Por Joel Cintrón Arbasetti
“¿Y tú crees que existieron anarquistas en Puerto Rico?”. La contestación a esa pregunta, lazada por un profesor burlón a un estudiante de maestría en historia, no fue un simple sí o ¡pues claro!, sino una tesis de más de 200 páginas que luego se convirtió en el libro Voces Libertarias: Los orígenes del anarquismo en Puerto Rico. El autor de esta investigación recién publicada, Jorell A. Meléndez Badillo, quien se describe como “investigador independiente, maestro de profesión, anarquista por convicción y punk rocker por diversión”, contesta a la pregunta del profesor incrédulo o cínico a través del estudio de las “ideas progresivas” del proletariado en Puerto Rico.
“¿Y tú crees que existieron anarquistas en Puerto Rico?”. La contestación a esa pregunta, lazada por un profesor burlón a un estudiante de maestría en historia, no fue un simple sí o ¡pues claro!, sino una tesis de más de 200 páginas que luego se convirtió en el libro Voces Libertarias: Los orígenes del anarquismo en Puerto Rico. El autor de esta investigación recién publicada, Jorell A. Meléndez Badillo, quien se describe como “investigador independiente, maestro de profesión, anarquista por convicción y punk rocker por diversión”, contesta a la pregunta del profesor incrédulo o cínico a través del estudio de las “ideas progresivas” del proletariado en Puerto Rico.
Partiendo de “la necesidad de imaginarnos otro tipo de
historia”, Meléndez asume una perspectiva historiográfica crítica desde una
postura interdisciplinaria para identificar el rol que jugó el anarquismo en
las entrañas del movimiento obrero, desde los primeros fermentos organizativos
de finales del siglo XIX hasta la aparición de los primeros sindicatos a
principios del siglo XX. Para esta tarea Meléndez recurre a la prensa obrera de
la época, donde encuentra declaraciones contundentes sobre el anarquismo como:
“Soy (os no aterroricéis) [sic] un anarquista. Siento en mi corazón germinar ó
latir, con permiso de los lacayos léxicos, los principios redentores de
Bakunine [sic] y Malato, Reclus y Graves....”. En esa cita del periódico local
El Combate del 10 octubre de 1910, no sólo alguien se declara anarquista sino
que nombra a importantes libertarios europeos, como el ruso Mijail Bakunin, el
italiano Charles Malato, el francés Jacques Élisée Reclus y al también francés
Jean Grave.
En Voces Libertarias se revisan además los pocos textos
académicos que de alguna manera se acercan al tema del anarquismo en Puerto
Rico, como Modernidad y Resistencia de Carmen Centeno Añeses, los trabajos
sobre Luisa Capetillo realizados por la periodista Norma Valle y El Derribo de
las Murallas de San Juan, de Rubén Dávila Santiago, entre otros. Partiendo de
esos textos, de cortes de periódicos, informes policíacos, boletines, cartas y
obras literarias, Meléndez hilvana los trazos que dan cuenta de la existencia
de discursos y prácticas sociales acordes con el ideario anarquista o
libertario en Puerto Rico, tal vez la menos conocida y por tanto demonizada,
tergiversada y temida corriente de pensamiento radical.
En esta investigación también se abordan las razones de la
tergiversación de la palabra anarquía, que en el mundo material se ha traducido
en una invisibilización del verdadero conocimiento y los discursos producidos
por esta línea de pensamiento, tanto al interior de grupos políticos, en la
academia y en manifestaciones de la cultura popular. Por eso Meléndez se
encarga de identificar las formas y lugares concretos donde la palabra anarquía
se ha utilizado como significante peyorativo, distorsión que llega hasta
nuestros días, como se ve en titulares de periódicos como Vocero y El Nuevo Día
del 2010 citados en Voces Libertarias:
“El Vocero escribía, en relación al proceso huelgario por el
que atravesó la Universidad de Puerto Rico, que ‘La situación por la cual
atraviesa la universidad...ya ha pasado de crisis a [la] anarquía e
ingobernabilidad’. De igual manera el Nuevo Día utilizó de titular ‘Anarquía en
escuela de Barranquitas’ para un artículo sobre algunos disturbios en un centro
de estudios de la citada municipalidad”.
Pero contrario al significado que comúnmente se le da a la
palabra anarquía, siempre asociada a desorden y ausencia de organización, lo
cierto es que el anarquismo, como explica el filósofo argentino Ángel
Cappelletti, sólo se opone a cualquier organización artificiosa, impuesta y
sobre todo, vertical. ¿Y qué organización que cumpla más con esas
características que el Estado? Por lo tanto, el anarquismo, con todas las
vertientes que existen en su interior (colectivismo, cooperativismo,
comunismo…) se puede explicar de forma extremadamente resumida y simple como la
idea de que el gobierno o el poder político recaiga en la sociedad, organizada
de forma orgánica según los principios de solidaridad y autogestión y que no
haya un coágulo de poder concentrado, como lo son hoy en día el Estado y sus
instituciones de poder. De ahí lo que divide a anarquistas y marxistas
(socialistas y comunista), pues estos últimos creen que el Estado, antes de
desaparecer, debe fungir como agente regulador y distribuidor de las riquezas,
mientras que los y las anarquistas proponen que el primer paso de la revolución
social, una vez organizada, debe ser la abolición total de la estructura
estatal.
