“La Masacre de
Uribana no se ha terminado, la padecemos nosotras todos los días”
Pepe El Toro
Tras
haber tolerado, promovido y reconocido la organización de “pranes” dentro de
las cárceles del país, incluyendo la de Uribana en Barquisimeto, el gobierno
decidió unilateralmente quitarles las armas que había vendido la Guardia
Nacional a los internos en esa prisión. EL 25 de enero las autoridades toman a
la fuerza Uribana, generando una cifra de muertos hasta ahora indeterminada,
pero que los propios internos contabilizan en 200. El Libertario conversó con Nayibe López y Milagros de Márquez, dos
voceras del Comité de Familiares de la Cárcel de Uribana para conocer su
versión de lo sucedido y los sufrimientos de los allegados de los presos y
presas en el país.
-
¿Qué pasó en la Masacre de Uribana?
- Nayibe López: Todo el tiempo se
decía que iba a ver un desarme y que la Guardia Nacional (GNB) se iba a meter.
En septiembre hubo una toma con tanquetas y demasiados guardias. Se retiraron a
raíz que venían elecciones presidenciales. Después llegaron a un acuerdo: iba a
ser en diciembre, hubo una toma similar y se retiraron porque venía Navidad.
Llega enero y según los pastores, porque vino la Comisión Pastoral de Caracas,
manifiestan que en enero se iba a hacer una requisa normal y un conteo de
números. Nunca el gobierno supo cuantos presos tenía dentro, porque en años no
había un conteo. Me llaman a mí y a todas: va a haber una requisa normal, donde
los muchachos iban a bajar e iban a dejar todo en el lugar donde habitan, iban
a ser requisados en el campo y que después iba a haber un conteo de números,
sin traslado. Ese fue el compromiso que hicieron con la pastoral, incluso con
el pastor que falleció en la masacre, que era Segundo Camejo, uno de los que
llevaban las conversaciones dentro del penal.
Después
de ahí viene la toma, llega toda la Guardia y antimotines. No solamente la GNB
actuó ahí, la Brigada 13 de Barquisimeto, que son militares. El día jueves 24
declara el director del penal, Nelson Bracca anunciando la requisa. Ese día,
antes, él conversaba con los familiares y nos decía, “Hasta aquí llegó
Uribana”, “Hasta aquí llegaron los malandros”. Se da el día, tuve comunicación
con varios muchachos. A las 5 a.m. me dicen que están bajando, que estaban en
el campo, ellos no durmieron pues tenían como una semana sin dormir. Pregunto
“¿Están todos?”, me dicen que sí. Me comunico a las 9 de la mañana con el pastor
Ramón y me dice “Mira las garitas como todas están tomadas, pusieron una gran
cantidad de militares, trajeron francotiradores y encapuchados”. A nosotras nos
pusieron unas alcabalas distantes del penal donde permanecimos. Habíamos como 2
mil personas, muchas ya tenían 3 días durmiendo allí. A las 10 de la mañana
sentimos que empiezan los tiros, las bombas. A las 10 me comunico otra vez con
el pastor y me dice “Nayibe, esto se nos escapó de las manos, hay muchos
muertos y muchos heridos”. Al rato volvemos a llamar y nos cuenta que el pastor
Camejo es el primero de los muertos, y que había muerto uno de los pranes, “el
chueco” Henry. Hay un testimonio de una señora que su hijo estaba herido en la
puerta y se lo mataron a sangre fría. Ese día me dirigí a la morgue del
Hospital Central. La policía llegó y no nos daban acceso y cuando comenzó a
llegar nuestra gente nos dividimos, unas estábamos en el hospital pendiente de
los heridos y otros de los muertos. Era tanto el desastre con los heridos que a
los médicos se les hacía imposible atender a los muchachos, pues estaban
tirados en el suelo. Ahí hubo una emergencia total, los heridos se morían en
las ambulancias, los médicos no sabían qué hacer. Hubo un muchacho que se murió
desangrado. Después nombramos comisiones, unos los mandaron para el Hospital
Militar, donde había unos muertos, otros estaban en la morgue y otros en el
Seguro Social Pastor Oropeza, había otros en Tamaca y hubo, que después nos
enteramos, los que llegaron hasta Yaracuy. Los mandaban para diferentes lados
porque la morgue colapsó. Nos pusieron a hacer cola para reconocimiento.
Después, la GNB se puso a sacarle fotos a los muertos e hicieron como una
galería, y uno iba y miraba las fotos a ver si era o no era su familiar. Vino
el otro drama que es el entierro. Hubo familiares que tuvieron que empeñar
televisores. El ministerio nada más pagó 10 entierros, los demás tuvimos que
pedir. Había otros que eran de lejos, de otros estados, y les cobraban un
dineral para trasladarlos.
- ¿Qué pasó con
las personas que trasladaron a otras cárceles y se encontraban heridas?
- NL: Uno de los
problemas más dolorosos fue el de Franklin Méndez, quien agarró unos tiros en
la cabeza, que le traspasan los ojos y los pierde. El tenía 8 años preso y aún
no le habían otorgado un beneficio, aunque ya había pagado casi todo de su
sentencia de 9 años. Lo trasladan a Caracas al Hospital Pérez Carreño, lo
operan el ojo para medio salvarle uno y lo mandan al Rodeo 3. Allí vuelve a
sentirse mal Shaggy, que era como le decíamos, y lo llevan al Pérez Luciani, lo
vuelven a operar y pasar al Rodeo. Allí lo dejan abandonado en enfermería y mas
nunca fue posible que su esposa lograra una boleta para volver a sacarlo al
hospital. A Shaggy se le fue contaminando toda la cara y llegó un momento en
que le dieron 20 convulsiones, y a pesar de eso no lo sacaban al hospital. Esa
pobre muchacha vivía en las puertas del penal, sin saber qué hacer. El día que
lo sacaron fue porque a Shaggy le dieron 8 convulsiones tras las cuales quedó
inconsciente. Cuando se lo llevan al Pérez Carreño le hacen una tomografía y
tenía una meningitis. A los 5 días murió.
