Por Darío
Aranda
Argentina.
Soya, minería, monocultivo de árboles y petróleo. Desalojos, fumigaciones,
desmontes y tierra en pocas manos. Judicialización y represión sobre
campesinos, indígenas y asambleas socioambientales. Las corporaciones y los
asesinatos en el campo profundo. Son diez años que dejaron heridas a lo largo
de la Argentina.
El
monocultivo de soya abarcaba 12 millones de hectáreas en 2003 y, en diez años,
pasó a ocupar 20 millones de hectáreas. La minería también fue por más: de 40
proyectos se pasó a 600 (creció mil 500 por ciento). Son sólo dos cifras y dos
actividades que confirman el avance en la última década del extractivismo
(agronegocios, forestales, minería, petróleo), con consecuencias que el relato
oficial silencia: masivo uso de agrotóxicos, desmontes, desalojos rurales,
leyes de escaso cumplimiento, concentración de tierras en pocas manos,
judicialización y represión, y la bienvenida a las corporaciones.
Soya
Cuando
Néstor Kirchner asumió la presidencia, la soya ocupó 12 millones de hectáreas
(el 38 por ciento de las 25 millones de hectáreas cultivadas). En 2012, la soya
abarcó 19.8 millones de hectáreas, el 56 por ciento de la superficie cultivada.
El fenómeno fue llamado por técnicos y funcionarios de manera eufemística:
“Corrimiento de la frontera agropecuaria”.
La soya
transgénica, con uso de glifosato, fue aprobada en marzo de 1996 por el
entonces Secretario de Agricultura, Felipe Solá, en el gobierno de Carlos
Menen. El Estado no realizó estudios propios; basó su aprobación en informes de
las propias empresas de agronegocios.
El Plan Estratégico Agroalimentario, gestado por el Ministerio de
Agricultura de la Nación, provincias, universidades y empresas, fue presentado
por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2011. Explicita la
profundización del modelo: un aumento del 60 por ciento de la producción
granaria (para llegar a los 160 millones de toneladas) y un avance en la
superficie sembrada: de 33 millones de hectáreas actuales pretende llegar a los
42 millones. No se avanzará sobre las grandes ciudades, sino sobre territorios
campesinos e indígenas.
El avance
del agronegocio llega a límites inesperados: en Neuquén y Chubut ya se
planifican soya y maíz transgénicos.
El uso de
agrotóxicos alcanza, según un informe de los Médicos de Pueblos Fumigados, los
300 millones de litros por año. Otras consecuencias: hay al menos 200 mil
familias expulsadas del campo, denuncia el Movimiento Nacional Campesino
Indígena (MNCI-VC). A su vez, datos del propia INTA confirman la concentración
de tierras: el dos por ciento de las explotaciones agropecuarias representa el
50 por ciento de la tierra. Y el 57 por ciento de las explotaciones
agropecuarias (las más pequeñas) tienen sólo el tres por ciento. En Argentina
se da una reforma agraria, pero al revés: muy pocos tienen casi todo, muchos no
tienen casi nada.
En vísperas
de los diez años de Gobierno, el MNCI, la Asamblea Campesina Indígena del Norte
(Acina), el Frente Nacional Campesino (FNC) y el Foro Nacional de la
Agricultura Familiar (Fonaf) emitieron un comunicado conjunto (organizaciones
con buenos niveles de diálogo con el Gobierno): “Las organizaciones campesina e
indígenas y de la agricultura familiar vamos por lo que falta”.
“En los
últimos diez años, las políticas públicas a favor de los sectores populares y
de los mercados internos han brindado alivio a la resistencia de las economías
campesinas-indígenas pero aún falta. El gigantesco avance de la frontera
agropecuaria se acompañó de concentración de la tierra, monocultivo de soya y
la comoditización de nuestro campo”, afirma el comunicado. Y describe la
situación actual: “El desmantelamiento de la economía nacional, la destrucción
y concentración de la cadena de valor y del consumo interno y la enorme
dependencia de divisas en el monocultivo de soya”.
