El sector más “radical” de quienes se oponen al gobierno por
derecha se trazó una agenda para modificar la correlación de fuerzas al
interior del frente opositor, marcar una dinámica más hacia la derecha de la
situación nacional y debilitar el gobierno de Maduro buscando pasar a ofensivas
mayores. La represión a la que vienen siendo sometidas y que los lleva a
reclamar el legítimo derecho democrático a manifestar, no anula sin embargo el
carácter reaccionario de este movimiento: hay una suerte de “juego trancado” en
la crisis económica nacional, con su carga de descontento social acumulado y,
como mostramos más adelante, Voluntad Popular, María Corina Machado, Ledezma y
Cía, pulsan por una “solución” subordinada totalmente a los intereses
empresariales y el imperialismo, mucho más de lo que ya el gobierno permite y
ofrece.
Una “solución” nada “popular” ni “democrática”, pues además
se proponen allanar el camino para imponer un cambio de gobierno “sin esperar
el calendario electoral”: hablan de “copar las calles hasta que se vaya”,
forzando “la salida” (de Maduro). Son movilizaciones en clave “destituyente”
que, si no se desarrollan en una dinámica directa de golpe de Estado, no
necesariamente es por falta de voluntad de quienes las impulsan –partícipes de
las movidas golpistas entre 2002 y 2003– si no por falta de condiciones y
correlación de fuerzas para hacerlo.
Por eso, no puede descartarse a futuro un salto en la
situación que lleve a un golpe de Estado. Si bien no es esa la situación hoy,
hay que ser enfáticos en que de darse un giro en ese sentido, los estudiantes y
la juventud que estamos contra la reacción y por una política clasista propia
de los trabajadores y el pueblo pobre, debemos estar y estaremos resueltamente
en primera fila movilizados para derrotar el golpe con la fuerza de la
movilización obrera y popular.
Apadrinados por el imperialismo estadounidense
Como “agravante” de esta ofensiva política de la derecha
está el respaldo que recibe esta oposición por parte del gobierno
estadounidense, campeón en injerencias e intervenciones imperialistas. Son
evidentes los lazos de López, María Corina, y el conjunto de la oposición, con
el imperialismo estadounidense, patrocinador del golpe de 2002, el paro-sabotaje
patronal de 2002-2003, y de toda suerte de injerencias en la vida nacional.
“Soluciones” totalmente pro empresariales, antipopulares y
proimperialistas
Una inclemente inflación y la escasez de productos básicos
vienen golpeando duro y son elementos claves del descontento social actual:
3,3% de inflación en enero, luego de haber cerrado 2013 en 56%, y un 28% de
escasez en enero, que son apenas una expresión de la fuerte crisis económica
que vive el país. Por detrás de esto está la –relativa– escasez de dólares que
acusa el país, así como la pugna por el nivel ganancias de las empresas. La
economía nacional acusa “escasez” de dólares para cubrir todos los gastos,
tanto del Estado como de los particulares –desde las empresas hasta el
ciudadano común–, por lo cual el Estado raciona los mismos; dicen los
empresarios que ahí está una causa principal del rezago de la producción
nacional, por tanto, de la escasez y la inflación (como consecuencia de la
escasez). Se quejan también los capitalistas del tímido control de precios que
ejerce el Estado, y de la reciente ley para “controlar las ganancias”; eso
“desestimula” y “aleja” la inversión, dicen, lo que se traduce también en poca
producción, por tanto, inflación y escasez.
¿Cuál es la “solución” pues según los capitalistas?
Venderles más y más dólares, todos los que quieran, y dejarles ganar todo lo
que quieran ganar, solo así –según– tendremos la posibilidad de salir de la
inflación y la escasez. ¡”Abajo el control de cambio”! ¡”Abajo el control de
precios”! “Liberen” el dólar, “liberen”
los precios! ¡”Libertad”!
