Denmark Vesey
(D. Vesey es productora e investigadora del Colectivo Anarkos Media, que actualmente utiliza el modelo de Software Open Source (de Código Abierto) para producir una serie documental sobre el anarquismo y el antiautoritarismo con un alcance sin precedentes. Puede aprender más sobre la serie Anarkos, donde innumerables contribuciones antiautoritarias se están buscando para un proyecto con multitud de fuentes y financiado por muchos medios, que se dará a conocer de forma gratuita a través de la red con una licencia Creative Commons.)
Casi desde el nacimiento del cine, los anarquistas y el anarquismo han sido un tema de exploración ( y explotación) en las películas. Tanto es así, que las películas con protagonistas anarquistas, o de temas anarquistas, podrían llenar literalmente un libro. Y así es, el libro de Richard Porton Cine e imaginación anarquista (1999, Verso) ofrece un examen exhaustivo de la influencia de la ideología anarquista en este sector de la Industria cultural. Como productor de cine y reconocido anarquista, tengo que reconocer que el trabajo de Porton ha inspirado este artículo, y mi trabajo en general. Ésta no sea una revisión o una sinopsis de su texto, así que cualquiera que desea una información más detallada de estos temas puede dirigirse a su brillante libro. ( Editado en España por Editorial Gedisa, en marzo de 2001, Barcelona. Véase más información en: http://www.rebeldemule.org/foro/biblioteca/tema8714.html)
De lo que enseguida se da uno cuenta cuando estudia con detenimiento las relaciones entre el cine y el anarquismo es que esa relación ha tenido un carácter unilateral, es decir que las películas consideradas generalmente anarquistas no han sido creadas por artistas que se identifiquen así mismos como anarquistas, y que más bien son películas que dibujan una imagen estereotipada y denigrada de los anarquistas, compartiendo muchas similitudes con la representación que se hace de los marginados sociales. Una imagen estereotipada similar a la que tienen, o han tenido, en un momento y otro, cuando se ha visto amenazada la hegemonía de su status quo plutocrático y patriarcal. La imagen del anarquismo se presenta junto a mujeres libertinas, pueblos indígenas, afroamericanos, el colonialismo, la discapacidad y los llamados elementos criminales en varias sociedades “civilizadas”, de modo que los anarquistas constituyen una parte significativa de los entornos marginales, gentes cuyo valor para el cine se ha basado en el sensacionalismo o el comportamiento salvaje. A principios del siglo XX, los anarquistas aparecen en el cine como una pesadilla social, con un papel muy parecido al de los terroristas con turbante o los violentos yihadistas islámicos en el cine de Hollywood de los últimos años de la Guerra Fría a finales de 1980.
Sin embargo, como muchos otros miembros de estos medios marginales, también han tenido la simpatía de escritores y algunos directores han ofrecido en sus películas protagonizadas por anarquistas una imagen muy distinta del hombre de negro lanzando bombas, propia del 1900. A veces idealizando la figura del rebelde condenado, dando un carácter esencialmente anarquista al antihéroe cinematográfico, algo que se repite con frecuencia.
Un ejemplo notable de la Edad de oro de Hollywood es la adaptación al cine de la segunda novela de Edward Abbey El vaquero valiente: un viejo cuento para los nuevos tiempos, que dio lugar a un película clásica de Occidente titulada "Lonely Are the Brave" ( Los valientes andan solos), una película en la que un joven Kirk Douglas es retratado como un anarquista individualista, que sólo tienen vínculos afectivos con su caballo y su deseo de libertad, en un momento en que el Oeste de Estados Unidos se lanzaba a una rápida mecanización moderna. El protagonista de esta historia tiene sin embargo una condición de antihéroe, algo que no podría estar más firmemente establecido. Todo está en su contra y nada de su comportamiento podría considerarse correcto desde el punto de vista de las costumbres tradicionales. No consigue conquistar a la chica, pero abandona toda esperanza aparentemente sin mucho esfuerzo, saltando las vallas para seguir trotando a campo abierto.
