Por: Miguel Cabrera
Conocido el doloroso evento ocurrido en la refinería Amuay,
además del silencio del Presidente Chávez que duró casi 33 horas, se produjo
otro, un poco más corto, pero silencio al fin y al cabo, el del candidato de la MUD Henrique
Capriles, quien hubo de tomarse un tiempo para hilvanar un discurso que le
sirviera a sus intereses electorales.
Dos asuntos interesaban y explicaban el silencio del
“candidato del progreso”. El primero y más importante, era cómo sacar ventaja
de la situación, sin que sus declaraciones sonaran altisonantes en medio de la
congoja que afectaba a la población, que en vez de sumarle, le restara votos. Y
la segunda, aprovechar la oportunidad que le presentaba el accidente, para
intentar lavarle la cara a quienes junto con él se confabularon en el 2002,
para paralizar al país y sabotear la industria petrolera, como instrumentos
desestabilizadores que forzaran la caída del gobierno del Presidente Chávez.
De allí, que todas sus declaraciones fuesen dosificadas,
para lograr esos innobles propósitos. El guión típico que utilizan los
mandatarios de los países de las economías de mercado, fueron seguidos al pie
de la letra por el aspirante a la
Silla de Miraflores, quien en una primera declaración,
exclusivamente se lamentó de las pérdidas humanas e invitó a todos los
venezolanos a unir esfuerzos sin distingos de colores políticos para
sobreponerse a la tragedia.
Horas más tarde, sintiendo que el ambiente político mejoraba
a su favor, esbozó la idea de reclamar una investigación exhaustiva que
determinara las responsabilidades. Y cuando supo que los líderes del
sindicalismo autónomo y clasista, José Bodas, Iván Freites, Fran Luna,
integrantes de la corriente sindical C-cura que lidera Orlando Chirino, ya
habían puesto el dedo en la llaga denunciando que la explosión se explicaba
esencialmente por la falta de mantenimiento e inversión en las plantas,
entonces recién el caudillo de la
MUD secundó la denuncia y los voceros de la MUD empezaron a hacer aparecer
los estudios, análisis e investigaciones que señalaban que efectivamente el
gobierno y la administración de Pdvsa con Rafael Ramírez a la cabeza, poco o
nada habían hecho para garantizar condiciones adecuadas de seguridad a quienes
laboran, protegen y circundan la industria petrolera.
“Step by step”, como dirían los gringos, el “candidato del
progreso” midió sus declaraciones, sin jugarse nunca a colocarse en la acera de
las víctimas, de responsabilizar al gobierno y mucho menos a exigir el juicio y
castigo a quienes en Pdvsa incumplieron la misión de minimizar los riesgos.
También esperó a que fueran los dirigentes sindicales de verdad, aquellos que
no se callan nada para defender a los trabajadores como José Bodas y Orlando
Chirino, quienes se expusieran y se jugaran su prestigio al señalar al gobierno
como responsable y exigir la renuncia inmediata de Rafael Ramírez. Queda claro
que la valentía política no es uno de las virtudes del candidato de la MUD
Hipocresía, falsedad y perversidad
Cuando el gobierno se encontraba totalmente acorralado,
Henrique Capriles, los voceros de la
MUD y sus patrocinadores se jugaron la última carta al
incorporar a la batalla política otro componente, por demás hipócrita, falso y
perverso, al asegurar que el accidente no hubiese ocurrido si Pdvsa aún contara
en su nómina con el personal que quedó por fuera de la industria luego del
fracasado lockout patronal que se inició en diciembre de 2002 y finalizó 63
días después en los primeros días de febrero de 2003.
Hipócrita por cuanto los partidos políticos y sus dirigentes
que hoy configuran la MUD
abandonaron a los 20 mil petroleros, entre ellos una buena cantidad de técnicos
y especialistas, a su propia suerte, una vez que la alta meritocracia lograra
el perdón presidencial, cobraran sus indemnizaciones de rigor que hoy les
permiten vivir y disfrutar cómodamente en las playas y los paraísos fiscales
del Caribe.