Pero entre otras cosas, el país padece el racionamiento de
dólares, porque los capitales imperialistas y la burguesía nacional se siguen
embolsillando los recursos: a) pese a la perorata gubernamental sobre la
“independencia” y el “país potencia”, estamos presos del papel que impone la
división internacional del trabajo en el capitalismo imperialista, es decir,
proveedores de materias primas y compradores de todo lo demás, y por más alto
que esté circunstancialmente el precio del petróleo, los dólares que genere no
serán suficientes para comprar todo lo que se necesita; b) porque además,
también a despecho del discurso sobre el “antiimperialismo”, el país sigue
sometido a los múltiples mecanismos de expoliación imperialista, millones de
“los dólares del pueblo” se van constantemente en pagos de la deuda externa, de
la usura que padece el país por deudas con la banca, empresas y gobiernos de
las potencias capitalistas (para 2012 la deuda total era más de 102 mil
millones de dólares, un cifra similar a casi un 40% del PIB nacional de
entonces; en 2014, los pagos de la deuda pública –que en su mayoría es externa–
crecerán un 55% con relación a 2013, llevándose un 22% del presupuesto
nacional), así como por las ganancias que las cientos de transnacionales que operan
en el país giran a su casas matrices; y c) porque los capitalistas nacionales
no han cesado de “fugar capitales”, (el sector privado pasó a una posesión de
dólares en el exterior de 49 mil millones de dólares en 2003, a más de 166 mil
millones a finales de 2013, una cifra que, para que nos demos una idea, es
igual a dos veces y medio todo el presupuesto nacional de 2014), ¡dólares que
no se han invertido en la “producción nacional”!,
La “solución” de los empresarios –de los que López y Cía.
son hoy los más “combativos” representantes– es completamente antinacional, de
desangrar la nación, porque ¡convalidan totalmente la subordinación de la
economía nacional a los mecanismos imperialistas (como la deuda externa y la
extracción de ganancia por las transnacionales), ¡no repatrían los miles de
millones de dólares que tienen fuera!, y ¡exigen que les permitan adquirir más
y más dólares –¿para “invertir” o para seguirlos fugando?!
Por otro lado, a pesar del control de precios la inflación
no ha cesado ¡ni tampoco las ganancias empresariales! El gobierno no solo
relaja a cada tanto el fulano control, sino que en su reciente ley establece un
“máximo de ganancia” del 30%, explicándoles hasta la saciedad a los burgueses
que ese margen es una vez calculado el costo real de producción. ¡Pero la
burguesía quiere más! ¡El pueblo trabajador sigue castigado en su bolsillo pero
los capitalistas quieren que se les permita ganar sin límite alguno
–“¡libertad!”–, todo lo que les dé la gana!
El objetivo de los empresarios es que el país se arrodille a
las exigencias de la ganancia capitalista, ¡tan “autoritario”,
“antidemocrático” y “dictatorial” como eso! Mientras tanto chantajean –sin
ahorrar dosis de acaparamiento y especulación. Y la política de Voluntad
Popular, Ledezma y María Corina es presionar in extremis para que, entre otras
cosas, se ceda lo más rápido posible ante esta minoría parasitaria, ¡pero con
un gran poder de chantaje!
A lo que debemos sumar una agenda totalmente reaccionaria en
materia de “seguridad ciudadana” –que, hay que decirlo, comparte en buena
medida con el propio gobierno–, que se puede resumir en “¡manden más policías,
guardias y balas para los barrios!”. En las propias quejas de los manifestantes
cuando la policía los reprime brutalmente se puede escuchar un genuino
“¡malditos!, ¿por qué no van a meter así para los barrios?”(¡!) Es decir, les
parece mal que los jodan los cuerpos represivos pero piden que sea en los
sectores populares donde se descarguen los desmanes de estos “malditos”.
La “incapacidad” del gobierno para dar salidas a la crisis
económica y la derrota electoral de la MUD son aprovechadas por el ala
“radical” de la oposición
Como el gobierno no logra dar solución a la situación
económica, la crisis se agudiza, el descontento social también. Por otro lado,
sobre el que viene siendo el liderazgo mayoritario de la oposición pesa la
derrota electoral de diciembre, luego de haber querido convertir las
municipales en un plebiscito contra Maduro como revancha a la elección
presidencial que –según dijeron– les “robaron” en abril. El “ala dura” afirma
que la derrota electoral de diciembre sería una clara demostración del fracaso
de la “línea blanda” en la oposición, este sector dice que había que seguir en
las calles luego de las presidenciales del 14 de abril y, como elemento más
“concluyente”, muestran la respuesta positiva de Capriles y la dirección de la
MUD al “diálogo nacional” que tendió el gobierno. “Capriles y la MUD son
colaboracionistas con el gobierno y no responden a la altura de lo que la
crisis y el descontento social exigen”, así podría resumirse el planteamiento,
y se postulan como alternativa.