En una secuencia de la película, que se desarrolla casi íntegramente en la cárcel, aparecen los esfuerzos para liberar a un viejo camarada que finalmente decido permanecer bajo la custodia del sistema. Douglas a duras penas puede salir de la cárcel, en la que había entrado también con mucho esfuerzo. A riesgo de anticipar el argumento de una película con 50 años de edad, ésta termina con un Douglas herido y lloroso, mientras su caballo es atropellado por un camión y luego cruelmente matado por un policía, en medio de una multitud curiosa de espectadores que han dejado aparcados sus coches en una noche lluviosa, reunidos en torno a esta reliquia exótica propia de una época pasada, impulsando al agente estatal a poner fin a la vida del pobre animal. El doloroso mensaje es obvio: el salvaje Oeste ha muerto. El sacrificio del caballo, para dar paso a los automóviles, es también el final del camino para Douglas. Un vaquero libre es ya cosa del pasado. Aunque la película fue estrenada sólo un año después de aparecer de protagonista en "Espartaco" de Stanley Kubrick, que ganó numerosos Oscar, Douglas aún da fe de que "Los valientes andan solos", aun siendo poco conocida, es su mejor trabajo y su película favorita.
Las representaciones comprensivas del anarquismo social son raras en la tradición cinematográfica norteamericana, y todavía estoy intentando identificar una. Tal vez tenga que volver a leer el trabajo de Porton sobre el anarquismo en el cine para encontrar una que sirva de ejemplo, a lo largo de su extensa investigación. Aunque si hablo de mi propia experiencia, tendría que remitir a los lectores a una adaptación cinematográfica de la novela Los vengadores de la Patagonia Trágica, escrita por el historiador anarquista Osvaldo Bayer. "Patagonia rebelde" es una película romántica que también idealiza un tiempo ya pasado. En lugar de vaqueros aparecen los gauchos, que huyen de la civilización en el momento en el que la presión de la civilización es una carga demasiado pesada. En esta película, sin embargo, se cuenta la historia real de una huelga general que extendió por varios sectores industriales en varias provincias de la Patagonia argentina, e incluso por Chile, mientras que son enviadas unidades militares de ambos países a la región.
Si los directores estadounidenses alguna vez se comprometieran a filmar la épica historia de la Batalla de Blair Mountain, donde 12.000 huelguistas de las minas de carbón de los cinco estados de los Apalaches no pudieron ser disuadidos de su propósito de iniciar una rebelión armada, incluso por las exhortaciones de la inimitable Mary Harris, Mother Jones, precipitando la mayor insurrección armada en los Estados Unidos desde la Guerra Civil, con el posterior bombardeo aéreo del Gobierno sobre ciudadanos estadounidenses, el primero, tendría que ser una película similar a "La Patagonia rebelde".
Al contrario, los sucesos de Blair Mountain se están olvidando… "La Patagonia rebelde" todavía representa una de las variantes sociales y organizadas del anarquismo, pero como una lucha que en última instancia resulta inútil. Aunque se presente esta historia de la Argentina, los estadounidenses parecen dispuestos a olvidar la suya. (Sin embargo, como anarquistas estadounidenses no podemos olvidar los sucesos de Haymarket, en Chicago, cuadro que ocupa uno de los lugares más destacados de la sala de reuniones de la Federación Obrera Regional Argentina, en el extremo más meridional de América). Tal vez este recuerdo histórico haya servido para dar una respuesta radical a las crisis sociales de nuestro tiempo, y es poco probable que se diese una coincidencia cuando el Presidente Néstor Kichner, atendió a las clamorosas peticiones de “Que se vayan todos”, en diciembre de 2001, habiendo sido anteriormente el alcalde de la ciudad de Río Gallegos; 60 años antes de ser nombrado alcalde había sido el epicentro de la rebelión en la Patagonia, que sólo terminó con las ejecuciones de más de 1500 trabajadores rurales por parte del ejército y de la policía.
Los ejemplos cinematográficos de formas sociales cooperativas del anarquismo que no tengan un final trágico son aún más raros. Edd Abbey proporcionó una vez más el material para un clásico estadounidense; escribió The Monkey Wrench Gang, con una adaptación cinematográfica como principal consideración. Durante décadas corrieron rumores de que la película iba a ser rodada. En los últimos 10 años incluso han aparecido nombres de directores y actores de reparto que se suponía que estaban trabajando en el proyecto. Sin embargo, parece que no son los tiempos los más adecuados para la representación de estos antihéroes y antiheroínas anarquistas, que son divertidos, ingeniosos, alegres y eficaces, que sin embargo están condenados inevitablemente a sufrir las terribles consecuencias de su “acción directa” por las manos del Estado y el aparato Corporativo. Sin embargo, podría exhibirse en las salas próximamente. Se ha anunciado como una comedia, aunque supongo que esto es mejor que nada. En cualquier caso, no me lo creeré hasta que no lo vea.