Señalan
además que “hay muy buenas condiciones para dar un giro en la política” para
fortalecer al campesinado y promover otro modelo agropecuario, pero alerta que
“no es posible si no se cambian las reglas de juego, especialmente debe
legislarse sobre la función social de la tierra y a favor de la economía
popular”.
Destacan diez puntos: “tierra, trabajo y dignidad en el campo”, frenar
los desalojos, política integral de tierras, fortalecer la producción campesina
y la soberanía alimentaria, repoblar el campo, limitar los agrotóxicos y una
ley de semillas que proteja las semillas nativas y criollas.
Monocultivo de árboles
La Ley
25.080 fue aprobada por el menemismo (1999) y subsidia todos los pasos
productivos. Las empresas no deben pagar impuesto inmobiliario por las tierras
y están exentos del pago sobre ingresos brutos. Además cuentan con devolución
del IVA. Otorga “estabilidad fiscal” por 30 años (cualquier modificación
impositiva, que afecta a todos los ciudadanos, no modifica el régimen fiscal de
las compañías).
El monocultivo de árboles (con iguales consecuencias que la soya) pasó
de 600 mil hectáreas en 1998 al doble (1.2 millones) en 2008. La Asociación
Forestal Argentina (AFOA) proyecta llegar, en 2018, a tres millones de
hectáreas. Misiones concentra el 59 por
ciento del monocultivo forestal. Le siguen Entre Ríos (11 por ciento), Buenos
Aires y Corrientes (ambas con ocho por ciento). Una sola multinacional del
sector (Alto Paraná) concentra el diez por ciento de la tierra de Misiones (233
mil hectáreas). Y es el emblema del monocultivo en la tierra colorada.
La ley 25.080 vencía en enero de 2009, pero fue prorrogada por el
Congreso en noviembre de 2008 hasta el 2018, como pedían las empresas nucleadas
en AFOA.
Petróleo
Néstor Kirchner recibió a la empresa YPF ya
privatizada (por Carlos Menem). En octubre de 2006, el Congreso Nacional aprobó
la Ley 26.154, que amplió los beneficios impositivos de los que ya gozaban las
petroleras y gasíferas. También se renovaron las concesiones de yacimientos
(por ejemplo, Cerro Dragón). “En política hidrocarburífera, los últimos diez
años fueron una consolidación y profundización del neoliberalismo de la década
de los años noventa. Hubo renovación de concesiones y amplios beneficios para
los actores transnacionales, donde se les mantuvieron todos los amplios
beneficios que tenían”, afirmó Diego Di Risio, del Observatorio Petrolero Sur.
El OPS señaló que la “estatización parcial” del YPF creó expectativas y
pensaron en la posibilidad de que fuera un punto de inflexión. “El último año
ha dado señales claras de que se mantiene el modelo. La estatización sólo busca
disputar la renta, solucionar los problemas de déficit energético y se sigue
tratando como un commodity, sin cambio de concepción con respecto a la década
del noventa”, afirmó Di Risio.
No duda que, al igual que con la soya, se experimenta un “corrimiento de
la frontera hidrocarburífera”. Una muestra de eso es que la Organización
Federal de los Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi) estaba integrada
por diez provincias (las de tradición petrolera). Desde 2006, todas las
provincias restantes modificaron sus legislaciones para favorecer concesiones
para la exploración de hidrocarburos. “Claras zonas donde avanza la frontera es
en Entre Ríos, Salta y Mendoza, entre otras”, precisó Di Risio.
La
actividad petrolera sumó un nuevo cuestionamiento con la extracción con la
técnica de “fractura hidráulica” (también llamado “fracking”). El agotamiento
de las reservas hidrocarburíferas llevó al desarrollo de técnicas para explotar
yacimientos “no convencionales”, que se encuentran en una “roca madre”. Es
necesaria la fractura hidráulica, con grandes volúmenes de agua y químicos a
presión que rompen la roca y extraen el hidrocarburo.