Está por verse cómo se desarrollan en adelante los
acontecimientos y esta correlación de fuerzas al interior de la oposición
burguesa. Capriles, Primero Justicia y la dirección de la MUD aparecieron
claramente deslindados de “las acciones violentas” (de VP) al momento de los
hechos, negándose incluso a llamar a nuevas movilizaciones en los días
siguientes, luego viraron a “cerrar filas” justificando los hechos como
“expresión de una inconformidad real” y sumándose a las movilizaciones que ya
había lanzado Leopoldo López y su partido, para aparecer ahora nuevamente
distanciados.
No sólo la oposición busca descargar la crisis sobre el pueblo
trabajador, el gobierno también, ¡y ya lo hace!
Pero un curso más a derecha de la situación nacional no
viene solo de la mano de esta ofensiva de la oposición, el gobierno nacional
también gestiona “soluciones” pro empresariales, antiobreras y antipopulares,
tanto en el terreno económico como en el de la coacción y represión a las
luchas. El gobierno –con la más elemental lógica capitalista– también coincide
con “la burguesía parasitaria” y la oposición en que la solución a la crisis
pasa por “mejorar la producción nacional”: anda hace meses en un “giro
productivo” estableciendo y buscando pactos con los empresarios, haciendo
juegos de equilibrista para ir relajando algunos controles y mantener otros.
Está preso de su “contradicción” entre ponerle límites a los aspectos más
groseros del chantaje empresarial y brindarles las condiciones que exigen.
En este camino, por más que vocifere contra “el capitalismo”
y lance las más variadas invectivas y advertencias contra la burguesía, sus
políticas son cada vez más las que pide el empresariado y las que golpean a los
trabajadores y el bolsillo obrero y popular.
El gobierno no deja de pagar religiosamente la deuda externa
–que se paga ¡en dólares!, por supuesto– y continúan las transnacionales
girando jugosas ganancias a sus países, o sea, “los dólares del pueblo” se
siguen yendo en masa por esas vías. No tiene ninguna política para obligar a
los banqueros y capitalistas nacionales a traer de vuelta al país los miles de
millones de dólares que tienen fuera del país, al contrario avanza en
relajamientos del control de cambio (SICAD II). Continúa devaluando el bolívar
sin cesar –para “estimular” la producción nacional, es decir, a los
capitalistas, y para que el Estado obtenga más bolívares para cubrir sus gastos
internos–, devaluando los ingresos del pueblo trabajador. Subsidia las
ganancias de numerosos sectores capitalistas –tanto imperialistas como
nacionales– a los que exonera de impuestos para “estimularlos a producir”,
mientras el pueblo debe pagar el IVA. Mantiene un control de precios totalmente
impotente, además genuflexo, pues de sus muchas reuniones con los empresarios
salen acuerdos para aumentar los precios y para “revisarlos periódicamente”.
Pone a disposición de los empresarios los dineros públicos mediante préstamos
en condiciones favorables a estos. Discute abiertamente –en acuerdo con el
grueso de la burguesía y sectores de la oposición– el aumento de la gasolina,
así como el de otros servicios públicos (transporte subterráneo, electricidad,
gas, etc.).
Simultáneamente desarrolla una política de coacción y
represión de las luchas obreras más decididas. Ya bajo los gobiernos de Chávez
se armó un entramado legal que criminaliza acciones de lucha obrera y popular
como los paros, huelgas, asambleas y movilizaciones de calles en los más
diversos sectores económicos y en “zonas especiales” que abarcan casi un tercio
del territorio nacional. Desde entonces datan varias de las represiones más
fuertes que han soportado las luchas obreras en los últimos años, así como la
judicialización y enjuiciamiento de cientos de trabajadores, campesinos e
indígenas.
Hoy, con la crisis pesan más esas cadenas, tanto porque
la pérdida de valor del salario aumenta
la necesidad de las luchas reivindicativas, como porque en ese “giro
productivo” del gobierno cualquier lucha de trabajadores que afecte el
desarrollo de alguna actividad productiva es tachada directamente de “saboteo a
la producción”, y le cae encima la coacción, despido de los que lucha,
represión y enjuiciamiento –llegando en algunos casos hasta el encarcelamiento.
