Capi Vidal
La muerte de Chávez lleva, una vez más, a lo que considero
debates estériles en los que chavistas y antichavistas polarizan la cuestión de
manera caricaturesca y lamentable. Recuerdo a un compañero de trabajo
venezolano, alguien no excesivamente conservador y con cierta cultura, con el
que era imposible hablar sobre Chávez adoptando una posición previa pobremente
absolutista; para él, todo lo que rodeaba al dirigente venezolano era falaz, un
fraude. Otros compatriotas suyos afincados en España, más ponderados,
reconocían al menos que sobre el papel los proyectos sociales de Chávez estaban
muy bien, pero la cosa acababa siendo obstaculizada en la práctica. Diré, en
primer lugar, en un análisis más bien superficial y tratando de no ser nunca
visceral, que me interesa saber antes que nada si en determinado sistema la
gente vive mejor, especialmente los más humildes y, por supuesto, que el
bienestar de una clase no sea a costa de otra como ocurre en nuestro sistema
económico globalizado. Dejando claro que el personaje Hugo Chávez me era
detestable (y la palabra Caudillo, me da la impresión, se ajusta muy bien a ese
intolerable y enajenante culto a la personalidad que tienen los regímenes
estatistas), siendo justos, tampoco puedo hacer a nivel personal un juicio
definitivo sobre su gestión.
Por otros venezolanos que conozco, algunos muy progresistas
y, insisto, nada viscerales, la información que tengo es que su retórica
revolucionaria se traduce en poca transformación real, la democracia de base es
solo de boquilla (el control estatal es grande) y al final solo han cambiado
los actores económicos para convertirse Venezuela en otra pieza más del
capitalismo mundial. Si lo que predican en parte ciertos regímenes,
presuntamente socialistas, fuera cierto la tendencia sería hacia menos
centralización estatal y mayor autogestión social y política (y no parece que
eso sea así, más bien todo lo contrario). Lo que sí parece cierto es que la
delincuencia es intolerable, y no se trata de algo producto de la necesidad,
sino de la corrupción institucional (insisto, me comenta gente que vive allí,
no es algo que yo haya simplemente leído). A pesar de todo esto, y es algo que
se olvida con facilidad para favorecer a unos u a otros en el poder, en todo
sistema hay cosas buenas y malas, y de ahí que se juegue tanto con los datos
hacia un lado o hacia otro; es increíble, y bien triste, la tendencia del ser
humano hacia el rechazo o la adhesión incondicional.
Lo que tampoco parece verdad es que aquello tienda a ser una
dictadura comunista, tal y como dicen los más conservadores y reaccionarios, a
pesar de sus muy sospechosas simpatías hacia el régimen castrista o sus buenas
relaciones con el iraní. En un análisis más profundo, desde una óptica
socialista y libertaria, creo que la gestión de Chávez (iba a decir el "régimen", pero tal
vez no sea justo) está más que influenciada por la perversión de la izquierda,
al menos, desde los año 60 con su definitiva militarización y su insistencia en
fórmulas estatistas más que fracasadas. Los llamados gobierno de
"izquierda" parecen realizar un importante papel en la perpetuación
del capitalismo, y da la impresión de estar comprendiéndose, al menos en
ciertos movimientos, de manera esperanzadora; la cara amable y progresista de
un Estado no parece atenuar la intolerable acumulación del capital ni palia de
manera significativa la lucha de clases. El sociólogo Rafael Uzcátegui, en su
importante obra Venezuela: la revolución como espectáculo, concluye que la
solidaridad ciega con una figura como Chávez es un síntoma de la crisis en las
ideas revolucionarias.