El fracking
ya fue prohibido en Francia y Bulgaria, y en estados de Australia, Sudáfrica,
Canadá, Suiza y Estados Unidos. En Argentina fue prohibido, en los últimos seis
meses, en Cinco Saltos (Río Negro), San Carlos, Tupungato (Mendoza) y en las
entrerrianas Concepción del Uruguay, Colón y Los Conquistadores.
YPF presentó el 30 de agosto de 2012 su “Estrategia de gestión
2013-3017”. En la página 51 señala que “Argentina tiene un enorme potencial de
no convencional” e identifica siete cuencas que involucran a 18 provincias. La
semana pasada, YPF anunció la firma de un “preacuerdo” con la estadounidense
Chevron, para explotar la formación Vaca Muerta (cuenca neuquina) y avanzar
también en la exploración de la formación Cacheuta (Mendoza).
La
Confederación Mapuche de Neuquén denunció que se viola toda la legislación
indígena (provincial, nacional e internacional) que obliga al “consentimiento
libre, previo e informado” de las comunidades. La Confederación Mapuche ya
alertó que resistirá el nuevo avance petrolero.
Minería
La
Secretaría de Minería de Nación emitió el 13 de enero de 2012 un comunicado:
“Histórica inversión (minera)”. Informó sobre el aumento de la exploración en
un 664 por ciento en los últimos ocho años. El comunicado remarcó que “el
récord histórico ratifica a la Argentina como uno de los países con mayor
dinámica en esta actividad” y explicó que
”el fuerte aumento de la actividad exploratoria generó la aparición de
nuevos emprendimientos; el país ya cuenta con más de 600, en todo concepto”. Y
detalló que las principales provincias con proyectos mineros son Santa Cruz,
San Juan, Salta, Catamarca, Jujuy, Mendoza, Neuquén y La Rioja.
Siempre
según datos oficiales (informe “La minería en números”), en 2003 había sólo 40
proyectos mineros en estudio. En 2009 ya eran 336 (840 por ciento) y en 2012
llegan a 600: un mil 500 por ciento más que en 2003. Nunca antes la minería
creció tanto.
El jueves 9
de febrero de 2012, en un discurso público, la Presidenta hizo una puesta en
escena con un trabajador minero (que reivindicó la actividad y cuestionó a los
ambientalistas -luego se supo que era un militante del PJ-) y reconoció la
necesidad de “una discusión en serio” respecto a la minería.
El viernes
10 de febrero, a las 3:45 horas, la policía de Tucumán desalojó el corte de
Amaicha del Valle, donde también se frenaba el avance de camiones de Alumbrera.
“En estos
últimos diez años la minería fue uno de los sectores que más creció en
Argentina, como demuestran los proyectos de inversión en ejecución que
totalizan 614, contra los 18 que había en 2003, y una producción de minerales
que se multiplicó por diez”, celebra el cable de la agencia estatal Telam del
19 de mayo de 2013. El título es claro: “Década minera. Uno de los sectores que
más creció entre 2003 y 2013”.
Y cita al
secretario de Minería, Jorge Mayoral: “La puesta en marcha del Plan Minero
Nacional (presentado en 2004) dio como resultado un nivel de crecimiento sin
precedentes”. Y destacó que la premisa del Gobierno es “profundizar la visión
de considerar a la Minería como política de Estado”.
Otro dato
de importancia sectorial fue la constitución de la Organización Federal de
Estados Mineros (OFEMI), en 2012, con la participación de las provincias
mineras, con el fin de favorecer el desarrollo regional generando empleos y
oportunidades para pequeñas y medianas empresas de servicios nacionales. Es un
espacio gubernamental-empresario para impulsar la actividad.