La burguesía nacional, su Estado, el gobierno, sus justicias y sus cuerpos
represivos resultan estar ahora en una perfecta alianza “productiva” cuando de
enfrentar a las luchas obreras se trata, porque al fin y al cabo ¿quiénes
producen realmente?, los trabajadores, y cuando estos toman medidas de lucha
que “afectan la producción” los empresarios y el gobierno pegan el grito en el
cielo: total, la “producción nacional” tiene que aumentar, ¡no importa si es a
costillas de la sobre explotación de los trabajadores o de aplastar sus luchas!
¡Legitimar las capacidades represivas del Estado es
contrario al fortalecimiento de la capacidad de lucha y movilización del pueblo
trabajador!
Por todo eso es totalmente equivocado pretender –como cierta
izquierda– que la manera de hacer frente a las movidas de la oposición es
subordinándose al gobierno y apostando al fortalecimiento de su capacidad
represiva, avalando que este limite y cercene las libertades democráticas. Como
queda claro, la lucha para que la crisis no sea descargada sobre el pueblo
trabajador no solo es contra la oposición, o contra “la burguesía” en general,
sino también contra el gobierno que, a fin de cuentas, es quien administra y
gestiona la crisis, es su política la que permite todo el chantaje empresarial,
son sus medidas las que confabulan para devaluar el salario y aplastar la
resistencia de aquellos trabajadores que luchan en serio.
Apoyar el accionar represivo del Estado es fortalecer al
mismo aparato represivo que cae con mayor fuerza aún sobre las luchas de lxs
explotadxs y oprimidxs. Legitimar que se violente el derecho a manifestar, a
trancar calles, legitimar que el Estado aprese a manifestantes, que la policía
política y la inteligencia militar intervengan en las movilizaciones de calle,
que a quienes protestan los lleven presos a los comandos de la Guardia Nacional
y del SEBIN, etc., es de una miopía política enorme, por decir lo menos, pues
son medidas que aunque circunstancialmente caen sobre sectores que levantan un
programa reaccionario, fortalecen las mismas instituciones que hoy tienen
cientos de obreros procesados por luchar, que tienen obreros presos por querer
formar un sindicato o hacer una huelga, que se meten en las fábricas y empresas
donde hay luchas y amedrentan a los obreros, que reprimen las asambleas o
manifestaciones frente a las empresas, que apresan a trabajadores que reparten
volantes por su contrato colectivo.
¡Avalar las medidas represivas del Estado es contribuir a
imponer una correlación de fuerzas que permita aplicar el ajuste capitalista
sobre una clase obrera golpeada y diezmada! Es además la peor manera de
prepararse para una eventual situación de golpe de derecha, porque si cada vez que
los trabajadores intentar levantar cabeza el Estado y los empresarios los
pisotean y los doblegan, una arremetida reaccionaria golpista los encontrará
debilitados. Al contrario, la mejor manera de prepararse para hacer frente a un
posible golpe es que los trabajadores avancen en desarrollar su fuerza de
lucha, sus métodos, que fortalezcan sus músculos y su confianza en paros,
asambleas, huelgas, tomas de fábricas, movilizaciones de calle, barricadas,
etc., ¡y eso es totalmente incompatible con el apoyo al aparato de coacción
estatal!
Un programa para la movilización obrera y popular.
Para que la crisis la paguen los capitales imperialistas, la
burguesía nacional y los ricos, es necesario poner en pie la potencialmente
poderosa fuerza de los trabajadores y trabajadores, en alianza con el conjunto
del pueblo pobre, con demandas contrarias a las que levanta la oposición y a
las políticas que viene aplicando el gobierno.
¡Cese el pago de la deuda externa! Basta de pagar ese
tributo a los capitales y gobiernos de las potencias capitalistas. Esos
recursos que se destinen a salud, educación y vivienda.
¡Abajo el IVA! ¡Fuertes impuestos a las ganancias y fortunas
capitalistas! Basta de castigar el bolsillo del pueblo trabajador, que paguen
los explotadores y los ricos.
¡Salario igual a la canasta básica familiar y escala móvil
de salarios! Que ningún trabajador gane menos de los que cuesta una canasta
básica familiar. Que los salarios no se queden estancados ante el costo de la
vida, indexación salarial cada tres meses de acuerdo al aumento de la
inflación.