- ¿Cuál es la
cifra de víctimas de la Masacre que ustedes manejan?
- Milagros de Márquez: Yo fui una de las que me quedé en Uribana cuando la masacre. Estuve tres días seguidos, viendo lo que sucedía. Poníamos nuestros teléfonos para que los muchachos hablaran con los periodistas, para que eso lo sacaran en vivo. Estaba gente de Defensoría del Pueblo y nosotros hablábamos con ellos, para que intercedieran ante otros funcionarios por el tiroteo tan horrible y ellos no hacían nada. Entre las cifras de lo que manejó mi esposo y todos los muchachos que estaban en el campo, afirman que había más de 200 muertos. Y la versión que me da mi esposo es la misma que le dan a otros familiares: Gente muerta metida en las alcantarillas escondiéndose de los tiros. Mi esposo me cuenta que el campo es grande y estaba cubierto de personas muertas. Los presos, para salvar su vida, se tenían que esconder debajo de los cadáveres. Nosotras tenemos fotos y videos de cómo ellos estaban siendo masacrados. Iris Varela dice sólo que fueron 64 muertos, cosa que no es real. Lamentablemente muchos de los familiares de los fallecidos se quedan callados porque ellos dirán “ya me lo mataron, ¿qué puedo hacer yo?”, como hay otros que sí asisten a las reuniones y manifestaciones que hemos hecho. Otra cosa horrible fue la manera en que trasladaron a las mujeres: les bajaron las nalgas de tanto plan que les dieron y sus piernas estaban llenas de coágulos de sangre, de tanto maltrato.
- Ahora ustedes
tienen a sus familiares lejos, en otros penales…
- MM: La Masacre de
Uribana no se ha terminado, continúa y la padecemos nosotras todos los días. En
las otras cárceles no quieren a los “guaros”, y a veces duran hasta 20 días en
las “placas” [dormir en el techo de la prisión]. Al criterio de los pranes de
los demás penales ellos se dejaron “chiguirear”, pues entregaron el penal y
acarrean una mala fama. Así que en los otros penales por cualquier cosita los
echan o los mandan a que se suban a la placa para no matarlos. En Uribana en
ningún momento se pagaba “causa”. En los otros penales los familiares tienen
que estar pagando “causa”, tienen que estar viajando, pagando viáticos, lo que
le tienen que dejar a ellos. ¿Dónde está la corrupción? La corrupción y los
problemas vienen de los mismos funcionarios. Un familiar no te va a pasar
droga, una pistola, un cuchillo dentro de la totona o la barriga, porque todas somos
requisadas. ¿Cómo pasaron las armas a Uribana? Por los mismos funcionarios.
“Humanización”
de mentira
- El gobierno
dice que ha venido adelantado una supuesta política de “humanización
penitenciaria” para lo cual existe un ministerio. ¿Cómo evalúan la actuación de
Iris Varela?
- MM: Iris Varela no
se ha abocado a resolver el problema. Ella ha venido a Uribana y ha visto a los
familiares afuera y nunca ha tenido la dignidad de atender a un solo familiar.
Sabiendo la problemática que se ha presentado, no de ahorita, sino mucho antes
de la masacre. Ella nunca se ha reunido ni con el Comité ni con ninguno de los
familiares. Las investigaciones incluso se han paralizado. Nosotros nos hemos
reunido con Gabriela Ramírez, con Iris Rodil presidente del circuito, con
Arreaza pues fuimos a la vicepresidencia en Caracas. Todo es puro “bla bla
bla”, “deme los informes médicos”, “nosotros los vamos ayudar” y tal, pero ya
van 4 meses y ningún familiar hemos obtenido una respuesta por parte del
gobierno.
NL: Ella pensó que
dividiéndonos a nosotros como familiares y repartiendo a nuestros hijos por
todo el país nadie iba a hablar y no iba a haber una voz. Nosotros somos una
voz acá en el estado Lara. A veces somos poquitas, a veces somos muchas, pero
hay una voz todo el tiempo. A ellos no les ha agradado mucho de que nosotros
estemos todavía a estas alturas reclamando. A raíz que fuimos a la
vicepresidencia dejamos un documento allí. Nos mandaron al ministerio de
prisiones con la viceministra Eliana Reyes. Esa joven nos atendió comparándonos
a nosotros los familiares con malandros. Nosotras sí tenemos hijos presos, más
muchas mamas y padres no somos ningunos malandros para que nos traten a las
patadas.
- Ustedes han
venido denunciando el retardo procesal de los casos de los privados de
libertad, además de la realización de “juicios express” sin garantías
procesales…
MM: Los están
rematando así rapidito. Si tú ya tienes un retardo procesal y por fin los van a
atender, en el juicio ojean apenas un expediente de 6 cuerpos, comienzan a
pasar páginas rápidamente, y cuando llegan a la conclusión dictan 25 años. No
es justo. Cada juez debe abocarse a cada expediente y a cada caso particular
como debe ser. Ellos deben determinar un tiempo para leer con calma los expedientes,
llamar a los testigos. ¿Qué está pasando? Que están sentenciando a lo loco, y
no bajan de 8 años, eso es para arriba los años que sentencian.
[Entrevista publicada en El Libertario, # 70, julio-agosto 2013, p. 7]
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