por Franz von Bergen
Margarita López Maya encuentra semejanzas y diferencias
entre la situación actual y la que se vivía en los meses anteriores a El
Caracazo, explosión social que dejó más de 300 muertos en la capital venezolana
luego de cuatro días continuos de protestas callejeras. La profesora de la
Universidad Central de Venezuela, PhD y especialista en el proceso
sociohistórico y sociopolítico contemporáneo, advierte que la crisis económica
coloca a la ciudadanía en un estado de “desencanto”. A pesar de eso, considera
que el Estado ha “militarizado” a la sociedad y cuenta con una “mayor fuerza
represiva”, algo que lo ubica en una posición de más control ante una posible
nueva explosión.
- ¿Hay semejanzas entre la situación que vivimos hoy y la que
había a principios de 1989 antes de que estallara El Caracazo?
- Existe una crisis estructural como la que había en 1989,
cuando se llevaba años arrastrando una crisis económica. Otro elemento similar
es la disolución de las expectativas. En ese entonces el desencanto fue muy
fuerte con el presidente Carlos Andrés Pérez, que fue electo por muchos
pensando que se lograría una vuelta a la prosperidad que se había vivido durante
su primer periodo presidencial. En los primeros días de su gestión, sin
embargo, se plegó a varias políticas de ajuste propuestas por organismos
internacionales.
Ahora, el Gobierno acaba de devaluar, aunque no lo aceptan
como una devaluación y digan que es un reajuste. Tratan de que se crea eso
valiéndose de la hegemonía comunicacional con la que cuentan, pero la gente lo
nota. Dentro del chavismo también hay desencanto. Algunos piensan que si Chávez
estuviese vivo la situación no estaría así, algo que se repite en Aporrea.
Aunque el desencanto no sea tan fuerte como con el presidente Pérez, existe y
es inocultable, más allá de que algunos se crean la tesis de la guerra
económica. La inflación es brutal al igual que la escasez. Si se mantiene la
idea de la guerra económica, entonces no hay duda de que el Gobierno está
siendo derrotado. El argumento se va agotando y va quedando el desencanto.
Además, ya no está verbo de Chávez para volver a despertar la ilusión.
- ¿Y qué diferencias se registran entre los dos momentos?
- En El Caracazo no funcionaron las fuerzas represivas del
Estado. Durante todo el lunes (primera jornada de manifestaciones) no
aparecieron para controlar las protestas. Comenzaron en las ciudades
dormitorios como Guarenes y Guatire, y luego en Nuevo Circo. Como no los
detuvieron, se movieron hacia la autopista y después, como seguían sin aparecer
las fuerzas del orden, la gente comenzó a saquear. Se dio una especie de vacío
de poder. Carlos Andrés Pérez no habló ese día, sino el martes en la tarde.
Había un gran desconocimiento de la situación en el Alto Gobierno. Además, el
Ministerio de la Defensa pareció subestimar la situación.
Hoy es muy distinto. Existe una militarización creciente de
la sociedad y se sabe todo lo que está pasando. El Gobierno está muy alertado y
los cuerpos de seguridad son más fuertes, son más y tienen mayor capacidad para
controlar una situación de protesta generalizada. Ése es un elemento que no
existía en 1989. Para ese momento, incluso, se dice que había una insubordinación
de la Policía Metropolitana hacia las autoridades. Ahora, en cambio, parecen
actuar diligentemente.
- ¿Ese mayor control puede reducir el tamaño de la protesta
actual?
- Durante El Caracazo el Gobierno se vio obligado a decretar
un toque de queda y a traer tropas del Ejército a la ciudad, lo que generó una
masacre. Oficiales asustados y sin experiencia en control de protestas
respondían con balas ante la situación. También muchos ciudadanos no sabían ni
siquiera qué era un toque de queda, lo cual no había sido decretado en mucho
tiempo. Todo eso se unió para que hubiese más de 300 muertes.
- ¿Ve diferencias entre las motivaciones de la protesta de ese
año y la actual?
- En este caso las motivaciones para la protesta son otras más
políticas. La manifestación del 12 de febrero fue de la sociedad civil y estuvo
acompañada por los partidos políticos. Los manifestantes de El Caracazo no
estaban acompañados por ningún grupo, fue espontánea y ante el disgusto. La
gente estaba sin dinero, muy desencantada y frustrada. El lunes 27 de febrero,
la tarifa del transporte público la aumentaron en 100% y la gente se dio cuenta
al salir a la calle en la mañana para trabajar. Era casi último de mes y la
gente no tenía cómo llegar al trabajo.
