Miguel Arencibia
Daupés
[Tomado de
COMPENDIO, Boletín electrónico de la Red Observatorio Crítico de Cuba, edición
del 12/12/2012, accesible en
http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com.]
Marino, contando
con la visa por tres meses de Canadá, que ya iba corriendo, me solicitó
tramitara con el Banco Central la comunicación a Migración y Extranjería de su
anuencia al viaje para reencontrarse con su hijo y nuera, así como conocer a
sus nietos. Hacía dos años que Marino se había jubilado de nuestro centro como
jefe de Servicios Internos. Cumplí ipso facto su pedido y empezaron a decursar
los días y desgastarse la visa sin que los denodados esfuerzos de ambos
produjeran resultado alguno. Marino pudo salir porque –demasiado “araña para
caerse de la pared”- utilizó la vía y contactos personales en el primer nivel
de dirección de otro organismo. Marino fue y regresó. El BCC no se pronunció
jamás.
Algo parecido le
pasó a Alicia, técnico medio en Informática de una institución cubana, a quien
su padre la había invitado a convivir y laborar junto a él durante un año en
México. La chica cansada de no recibir autorización dejó su trabajo allí y –sin
vínculo laboral alguno- dos años después pudo salir hacia México; cuando su
progenitor ya estaba en otro país y no les era factible la temporal
reunificación.
Amanda terminó
su carrera de Medicina pero por equis razones no pudo ingresar en un curso de
la especialidad que deseaba. Con más de doce años de ejercicio, un día le llegó
la oportunidad de contratarse en otro país, ganar mucho más y lograr la
especialidad anhelada. Negativa absoluta a su solicitud de liberación aunque
fuera relativamente mediata. Renunció y ya va alcanzando los cinco años que el
MINSAP tiene estrictamente regulado para todos los casos migratorios.
A Onel me lo
encontré “taxiando por la izquierda” en el aeropuerto de La Habana. Por haberse
desempeñado como uno de los ingenieros responsables de la inversión estatal de
ACINOX-Tunas, ejecutada por la firma italiana Danielli, donde no hubo secretos
ni problemas algunos. El ministro del ramo lo condenó a dos años de separación
de su esposa y dos hijos, todos alemanes, que habían regresado a la Alemania ya
unificada. Aún cargo con la sensación que me dejaron su ira e impotencia, y la
honda tristeza de la final mirada con que me despidiera aquella tarde.
El caso de la
doctora Hilda Molina tuvo resonancia internacional, ya que la negativa por
parte de la dirigencia del país a que viajara a Argentina a reunirse con su
hijo, nuera y nietos no conocidos por ella, se alargó por más de diez años y
hasta llegó a causar fricciones entre Kirchner y Fidel Castro en el marco de la
última cumbre iberoamericana a la que asistió el gobernante cubano.
Pudiera escribir
durante mucho tiempo sobre casos similares que han acogotado a la mayoría de
los más de dos millones de cubanos radicados en alguno de los 140 países por
los que se encuentran hoy diseminados o de los cientos de miles que desean
simplemente un viaje temporal. Muchísimos de los que han alcanzado esto último,
después de innumerables obstáculos y de infinitas humillaciones debido a los
infernales mecanismos migratorios cubanos, han optado por el no regreso.
Vox populi es
que “al pájaro se le reconoce por su cag… (excrecencia). Los mecanismos de
deportación de los ciudadanos cubanos son de las mismas heces del despotismo
español que sentó sus reales en Cuba durante la colonia. No importa que Cuba
sea signataria de la carta de los Derechos Humanos de la ONU, ni siquiera que
refrendara a principios del
2008 su adhesión a ésta con la firma de los Pactos Económicos, Políticos y
Sociales que la respaldan.
La condición de archipiélago de Cuba permite al
dictatorial gobierno, sin referéndum popular alguno ni tan siquiera a derechas
previa consulta con el supuesto órgano legislativo principal, la Asamblea
Nacional del Poder Popular, imponer unas modificaciones a las regulaciones
migratorias que dejan incólume gran parte del estatus carcelario y de un especial
destierro, fuera del ámbito de soberanía de los ejecutores.
La llamada
Tarjeta Blanca (documento para el permiso de salida) y la carta de invitación
son eliminadas pero, de todas formas e improcedentemente se mantiene el
inobviable permiso de la burocracia, ahora, para lograr el pasaporte y, por
ende, la autorización de salida por viaje (sin determinar tiempo del trámite) o
para radicación en el exterior (hasta 5 y 3 años desde la fecha de solicitud;
según sean cuadros, profesionales y atletas o técnicos medios,
respectivamente). Ello, tiene amplia
consecuencia y extensión debido a la continuidad en Cuba de un modelo
monopolista estatal, donde el noventa y tanto por ciento de los trabajadores y
hasta de los jubilados siguen encadenados al burocrático Estado. Esperemos las
listas de cargos y especialidades que determinará el Consejo de Ministros…y
veremos.
