[Nota de la Redacción: Los eventos de febrero 2014 en
Venezuela han hecho que muchas personas, en búsqueda de información alternativa
y confiable, estén llegando a este Blog donde encuentran una voz que dice cosas
que suenan interesantes, pero desde una posición que les era desconocida o
extraña, particularmente por lo de definirnos y actuar como anarquistas. Ante la
interrogante, va este breve esbozo de respuesta, construida en base a párrafos
tomados del libro de N. Méndez y A. Vallota: Bitácora de la Utopía. Anarquismo
para el Siglo XXI (UCV, Caracas, 2001). Esa obra, así como otros materiales
que permiten hacerse una visión más informada del tema, pueden consultarse en
la sección “Textos” de nuestro sitio web www.nodo50.org/ellibertario.]
El anarquismo es probablemente la corriente política
en torno a la cual ha habido más desinformación o equívocos a la hora de
describirla. En lo esencial, es un ideal que preconiza la modificación radical
de las actuales formas de organización social, que tanta injusticia, dolor,
sufrimiento y miseria acarrean a la mayoría de las personas del mundo, buscando
suprimir todas las formas de desigualdad y opresión vigentes, a las que
considera responsables de esos males, sin por ello reducir un ápice de la libertad
individual. Para lograrlo no propone ninguna “receta” preconcebida ni ofrece
ningún plan ni figura milagrosa. El modo de alcanzarlo es el ejercicio pleno de
la libertad de cada uno de nosotros, en un plano de igualdad con todos los
demás y anteponiendo la solidaridad a cualquier otro beneficio. Parece sencillo
decirlo, y muchos lo dicen, pero alcanzarlo implica una verdadera revolución no
sólo en la sociedad sino en cada persona, pues milenios de dominación estatal y
autoritaria han hecho perder la esperanza de su concreción. Sin embargo no han
logrado modificar la conjunción de elementos individuales y sociales que
conforman al ser humano, que es donde en definitiva se apoyan los ideales
anarquistas.
En la necesidad de afianzar su dominio y la correspondiente
sumisión para proseguir sus tropelías, el Estado, los medios masivos de
difusión, la educación autoritaria y las diferentes religiones predican de mil
maneras, abierta o implícitamente, la obediencia acrítica porque es en ella en
la que basan sus ventajas y provechos ya que no puede haber dominio sin la
correspondiente obediencia. En consecuencia, la anarquía ha sido el único y
real enemigo contra todo afán de poder y por ello, si es mencionada, se lo hace
como sinónimo de destrucción causada por enajenados. En este enfrentamiento, la
actitud de los defensores del poder se explica porque, para encumbrar la
opresión y el privilegio, es necesario que la libertad y la igualdad, así como
la autonomía que de ellas se deriva, se combatan por todos los medios.
Precisamente la libertad y la igualdad son los pilares en los que se funda el
anarquismo en todas partes y en todos los lugares, más allá de las múltiples
variedades que presenta y de la riqueza de sus propuestas.
La
imagen perversa que se le adosa al anarquismo es bastante añeja y nace en la
“época de oro” del movimiento socialista libertario – fines del S. XIX y
primeras décadas de S. XX – por el obvio temor de los poderes autoritarios ante
el avance de su más consecuente antagonista, y renace ahora, al principio del
S. XXI, cuando diversos signos anuncian el resurgimiento del ideal y las
prácticas ácratas, orientando las posibles opciones de transformación radical
enfrentadas al orden existente, de modo que continúa siendo prioritario para
los poderosos ocultar el sentido cierto de lo que el anarquismo es y se
propone. Romper con esta mistificación interesadamente atribuida es necesario
para quien quiera aproximarse con mente abierta y sin prejuicios a una
expresión de pensamiento y acción radical tan relevante ayer como hoy, puesto
que el anarquismo es consecuente con la exigencia que Ortega y Gasset reclamaba
para todo pensar, la autonomía, que no es otra cosa que abandonar todo
supuesto, prejuicio, opinión preconcebida, autoridad, revelación o reconocimiento
a la primacía de vanguardias iluminadoras.
La necesidad impuesta de potestades opresoras está tan
arraigada en la mente del ciudadano medio que la anarquía, cuyo significado lo
podemos resumir en "falta de autoridad jerárquica ", resulta
impensable para la mayoría de la gente. Curiosamente las mismas personas que
soportan y admiten que los reglamentos, regulaciones, impuestos, intromisiones
y abusos de poder (por nombrar algunos de los efectos de la acción
gubernamental) son irritantes, por decir lo menos. Pero sucede que a esa gente
se la lleva a pensar que sólo queda aguantar en silencio porque la alternativa
de "falta de poder, de autoridad y todo el mundo haciendo su propia
voluntad" sería la “anarquía” a la que se asocia, falsa y arteramente, con
el caos, la destrucción, el acabose. En cambio, el anarquismo persigue la eliminación de cualquier punto de control
privilegiado desde donde se gobierne, la desaparición de todo grupo que se
asuma como poseedor de algún privilegio para usufructuarlo en beneficio propio
sometiendo a los otros. Como alternativa frente a las diferentes formas de
gobierno - como la aristocracia, la teocracia, la democracia representativa, la
dictadura del proletariado, la monarquía o la tiranía - sostiene la ausencia de gobierno o acracia.
