Pelao Carvallo
La masacre
En una matanza se origina el golpe
de estado parlamentario. En Marina Cue[1], una estancia en el distrito
de Curuguaty, departamento de Canindeyú, propiedad de un ex senador, Blas N. Riquelme, del partido colorado, [2] obtenida ilegalmente, se
produjo la matanza de al menos 11 campesinos ocupantes de la estancia, del
movimiento de sintierras llamada Liga Nacional de Carperos[3] y 6 policías. La prensa
calificó a los campesinos de asesinos y a los policías de héroes. Días antes la
policía, en la prensa comercial, tenía fama de ladrona, floja y violenta.
Polibandis le decían.
La prensa comercial paraguaya, de
ideología conservadora, transmitió que todo era culpa del gobierno y de la
izquierda violentista. En tanto, el relato que recogieron las organizaciones
campesinas locales, los organismos de derechos humanos y diversas personas y
organizaciones que se acercaron a la zona (en estado de sitio no declarado en
esos momentos, cercada por policía y ejército) difiere totalmente del escenario
que presenta la prensa mayoritaria: Se trataría de una matanza orquestada y
planificada por la derecha y perpetrada por parte de la misma policía. La orden
de intervenir policialmente en la ocupación campesina, vino desde el Congreso y
presionó tanto al ministerio del interior como a la fiscalía[4] y por eso se efectuó el
allanamiento sin seguir el protocolo que el ministro del interior (antiguo
luchador por los ddhh) había implementado para hacer los desalojos y todas las
intervenciones policiales: conversación amistosa para evitar el uso de la
violencia por parte de la policía y la otra parte. Después de eso, venía un uso
gradual y estricto de la fuerza. La policía siempre se resistió a ese
protocolo, pues implicaba que los negociadores fuesen desarmados a negociar. La
derecha forzó una intervención policial que,basándose en una orden de cateo,
convirtieron en orden de desalojo ilegal.
Según una versión asumida por
sectores campesinos, el jefe de los policías encargado de la negociación fue
desarmado, pero portando una bomba lacrimógena en su mano. Al momento de
negociar con los campesinos, este jefe policial trató muy mal, verbalmente, a
los dirigentes campesinos que fueron a negociar con él, llegando a abofetear a
uno de ellos. En el mundo campesino y masculino, el abofeteo, con el dorso de
la mano, implica un gran deshonor para quien lo recibe. Eso irritó muchísimo a
los dirigentes campesinos y uno de ellos amenazo al jefe policial, quien
intentó hacer uso de su bomba lacrimógena, la que le fue quitada de las manos
por uno de los campesinos. De ahí en adelante los policías dispararon a
destajo, con respuesta desigual de los campesinos, quienes usaban las armas
propias del campo: escopetas de caza y hoces.
La balacera fue tal que, según esta
versión, los policías mataron a otros 5 de sus compañeros y varios campesinos.
Algunos campesinos heridos fueron rematados por la policía. Los campesinos
heridos se comunicaban por celulares con sus familiares e incluso radios
comunitarias contando que la policía venía a rematarles. En cambio, la versión
oficial de los medios y la policía cuenta que los campesinos emboscaron y a
mansalva dispararon a los policías, en base a una infiltración izquierdista y
guerrillera.
En la izquierda, especialmente en la
izquierda de Asunción, hubo un
desconcierto casi total y un cuidado excesivo, resultado de la campaña de
terror de la derecha y su prensa. Costó muchísimo que se moviera la gente de
izquierda, en solidaridad con los campesinos asesinados (considerando que los
policías eran también hijos de campesinos). Los partidos más ligados al campo y
algunas ongs con cercanía al movimiento campesino se movieron inmediatamente,
en plan solidario, pero enfocándose directamente en el terreno, sin
manifestarse contra la matanza ni intentar rebatir al campaña mediática anti
campesina.