¡Control de precios por parte de los propios trabajadores y
el pueblo, sin subordinación a las instituciones gubernamentales! El “control”
del Estado es totalmente impotente. Solo comités obreros, con participación de
las comunidades, pueden establecer un verdadero control acorde con las
necesidades de las mayorías trabajadoras.
¡Apertura de los libros de cuenta de las empresas! Los
capitalistas aducen “pérdidas” para descargar sus niveles de ganancias sobre el
pueblo. El gobierno es incapaz totalmente de “controlar” eso, porque además es
cómplice de los “márgenes razonables” de ganancia. ¡Nadie más que los propios
trabajadores que producen las riquezas tienen derecho a saber la verdad de las
finanzas empresariales! ¡Los capitalistas no tienen ningún derecho a ocultarle
a los trabajadores y la sociedad las cuentas de la explotación! ¡Que los ojos
de la clase trabajadora y el pueblo, a través de sus delegados electos por la
base penetren todos los rincones de la verdad de las cuentas capitalistas!
¡Control obrero de toda empresa que amenace con cerrar o
despedir! Los empresarios chantajean con dejar de producir, con despedir o
cerrar, si no aceptan sus niveles y exigencias de ganancia. Las empresas no
pueden andar sin trabajadores, pero sin capitalistas sí.
¡Expropiación sin indemnización y bajo administración
directa de sus trabajadores de los principales monopolios de alimentos! No
puede permitirse que la alimentación de millones del pueblo trabajador dependa
de la sed de ganancias o el cálculo político de una corporación o una familia
burguesa. Que esas empresas pasen a ser propiedad pública, pero no bajo la
dirección de la burocracia gubernamental sino gestionadas directa y
soberanamente por los propios productores de las riquezas, los trabajadores, en
alianza con los sectores populares y campesinos pobres.
¡Expropiación bajo administración directa de sus
trabajadores, de toda empresa y firma que mantenga recursos en dólares en el
exterior y se niegue traerlos de vuelta al país!
¡Desprocesamiento de todos los trabajadores y trabajadoras
procesados judicialmente por luchar! ¡Cese de todos los juicios, cargos y
prohibiciones que pesan sobre cientos de trabajadores y campesinos por hacer
huelgas, paro, trancar una calle, ocupar una empresa o una finca! ¡Libertad
para los obreros condenados a cárcel por luchar! Parte de la vanguardia
luchadora de la clase trabajadora y el pueblo pobre permanece con juicios,
prohibiciones o incluso en la cárcel, mientras entre los empresarios, la
oposición patronal y el gobierno deciden la suerte de la economía y del pueblo
trabajador: ¡para inclinar la balanza en favor de los de abajo, hay que liberar
de juicios y prohibiciones a los luchadores!
¡Fuera el SEBIN y la GNB de las empresas y de las luchas
obreras!
Con un programa en este sentido es que puede irse
configurando un verdadero cambio en la correlación de fuerzas nacional
favorable a los intereses de las mayorías trabajadoras y empobrecidas.
Movilizaciones y desarrollo de las luchas en ese sentido son además la mejor
manera de prepararse para en eventual golpe de derecha, porque implica ir
fortaleciendo los músculos de los de abajo, implica ganar independencia y poder
de lucha frente a los empresarios y frente al propio gobierno y su represión.
Es la mejor manera para que, en caso de golpe, se ponga en pie la enorme fuerza
obrera y popular en las fábricas, empresas y las calles, para que derrotemos a
la reacción. Pero también para no repetir
la historia de 2002 y 2003, donde luego de cada victoria obrera y popular, el
gobierno mandó al pueblo a sus casas y administró las derrotas de la reacción
para asentar su régimen, mantener en pie todo lo fundamental de la sociedad
capitalista, dejando prácticamente intacto el poder económico de la burguesía,
¡ese mismo poder que usan hoy para chantajear al país y al pueblo trabajador!
Es en esta perspectiva que está planteada actualmente una
dura lucha política en el movimiento estudiantil, bregando con tesón contra la
enorme polarización que decanta en grandes franjas arrastradas tras el programa
y objetivos de la oposición burguesa –en muchos casos llevados allí por la
defensa demagógica que hace la oposición del derecho a la protesta–, y otro
polo que se encolumna tras el gobierno nacional legitimando sus medidas
económicas antipopulares y su política de criminalización y aplastamiento de
las luchas obreras. Esta es la pelea que damos los compañeros y compañeras
agrupados en Barricada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.