Dentro de género documental (dejando a parte a los independientes, que rara vez abandonan el ghetto del activismo), existe una gran escasez de presentaciones positivas del anarquismo, y que se consideren como clásicos es aún más sorprendente. Los documentales anarquistas son sumamente raros. Es probable que haya más películas sobre las ramificaciones místicas y metafísicas del año 2012 que documentales que traten el anarquismo en alguno de sus aspectos. Y cuando existen, se centran exclusivamente en personajes individualistas dentro de la tradición anarquista, como la producción relativamente reciente de PBS, que no es otra cosa que una biografía de Emma Goldman.
Otras exploraciones más generalizadas de la filosofía anarquista tienden a ser anticuadas, brillando en todo caso en algún caso concreto de la historia anarquista. Hay muchos sobre la Guerra Civil Española, pero solamente una hace referencia al anarquismo en América. Siendo algo anacrónica, y con un título con poca imaginación, "El anarquismo en América" se centra en un pequeño grupo dentro del movimiento anarquista durante la etapa hiperindividualista de Reagan-Thatcher, dentro de la política anglo-estadounidense. La película destaca por su notable falta de interés en los aspectos sociales del anarquismo, con un empleo excesivo del tiempo en mostrar conceptos erróneos del anarquismo a través de la visión del hombre de la calle, con entrevistas y viajando por las carreteras de toda la nación en busca de los enclaves remotos de los anarcocapitalistas, que sólo medio en broma se preocupan de la posibilidad de cobrar por tener la autocaravana de los documentalistas en su garaje, y que admite que llegó a Emma Goldman a través de Ayn Rand, desilusionado por su afiliación pasada al Partido Republicano.
Con un resurgimiento de los movimientos sociales en todo el mundo, sin duda el anarquismo se puede convertir en una forma de resistencia y organización (tal vez sin darse cuenta necesariamente de ello), de modo que la película puede llegar en el momento más oportuno para un público relativamente convencional que desee recibir información sobre los orígenes del anarquismo, la influencia de la filosofía anarquista en todas las esferas de la cultura desde sus inicios como una escuela de pensamiento sociopolítico, la naturaleza diversa del movimiento anarquista y su potencial para ayudar a la humanidad para crear un futuro más allá del actual modelo de producción capitalista, consumo y organización social en general.
[Tomado de http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2012/09/29/el-anarquismo-en-el-cine/; original en inglés en http://dissidentvoice.org/2012/09/on-the-need-for-an-explicitly-anarchist-cinema/]
(D. Vesey es productora e investigadora del Colectivo Anarkos Media, que actualmente utiliza el modelo de Software Open Source (de Código Abierto) para producir una serie documental sobre el anarquismo y el antiautoritarismo con un alcance sin precedentes. Puede aprender más sobre la serie Anarkos, donde innumerables contribuciones antiautoritarias se están buscando para un proyecto con multitud de fuentes y financiado por muchos medios, que se dará a conocer de forma gratuita a través de la red con una licencia Creative Commons.)
Casi desde el nacimiento del cine, los anarquistas y el anarquismo han sido un tema de exploración ( y explotación) en las películas. Tanto es así, que las películas con protagonistas anarquistas, o de temas anarquistas, podrían llenar literalmente un libro. Y así es, el libro de Richard Porton Cine e imaginación anarquista (1999, Verso) ofrece un examen exhaustivo de la influencia de la ideología anarquista en este sector de la Industria cultural. Como productor de cine y reconocido anarquista, tengo que reconocer que el trabajo de Porton ha inspirado este artículo, y mi trabajo en general. Ésta no sea una revisión o una sinopsis de su texto, así que cualquiera que desea una información más detallada de estos temas puede dirigirse a su brillante libro. ( Editado en España por Editorial Gedisa, en marzo de 2001, Barcelona. Véase más información en: http://www.rebeldemule.org/foro/biblioteca/tema8714.html)
De lo que enseguida se da uno cuenta cuando estudia con detenimiento las relaciones entre el cine y el anarquismo es que esa relación ha tenido un carácter unilateral, es decir que las películas consideradas generalmente anarquistas no han sido creadas por artistas que se identifiquen así mismos como anarquistas, y que más bien son películas que dibujan una imagen estereotipada y denigrada de los anarquistas, compartiendo muchas similitudes con la representación que se hace de los marginados sociales. Una imagen estereotipada similar a la que tienen, o han tenido, en un momento y otro, cuando se ha visto amenazada la hegemonía de su status quo plutocrático y patriarcal. La imagen del anarquismo se presenta junto a mujeres libertinas, pueblos indígenas, afroamericanos, el colonialismo, la discapacidad y los llamados elementos criminales en varias sociedades “civilizadas”, de modo que los anarquistas constituyen una parte significativa de los entornos marginales, gentes cuyo valor para el cine se ha basado en el sensacionalismo o el comportamiento salvaje. A principios del siglo XX, los anarquistas aparecen en el cine como una pesadilla social, con un papel muy parecido al de los terroristas con turbante o los violentos yihadistas islámicos en el cine de Hollywood de los últimos años de la Guerra Fría a finales de 1980.