La
megaminería es cuestionada por medio centenar de asambleas cordilleranas que
denuncian al menos cuatro puntos de la actividad: la contaminación ambiental,
el despojo de los recursos naturales (“bienes comunes”), el cambio drástico que
implica la llegada de la megaminería a pueblos y pequeñas ciudades, y falta de
consulta sobre qué futuro desean para los lugares donde viven. No aceptan que
empresarios y políticos decidan, sin escuchar a las poblaciones, la explotación
de yacimientos mineros.
En la
última década, sólo dos ciudades pudieron votar si aceptaban o rechazaban la
megaminería, Esquel (2003) y Loncopué (Neuquén, 2012). En ambas gano el “no a
la mina” por más del 80 por ciento de los votos. Los gobiernos provinciales han
prohibido plebiscitos en Calingasta (San Juan), Andalgalá y Tinogasta
(Catamarca), y en Famatina y Chilecito (La Rioja).
Leyes
En la última década el Congreso Nacional, con
mayoría oficialista, sancionó tres leyes que pueden leerse como posibles frenos
al extractivismo.
En noviembre de 2006 se sancionó la Ley 26.160, que frena los procesos
judiciales de desalojos de comunidades indígenas y ordena relevar, en tres
años, todos los territorios indígenas.
El retraso del relevamiento obligó a
prorrogar la ley hasta noviembre de 2013. A casi seis años de la sanción, hay
provincias donde aún no ha comenzado el relevamiento (Neuquén).
La
Auditoría General de la Nación (AGN) alertó en junio de 2012 que en tres años
sólo se relevó el cuatro por ciento de las comunidades y destacó que se
desconocía el destino del 70 por ciento de los 24 millones de pesos que se
giraron a las provincias para llevar adelante el programa. “El Programa de
Relevamiento Territorial ha logrado un escaso nivel de ejecución en sus
primeros tres años de implementación, sobre mil 470 comunidades indígenas se
relevaron las carpetas técnicas de 62, esto es el 4.22 por ciento”, denunció la
AGN.
La llamada
“ley de glaciares” fue sancionada dos veces. Fue aprobada por amplia mayoría
del Congreso el 22 de octubre de 2008. Se interpreta, de aplicarse, como un
virtual freno a la avanzada de la megaminería. Fue vetada por la Presidenta el
10 de noviembre. “El veto Barrick”, la bautizó el funcionario nacional, Enrique
Martínez, entonces presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial
(INTI).
En septiembre de 2010 volvió a aprobarse con el nombre formal de Ley
26.639 de Presupuestos Mínimos para la Preservación de Glaciares y del Ambiente
Periglacial. Prohíbe las actividades contaminantes en los cuerpos de agua,
hielo y sus zonas aledañas, y establece que el Inventario Nacional de Glaciares
debe ser realizado por el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y
Ciencias Ambientales (Ianiglia), que depende del Conicet.
La norma
fue frenada judicialmente por una medida cautelar debida a una presentación de
la empresa Barrick Gold en San Juan. Recién en julio de 2012, la Corte Suprema
de Justicia ratificó la vigencia de la ley. La norma estableció un plazo de 180
días para la realización del relevamiento.
En marzo de 2013, el Ianiglia difundió una gacetilla con el “primer
informe del Inventario Nacional de Glaciares”. Relevó “cuerpos de hielo” en
seis provincias, donde “se identificaron más de 4 mil glaciares que cubren un
área superior a los 3 mil 700 kilómetros cuadrados”.
El Ianiglia presentó el trabajo a la Secretaría de Ambiente de la
Nación, pero nunca hizo público los informes completos.
La Ley
Nacional 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques
Nativos (más conocida como Ley de Bosques) se sancionó el 28 de noviembre de
2007, pero la Presidenta tardó 14 meses en reglamentarla. Lo hizo luego del
alud que inundó y destruyó parte de la ciudad de Tartagal, en febrero de 2009,
donde organizaciones sociales y académicos acusaron a la tala selectiva por
venta de madera y por la actividad petrolera.
