Rafael Uzcátegui
Hace un año exactamente los
supermercados Bicentenario mostraban generosas exhibiciones de
electrodomésticos a bajo costo, una estrategia clientelar que le deparó buenos
resultados electorales en los comicios para gobernadores. 12 meses después, la
línea blanca está ausente de los anaqueles de los antiguos supermercados Cada.
La crisis económica ha mermado sustancialmente la capacidad de compra del
Estado, quien alguna vez se promocionó como el principal importador de
televisores, neveras y cocinas del país. Como eso por el momento no es posible,
el gobierno de Nicolás Maduro ha intentado, con éxito además, reeditar la
sensación de prosperidad ubicando la responsabilidad de garantizar el acceso en
el sector privado. Que la llamada “ofensiva contra la guerra económica” tenga
incidencia en las elecciones se constatará el propio 8-D. Sin embargo, la
estrategia del “Black Friday” venezolano no sólo tiene un propósito electoral,
que es evidente, sino que particularmente se dirige a matizar las consecuencias
del día después. El gobierno no tiene el músculo financiero, político y social para
radicalizar el modelo, cosa que temen algunos. Sin la presencia física de
Chávez al frente, el bolivarianismo está lejos de las condiciones de años
anteriores, cuando los altos ingresos petroleros y los motores del socialismo
del Siglo XXI generaban expectativas entre amplios sectores de la población,
algunos de ellos solicitando explícitamente la intervención estatal en
diferentes eslabones de la cadena productiva. Hoy, cuando los resultados de las
empresas intervenidas están a la vista y los trabajadores han sufrido los
abusos patronales estatales, sólo desde las burocracias se continúan pidiendo
la “nacionalización” de las empresas. Hace apenas 3 años se expropió la cadena
“Éxito” y hoy, ni de chiste, nadie sugiere hacer lo mismo con “Daka”.
Sostengo, en cambio, que la toma militar de símbolos comerciales del sector privado, así como el establecimiento en 30% de los márgenes de ganancia tiene como objetivo contraer lo más posible las previsibles consecuencias de las medidas económicas a tomarse después de las elecciones. El espectáculo autoritario contra una especulación largamente tolerada por el Indepabis y Cadivi intenta legitimar, de antemano, políticas de ajuste antipopulares y de alto costo político. Pasada la comparsa electoral, Maduro se enfrentará al postergado escenario de tomar una serie de correctivos económicos, para los cuales necesita la mayor cohesión interna posible, especialmente de los “radicales” bolivarianos resteados de nuevo hoy con el gobierno, y una historia reciente que mostrar para argumentar que su paquete de medidas es causado por la confabulación planetaria contra su gobierno. Lo curioso es que bajo una habilitante cualquier devaluación de la moneda, y sus impactos, serán de su exclusiva responsabilidad. @fanzinero
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