Falsa, en tanto que quieren ocultar que los petroleros que
no acataron el paro patronal convocado por Fedecámaras y la meritocracia
punto-fijista al frente de Pdvsa en 2002, fueron capaces de poner en pie la
compleja industria petrolera y levantar la producción luego del golpe artero provocado
por los patronos y la burocracia sindical enquistada en la CTV. Es gracias a esos
ejemplares trabajadores, técnicos y empleados que defendieron la industria en
el 2002, que hoy Pdvsa logra sobrevivir a pesar de la burocracia, la corrupción
y los planes de entrega del gobierno del Presidente Chávez de nuestro principal
recurso a las multinacionales, bajo la figura de las empresas mixtas.
Y perversa, porque pretenden revisar la historia, intentando
sembrar la idea de que quienes paralizaron la industria y/o acataron el llamado
de los empresarios y los gobiernos foráneos en diciembre de 2002, actuaron
correctamente, cuando es todo lo contrario. Los petroleros, técnicos y
empleados que pararon en el 2002 actuaron en contra de los intereses de la mayoría
de la población, y por esa razón hoy no están en la industria. Otra cosa es que
se defienda el derecho a que la
Empresa y el Estado les paguen las prestaciones sociales a
que tienen derecho.
Como era de esperarse, esta pretendida trampa de la MUD y de su candidato en
contra de la historia reciente de la nación, no hizo pie. Para fortuna, al país
le ha quedado suficientemente claro que los promotores de las acciones
anti-nacionales del 2002 no tienen cabida en la historia como héroes de la
nación, sino como criminales, que algún día deberán sentarse en el banquillo de
los acusados.
¿Interpelar a Ramírez o exigir su renuncia?
Sólo al tercer día de ocurrida la tragedia, los diputados de
la MUD intentaron
más con fines publicitarios que reales, llevar la discusión a la Asamblea para solicitar
la interpelación del ministro Rafael Ramírez. Y cómo era obvio, la bancada
oficialista comandada por Diosdado Cabello, se opuso, como se ha opuesto a
cualquier investigación que ponga en riesgo la imagen o gestión gubernamental.
Pero más allá de esta obviedad, lo importante a destacar es
que los diputados opositores que se inscriben en el marco de la MUD , sólo han querido dejar
constancia política que en teoría estarían dispuestos a realizar el debate en
el seno de la Asamblea
Nacional , a través de una interpelación. Sólo que es
artilugio para eludir el reclamo que crece entre los petroleros y las
comunidades afectadas por la explosión, que con justificadas razones hoy dicen
que a Rafael Ramírez y a los directivos de la estatal petrolera les sale
cárcel, por negligencia criminal, contemplada en el articulado de la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (Lopcymat).
Definitivamente a la
MUD , sus partidos políticos y sus voceros les queda muy
difícil ser intérpretes de los reclamos de la población. Tienen rabo de paja y
evitarán con sobradas razones, comprometerse con el reclamo de exigir la
renuncia de Ramírez y castigo a los responsables de la tragedia de Amuay,
porque de pronto les sale el tiro por la culata y terminen siendo arrastrados
por el torbellino de un juicio de responsabilidades por los acontecimientos de
2002 y 2003.
Al constrastar las actuaciones disimuladas, calculadas y
mezquinas de Henrique Capriles comparadas con las opiniones valientes y
honestas defendidas por Orlando Chirino -dirigente de C-cura y candidato
presidencial-, que habla con plena autoridad política y moral en defensa de los
trabajadores y las familias de las víctimas, se puede apreciar que existen años
luz de diferencia entre ellos dos, y mucho más con respecto al
candidato-Presidente Chávez que ha hecho de la estafa y la mentira la forma
privilegiada de hacer política.
Sin duda Orlando Chirino sigue marcando distancias y
haciendo historia sobre cómo es que en verdad se defienden los intereses de la
clase trabajadora y al pueblo. Respaldar electoralmente a Chirino es asegurarse
que no se pierda el voto el próximo 7 de octubre.
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