Los señalados
términos de autorización, aún cuando se exprese que pueden disminuirse, se ha
comprobado por décadas que la burocracia los aplica en su máxima extensión como
una especie de penalidad hacia la clase de gente que pretende “desertar”.
Aunque después ésta sea la de aquellos que contribuyen en los casi o más de dos
mil millones de USD de remesas que recibe anualmente el país (de ahí el chiste
popular de que en vez de llamarle clase traidora se les pida: “trae-dollars”).
Sin embargo,
esas mismas personas siguen sin derechos de verdaderos ciudadanos de una nación
en que nacieron, y ello por obra y desgracia del autoempoderado grupúsculo que
tomó derechos vitalicios de propiedad sobre Cuba. Así “los emigrados” solo
pueden venir por 90 días, y por seis meses los cubanos “no quedados” pero con
permiso de residencia en el
exterior (y, de hecho, excluidos de residir aquí). Salvo prórrogas a que pueda
a-venirse la autoridad “por motivos justificados”, donde no cabe el lógico y
natural libre albedrío de los ciudadanos.
Por otra parte,
aunque se aumenta hasta 24 meses, se mantiene limitado el tiempo de
autorización para permanecer en el exterior. Estableciéndose la posibilidad de
otorgarse prórroga también por “causas justificadas” pero con la obligación del
pago de un arancel consular cada mes que exceda los 24 meses . O sea que hay
que pagar para ser readmitido en el propio país, sopena en caso contrario de
ser declarado emigrado (desterrado) el ciudadano.
¿Dónde quedó
aquello de la Convención de Derechos humanos signada por Cuba cuyo artículo 13
apartado 2 declara: “.Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país,
incluso el propio, y a regresar a su país. “ Aquí, los mandamases se arrogaron
la facultad de otorgar casuísticamente ese derecho.
Pero hay más y
peor. Lo que no pueden los cubanos lo pueden los extranjeros. Aquellos que sean
“residentes inmobiliarios” (compradores de lo que del país está vendiendo la
gerontocracia) quedan agraciados con la posibilidad de permanecer en el
territorio nacional por todo un año, término siempre prorrogable por períodos
sucesivos de igual tiempo (¡¿!?).
¡Ah! Y las
causas tanto para impedir la salida del país (lo mismo por radicación que por
simple viaje, así como para negar la entrada a un ciudadano cubano, aún a los
no “emigrados”) van más allá de lo usual para cualquier otro nación del mundo;
salvo Corea del Norte, la otra mazmorra en el orbe.
Solo hay que
fijarse en una de esas causas para impedir el regreso de un viajero cubano:
“Organizar, estimular, realizar o participar en acciones hostiles contra los
fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado cubano”. Sería
interesante saber qué tribunal declarará oficialmente la acción hostil
reprobable y como responsable al supuesto comisor. Estoy seguro que seguirá
dispuesto únicamente por la manu militari de “alguienes” del MININT, MINFAR o
del PCC (que, con collares distintos, son un mismo can).
Por ello y otros
tópicos escabrosos, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la
Sra. Navi Pillay, se ha visto compelida a enfatizar que “Cuba sigue cerrada a
la supervisión internacional sobre la promoción y protección de los derechos
humanos”.
Para muestra, un
botón: contundente ejemplo de respuesta a cómo los sectores populares y sobre
todo juveniles ven las modificaciones migratorias y qué esperanza pueden tener
respecto a su funcionamiento la han dado los cuatro futbolistas y el sicólogo
del equipo nacional categoría sub-23, que “desertaron” en Canadá posteriormente
a su publicación.
Cuando Fidel
Castro, en discurso de enero de 1959, se lamentó de los miles de cubanos que
emigraban no previó (o no le importó) que el castramiento económico, político y
social que determinaría implantar en Cuba como sistema lanzaría al exilio a
millones ni que el 70% de la juventud cubana llegaría a tener como sueño
principal un futuro fuera de su país. Según el escritor cubano Leonardo Padura
porque "la generación de menores de 30 años entiende la vida de una manera
diferente a como la plantea la retórica del discurso cubano".
Pero no solo es
la juventud la única frustrada. Como señaló recientemente el prestigioso
cineasta cubano Juan Carlos Tabío "…los cubanos sufren un desgaste para
sobrevivir que les resta una posibilidad de crecer espiritualmente. Es una
tragedia cómo las personas se ven atrapadas por la vida diaria".
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