalinos respecto al resto de Venezuela y lo disímiles que son
las experiencias en esas fronteras, incluso entre las mismas capitales y los
pueblos fronterizos. A partir de allí toman ventaja de esto para pintar el
gobierno como víctimas de su incapacidad para tomar y aplicar políticas
públicas coherentes y lamentablemente para promover, indirectamente, actitudes
xenófobas contra la población del otro lado de la frontera, así como en el
pasado lo han hecho para promover actitudes de odio contra los ciudadanos del
espectro político contrario, y los venezolanos de lado y lado siguen cayendo
«como moscas».
Neolenguaje del gobierno venezolano, para incluir
excluyendo.
Tomado de https://medium.com/des-venezuela/adab3f4f64f
Tomado de https://medium.com/des-venezuela/adab3f4f64f
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