A cinco
años de la sanción de la norma, en febrero pasado, Greenpeace, Fundación
Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y Vida Silvestre presentaron un informe
conjunto en el que -con base en datos oficiales- evaluaron el nivel de
cumplimiento de la Ley de Bosques. “Si bien desde la sanción de la Ley el
promedio de deforestación anual disminuyó casi un 20 por ciento (pasó de
aproximadamente 280 mil a 230 mil hectáreas al año), sigue siendo muy elevado:
según datos oficiales entre 2008 y 2011 se desmontaron 932 mil 109 hectáreas.
Santiago del Estero (399 mil 660), Salta (222 mil 868), Formosa (113 mil 109) y
Chaco (102 mil 592) son las provincias con mayor deforestación”, afirman las
organizaciones no gubernamentales.
El informe,
llamado “Ley de Bosques: cinco años con pocos avances”, estima que desde la
sanción de la ley hasta fines de 2012 se deforestaron 1 millón 145 mil 044
hectáreas: 229 mil 9 hectáreas por año, 627 hectáreas por día, 26 hectáreas por
hora. Si se suman los desmontes del periodo 2004-2008 (1 millón 356 mil 868),
en los últimos nueve años se arrasaron 2 millones 501 mil 912, el equivalente a
124 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
Una ley,
nacida de las organizaciones campesinas, fue presentada en noviembre de 2011.
Propone frenar los desalojos rurales por cinco años. Aunque fue presentada por
legisladores oficialistas (Frente Transversal y Movimiento Evita), el proyecto no
fue aprobado.
Corporaciones
“No soy la
Presidenta de las corporaciones”, afirmó Cristina Fernández de Kirchner el 10
de diciembre de 2011, en el discurso de reasunción del poder en el Congreso
Nacional.
En abril de
2009, la presidenta recibió en Casa de Gobierno a Peter Munk, presidente de
Barrick Gold, la mayor multinacional minera. El encuentro se repitió en junio
de 2010, en Toronto (Canadá), en el marco de la cumbre del G20. El veto a la
ley de glaciares y el desarrollo de Pascua Lama (proyecto binacional, con
Chile, de extracción de oro) fueron parte de las crónicas periodísticas.
El 15 de
junio de 2012, en un almuerzo en el Consejo de las Américas (espacio
emblemático del establishment económico estadounidense), la presidenta Kirchner
anunció: “Hace unos instantes estuve con Monsanto, que nos anunciaba una
inversión muy importante en materia de maíz. Y además estaban muy contentos
porque Argentina hoy está a la vanguardia en materia de eventos
biotecnológicos. Aquí tengo el prospecto de Monsanto. Una inversión muy
importante en Malvinas Argentinas, en Córdoba, en materia de maíz con una nueva
semilla de carácter transgénico”.
Monsanto es
la mayor corporación del agronegocios. Domina el 27 por ciento del mercado de
semillas (transgénicas y convencionales), el 86 por ciento del mercado de
transgénicas y es uno de los mayores productores de agrotóxicos. Dos meses
después del anunció, en agosto, el Ministro de Agricultura aprobó a Monsanto
una nueva semilla de soya (“RR2 Intacta”).
Como ya fue
mencionado, YPF anunció un “preacuerdo” con la estadounidense Chevron. Se trata
de una de las mayores compañías petroleras del mundo; fue condenada en Ecuador
a pagar 19 mil millones de dólares por contaminación: 103 millones de litros de
crudo derramado (650 mil barriles), 63 mil millones de litros de agua tóxica
arrojada a ríos y la contaminación de dos millones de hectáreas donde vivían y
trabajaban pueblos indígenas y campesinos.
