Rafael Uzcátegui
El pasado 21 de febrero escribimos una síntesis de los acontecimientos
para quienes en el exterior, sobresaturados de información sobre Venezuela,
necesitaran una cronología de los hechos. Apenas han pasado 4 días de ese
relato, pero hay tantos elementos nuevos que es necesaria una actualización
para sugerir que cualquier fotografía de la realidad venezolana cambiará en las
siguientes horas.
El primer elemento que resalta es que las manifestaciones de
los críticos al gobierno han continuado hasta el momento en que esto se
escribe, y no parece que se detendrán en los próximos días. La cultura
venezolana se había caracterizado por promover el esfuerzo de resultados a
corto plazo, sin permanencia en el tiempo, por lo que la suma de cada nuevo día
de protesta contradice la inmediatez política que parecía propia del “hacer” en
el país. Por ello es que el propio presidente Maduro utiliza como una de sus
estrategias fomentar su más rápido desgaste, aumentando dos días más al feriado
de Carnaval para que comience el 27 de febrero, día cuando se cumplirán 25 años
de la revuelta popular de “El Caracazo”, con decenas de asesinados aún en
impunidad.
Una segunda novedad, como sugeríamos en nuestro anterior
texto, es que Caracas ha dejado de ser el epicentro de la movilización
nacional. El sábado 22 de febrero progobierno y opositores convocaron a marchar
en la ciudad de Caracas, ambas con amplia concurrencia. Sin embargo, en por lo
menos 12 ciudades del interior del país también se realizaron movilizaciones
disidentes, algunas de ellas proporcionalmente tan multitudinarias como la de
la capital. En el caso de la ciudad de San Cristóbal, capital del estado
Táchira (fronterizo con Colombia), la intensidad de las movilizaciones y
conflictos, que incluyeron además de los estudiantes y clase media a sectores
populares y rurales, motivaron a la militarización de la ciudad bajo control a
distancia desde Caracas. El gobernador de la entidad José Vielma Mora, del partido
oficialista PSUV, criticó la represión y solicitó públicamente la liberación de
las personas detenidas, lo que hasta ahora ha sido la primera crítica pública
de un miembro del gobierno a las decisiones de Nicolás Maduro.
Cuando esto se escribe se habían registrado la muerte de 15
personas en manifestaciones o en hechos relacionados con las protestas; 8 de
ellos cuya autoría señala a funcionarios policiales, militares y paramilitares;
2 de ellos víctimas de “trampas” montadas en la protesta opositora denominada “guarimba”
y el resto por hechos oscuros ocurridos alrededor de las movilizaciones que
deben ser investigados y aclarados (por ejemplo, el arrollamiento de un adolescente
de 17 años). Los reportajes del diario Últimas Noticias, respaldados por fotos
y videos circulados en redes sociales, han obligado a que la Fiscalía detenga a
funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y el Servicio Bolivariano
de Inteligencia Nacional (SEBIN) para investigarlos por la autoría material de
los hechos. Sin embargo, altos voceros del Ejecutivo Nacional, como la Ministra
de Comunicación Delcy Rodríguez y el propio presidente Maduro continúan
culpando de todas las muertes a la oposición. Capítulo aparte lo merece el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, que a través de su programa
diario “Con el mazo dando”, transmitido por la televisión estatal, realiza
afirmaciones delirantes sobre las causas de los asesinatos.