El poder organizar una movilización
social solidaria por el movimiento campesino costó días valiosos. Recién el
lunes 18 de junio, se realizó una unitaria pero modesta acción de solidaridad,
en el local de una de las muchas centrales sindicales paraguayas. En ese entonces, y por una mezcla de
intereses electorales y de responsabilidades, la izquierda estaba
absolutamente dividida. Este acto
unitario, fue un raro evento en esa coyuntura. Quienes organizaron ese acto
solidario querían lograr que la amenaza a los campesinos fuese un eje central
de la agenda política y social paraguaya, pero no lo lograron, En cambio, lo
que vino a movilizar y unir a la izquierda (y más que la izquierda) fue el
golpe parlamentario a Lugo
El golpe
parlamentario
Desde el día de la matanza de
Curuguaty, la derecha empezó a proclamar que haría un juicio político a Lugo,
mientras a través de la prensa desplegaba una campaña del terror: calificaba a
los movimientos campesinos y a la izquierda en general de violentista y asesina,
amplificaba las amenazas de “tractorazos” de los gremios de hacendados y
ganaderos, renovaba las campañas mediáticas de inseguridad y hacía una
sensibilización unilateral respecto al dolor de los policías y no de los
campesinos. La prensa y la derecha llamaron también a la ciudadanía a
movilizarse para exigir el juicio político, pero este llamado cayó en el vacío[5].
La amenaza de uso del juicio
político, un instrumento jurídico del Congreso que le permite destituir a los
altos cargos de la cosa pública, estuvo presente desde el comienzo de la era
Lugo, sin éxito. Esta vez rápidamente toda la derecha llegó a un acuerdo para
derrocar al presidente. Ese acuerdo involucraba, como gran novedad y giro
dramático, al principal apoyo parlamentario del presidente Lugo: el partido
liberal (PLRA). El vicepresidente, Federico Franco un ultraderechista católico
homofóbico y antiabortista, era liberal.
La movida parlamentaria vino
reforzada de amenazas y crispación política. Amenazas de cacerías de “zurdos”,
derramamiento de sangre, en la construcción de terror mediático y social. La
presión sobre el muy presionable presidente por parte de la derecha dio frutos
y, junto con hacer renunciar al ministro del interior, colocó en su cargo a un
derechista ex fiscal de la república, apellidado Candia Amarilla, muy pero muy conservador. La derecha se cerró al diálogo y obtuvo los
votos para hacer el juicio parlamentario, mientras mantenía un discurso
violentista, terrorista, intolerante y facistoide. Prueba de eso son los
“argumentos” que se usaron para el juicio, presentados en un dossier formado
por fotocopias de recortes de prensa.
La gente de izquierda y otras,
salieron a la calle a detener al juicio, los días 21 y 22 de junio, intentando movilizar campesinos y gente de la
ciudad, contra la campaña de miedo y desinformación de la prensa mayoritaria.
Aunque, ya para ese momento, estaba todo decidido: pese a la presión internacional de los países
sudamericanos, EEUU había dado su aprobación al golpe parlamentario desde hacía
mucho tiempo.
Luchar contra el miedo esos días fue
lo más duro de todo: las clases pudientes, retiraron a sus niños de colegios y
escuelas, hicieron acopio de mercaderías y alimentos, vaciando supermercados,
cerrando restaurantes y negocios los días previos y el día mismo del juicio.
Se consuma el
golpe de estado parlamentario
La bienvenida al dictador
parlamentario, Federico Franco, fue mediante un ataque policial a las más de 20
mil personas que estaban en la plaza frente al parlamento manifestándose, sin
considerar que había mucha gente con dificultades de movimiento o bebes. La
actitud de Lugo desconcertó a mucha gente. Al poner a un ultraderechista como
ministro del interior había perdido la confianza de mucha gente y al no
acercarse a solidarizar por los campesinos muertos en la masacre de Curuguaty
había perdido el respeto de los movimientos campesinos; además los fuertes
rumores de su renuncia anticipada, hicieron poco por ayudar a movilizar apoyos
populares para él.
Al anuncio del juicio contra él,
Lugo pareció despertar y dijo que enfrentaría el juicio. Eso despertó algunas
esperanzas en sus seguidores y en quienes se oponían al comienzo de una
dictadura parlamentaria. La gente lo estuvo esperando en la plaza para que
acompañara la resistencia que el pueblo hacía, pero nunca llegó a la plaza.
Prefirió renunciar al cargo ante las cámaras de televisión. