Corriente Clasista Unitaria Revolucionaria y Autónoma
El país vive momentos de tensión y efervescencia social. La
causa fundamental de las protestas y movilizaciones de los últimos días, además
del repudio a las actuaciones represivas policiales, militares y
parapoliciales, es el gran descontento popular que se viene acumulando como
consecuencia de la grave crisis económica y social, que el gobierno trata de
enfrentar aplicando un ajuste que descarga la crisis sobre los hombros de los
trabajadores y el pueblo. La devaluación aplicada por el gobierno del
presidente Maduro representa un duro golpe a los ya demacrados salarios de los
trabajadores, en un contexto de hiperinflación. La congelación de los contratos
colectivos en el sector público y el incumplimiento de las obligaciones legales
y contractuales por parte de los patronos públicos y privados, se apoya de
igual forma en el desconocimiento de los sindicatos y la criminalización de las
luchas que libran los trabajadores en defensa de sus derechos.
Centenares de trabajadores, indígenas, campesinos y
estudiantes se encuentran con juicios abiertos por protestar, como parte de una
escalada represiva que busca frenar el proceso de movilización que se ha
expresado en 15.231 protestas sociales en los últimos tres años. Nuestra
corriente sindical, por su incondicional compromiso con los intereses de los
trabajadores, ha sufrido directamente los embates del sicariato y la
persecución de los patronos públicos y privados. El más reciente ataque por
parte del gobierno de la boliburguesía es la apertura de un juicio a José
Bodas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros y
dirigente de nuestra corriente, y nueve trabajadores petroleros más, como
represalia por impulsar la movilización en la Refinería de Puerto La Cruz en
defensa de su participación democrática en la discusión del contrato colectivo
petrolero.
A la inflación del 56,2%, registrada en el año 2013, se
añade un elevado índice de desabastecimiento, que se ubicó según el Banco
Central de Venezuela en 28% el mes de enero de este año, 26,2% en el rubro de
los alimentos. Todas las expectativas generadas por el gobierno sobre una
supuesta política de “precios justos” resultaron defraudadas, y la inflación
continuó corroyendo los salarios, ubicándose en el 3,3% en enero de este año.
El aumento del salario mínimo del 10% decretado a comienzos de año resulta una
compensación pírrica de apenas 10 bolívares diarios, mientras que se requieren,
según el propio presidente del Instituto Nacional de Estadística, Elías Eljuri,
más de dos salarios mínimos para cubrir la canasta básica.
El movimiento estudiantil, por su parte, ha levantado
consignas democráticas contra la utilización de grupos parapoliciales en la
represión de las manifestaciones y contra los excesos represivos de los cuerpos
policiales y la Guardia Nacional Bolivariana. Ciertamente, el gobierno ha enfrentado
las movilizaciones recientes reprimiendo a través del Sebin y la GNB, y
utilizando bandas parapoliciales, que ya han cobrado la vida de al menos diez
personas y centenares de heridos y detenidos. Consideramos que estas exigencias
deben incorporarse a un conjunto de reivindicaciones sociales y económicas que
den respuesta al descontento de millones de personas que padecen las crudas
consecuencias de la crisis económicas y las políticas de ajuste
gubernamentales, pero que hoy en día no se movilizan debido a la justificada
desconfianza que tienen en las direcciones políticas de la MUD, que ya
gobernaron al país durante el período puntofijista de espaldas a las
aspiraciones populares y que representan intereses patronales y
proimperialistas. Por eso, con plena autonomía frente a los dos bloques
partidistas que actualmente hegemonizan la política venezolana, debemos
unificar los esfuerzos desde abajo por visibilizar nuestras exigencias ante el
desabastecimiento, la inflación, las violaciones a los derechos laborales, la
crisis del sistema público de salud, el déficit de vivienda, y el deterioro de
los servicios públicos. De igual forma, incorporar reivindicaciones propias de
los estudiantes, como un presupuesto justo para la educación, la
democratización de las instancias de gobierno universitario, entre otras, y en
general, los problemas más sentidos por los trabajadores y el conjunto del
pueblo.
Lamentablemente la mayoría de las direcciones sindicales han
optado por cerrar filas con el gobierno o la MUD, dificultando que los
trabajadores hagan valer sus propias reivindicaciones en el contexto actual. La
marcha convocada por el gobierno y la burocracia sindical la semana pasada para
justificar la entrega del contrato petrolero es un ejemplo de ello. Por su parte,
algunas de las direcciones sindicales que forman parte de la Unidad de Acción
Sindical han suscrito un manifiesto por el diálogo social en el que
correctamente repudian la represión policial y parapolicial, llaman a la
disolución del Sebin y a que cese la criminalización de la protesta. Pero de
igual forma llaman a proteger los intereses de los inversionistas, propugnando
una alianza entre trabajadores y capitalistas, planteamiento que desvirtúa el
carácter de clase del pronunciamiento, y lo que es más preocupante, no plantean
ninguna exigencia socioeconómica. Debido a estas diferencias, ni la C-cura ni
la Unete han firmado este manifiesto.
Nosotros estamos a favor de una amnistía general para todos
los luchadores sociales con juicios abiertos por protestar. Demandamos una
investigación con participación de organizaciones de defensa de DDHH que
determine la autoría material e intelectual de los asesinatos y lesiones
producidas por los ataques armados contra manifestaciones.
Llamamos a la solidaridad con los comunicadores sociales y
demás trabajadores de los medios de comunicación privados y estatales,
repudiando las presiones del gobierno para restringir el derecho a la
información. De igual forma estamos por un Plan Económico y Social Alternativo,
para que la crisis no la paguen los sectores populares, sino quienes la
generaron, la burocracia gubernamental y sus aliados del sector empresarial.
Exigimos un aumento general de sueldos y salarios, un salario mínimo igual a la
canasta básica, la discusión de los contratos colectivos vencidos, la ejecución
de los reenganches no acatados por los patronos, la eliminación del IVA, la
nacionalización de la industria petrolera, sin empresas mixtas ni
transnacionales; el rescate de las empresas básicas de Guayana y las empresas
cementeras, y que se respeten los derechos territoriales de los pueblos
indígenas. Con la unidad de los trabajadores y los sectores populares, es
posible presentar una alternativa desde abajo ante las agendas que se pretenden
imponer desde el poder, a contravía de las aspiraciones democráticas,
económicas y sociales de la mayoría de la población.
Llamamos a todas las direcciones sindicales a defender los
intereses de la clase trabajadora e impulsar una agenda autónoma de
reivindicaciones para contraponerla a las agendas del gobierno y la oposición
patronal. Realicemos un Encuentro Sindical y Popular en la ciudad de Caracas,
la primera mitad del mes de marzo, para fijar posición de manera autónoma ante
la crisis nacional. Así, en los hechos avanzaremos hacia la refundación del
movimiento sindical y superando la estéril polarización que ha castrado la
iniciativa política del movimiento obrero en estos años.
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