Modelo
Horacio Machado Aráoz es docente de la
Universidad Nacional de Catamarca y militante del Colectivo Sumaj Kawsay (parte
de la Asamblea Socioambiental del NOA -Asanoa-). “Si bien en muchos aspectos y
dimensiones esta década pasada significó el avance en la restitución y
recuperación de derechos conculcados o vulnerados desde el terrorismo de estado
al neoliberalismo de guerra de los noventa, también hay que marcar que en esta
década se abrió un nuevo ciclo de violación a los derechos humanos”, afirma
Machado Aráoz. Y denuncia: “Los derechos más elementales de poblaciones fumigadas,
intoxicadas a gran escala, sometidas a voladuras y a la contaminación masiva de
sus fuentes de agua, sus suelos y su atmósfera, poblaciones perseguidas y
reprimidas, por policías provinciales, por la Gendarmería y por patotas y
guardias para-policiales armadas desde una perversa articulación
‘público-privada’ por terratenientes sojeros, empresarios mineros, petroleros,
y caudillos políticos provincianos”.
Araóz,
coautor del libro “15 mitos y realidades de la minería transnacional en
Argentina”, describe que en la última década en las provincias ha crecido el
“feu-deralismo extractivista”. Explica que los “ingresos” de las actividades
primario-exportadoras contribuyen muy poco a avanzar en la democratización de
las sociedades: “Si bien recuperaron los niveles de empleo y se redujo la
pobreza, también es cierto que creció la proporción de la población cautiva,
sujeta a los mandatos de punteros políticos que manejan la administración
arbitraria de políticas y recursos asistencialistas”.
Resume al
extractivismo como la “combinación de la depredación de los ecosistemas, la
degradación de las condiciones de salud, y el deterioro y vulneración de
derechos y las condiciones de una democracia sustantiva”.
Pueblos
originarios
En mayo de
2010, una histórica marcha de pueblos indígenas llegó hasta Plaza de Mayo, en
el marco de las celebraciones del “Bicentenario”. Marcharon durante una semana
en tres columnas (NOA, NEA y Patagonia) y fueron recibidos por la presidenta.
Hubo promesas de nuevas leyes, entrega de radios comunitarias y fotos
protocolares, pero no hubo respuesta sobre la principal demanda de los pueblos
indígenas: el territorio.
Un año
después, se conoció el audio de esa histórica reunión. La Presidenta advirtió
que priorizará la actividad petrolera por sobre las comunidades y les pidió ser
“inteligentes” para aceptar los avances de la modernidad. Fue la confirmación
de que el modelo extractivo (ejemplificado con el petróleo) iba a tener
prioridad por sobre territorio indígena. El discurso de la presidenta duró 14
minutos y 57 segundos. Llamó en nueve oportunidades a ser “inteligentes” para
negociar y aceptar los cambios. También llamó a ser “realistas” y “sensatos”.
Cuando la reunión terminaba, de imprevisto, tomó la palabra Paz
Argentina Quiroga, amta (guía espiritual) del pueblo nación warpe de San Juan.
”Le pido que tenga una reflexión en relación a estas cuestiones porque no es
sólo un problema de discriminación, es una deuda histórica que el país de los
argentinos -que va a cumplir 200 años- todavía tiene (…) Soy capaz de decirle
en la cara y mirándola a los ojos que tenemos mucha inteligencia. No se trata
sólo de organizarse y ser inteligente cuando tenemos un territorio avasallado
por las trasnacionales”, contestó la referente warpe y le aclaró: ”somos un
pueblo espiritual y de resistencia. Hemos resistido pero también necesitamos de
un estado nacional y provincial que ejecute las leyes”.
A tres años de aquel hecho histórico, la guía espiritual evalúa los diez
años de gobierno kirchnerista: “Esta década unos la dan por ‘ganada’ y otros
por ‘perdida’. Para los pueblos indígenas es una década ensangrentada, llena de
dolor, desalojos y judicialización. Este gobierno no cesa con sus planes
extractivistas, una muestra es que entrega la cordillera a las multinacionales
mineras. Pero estamos de pie y seguiremos en lucha”.