- Hay teorías sobre grupos que provocaron El Caracazo…
- Es cierto que el movimiento estudiantil estuvo en la calle.
Mérida es siempre un primer termómetro de la situación nacional y en esa ciudad
hubo disturbios una semana antes, por lo que estaba militarizada. Por eso allí
no hubo tantos problemas después. Sí hubo grupitos y activistas que estuvieron
en la calle. También hubo denuncias de civiles que dispararon desde los
edificios en el 23 de Enero, pero conspiraciones de esa envergadura sólo se le
ocurren a militares. Fue algo espontáneo.
- Algunos expertos apuntan a que el Gobierno de Carlos Andrés
Pérez hubiese podido contener el descontento con una mejor política
comunicacional que explicara la necesidad de las medidas económicas que tomó y
sus beneficios…
- Más que una política comunicacional distinta, lo que hubiese
podido cambiar la situación es que el presidente Pérez no hubiese tenido la
arrogancia que tuvo. Él pensaba que podía hacer cualquier cosa porque toda la
gente se la iba aguantar. Una negociación con los sindicatos y otros factores
hubiese sido fundamental para que se entendiera mejor por qué tomaba esas
medidas. Incluso, tuvo diferencias con su propio partido, Acción Democrática,
que decía que el paquete era peligroso.
Actualmente, el Gobierno de Maduro también se muestra
arrogante. No habla con los otros sectores y trata de estigmatizar a una parte
de la sociedad para catalogarla como culpable de todo lo que ha pasado. Estamos
ante la misma arrogancia de siempre.
- Para algunos académicos, El Caracazo fue el inicio de la
caída de la democracia representativa que se había iniciado en 1958. ¿Pasa hoy
algo similar con el periodo chavista?
- El proceso chavista está en declive desde hace rato. La
descomposición es muy importante y se trata de mantener con mayor represión y
deriva autoritaria. Esto le puede durar un poco, pero se ve que comienza el
declive. A menos que rectifique y se abra al diálogo verdadero y busque ampliar
su base de apoyo. Este gran poder represivo lo que puede es mantenerlos un poco.
- Pero sectores de las bases populares siguen fieles al
proceso debido a las misiones y otros programas sociales…
- Las misiones nunca terminaron de institucionalizarse y todo
depende de ingreso fiscal petrolero. No se sabe cuánto durarán. Además de que no
sacan a la gente de la pobreza, no se conoce a ciencia cierta cuál es la
calidad de las misiones. Para salir realmente de la pobreza se necesita un
empleo y educación con calidad. En esos dos aspectos el proceso chavista no ha
sido exitoso.
- ¿La base de apoyo chavista se erosionaría si los programas
sociales se redujeran?
- Disminuir las ayudas traería un descontento más grande. Eso
viene porque el gasto petrolero ya no alcanza. Por eso la militarización y la
represión son crecientes. Y eso terminaría debilitando a sus bases, porque
están construidas sobre la distribución del ingreso fiscal petrolero. Si se
reduce, se reduce parte del chavismo adentro. El residual irá a la oposición o
se desmovilizará.
- Alguno historiadores consideran que uno de los detonantes de
El Caracazo fue la desconexión que había entre la ciudadanía y sus
representantes, desde los partidos políticos hasta gremios y sindicatos. ¿Cómo
lo ve ahora?
No siento una desconexión tan fuerte como la de esa época.
El Gobierno todavía tiene conexión con un sector de las bases y apuesta a que
la ideología reemplace las condiciones que se tienen ahora. Tratan de decir que
sufrimos penurias pero que tenemos Patria, por lo que hay que hacer
sacrificios. Juegan con ese tipo de manipulación comunicacional. No están
desconectados como en otros tiempos, así como tampoco lo están las fuerzas de
la MUD con sus bases. El problema de la oposición es que está amarrada. La
situación es difícil porque el oficialismo controla todo el dinero y los
poderes, lo que complica una salida institucional.
- Si la oposición está descontenta pero no tiene vías para
hacerse escuchar, ¿cómo canaliza ese descontento?
- Puede disminuir la protesta por amedrentamiento, pero
pudiera ser que se radicalicen los grupos que salen y se hagan más violentos.
Como no pueden expresarse institucionalmente, pudieran buscar otra puerta.
Mientras haya malestar, esa opción seguirá existiendo. Para la oposición es un
gran desafío cómo encausar todo ese potencial hacia una salida institucional.
Es necesario que se reconozcan espacios de diálogo y se discuta con autoridades
locales y regionales.
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