Sociedad Homo et
Natura
La política indígena
del Estado-gobierno debe estar en sintonía con el normal desarrollo de las
políticas minero energéticas del país y con la construcción de todo el
andamiaje necesario para extraer, transportar, embarcar y desembarcar dichos
minerales y todos los combustibles fósiles que están en el subsuelo de los
bosques, ríos, lagos y sabanas, donde habitan los distintos pueblos indígenas.
En estos espacios de aguas y tierras indígenas, de pescadores o campesinos se
construirá toda la parafernalia industrial cívico militar expresada en
carreteras, puentes, puertos, vías ferroviarias, gaseoductos, cabrias,
represas, estaciones, plantas termoeléctricas, fibras ópticas, tendidos
eléctricos, ciudadelas, puestos o bases militares, entre otras cosas que nos
llevarán a ser un país potencia. Este modelo nuevo/viejo de desarrollo es la
base del discurso electoral del Gobierno pero al mismo tiempo de la oposición.
Es decir, el discurso oficial y de oposición nace de un mismo modelo mundial de
desarrollo y de consumo de energía fósil. Del modelo en razón se desprenden las
cinco líneas estratégicas concebidas en las oficinas, reuniones y convenciones
de la IIRSA y el Plan Puebla Panamá o Mesoamericano.
De ser verdad lo antes
dicho, entonces los pueblos indígenas son la real piedra de tranca de esta
política, de este modelo de desarrollo, mas no los obreros o los habitantes de
los barrios, o clase media. Son los indígenas en Venezuela y en América la
vanguardia de las luchas del Siglo XXI. Para estos tres sectores nombrados,
posee el Gobiernos las políticas asistencialistas, las dádivas y puestos de
trabajos fabriles, metalmecánicos y la burocracia cívico militar policial
necesaria para su normal funcionamiento aduanal, administrativo, de seguridad y
control.
Los pueblos indígenas y
la naturaleza son los obstáculos para el normal funcionamiento de este modelo.
Los pueblos y comunidades indígenas son un estorbo para este modelo de
desarrollo, tal como ayer lo fueron para españoles y portugueses. Por esta
razón, existe la necesidad del Ministerio Indígena de blanquearlos e
integrarlos a la Revolución. Para los hombres del Gobierno lo que está dentro
del modelo y de su funcionamiento normal es revolucionario, todo lo otro por
oposición lógica es contrarrevolucionario o en todo caso sospechoso; pues lo
que sí es cierto es que lo que no están en el diseño o esquema de esta política
extractivista cívico militar son enemigos de la Revolución, desde allí se
entiende la posición del Vicepresidente actual de la Republica Jorge Arreaza al
afirmar sin que la voz lo traicionara: “Nosotros con mucho respeto siempre,
pero consideramos como una reflexión lógica, una reflexión también de
sentimiento y dignidad que aquel miembro de un pueblo indígena que no tiene la
claridad de no estar con la Revolución Bolivariana es prácticamente un traidor
a su pueblo, un traidor a su comunidad” (Video VTV, 06 de Abril de 2013). Da
miedo tanta imposición y sectarismo gubernamental. Ser indígena digno Señor
Arreaza es poseer una ética y una cosmovisión practicada con miras al futuro
desde lo ancestral y en defensa del hábitat y territorio único. Lo indio es
pensamiento y lengua no indoeuropea. Este pensamiento gubernamental viola la
conformación de nuestra nación pluricultural, multiétnica y multilingüe,
plasmados además como derechos en nuestra Constitución.
Desde este
razonamiento, resultaría entonces contrarrevolucionario y un desamor a la
patria el pronunciamiento de “las organizaciones indígenas del estado Amazonas
(COIAM) sobre la Política Minera del Gobierno Nacional y los Planes Estatales
que afectan los Derechos Constitucionales de los Pueblos Indígenas”, o consumados
traidores los dirigentes y las comunidades indígenas Pemón que detuvieron y
sacaron de sus territorios a jefes y efectivos del Ejército por realizar
actividades depredadoras extractivistas, o los Wayuu del Socuy y la Sociedad
Homo et Natura por oponerse sostenidamente a la explotación del carbón y a la
construcción de plantas termo o carboeléctricas, a Puerto América o Puerto
Bolívar, como una vez lo señaló el saliente Presidente de Corpozulia, General
Martínez Mendoza, hoy Embajador de Venezuela en Argentina.
El objetivo de este
Ministerio es etnocida, en cuanto debe ser blanqueado el indígena, reseteado,
recodificado, uniformado en rojo, y hasta por ley puede ser minero y dueño de
una cooperativa extractivista, más nunca como Sabino. Se trata al indígena como
si fuese campesinado pobre, en cuanto a los títulos de tierra entregados, en
materia de vivienda, salud, consejos comunales, aplicación de la ley ordinaria,
créditos agrarios tal como se hacía en la cuarta república. Sus derechos
colectivos como pueblos o naciones indígenas están reconocidos, pero no se le
permite ejercer dichos derechos, como el derecho a la libre determinación, a la
autonomía o auto gobierno, a regirse por sus derechos propios o
consuetudinarios, a poseer territorios saneados de terceros y mineros y no
parcelas agrarias, a hacer uso exclusivo de sus recursos, entre otros derechos
escritos aceptados y respaldados por las Naciones Unidas, la Organización de
los Estados Americanos, la Unión Europea, o la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).
Camaradas no debéis
asombrarnos del mando de Nicia al frente de la Misión Guaicaipuro, siendo el
Guaicaipuro de hoy, Sabino, directamente criminalizado y combatido por esta ex
ministra, ni de su regreso al Ministerio Indígena, es que todo el Ejecutivo es
Nicia Maldonado. Como tampoco debemos asombrarnos que no aparezcan los autores
intelectuales de la muerte de Sabino, y de los otros hermanos Yukpa asesinados
por el sicariato ganadero/parcelero. Se comenta en Machiques que hay mucho
dinero en mesa.
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