Luis E. Sabini Fernández
Como prueba y expresión del autismo planetario que vive
Argentina en particular y la “República Unida de la Soja” (1) en general, los
debates de hace apenas un mes entre los gobiernos ruso y estadounidense sobre
la progresiva extinción de las abejas ha sobrevolado nuestras ausentes cabezas,
como si la fumigación aérea que se ha enseñoreado en “el país de la soja”
hubiese hecho ya efecto adentro de ellas.
En efecto, Putin acaba de ponerle un ultimato a Estados
Unidos conminando a su gobierno a que disponga medidas contra los gigantes de
la ingeniería genética que se han ido adueñando de la agroindustria sobre la
base de semillas transgénicas.
Los dirigentes rusos declaran estar más que preocupados por
la desaparición manifiesta de abejas. Se estima que en Estados Unidos han
desaparecido masivamente. Y lo mismo se reconoce en diversos mapeos europeos.
Suponemos que los rusos han registrado algo similar.
Dando prueba de su capacidad de reacción (ya veremos de
dónde proviene tanta “capacidad”) Monsanto ha hecho públicos dos
“acontecimientos”: en primer lugar ha comprado la compañía que investiga
(¿aba?) la desaparición de abejas. La empresa se denomina (¿aba?) Beeologics y
estaban empeñados en crear un medicamento antivirósico puesto que habían
llegado a la conclusión de que las abejas están desapareciendo masivamente por
la pérdida del sentido de orientación (que hace que en lugar de un 100% o un
99% a veces no lleguen a un 6% de retorno) provocado... por un virus.
Otras investigaciones que trabajan sobre el mismo problema,
la extinción galopante de abejas, dudan de la existencia de semejante virus (y
por lo tanto del valor, de la posibilidad, de un agente antivirósico) porque
abonan otra pista: alteraciones sufridas por las abejas provenientes de...
agrotóxicos. Que existen en el polen de las flores que liban las abejas y que
las desorientan. Y por lo tanto, el avance de la agroindustria con su
consiguiente “paquete tecnológico” con venenos incluidos sería el causante
directo del abejicidio. Gran parte de tales agrotóxicos son producidos, en el
mundo entero, por Monsanto (“escoltado” por Syngenta, Bayer, Dupont y un corto
etcétera).
La pregunta del millón es: ¿a santo de qué Monsanto pudo
tener interés en comprar Beeologics? No podemos creer en un repentino interés
por reconocer las causas de la pérdida masiva de abejas mientras se les
acrecienta “maravillosamente” el éxito del agribusiness mediante
contrarreformas agrarias y acaparamientos de tierras en prácticamente toda la
periferia planetaria, incluidos los gobiernos títeres ultraliberales o los
progresistas del Cono Sur americano. Más bien nos tememos alguna jugarreta para
desviar el interés o la investigación, actividad “laboratoril” en la que este
consorcio tiene experiencia.
En segundo lugar, ni corto ni perezoso, mientras deglute a
Beeologics, Monsanto ya ha ofrecido la “solución” ante las “disfuncionalidades”
tecnológicas: un nuevo eslabón tecnológico, como si los desarrollos
tecnológicos fueran parte de la solución y no del problema que tenemos cada vez
más en todo el planeta.
Esa solución, aunque cause vergüenza ajena decirla, son
robots, abejas robots. En rigor, minidrones que se encargarían según los
calenturientos think tanks de Monsanto de polinizar como si fueran los insectos
alados que polinizan por los menos el 75% de las plantas del mundo desde hace
millones de años.
Observe el sufrido lector que “la solución” ofrecida
reconoce tácitamente el biocidio; el exterminio de especies, en este caso
animales, y de enorme trascendencia para la vida planetaria en general
(reproducción del reino vegetal) y la humanidad en particular...
