Redacción EL Libertario
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En el perenne espectáculo electoral que
ha sido norma en tiempos recientes para Venezuela, 2012 pasará como un peculiar
año donde el show de los comicios presentó primero a la atracción principal (la
presidencial del 7-0), quedando para después los figurantes de relleno, que
dejarán ver sus modestas gracias en las elecciones para gobernadores de estado
e integrantes de consejos legislativos regionales del 16-D. Prosigue así, sin
pausas y hasta con prisas, el libreto de hipnótica electoralización con el cual
los poderes autoritarios del Estado y el Capital han sometido a las mayorías
oprimidas del país y a sus esfuerzos por recorrer un rumbo autónomo de lucha
por sus reivindicaciones. De hecho, si por algo deben congratularse esos
poderes, es por el modo como han venido relegitimando a la democracia
representativa y a sus mecanismos electorales, que lucían tan agotados para la
década de 1990.
Los
tahúres y su juego
Chávez resultó victorioso y ello no
sorprende. El embeleso por el caudillo populista que logró construir fuertes
enlaces emocionales con un importante sector popular sigue en lo esencial
vigente. Además, contó tanto con el uso extremadamente ventajista de los
recursos del aparato del Estado como con una campaña propagandística
abrumadora, orientada de lleno en lo emocional (su slogan central: «Chávez,
corazón de la patria»), haciendo uso de la afinidad afectiva
en razón a la enfermedad del candidato/comandante, del temor a la pérdida de
prometidas o tangibles dádivas oficiales en caso de derrota, y, por
consiguiente, reforzando la así llamada “economía del voto”, que encallejona a
los votantes entre dos opciones (la polarización), donde ambos sectores basan
su legitimidad en el capital electoral resultante de descartar y minimizar
cualquier opción diferente, en una contienda donde ellos definen las reglas y a
los demás solo nos cabe rol de comparsa.
Chávez venció en 21 de 23 estados (menos
Mérida y Táchira). Pierde en siete de las ocho urbes con más de 500.000
habitantes, salvo Ciudad Guayana. Gana en casi todas las demás ciudades y áreas
rurales. Tal victoria es por cierto bastante menos convincente a la lograda en
2006, dejando abiertas interrogantes no sólo con respecto a la ronda electoral
decembrina, sino también en lo puede ser el escenario de luchas y
movilizaciones sociales. Como se registra en el cuadro anexo, aún cuando Chávez
eleva su cifra absoluta de votos, disminuye porcentualmente, mientras el
candidato apoyado por la oposición de derecha y socialdemócrata aumenta
significativamente en ambos aspectos. Además, al gobierno le resultan cada vez
más costosos esta clase de éxitos electorales, alcanzados en un marco de
dispendio financiero, corrupción y clientelismo de tal escala que ni siquiera la
enorme renta petrolera podrá soportar (ver el esclarecedor artículo de J.C.
Jiménez en
periodicoellibertario.blogspot.com/2012/10/para-el-debate-lo-peor-que-le-paso.html).
Paradójicamente, una razón muy importante
del reciente éxito presidencial oficialista puede tornarse en problema
principal para las candidaturas regionales chavistas: lo que podría llamarse
carisma de Chávez es intransferible a esos candidatos, cuyo éxito depende en
buena medida de hacer al propio Comandante protagonista de la campaña, cosa muy
difícil ahora debido a su delicado estado de salud. Por si fuera poco, la
designación por orden presidencial de los candidatos bolivarianos a las 23
gobernaciones -evidencia de que este autodenominado proceso solo va hacia más
caudillismo- será un plomo en el ala para esos aspirantes “revolucionarios”,
enfrentados a opositores que en la mayoría de casos tienen barniz de
legitimidad al ganar la candidatura en una primaria regional previa. Ratificando
lo anterior, tenemos lo dicho por las mismas empresas encuestadoras que
pronosticaron los resultados del 7-O en términos bastante aproximados: afirman
que para las elecciones del 16-D la situación será diferente, siendo el sector
opositor quien tendría más oportunidades de conquistar cargos mediante el voto
popular.