Por lo tanto, en una historia sobre el anarquismo era
ineludible tocar el tema de estas diferencias que han marcado de forma profunda
el desarrollo del ideal anarquista a nivel internacional. Esto también sirve
para comprender el relego que ha sufrido el anarquismo en la arena
política. Para cumplir con esa tarea,
Meléndez se remonta a las viejas disputas ideológicas entre marxistas y
anarquistas suscitadas en la Asociación Internacional de Trabajadores fundada
en Europa en el siglo XIX. En el caso de Puerto Rico, explica cómo las
contradicciones de las primeras organizaciones obreras, como la Federación
Libre de Trabajadores y su posterior relación con la American Federation of
Labor de los Estados Unidos, van aislando las “incipientes tendencias
anarquistas”, cuya influencia más directa era, según el autor, el
anarco-sindicalismo español.
Sobre el estudio del anarquismo en la academia, Meléndez
explica que “el discurso marxista logró hegemonizar el pensamiento de izquierda
dentro de las aulas académicas luego de la década de 1960, lo cual podría
explicar superficialmente el desinterés por el anarquismo”. Meléndez también
recurre a palabras de David Graeber y menciona que el marxismo “es, después de
todo, probablemente el único movimiento social que ha sido inventado por un
hombre que sometió una disertación doctoral; y siempre ha tenido algo en su
espíritu que logra cuadrar con la academia”. Meléndez añade que “esta
hegemonización del marxismo en la academia dejó a un lado el rol del anarquismo
dentro de la historia local…”. A esto se añade la represión estatal y el
rechazo social que por lo general entorpecen el desarrollo de ideas radicales y
revolucionarias en cualquier parte del mundo.
En el epílogo de esta investigación, Meléndez menciona que
luego de la segunda mitad del siglo XX no existe documentación historiográfica
sobre actividad anarquista en Puerto Rico. No obstante, declara que es
“demasiado ingenuo, y nos parece un tanto determinista, pensar que simplemente
desapareció por completo”. Por lo tanto, el reto y la asignación que queda por
realizar es la continuación de esta historia que, tan recién como en el año
2010, a la sombra de la ola neoliberal que aun nos arropa, vio un resurgir
encarnado en el grupo anarquista Acción Libertaria, fundado tras la culminación
del huelga de 60 días en la Universidad de Puerto Rico.
Sobre el estatus actual del anarquismo como práctica social
y como área de estudio académico, Meléndez explica que “luego de la caída del
bloque socialista, junto a una gama de eventos como el levantamiento zapatista
en 1994 y los sucesos ocurridos en Seattle en 1999, se fue revisando el enfoque
de lo que representaba el anarquismo en los circuitos académicos occidentales.
Ahora resurge como un tema serio de estudio desde diferentes posturas
interdisciplinarias”.
Siguiendo la ética del D.I.Y (Do ti Your Self), la
publicación de Voces Libertarias no cuenta con una casa editorial sino que se
autogestionó y financió con donativos solicitados por medio del portal
Indigogo.com y se puede obtener en las diferentes librerías del área
metropolitanao a través de los portales de AK Pressy Plan it X. Esta forma de
accionar, muy acorde con los principios anarquistas, no es extraña para Jorell
Meléndez quien lleva una década activo como vocalista de la banda Anti-Sociales
en la escena del punk local, donde la autogestión es la única forma de producir
y sobrevivir. Músico, investigador y maestro, el autor de esta investigación
además es miembro del Colectivo Autónomo CCC, un centro social e infoshop
ubicado en la avenida Ponce de León en Santurce.
Así que el profesor de historia ya tiene aquí su contestación:
existieron y existen anarquistas en Puerto Rico, como se comprueba en Voces
Libertarias. Pues más allá de la posibilidad o no de su meta final, la
abolición del Estado, el anarquismo se practica en las “zonas temporalmente
autónomas”, como llama Hakim Bey a esos espacios que de alguna manera escapan
de las garras del orden establecido o que proponen prácticas contrarias a las
lógicas de cambio capitalista y la burocracia estatal. O como lo expone Pierre
Joseph Proudhon, uno de los padres del anarquismo citado por Meléndez Badillo
en su libro:
“Debajo del aparato de gobierno, bajo la sombra de sus
instituciones políticas, la sociedad fue cautelosa y silenciosamente
produciendo su propia organización, creando para sí misma un nuevo orden el
cual expresó su vitalidad y autonomía”.
La presentación del libro Voces Libertarias: Los orígenes
del anarquismo en Puerto Rico será el próximo 21 de marzo en la librería Libros
AC de Santurce.
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