La “Guarimba” es una estrategia que sectores de la oposición
promovieron a finales del año 2002. Consiste en realizar, en un sitio
considerado “seguro” protestas -generalmente en las inmediaciones de las
viviendas de los manifestantes-, cerrando la vía con barricadas y basura o
cauchos incendiados. La “Guarimba” posee varias características que la
diferencian de otras manifestaciones. Una es su relación simbólica con el Golpe
de Estado y el llamado “paro petrolero” del año 2002, por lo que se ha cargado de
un contenido insurreccional, proclive a la confrontación física con los
organismos de seguridad. La segunda, como consecuencia de lo anterior, ha sido
insistentemente criminalizada por el gobierno, siendo por ello una estrategia
excluyente: Si bien personas progobierno pudieran incorporarse a una manifestación
pacífica por exigencias comunes, difícilmente lo harán a una “guarimba”. Tercero, generan un amplio rechazo dentro de los
propios sectores opositores, como lo demostró la marcha en Caracas del 22 de febrero,
donde había tantas pancartas de rechazo a las “Guarimbas” como a la actuación
de los grupos paramilitares. A medida que el presidente Nicolás Maduro ha
estimulado la represión felicitando en público la actuación de la GNB, no
reconociendo la responsabilidad estatal en parte de las víctimas mortales y
legitimando institucionalmente la actuación de los grupos paramilitares
mediante el estímulo a los “Comandos Populares contra el Golpe de Estado”, ha
generado un caldo de cultivo de indignación que ha permitido la aparición de “Las
Guarimbas” en algunos focos tanto en Caracas como en ciudades del interior del
país. No obstante, una mirada a todos los tipos de movilización en todas las
ciudades del país que se mantienen en la calle, corrobora que la manifestación
continúa siendo mayoritariamente pacífica.
La entrega del líder opositor conservador Leopoldo López, el 18 de febrero, fue todo un “performance” para catapultar su imagen como “nuevo líder” de la oposición venezolana y centro del movimiento nacional de protesta. Su entrega se realizó junto a una multitudinaria concentración en la frontera entre el municipio Chacao y Libertador de Caracas. Sin embargo hasta el día de hoy la dinámica de multitudes en la calle continúa siendo de redes descentralizadas con múltiples centros. Hay toda serie de convocatorias por redes sociales, como “pancartazos”, “hacer plegarias nacionales a la misma hora” y hasta “bailoterapias”. Algunas, se convierten en virales y son asumidas por buena parte del movimiento. Muchos opositores acostumbrados al modelo vertical de organización leninista de la era analógica, exigen permanentemente que las protestas “tengan una dirección” y “exigencias comunes”.
La entrega del líder opositor conservador Leopoldo López, el 18 de febrero, fue todo un “performance” para catapultar su imagen como “nuevo líder” de la oposición venezolana y centro del movimiento nacional de protesta. Su entrega se realizó junto a una multitudinaria concentración en la frontera entre el municipio Chacao y Libertador de Caracas. Sin embargo hasta el día de hoy la dinámica de multitudes en la calle continúa siendo de redes descentralizadas con múltiples centros. Hay toda serie de convocatorias por redes sociales, como “pancartazos”, “hacer plegarias nacionales a la misma hora” y hasta “bailoterapias”. Algunas, se convierten en virales y son asumidas por buena parte del movimiento. Muchos opositores acostumbrados al modelo vertical de organización leninista de la era analógica, exigen permanentemente que las protestas “tengan una dirección” y “exigencias comunes”.
El gobierno insiste en que se enfrenta a un “Golpe de Estado”,
algunos dicen que “repite el guión de abril del 2002” y otros argumentan que se
trataría de un “Golpe continuado”. Nicolás Maduro convocó a enfrentar a los
manifestantes en la calle activando “Comandos populares antigolpe”. Sin
embargo, las dos manifestaciones realizadas en los últimos días por el gobierno
en las calles de Caracas no cuentan con el respaldo y los niveles de
convocatoria de las realizadas por Hugo Chávez. Si bien los niveles medios y
altos del gobierno expresan públicamente su apoyo a las decisiones de Maduro,
el chavismo de base comienza a resentirse por la represión abierta a los
manifestantes, que ha generado centenares de imágenes que fluyen a través de
los teléfonos celulares. Por otro lado, el propio presidente emite mensajes
contradictorios sobre la naturaleza de la hipotética amenaza a la cual
enfrenta: Convocando insistentemente a celebrar los carnavales, bailando para
las cámaras de televisión, pidiendo públicamente -en varias oportunidades-
mejorar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, designando su
representante ante el Fondo Monetario Internacional, retirando las credenciales
de trabajo en Venezuela de CNN –que significó en los hechos su expulsión del
país- y en 24 horas invitarlos a transmitir de nuevo desde el país.