Otros estudios, como "De silencios y complicidades: la
izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales", de Pablo Dávalos,
llaman la atención sobre esos cambios constitucionales, realizados por
gobiernos supuestamente progresistas en la región latinoamericana, que quieren
ser vistos como una introducción a ciertos procesos históricos, mientras que en
realidad consolidan y ratifican al liberalismo político y económico,
clausurando con ello las propuestas libertarias de los pueblos. Es seguro que
para el cambio social, sean cuales fueren nuestras simpatías, son necesarios el
debate, la crítica y la pluralidad, y cierta izquierda latinoamericana parece
negarlo desde el poder. Otro libro, Territorios en resistencia, de Raul
Zibechi, también llama la atención sobre el tránsito hacia nuevas formas de
dominación, y poco importa que se haga desde fuerzas que se denominan de
izquierda. Zibechi considera que no es casualidad que estas nuevas formas de
gobernar se estén dando en ciertos países (Venezuela, Argentina, Bolivia,
Ecuador…) que poseen desde los años 70 una importante movilización y
resistencia a la imposición de políticas neoliberales. Esas mismas prácticas y
experiencias también fueron enseñando al poder que esos movimientos no pueden
ser derrotados solo con la represión (si exceptuamos, claro está, el completo
exterminio); por ello, desde dentro de la izquierda, gracias a determinados
actores, como los partidos políticos y las ONG, se acaba quebrando y cooptando
a los referentes individuales o colectivos de esos movimientos en origen
autónomos. Los gobiernos progresistas se convierten en los más capaces para
anular el carácter antisistema y transformador de los movimientos.
El comunicado que realizaron los compañeros de El
libertario, tras la muerte de Chávez y reclamando la autonomía los movimientos
sociales, nos puede también acercar al asunto. Se recuerda el caudillismo, el
grotesco culto a la personalidad, el nacimiento de la burguesía
"bolivariana" y la corrupción , y ello sin olvidar la crítica a la
oposición de derecha y socialdemócrata. El cuadro que se describe no es muy
halagüeño: "…inflación desbocada, creciente desempleo y precariedad
ocupacional, devaluación monetaria, espantosa inseguridad personal, crisis en
los servicios de agua y electricidad, educación y salud por los suelos, falta
de viviendas, obras públicas obsoletas o en ejecución atropellada, atención
sólo demagógica para las extremas carencias de los más necesitados". Los
libertarios reclaman, como no puede ser de otra manera, autonomía en la lucha social,
democracia desde abajo, capacidad de autogestión y, en definitiva, dar sentido
a las palabra libertad e igualdad sin el obstáculo de ninguna clase mediadora.
Esta profundización y comprensión, en las maneras de
gobernar y en los movimientos y
cuestiones sociales, es más que necesaria, en cualquier caso. A otro nivel, y
observando la innumerables opiniones viscerales sobre la llamada
"revolución bolivariana", lo que también debería hacernos reflexionar
es la imposibilidad de tener en la distancia una opinión definitiva; ello, a
pesar de los numerosos enlaces que se quieran aportar (hay mucho intelectual
"progresista" que parece seguir confundiendo los deseos con la
realidad, por mucho prestigio que tenga; es el caso de Chomsky o de Galeano), y
teniendo en cuenta esta odiosa tendencia nuestra a buscar confirmación de lo
que ya pensamos o deseamos. No es de recibo despreciar una información, solo
porque venga de determinada gente o de ciertos medios, cuando se acepta
acríticamente todo lo que favorezca una
visión de la realidad más que cuestionable. En el caso de Chávez, mientras unos
hablaban de un dirigente que estaba adoptando medidas para perpetuarse en el
poder, con una progresiva concentración de poder (se habla incluso de una nula
separación de poderes, aunque no sé si existe tal cosa en algún Estado), con la
persecución de opositores y con el cierre de medios no afines, otros aseguraban
que se trataba de un demócrata convencido que confiaba en que el pueblo
eligiese continuamente y que se preocupaba por los más desfavorecidos; ¿cuál es
la verdad? Tal vez es tan sencillo como utilizar una balanza y ver hacia donde
se desborda el asunto. Otro ejemplo más de un mundo en el que fluye la
información y, paradójicamente, no podemos estar más desinformados y enajenados
sin contacto con la realidad en demasiados casos. Volviendo a un juicio (más
bien, leve) sobre la gestión de Chávez, considero que vivimos en un sistema
capitalista globalizado, con tantos problemas y tantos excluidos, que me da la
impresión de que muchos tratan de aferrarse a cualquier cosa que parezca más
humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.