Por el lado de la oposición electoral, no
se cumplieron las ilusiones triunfalistas que buena parte de ella expresaba en
las semanas previas al acto comicial, convertidas en los días posteriores a la
derrota en expresiones verbales o escritas donde lo que preocupa más no es la
depresión que en algunos causó la derrota, sino como otros dejaron ver un
desprecio semi-racista hacia los sectores populares que rechazaron su cuento,
por no hablar de quienes denuncian lo fraudulento de un sistema electoral que
hasta el 7-0 presentaban como «el único camino».
Al momento de escribir estas líneas, el reto para sus dirigentes es entonces
superar ese ánimo entre sus decepcionadas huestes, alentándoles con la
expectativa de mejores resultados en diciembre, dado que mucho del caudal
electoral de Chávez mermará a la hora de transferirse al chavismo regional, que
se verá afectado tanto por el “voto-castigo”, sancionador del inepto desempeño
burocrático, como porque su culto a la personalidad del caudillo frena el
desarrollo de liderazgos locales movilizadores del electorado.
¿Qué
decir desde la perspectiva anarquista?
Para nuestro colectivo, es importante
puntualizar algunos detalles:
1) La población electoralmente apta de
Venezuela se distribuye entre tres grandes minorías: votante a favor del
gobierno, votante por la oposición, no votante. En las elecciones de la era
Chávez, ninguna de ellas supera o ha superado por si sola a la suma de las
otras dos.
2) el conjunto abstención + votos nulos
(20,86 %) en 2012 es menos que la misma
suma (26,32 %) en los comicios de 2006. Ha sido la más baja entre los torneos
electorales en que ha participado Chávez, pero aún es mayor a lo que era
habitual en elecciones generales de las décadas de 1960, 70 y 80. Agréguese
que, según estimaciones oficiales, hay en 2012 unas 800.000 personas aptas para
votar que no se han registrado para hacerlo.
3) Como anarquistas, siendo coherentes
con nuestro ideal político-social y con nuestra propuesta ante la realidad
nacional, hemos llamado a la abstención activa frente a torneos electorales
que, en esencia, han sido mecanismos para controlar y liquidar la movilización
social autónoma.
4)
Perseveraremos en esa orientación pues, pese al abrumador chantaje electoral de
estos meses, al menos una de cada cinco personas no participa de ese montaje
tramposo, lo cual nos da un espacio-base de actuación importante. Igualmente,
han seguido haciéndose presentes muchas movilizaciones colectivas ajenas al
libreto que desean imponer el Estado y el Capital (ver todos los ejemplos que
se asientan en nuestro blog periodicoellibertario.blogspot.com y en
www.derechos.org.ve), seña cierta de que está latente esa búsqueda de autonomía
para las luchas sociales que promovemos y respaldamos.
Comparación elecciones presidenciales
2006 – 2012
|
2006
|
(%)
|
2012
|
(%)
|
Electores
registrados
|
15.784.777
|
(100)
|
18.606.798
|
(100)
|
No votantes o
abstención
|
3.994.380
|
(25,3)
|
3.596.214
|
(19,33)
|
Votos nulos
|
160.245
|
(1,02)
|
284.899
|
(1,53)
|
Votos válidos
|
11.630.152
|
|
14.725.685
|
|
Votos Chávez
|
7.309.080
|
(46,3)
|
8.136.964
|
(43,73)
|
Votos opositor
|
4.292.466
|
(27,19)
|
6.499.575
|
(34,93)
|
Diferencia
Chávez/opos.
|
3.016.614
|
|
1.637.389
|
|
Otros
candidatos
|
28.606
|
(0,18)
|
89.146
|
(0,48)
|
(cifras oficiales CNE, ver www.cne.gob.ve)
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