-> ¿Qué es el
Anarquismo (también llamado Socialismo Libertario o Acracia)? Es una
filosofía social, centrada en un enfoque que concibe a la libertad e igualdad
plenas - ejercidas en un contexto de solidaridad - como condiciones
indispensables para el progreso humano en lo individual y lo colectivo. Esta filosofía ha sido expresión ideológica y
política asumida por diversos grupos sociales e individualidades en distintas
coyunturas socio-históricas de todo el planeta, particularmente desde mediados
del S. XIX a la actualidad.
Es
precisamente debido a su creencia en la libertad con igualdad que el anarquismo
se niega a establecer pautas dogmáticas de lo que debe ser y por eso hay tantas
variantes que puedan adoptarse. Sólo ofrece modelos posibles que se apoyan en
el quehacer del día a día, en el aporte siempre renovado de los miembros de la
colectividad que responsablemente toman el destino de sus vidas, y las de los
otros, en sus manos. De hecho la sociedad anarquista ya ha existido
históricamente en muchos lugares y épocas en el mundo. En el período moderno
sucedió en Ucrania en 1919 y en España en 1936 y en ambos casos hicieron falta
feroces represiones y guerras para liquidar esas experiencias, a las que
todavía hoy nadie puede negar los éxitos sociales que alcanzaron.
La
ausencia de moldes obligatorios ocurre porque el anarquismo rechaza la
existencia de un principio único, atemporal, suprahistórico, revelado por algún
dios o por un ser privilegiado que ordena y manda sin apelación. Este es el
origen etimológico del término anarquía, (an=sin,
arje=principio). Es errado interpretarlo como que en cada momento y lugar
no haya buenas y malas conductas y actitudes. Lo que busca es que la gente de
hoy, con el aporte de las experiencias pasadas, de la historia, pueda tomar sus
decisiones y edificar su propio futuro desde un presente dinámico, siempre en
renovación. Sólo las personas libres, en diálogo igualitario con todas las
personas que son y han sido, podrán construir el camino para alcanzar su bien-estar personal y colectivo. Bien-estar que, por otra parte, nunca
será perfecto porque la humanidad está esencialmente en devenir, siempre
cambiante, con nuevas metas que presentan nuevos problemas que exigen nuevas
soluciones, lo que compromete en un esfuerzo constante por crear y re-crear la
existencia en colectivo.
Una descalificación típica entre
quienes tienen algún conocimiento de los principios anarquistas, es sostener
que el anarquismo es una bella quimera intelectual, una idea hermosa, pero
impracticable, adoptando así una posición que se dice realista, práctica, donde
se juzga el deber ser desde lo que es, lo cual ya Hume en su Tratado de la Naturaleza Humana (Madrid,
Nacional, 1977) demostraba que era un modo incongruente de crítica. La
descalificación es curiosa porque el movimiento anarquista no surgió de
teóricos encerrados en torres de marfil, sino directamente de la lucha por la
supervivencia de gente oprimida común y corriente, y tiene un largo recorrido
histórico que lo prueba. La anarquía siempre ha sido intensamente práctica en
sus pretensiones y en su forma de hacer las cosas, como lo ha mostrado en las
ocasiones en que logró alcanzar algún éxito, a veces con gran preponderancia, a
veces parcialmente. Más aún, el carácter del anarquismo se mantiene igual, y
entre los anarquistas las opiniones valen por sí y no por la jerarquía, cargo,
poder del que las emite. Por eso, la libertad para opinar, los términos
igualitarios en que su voz es considerada, la autonomía de su pensamiento,
impone a todos y cada uno de los anarquistas la responsabilidad frente al
colectivo de las ideas que se sustentan y que se someten a la discusión.
DEFINICIONES
FUNDAMENTALES DEL ANARQUISMO
* Justificación de
la utopía racional y posible de un orden social autogestionario, con democracia
directa, sin burocracia autoritaria ni jerarquías permanentes.
* Cuestionamiento
radical al Estado, por ser la expresión máxima de concentración autoritaria del
poder; crítica a la delegación de poder en instituciones fijas y
sobre-impuestas a la sociedad.
* Llamada a un cambio
revolucionario - producto de la acción directa consciente y organizada de las
mayorías – que conduzca a la desaparición inmediata del Estado, reemplazado por
una organización social federal de base local.
* Defensa del
internacionalismo e impugnación al concepto de “patria”, en tanto se ligue a la
justificación del Estado-nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.