Rafael Uzcátegui
El 27 de noviembre de 2008, en horas de la noche, un sicario asesinó a tres combativos dirigentes obreros del estado Aragua: Richard Gallardo, presidente de la UNETE-Aragua; Luís Hernández, dirigente sindical de Pepsi Cola y Carlos Requena, delegado de prevención de Produvisa. Los tres sindicalistas se encontraban en Cagua, luego de apoyar la huelga en la empresa Alpina, la cual había sido reprimida por Poliaragua. El triple asesinato causó indignación entre organizaciones sindicales del país, mientras que iniciativas gremiales de otros países exigían una investigación expedita y transparente de los hecho, lo que motivó que el propio presidente Chávez declarara, 01 de diciembre 2008, que una “transnacional era sospechosa de los hechos”. El 16 de enero de 2009, el Ministerio Público acusó a Julio César Arguinzonez, trabajador de la empresa Pepsi Cola, como el presunto autor material del asesinato. Familiares de las víctimas y dirigentes de la UNETE-Aragua rechazaron la versión que presentaba el asesinato como un “ajuste de cuentas”. Incluso, trabajadores de la Pepsi Cola testimoniaron que Arguinzonez se encontraba trabajando al momento del asesinato. A pesar que es el único responsabilizado, hasta el día de hoy el juicio se mantiene paralizado.
El 27 de noviembre de 2008, en horas de la noche, un sicario asesinó a tres combativos dirigentes obreros del estado Aragua: Richard Gallardo, presidente de la UNETE-Aragua; Luís Hernández, dirigente sindical de Pepsi Cola y Carlos Requena, delegado de prevención de Produvisa. Los tres sindicalistas se encontraban en Cagua, luego de apoyar la huelga en la empresa Alpina, la cual había sido reprimida por Poliaragua. El triple asesinato causó indignación entre organizaciones sindicales del país, mientras que iniciativas gremiales de otros países exigían una investigación expedita y transparente de los hecho, lo que motivó que el propio presidente Chávez declarara, 01 de diciembre 2008, que una “transnacional era sospechosa de los hechos”. El 16 de enero de 2009, el Ministerio Público acusó a Julio César Arguinzonez, trabajador de la empresa Pepsi Cola, como el presunto autor material del asesinato. Familiares de las víctimas y dirigentes de la UNETE-Aragua rechazaron la versión que presentaba el asesinato como un “ajuste de cuentas”. Incluso, trabajadores de la Pepsi Cola testimoniaron que Arguinzonez se encontraba trabajando al momento del asesinato. A pesar que es el único responsabilizado, hasta el día de hoy el juicio se mantiene paralizado.
Gallardo, Hernández y Requena no serían los únicos
luchadores por los derechos laborales asesinados por sicariato. El 25 de abril
de 2010, también en Aragua, dos sicarios asesinaron al dirigente sindical de la
empresa Manpa Jerry Díaz. UNETE Aragua sumaba otros sindicalistas muertos con Luis
Delgado, Edraás Vásquez, y Ramiro Ponce, mientras que en el 2007 cayó Carlos
Méndez, dirigente sindical merideño, el único homicidio que ha logrado una
sentencia condenatoria contra sus responsables.
En otro lado del país, el 26 de noviembre de 2009 era
asesinado, bajo la misma modalidad del sicariato, un joven videoactivista de 23
años y colaborador del Comité de Víctimas contra la Impunidad de Barquisimeto
(Covicil), Mijaíl Martínez. Mijaíl era hijo de Víctor Martínez, fundador en la
región del movimiento bolivariano e indoblegable en la denuncia de los abusos
policiales y militares contra los sectores populares. Las acusaciones de Víctor
no fueron denunciadas sino que, paradójicamente, motivaron su expulsión del
Movimiento V República y su inhabilitación política. El asesinato de Mijaíl era
un mensaje tanto a las denuncias del padre como al trabajo de organización
popular promovido por el Covicil. Cuando esto se escribe el asesinato de Mijaíl
Martínez se mantiene impune.
Ante la ausencia de celeridad en las instancias locales de
los casos de luchadores sociales asesinados,
han tenido que comenzar a llevarse ante el Sistema Internacional de
Protección a los Derechos Humanos en la búsqueda de justicia. Es el ejemplo de
Joe Castillo, asesinado el 27 de agosto de 2003 en Machiques, municipio Perijá
del estado Zulia. Castillo era abogado y Coordinador General de la Oficina de
Acción Social y Derechos Humanos del Vicariato Apostólico de Machiques, cuyo
trabajo estaba orientado a los pueblos indígenas y personas refugiadas ,
orientación legal a víctimas del conflicto colombiano, así como apoyo legal a
los campesinos vinculados con los procesos de recuperación de tierras. Un mes
antes del crímen Castillo había renunciado a su trabajo y hacía trámites para
mudarse al centro del país. En el ataque realizado por una pareja de
motorizados, fueron heridos su esposa y su hija. En noviembre de 2012 la Corte
Interamericana comenzó a deliberar si existía impunidad estatal y omisión de
los órganos de administración de justicia en la investigación del atentado Joe Castillo,
ante la ausencia de responsables materiales e intelectuales del hecho.
Como ya es noticia el pasado 03 de marzo, el cacique yukpa y
defensor de los derechos humanos de los pueblos indígenas Sabino Romero fue
asesinado en la Sierra de Perijá, estado Zulia, en horas de la noche, cuando
transitaba por la carretera del Tokuko, rumbo a un evento electoral. Su esposa
Lucía también fue herida por el ataque de los sicarios. Romero se convirtió en
una figura pública a partir del año 2003, fecha del anunció de la triplicación
de la explotación carbonífera en la Sierra del Perijá, tras lo cual convocó a
las comunidades del Rio Yaza a resistirse al proyecto que los desplazaría de
sus territorios. Sabino encabezó la acción de comunidades yukpas para hacer
efectiva la demarcación y entrega de tierras indígenas, como lo establece la
Constitución, para lo cual ocupaba fincas ganaderas asentadas sobre territorios
originarios. Sabino fue centro de una campaña de criminalización en su contra
realizada por ganaderos, medios de comunicación regionales así como por
medianos y altos funcionarios gubernamentales. El líder indígena había
denunciado amenazas de muerte en su contra, las cuales no fueron investigadas
diligentemente por las instituciones estatales. ¿El asesinato de Sabino romperá
el círculo de impunidad que rodea a los asesinatos de luchadores populares en
los últimos años?
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