Un capítulo
aparte debe escribirse sobre la lucha de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh
(La Primavera), de Formosa. La sistemática violencia del gobierno de Gildo
Insfrán es un símbolo del padecimiento de los pueblos originarios de Argentina
y de la impunidad de los gobiernos feudales.
Represión
El 9 de
febrero de 2012, un centenar de efectivos reprimió violentamente en Tinogasta
(Catamarca) a hombres, mujeres y niños que cortaron el paso a los camiones de
Minera Alumbrera, símbolo de la megaminería en Argentina. Hubo balazos de goma
en rostros, patadas a mujeres y gases lacrimógenos para todos.
La Unión de
Asambleas Ciudadanas (UAC, que reúne a asambleas de todo el país) declaró el
estado de altera y movilización. “La respuesta de los gobiernos cómplices de
las transnacionales ha sido la represión (…) Las amenazas y los maltratos hacia
las resistencias populares a la brutal megaminería no finalizan (…) La
brutalidad y las amenazas provenientes del Estado nacional y los estados
provinciales, no cesa. Las empresas mineras pretenden avanzar sin más,
imponiendo su política de ganancias y destrucción”, señalaron en comunicado.
En julio de
2012, en Cerro Negro (cruce de rutas 40 y 60), la policía de Catamarca y grupos
de choque reprimieron a asambleístas que rechazan la megaminería y bloqueaban
el paso de camiones de Minera Alumbrera. En un hecho insólito en democracia, 56
militantes fueron forzados por la policía a dejar la provincia.
En
noviembre pasado fue el turno de Rawson, donde patotas promineras, de la Uocra
y punteros políticos golpearon con cadenas y palos a asambleístas en la puerta
de Legislatura.
El sábado
11 de mayo pasado reprimieron a asambleístas de Famatina (La Rioja), que
resiste el avance de la megaminería. El miércoles 22 de mayo, la policía de
Chaco reprimió un corte de ruta en Castelli (realizado por comunidades qom y organizaciones
sociales que reclamaban por la forma de distribución de planes sociales). El 24
de mayo fue el turno de comunidades tonocoté en Santiago del Estero.
Se trata de
sólo un puñado de las decenas de represiones de los últimos años.
La
judicialización también está presente. Solo en el NOA hay 150 activistas
socioambientales judicializados. El Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos
Indígenas contabilizó 347 integrantes del pueblo mapuche judicializados en
Neuquén por defender el territorio. El Movimiento Campesino de Santiago del
Estero (Mocase-VC) precisa que 500 campesinos enfrentan causas judiciales por
resistir los desalojos.
En los últimos años cinco años se sucedieron asesinatos y muertes
dudosas (catalogados como “accidentes” por la policía pero denunciadas como
asesinatos por las organizaciones sociales): Javier Chocobar (octubre de 2009,
diaguita de Tucumán), Sandra Juárez (marzo de 2012, Santiago del Estero),
Roberto López (noviembre de 2010, qom de Formosa), Mario López (noviembre de
2010, pilagá de Formosa), Mártires López (junio de 2011, de Chaco), Cristian
Ferreyra (noviembre de 2011, de Santiago del Estero), Miguel Galván (octubre de
2012, lule-vilela de Santiago del Estero), Celestina Jara y Lila Coyipé –beba
de 10 meses– (ambas qom de La Primavera, Formosa), Imer Flores (enero de 2013,
qom de Chaco), Juan Daniel Díaz Asijak (enero de 2013, qom de La Primavera) y
Florentín Díaz (22 de mayo, qom de Chaco).
Tanto la violencia contra asambleas socioambientales como los asesinatos
de campesinos e indígenas tienen un denominador común: el silencio de la
Presidenta.
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