Dos años en
Rusia
Diez artículos
publicados en The World por Emma Goldman
Tomado de la
Revista quincenal New York 1923
Traducidos y
editado por AURORA
Pequeña
biblioteca calamvs scriptorivs
Barcelona 1978
Entre los que
yo deseaba ver cuando llegué a Rusia en enero de 1920, era Pedro Alexeivitch
Kropotkin. Inmediatamente averigüé la manera
de encontrarlo. Me informaron que el único medio que ería cuando fuese a
Moscow, debio al hecho que Kropotkin vivía en Dmitroff, una pequeña aldea a
unas 60 versts de distancia de la ciudad. Debido al país estar tan desvastado
por la guerra, no me quedó otro recurso que esperar a una oportunidad de ir a Moscow, pero afortunadamente
pronto se me presentó una oportunidad.
A principios de marzo varios comunistas
prominentes fueron a Moscow,entre ellos Radek y Gorky, y me permitieron ir en
su mismo coche. Cuando llegue a Moscow, procuré medios de llegar a Dmitroff
pero volví a encontrar obstáculos. Me enteré que era casi imposible viajar. El
tifus estaba en su apogeo y las estaciones de ferrocarriles estaban agotadas de
gentes que esperaban semanas enteras por trenes. Cuando aparecía un tren se
trataba de una lucha por la posesión de una pulgada de espacios en los vagones.
Quinientas personas se aglomeraban en un vagón que tenía capacidad tan sólo
para cincuenta. Hambrientos y cansados se subían hasta el techo de los vagones
in preocuparse del frío intenso, y del peligro de caerse, no había un viaje que
no contase con varias víctimas que perecían heladas. Yo estaba desalentada pues
había oído de que Kropotkine se estaba encontraba enfermo y temía que no
viviese hasta la primavera; no me
atrevía a pedir un carro especial ni podía reunir la suficiente energía para ir
en la forma ordinaria. Una circunstancia inesperada me vino a sacar del dilema.
El editor del Diario Herald de Londres, acompañado de unos de sus
corresponsales me había precedido en Moscow. También los que querían visitar a
Kropotkin, y se les había otorgado un carro especial. Junto con Alejandro
Perkman y A. Shapiro pude reunirme con el Sr. Lansbury y hacer el viaje a salvo.
La casa de Campo de Kropotkin estaba situada
detrás de un jardín a poca distancia de la calle; en la oscuridad de la noche se notaba tan sólo la opaca luz
de una lámpara de petróleo que alumbraba el camino hacia la casa. Luego me
enteré que el petróleo estaba escaso en casa de Kropotkin y que era necesario economizarlo.
Después de que Pedro hacía su trabajo diario, la misma lámpara tenía que ser
usada en la sala donde se reunía la familia en la noche. Fuimos muy bien
recibidos por Sofía Kropotkin y su hija, quienes nos condujeron a la habitación donde estaba el gran
hombre.
La última vez que le había visto fue en 1907 en París, después del
Congreso Anarquista de Ámsterdam. Kropotkin que por muchos años se le había prohibido la entrada a
Francia, acababa de recibir permiso para volver. En aquel tiempo tenía ya
sesenta y cinco años, pero
aparentaba tan lleno de vida y estaba aun tan alerta, que parecía mucho más joven.
Fue de gran inspiración para todos los que tuvimos la fortuna de tener algún
contacto con él. Nadie podía creer que Pedro Alexivitch fuese viejo, pero no
sucedió así en marzo de 1920. Me sorprendí de su transformación, estaba
enflaquecido, extenuado. Nos recibió con su característica gracia. Desde un
principio comprendimos que nuestra visita no podría ser satisfactoria; Pedro no
podría hablar con franqueza en presencia de dos desconocidos y más siendo
corresponsales. Después de una conversación general, rogamos a la Sra. Kropotkin y
Sasha que entretuvieran a los
visitantes ingleses mientras nosotros hablábamos en idioma ruso con Kropotkin.
Además de mi interés en su salud, estaba también muy deseosa de recibir de él
alguna luz sobre asuntos de importancia que ya comenzaba a perturbar mi mente, la relación del Bolchevique con la revolución; los métodos despóticos que,
según me aseguraban habían sido impuestos a los gobernantes por la intervención
y el bloqueo. ¿Qué pensaba Kropotkin de esto y cómo explicaría su largo
silencio?
No he hecho nota alguna de nuestra conversación y daré tan sólo la
esencia de ella. Esta fue al efecto de que la Revolución Rusa llevó al pueblo a
una gran altura y había empavonado el camino hacia grandes cambios sociales. Si
entonces se le permitiera utilizar al pueblo sus energías, Rusia no estaría
ahora en situación tan arruinada.
Los Bolsheviques que fueron empujados al frente por la ola
revolucionaria, pusieron atención en un principio a los cantos revolucionarios
del pueblo, y en esta forma ganaron la confianza de las masas y la ayuda de los
militares revolucionarios.
A principios de octubre los Bolsheviques empezaron subordinar el
interés de la revolución a la edificación de la dictadura, y esto paralizo toda
actividad social. Kropotkin se refería a la Co-operativa como el medio
principal que en su opinión, podría unir los intereses del campesino con los de
los trabajadores. Pero estas
co-operativas
fueron las primeras que se destruyeron. Habló acaloradamente de la depresión,
persecución y cruel acecho de cualquier sombra política u opinión. Sobre todo
estaba más firme contra el gobierno Bolshevique por haber desacreditado así al
Socialismo y el Comunismo ante el pueblo ruso.
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