Sin embargo, como muchos otros miembros de estos medios marginales, también han tenido la simpatía de escritores y algunos directores han ofrecido en sus películas protagonizadas por anarquistas una imagen muy distinta del hombre de negro lanzando bombas, propia del 1900. A veces idealizando la figura del rebelde condenado, dando un carácter esencialmente anarquista al antihéroe cinematográfico, algo que se repite con frecuencia.
Un ejemplo notable de la Edad de oro de Hollywood es la adaptación al cine de la segunda novela de Edward Abbey El vaquero valiente: un viejo cuento para los nuevos tiempos, que dio lugar a un película clásica de Occidente titulada "Lonely Are the Brave" ( Los valientes andan solos), una película en la que un joven Kirk Douglas es retratado como un anarquista individualista, que sólo tienen vínculos afectivos con su caballo y su deseo de libertad, en un momento en que el Oeste de Estados Unidos se lanzaba a una rápida mecanización moderna. El protagonista de esta historia tiene sin embargo una condición de antihéroe, algo que no podría estar más firmemente establecido. Todo está en su contra y nada de su comportamiento podría considerarse correcto desde el punto de vista de las costumbres tradicionales. No consigue conquistar a la chica, pero abandona toda esperanza aparentemente sin mucho esfuerzo, saltando las vallas para seguir trotando a campo abierto.
En una secuencia de la película, que se desarrolla casi íntegramente en la cárcel, aparecen los esfuerzos para liberar a un viejo camarada que finalmente decido permanecer bajo la custodia del sistema. Douglas a duras penas puede salir de la cárcel, en la que había entrado también con mucho esfuerzo. A riesgo de anticipar el argumento de una película con 50 años de edad, ésta termina con un Douglas herido y lloroso, mientras su caballo es atropellado por un camión y luego cruelmente matado por un policía, en medio de una multitud curiosa de espectadores que han dejado aparcados sus coches en una noche lluviosa, reunidos en torno a esta reliquia exótica propia de una época pasada, impulsando al agente estatal a poner fin a la vida del pobre animal. El doloroso mensaje es obvio: el salvaje Oeste ha muerto. El sacrificio del caballo, para dar paso a los automóviles, es también el final del camino para Douglas. Un vaquero libre es ya cosa del pasado. Aunque la película fue estrenada sólo un año después de aparecer de protagonista en "Espartaco" de Stanley Kubrick, que ganó numerosos Oscar, Douglas aún da fe de que "Los valientes andan solos", aun siendo poco conocida, es su mejor trabajo y su película favorita.
Las representaciones comprensivas del anarquismo social son raras en la tradición cinematográfica norteamericana, y todavía estoy intentando identificar una. Tal vez tenga que volver a leer el trabajo de Porton sobre el anarquismo en el cine para encontrar una que sirva de ejemplo, a lo largo de su extensa investigación. Aunque si hablo de mi propia experiencia, tendría que remitir a los lectores a una adaptación cinematográfica de la novela Los vengadores de la Patagonia Trágica, escrita por el historiador anarquista Osvaldo Bayer. "Patagonia rebelde" es una película romántica que también idealiza un tiempo ya pasado. En lugar de vaqueros aparecen los gauchos, que huyen de la civilización en el momento en el que la presión de la civilización es una carga demasiado pesada. En esta película, sin embargo, se cuenta la historia real de una huelga general que extendió por varios sectores industriales en varias provincias de la Patagonia argentina, e incluso por Chile, mientras que son enviadas unidades militares de ambos países a la región.
Si los directores estadounidenses alguna vez se comprometieran a filmar la épica historia de la Batalla de Blair Mountain, donde 12.000 huelguistas de las minas de carbón de los cinco estados de los Apalaches no pudieron ser disuadidos de su propósito de iniciar una rebelión armada, incluso por las exhortaciones de la inimitable Mary Harris, Mother Jones, precipitando la mayor insurrección armada en los Estados Unidos desde la Guerra Civil, con el posterior bombardeo aéreo del Gobierno sobre ciudadanos estadounidenses, el primero, tendría que ser una película similar a "La Patagonia rebelde".