Pero además, basta pensar en el despliegue energético de una
abeja, agitando sus alas y llevando y trayendo polen y néctar. “Aviones” que no
pesan ni un gramo.... y ahora piense, lector, en lo que pesarán los minidrones
que harían ese trabajo, y su consiguiente gasto energético, no ya en los
millones de flores de un campo sino en los billones, trillones de flores que en
la Ttierra existen. Ciertamente, conociendo a Monsanto, todos estiman que las
abejas-robot tendrían un solo fin: mantener los cultivos agroindustriales, es
decir que la extinción de abejas significará la pérdida de polinización para
bosques, praderas, cordones fluviales, costas, zonas de montaña, y el largo
etcétera de que está compuesta, todavía, nuestra biosfera. (2)
Llamativamente, el verdadero escándalo de la desaparición de
abejas, que también se registra en el sur americano -hay testimonios de
apicultores- no ha entrado en los circuitos informativos habituales, ni
televisivos ni gráficos, ni Ka ni antiKa...
Pero la crisis de las abejas es apenas una faceta de las
últimas “movidas” de Mon-santo. Este año, particularmente ha registrado varios otros
asuntos, a cada cual más preocupante que el anterior aunque en nuestras
latitudes platenses apenas si han llegado a la tapa de los diarios o a los
zócalos televisivos. “Nuestro” ministro de Agricultura, Norberto Yahuar, más
precisamente denominable como embajador de Monsanto en Argentina, no ha
entendido necesario atender tales cuestiones...
El presidente Obama, con su función al servicio de los
poderes corporativos, y tal vez previendo la resistencia creciente a los
productos transgénicos, ha “avanzado” en su complicidad con la expansión
monsantiana de venenos en el planeta. A fines de marzo de 2013, el 26, firmó
con fuerza de ley una Protection Act que impide cualquier tipo de demandas ante
empresas productoras de semillas transgénicas que sobrevengan por los
resultados que den tales semillas.
Una verdadera ley de Irresponsabilidad Social Empresaria.
Una verdadera ley mafiosa. Donde el “productor” se protege,
mejor dicho es protegido de antemano, por el poder “público” eludiendo toda
responsabilidad sobre lo que pone en el mercado. Si hasta ahora teníamos un
capitalismo “voraz e insaciable”, como se lo suele tipificar, ahora se trata,
además, de un capitalismo impune que no necesita escabullirse a causa de daños
por sus obras. Está defendido de antemano.
La irresponsabilidad asumida y el “todo vale” de estas
“disposiciones” la hacen equiparable a aquellas otras decisiones presidenciales
como la de Richard Nixon en 1970 cuando los dólares pierden la última atadura
con el oro, como si fuera la última prenda en un proceso de strip-tease.
Es contra esa “protección” del agente de Monsanto en la Casa
Blanca que los dirigentes rusos han reaccionado.
Pero Monsanto parece estar permanentemente a la ofensiva.
Seguramente que sabe con qué bazas juega. La pandilla de Obama se caracteriza
por haber reclutado “generosamente” personal de Monsanto para su Casa Blanca.
(3) El periodista estado-unidense Jon Rappoport ha hecho un relevamiento muy
significativo de cómo Oba-ma fue “armando” su dream team: (4) en puesto clave
del Ministerio de Agricultura, Tom Vilsack, el gobernador de Iowa, mascarón de
proa del Governor’s Biotech-nology Partnership [Liga de gobernadores
partidarios de la ingeniería genética]; como hombre de confianza en la FDA
[Dirección Nacional de Alimentos y Medica-mentos, órgano “madre” del supuesto
control sobre lo que ingieren los nortea-mericanos] el que Rappoport califica
“zar” de las cuestiones de seguridad alimen-taria -Michael Taylor- quien ha
usado profusamente las “puertas giratorias” pasando de Monsanto a gobiernos y
de gobiernos a Monsanto repetidas veces en las últimas décadas. Porque los
gobiernos pasan, pero Monsanto queda; el representante para el comercio
agrícola ha sido Islam Siddiqui, un ya viejo y conocido lobbysta... de
Monsanto, claro.
Un personaje que fuera hasta recientemente clave en el
equipo de Obama, la mujer que gorgojeara tan festivamente al enterarse del
asesinato atroz y pato-teril de Gadafi, Hillary Clinton, ha trabajado por años
para un bufete que ha repre-sentado... a Monsanto. Y la jueza de la Corte
Suprema de Estados Unidos designada por Obama, Elena Kagan, fue en su actividad
abogadil defensora de Monsanto...