A pesar que a nivel internacional permanece la polarización
mediática informativa sobre Venezuela, a lo interno del país continuamos
sufriendo un importante bloqueo informativo. Los canales de televisión de
alcance nacional no informan sobre las manifestaciones, ni tampoco transmiten
en directo los mensajes de los líderes políticos de oposición, mientras que sus
pantallas son copadas por declaraciones de los principales funcionarios
públicos. El gobierno pensó el conflicto en términos analógicos, pensando que
la invisibilización televisiva y la represión serían suficientes para silenciar
las protestas. Tardíamente ha iniciado una ofensiva en redes sociales, mientras
el servicio de internet, controlado por el Estado, sufre irregulares
disminuciones de velocidad y bloqueos en algunas de las aplicaciones más
populares utilizadas por los usuarios, como Twitter y What´sApp.
La radicalización de los dos principales bandos del conflicto hacen que no sea mayoritario, aún, la exigencia de diálogo para la resolución de la crisis. El presidente Maduro convocó a la realización de una “Conferencia Nacional de Paz” paralelamente que su gobierno –y él mismo- continúa descalificando como “fascistas de ultraderecha” a los opositores y aumenta el número de detenidos en todo el país, los cuales denuncian torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes durante su privación de libertad. El aumento de la cantidad de personas asesinadas, heridos por armas de fuego, perdigones y bombas lacrimógenas incrementa el espiral de violencia y resentimiento en ambos bandos que, no dejando canales políticos para la resolución del conflicto, abona el terreno para que los militares asuman garantizar la “gobernabilidad” mediante un golpe de Estado, bien sea de tendencias del propio oficialismo o ligados a la oposición. La extravagante imagen de un general retirado del Ejército venezolano, Angel Vivas Perdomo, en el techo de su casa mostrando armamento de guerra –en el intento de detención tras ser acusado de la autoría intelectual de las trampas ubicadas en la “Guarimba” que ocasionaron una muerte en Caracas-, han originado un huracán de rumores acerca de los presuntos “malestares” dentro de las Fuerzas Armadas. A esto se suma una serie de saqueos de comercios en varios lados del país, con una coordinación tal que levanta demasiadas sospechas.
La radicalización de los dos principales bandos del conflicto hacen que no sea mayoritario, aún, la exigencia de diálogo para la resolución de la crisis. El presidente Maduro convocó a la realización de una “Conferencia Nacional de Paz” paralelamente que su gobierno –y él mismo- continúa descalificando como “fascistas de ultraderecha” a los opositores y aumenta el número de detenidos en todo el país, los cuales denuncian torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes durante su privación de libertad. El aumento de la cantidad de personas asesinadas, heridos por armas de fuego, perdigones y bombas lacrimógenas incrementa el espiral de violencia y resentimiento en ambos bandos que, no dejando canales políticos para la resolución del conflicto, abona el terreno para que los militares asuman garantizar la “gobernabilidad” mediante un golpe de Estado, bien sea de tendencias del propio oficialismo o ligados a la oposición. La extravagante imagen de un general retirado del Ejército venezolano, Angel Vivas Perdomo, en el techo de su casa mostrando armamento de guerra –en el intento de detención tras ser acusado de la autoría intelectual de las trampas ubicadas en la “Guarimba” que ocasionaron una muerte en Caracas-, han originado un huracán de rumores acerca de los presuntos “malestares” dentro de las Fuerzas Armadas. A esto se suma una serie de saqueos de comercios en varios lados del país, con una coordinación tal que levanta demasiadas sospechas.
Los acontecimientos se encuentran en pleno desarrollo: La
fotografía de este momento puede ser completamente diferente en las próximas 48
horas. Esperamos seguir teniendo conexión a internet para contarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.