Rogelio M. Díaz Moreno
[Tomado de COMPENDIO, mayo 13, 2013, boletín electrónico de la Red Observatorio Crítico de Cuba]
* PROSIGUE LA OFENSIVA OFICIALISTA PRO CAPITALISMO, O RESPUESTAS INTERESADAS A DILEMAS FALSOS
Podía sentarme a escribir esto atropelladamente, o seguir esperando a que las ranas criaran pelos y lo pudiera hacer con calma. Quien se haya acostumbrado a los eslóganes en boga en nuestras calles de los últimos veinte, treinta años, y los compara con los de estos días, difícilmente reconozca el panorama. ¿Qué significa esta mutación?
Es un poco difícil de concordar con que se necesitaran cincuenta y tantos años para terminar de aceptar que la sociedad cubana necesitaba alcanzar un nivel aceptable de prosperidad material o, por lo menos, una vida decorosa. Ya sabemos de las generaciones perdidas, esas que vivieron de sacrificio en sacrificio en nombre de ciertos ideales del socialismo que nunca vieron concretados en la práctica, si bien se pueda reconocer cierta bonanza embrionaria alcanzada gracias a los intensos subsidios soviéticos en los años '80 del pasado siglo, luego perdida irremisiblemente. Por supuesto, que el discurso de la inmolación contenía promesas implícitas de mejoras, pero una enunciación explícita como la del pasado 1ro de Mayo, eso del socialismo próspero, es toda una novedad. Y si lo conectamos con la cordialidad desplegada a favor de las iniciativas privadas, es como tomar un pasaje a lo desconocido.
Sin embargo, el agotamiento del discurso del estoicismo, del enardecimiento de vencer o morir, etc., no había sido razón, hasta ahora, para renovarlo. Es por ello que se pueden relacionar palabras con hechos, tendencias con intenciones, y sentir la necesidad de volver a entrometernos en el asunto. Como es conocido, el sistema económico estatalista está en pleno colapso; se avecina el inminente despido de casi la mitad de la fuerza laboral; las políticas asistenciales y de subsidios son exterminadas sin mayores miramientos; los principales logros en educación y salud se encuentran en la reducción de presupuestos. ¿Qué significa entonces que se enarbole la promesa de la prosperidad? Es más, ¿por qué se hace tanta loa al individualismo, por cierto, por parte de las mismas voces que ayer condenaban otra cosa que no fuera la inmolación por una sociedad futura a la que, nos aseguraban, se llegaría en algún momento?
Si todavía se necesitaran más pistas, véase las respuestas de estas personas cuando son interpelados directamente sobre los calificativos de pro-capitalistas para las reformas de nuestra nación. Detrás de una muralla de evasivas, de una nube de justificaciones sobre los cambios en el mundo, los ideólogos oficiales terminan en el “sí pero no”, en un “sí vamos a hacer el capitalismo pero no se lo podemos decir a nadie” y, sobre todo “es que el socialismo no funcionó, hagamos el capitalismo ahora y sigámosle llamando socialismo”.
Qué lamentable, y cuánto mayor daño, cuando encima se afirma que no se conocen otras vías que las que ellos malaplicaron durante décadas, hasta desbarrancar al país en el abismo que Raúl Castro describió hace algunos años. Como si no hubieran sido bien elaboradas y super discutidas, montones de propuestas teóricas y prácticas de proyectos colectivos, democráticos y socialistas a lo largo y ancho del mundo, incluyendo los programas del Socialismo Participativo y Democrático acá en nuestro país. Ah pero no, estas posibilidades nunca fueron aceptadas por quienes... bueno, por quienes tienen el poder y deciden a dónde debemos ir los simples mortales. No podía ser de otra manera, porque verdadera democracia, verdadero socialismo, trabajadores empoderados y asociados en plena igualdad elaborando presente y futuro de una sociedad en libertad, implicaban una pérdida intolerable de potestades y privilegios. Como se podía prever, la casta burocrática se juega a la desesperada su último recurso, la transición disimulada a una economía corporativista de mercado. Los decorados de reivindicación de la prosperidad como fin deseable, de reconocimiento e incentivos a la iniciativa privada, son el inevitable y sintomático acompañamiento en esta etapa de la mutación. Suavizan el trauma que puede implicar la metamorfosis capitalista para aquellos que siempre dieron los pasos al frente exigidos; edulcoran la perspectiva de los trastornos sociales que se incubarán en la nueva redistribución de ganadores y perdedores. La así llamada sustentabilidad no es sino el justificativo de inmisericordes recortes en presupuestos sociales, ejecutados por los mismos que, paradójicamente, habían desorbitado antes las arcas con proyectos y cálculos idealistas hasta el extremo.