Monsanto tiene más “eventos transgénicos” aprobados durante
la presidencia de Obama, que bajo ninguna otra, igual que la era K en la más
reciente historia transgénica argentina...
La runfla que nos muestra Rappoport es altamente
significativa: Bill Gates (5) y George Soros son grandes accionistas de
Monsanto. Y nos informa que la presidencia Obama tuvo antes un único
contribuyente mayor que estos multimillonarios: Goldman Sachs. Sobran las
palabras.
Precisamente por sentirse tan fuerte, Monsanto no parece
perdedor ni siquiera en escaramuzas como la que acaba de descubrirse, en
Oregon, Estados Unidos Plantaciones de trigo transgénico que, ahora se sabe,
venía siendo cultivado desde hace años.
Hecho significativo, puesto que el trigo transgénico ni
siquiera está legalizado (Monsanto tuvo que suspender sus intentos de
introducirlo en el mercado por la resistencia muy generalizada alrededor del
año 2000) aunque desde hace aproximadamente un año ha vuelto a anunciarlo, pero
figurando todavía en la etapa de “aprobaciones legales”; por eso lo de Oregon
resulta medio un misterio: la existencia en cantidades apreciables de un trigo
que no se consideraba podía existir ha despertado estupor y la reacción,
apoyada por más y más investigaciones que revelan los peligros, nada leves sino
bien graves del suministro de plantas transgénicas a diversas especies, ha
disparado la alarma.
Se ha producido una verdadera corrida de los mercados
trigueros, aunque “por casa” “todo bien”. Tampoco ante esto, la sociedad
argentina y sus circuitos mediáticos, parecen haber reaccionado. Ni los medios
K ni los antiK parecen enterados (salvo las previsibles “noticias” que puedan
haber aparecido en página par a una columna, bien abajo y con letra chica),
pese al carácter público de la info. Observe el lector que Japón, Rusia y Corea
del Sur, por ejemplo, han suspendido TODAS sus compras de trigo a Estados
Unidos En Europa, países como Hungría han decidido incluso la quema de cultivos
de trigo presuntamente transgénico (algo que el país ya había efectivizado, en
2011, con maíz transgénico).
Pero aquí seguimos en el-mejor-de-los-mundos agrícolas.
Y la imagen de un Atila hipermoderno y altamente
tecnologizado se ajusta como el guante a la mano sobre “nuestros” campos.
Mientras, en avisos radiales, por ejemplo, los asesinos de la naturaleza hacen
propaganda invocando “mulitas inteligentes” (Nidera) que adoptan la tecnología
salvadora. ¡Mulitas que están desapareciendo junto con el resto de la fauna y
flora de los monocultivos industriales! En todo caso, el ecocidio salva no
mulitas sino dólares, campestres o ka...
Notas:
1) Con ese nombre, publicitarios y “creativos” de las
transnacionales con Monsanto a la cabeza, que están en pleno operativo
planetario de apropiación de los alimentos de la humanidad, han definido
territorios, sojales, cada vez más masivamente, expandiéndose en el corazón de
América del Sur; buena parte de Argentina, Bolivia, Uruguay, Brasil y
prácticamente por todo Paraguay.
2) Véase Celeste Fassbinder, “De terror: Monsanto lanzará
abejas robot mientras amenaza toda vida eliminando abejas naturales”, BWN
Argentina, 3 jun. 2013.
3) Véase, p. ej.:
http://www.globalresearch.ca/monsanto-protection-act-signed-by-obama-gmo-bill-written-by-monsanto-signed-into-law/5329388.
4) Véase asimismo el informe de Infowars:
http://www.infowars.com/how-did-barack-obama-become-monsantos-man-in-washington
5) Quien ha hecho públicas sus preocupaciones
“demográficas”, sólo que si a la vez se lo ve tan ligado a una empresa que ha
convertido a los alimentos en “un arma de destrucción masiva” (atinada
definición de Paul Nicholson, de Vía Campesina), los afanes por “frenos”
demográficos toman un tinte más que sombrío...
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