Al contrario, los sucesos de Blair Mountain se están olvidando… "La Patagonia rebelde" todavía representa una de las variantes sociales y organizadas del anarquismo, pero como una lucha que en última instancia resulta inútil. Aunque se presente esta historia de la Argentina, los estadounidenses parecen dispuestos a olvidar la suya. (Sin embargo, como anarquistas estadounidenses no podemos olvidar los sucesos de Haymarket, en Chicago, cuadro que ocupa uno de los lugares más destacados de la sala de reuniones de la Federación Obrera Regional Argentina, en el extremo más meridional de América). Tal vez este recuerdo histórico haya servido para dar una respuesta radical a las crisis sociales de nuestro tiempo, y es poco probable que se diese una coincidencia cuando el Presidente Néstor Kichner, atendió a las clamorosas peticiones de “Que se vayan todos”, en diciembre de 2001, habiendo sido anteriormente el alcalde de la ciudad de Río Gallegos; 60 años antes de ser nombrado alcalde había sido el epicentro de la rebelión en la Patagonia, que sólo terminó con las ejecuciones de más de 1500 trabajadores rurales por parte del ejército y de la policía.
Los ejemplos cinematográficos de formas sociales cooperativas del anarquismo que no tengan un final trágico son aún más raros. Edd Abbey proporcionó una vez más el material para un clásico estadounidense; escribió The Monkey Wrench Gang, con una adaptación cinematográfica como principal consideración. Durante décadas corrieron rumores de que la película iba a ser rodada. En los últimos 10 años incluso han aparecido nombres de directores y actores de reparto que se suponía que estaban trabajando en el proyecto. Sin embargo, parece que no son los tiempos los más adecuados para la representación de estos antihéroes y antiheroínas anarquistas, que son divertidos, ingeniosos, alegres y eficaces, que sin embargo están condenados inevitablemente a sufrir las terribles consecuencias de su “acción directa” por las manos del Estado y el aparato Corporativo. Sin embargo, podría exhibirse en las salas próximamente. Se ha anunciado como una comedia, aunque supongo que esto es mejor que nada. En cualquier caso, no me lo creeré hasta que no lo vea.
Dentro de género documental (dejando a parte a los independientes, que rara vez abandonan el ghetto del activismo), existe una gran escasez de presentaciones positivas del anarquismo, y que se consideren como clásicos es aún más sorprendente. Los documentales anarquistas son sumamente raros. Es probable que haya más películas sobre las ramificaciones místicas y metafísicas del año 2012 que documentales que traten el anarquismo en alguno de sus aspectos. Y cuando existen, se centran exclusivamente en personajes individualistas dentro de la tradición anarquista, como la producción relativamente reciente de PBS, que no es otra cosa que una biografía de Emma Goldman.
Otras exploraciones más generalizadas de la filosofía anarquista tienden a ser anticuadas, brillando en todo caso en algún caso concreto de la historia anarquista. Hay muchos sobre la Guerra Civil Española, pero solamente una hace referencia al anarquismo en América. Siendo algo anacrónica, y con un título con poca imaginación, "El anarquismo en América" se centra en un pequeño grupo dentro del movimiento anarquista durante la etapa hiperindividualista de Reagan-Thatcher, dentro de la política anglo-estadounidense. La película destaca por su notable falta de interés en los aspectos sociales del anarquismo, con un empleo excesivo del tiempo en mostrar conceptos erróneos del anarquismo a través de la visión del hombre de la calle, con entrevistas y viajando por las carreteras de toda la nación en busca de los enclaves remotos de los anarcocapitalistas, que sólo medio en broma se preocupan de la posibilidad de cobrar por tener la autocaravana de los documentalistas en su garaje, y que admite que llegó a Emma Goldman a través de Ayn Rand, desilusionado por su afiliación pasada al Partido Republicano.
Con un resurgimiento de los movimientos sociales en todo el mundo, sin duda el anarquismo se puede convertir en una forma de resistencia y organización (tal vez sin darse cuenta necesariamente de ello), de modo que la película puede llegar en el momento más oportuno para un público relativamente convencional que desee recibir información sobre los orígenes del anarquismo, la influencia de la filosofía anarquista en todas las esferas de la cultura desde sus inicios como una escuela de pensamiento sociopolítico, la naturaleza diversa del movimiento anarquista y su potencial para ayudar a la humanidad para crear un futuro más allá del actual modelo de producción capitalista, consumo y organización social en general.
[Tomado de http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2012/09/29/el-anarquismo-en-el-cine/; original en inglés en http://dissidentvoice.org/2012/09/on-the-need-for-an-explicitly-anarchist-cinema/]
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