Cuán lamentable ha resultado que no se acabó nunca de poner en práctica las iniciativas verdaderamente socialistas, como la autogestión obrera de los centros laborales, de producción, de las empresas industriales y agropecuarias. La sujeción de la economía a los dictados centralizados, de las personas a la disciplina partidiaria, directa o indirectamente, es lo que ha hundido el funcionamiento económico y social, más que el bloqueo estadounidense o las crisis mundiales. Periodistas nacionales, y otros internacionales de reconocida objetividad, han constatado cómo los microempresarios privados se han revelado como un dechado de actividad y eficiencia en cuanto les dieron un “filito”, cuando antes estas mismas personas eran tachadas como pichones acomodados.
El timbiriche, por desgracia, no genera desarrollo ni hace avanzar la economía, y el mercado tiene un tope de saturación, ya alcanzado en las calles cubanas. Únicamente la actividad empresarial de mediana y gran escala puede asimilar una parte sustancial del millón de trabajadores excedentes de los próximos meses y motorizar la economía a la vez. ¿Cómo se va a desarrollar esa actividad empresarial? La iniciativa privada e individualista que tanto elogian, lo podrá hacer solo bajo las claras, inequívocas, leyes del capitalismo. Dará lo mismo que el capitalismo sea bajo la forma de la empresa abiertamente privada, ya sea nacional o de capital extranjero, o como las empresas públicas de los países capitalistas que sirven al resto del sistema, o sea, no totalmente privadas en manos de unos accionistas específicos, pero bien controladitas y en función de los intereses de la generalidad de la clase dominante. ¿Qué va a ser del resto de las personas que no encuentren trabajo pero no tengan capital para montar sus propias empresas? Obviamente, pasarán a integrar el ejército de desempleados, tan necesario al capitalismo.
¿Cómo podrán combinarse, me pregunto también, las recetas de la prosperidad y el individualismo en las esferas más sagradas -hasta ahora- del modelo social cubano, díganse los sistemas universales y gratuitos de la educación y la salud? Cuando una clase empresarial exitosa, más cierta clase media acompañante, empiecen a disfrutar las bondades de estar en la parte superior de la pirámide de una sociedad basada en la explotación, ¿para dónde miraremos los profesionales, maestros y médicos, si lo que quede del Estado seguirá careciendo de los recursos requeridos para garantizarnos un nivel de vida mínimamente decoroso y acorde con el impacto de nuestra labor sobre la sociedad? ¿Ya pensaron en eso los adalides del individualismo y la prosperidad? ¿Ya reservaron escuelas y hospitales privados para el futuro de los favorecidos del que piensan formar parte?
El planteamiento del dilema interés personal (individualista) versus colectivo es, sostenemos nosotros, un dilema falso, interesado, para proporcionar una respuesta igualmente falsa e interesada y apoderarse del entendimiento del público. Una sociedad libre, de trabajadores autoorganizados, propugna naturalmente el bienestar colectivo a la vez que cada individuo, en su seno, tiene la capacidad de desarrollar hasta el máximo sus facetas como ser humano. En este medio, la persona puede trabajar por su interés y prosperidad material y espiritual a la vez que se integra a proyectos colectivos y democráticos de producción, o científicos, o artísticos, o una combinación de todos ellos. Tiene la libertad de participar en el estudio y solución colectivos de los problemas que afectan a cada persona, ya sea en las ciudades, en los campos, en su comunidad, en su barrio, en su medio ambiente. Puede trabajar y formar parte de proyectos que avancen en la eliminación de todas las formas de discriminaciones, por el cuidado del medio ambiente, sin esperar las decisiones de lejanos niveles superiores ni sufrir las inevitables afectaciones en todas estas esferas con que las inexorables leyes del mercado oprimen a otras sociedades, hasta el punto del colapso. Ah, que será difícil que alguien se de, en este marco, lujos de millonario. Pues sí, es verdad, y con la misma tranquilidad conque un millonario sacrifica un centenar, un millar, de puestos de trabajo, este servidor considera que esos lujos para unos pocos son un valor sacrificable.
El oxímoron del individualismo socialista bajo leyes del mercado y la ilusión de guardar el nombre de socialismo para una sociedad que busque en una lucha darwinista el avance material no van a disfrazar por mucho tiempo el descomunal fraude que nos quieren vender. El avance de los mecanismos y la filosofía capitalistas seguirá entregando los pedazos de la sociedad que todavía no han sido absorbidos por estas realidades, y la depauperización de los que tengan la desgracia de hacer de perdedores nos hará recordarlas una y otra vez.
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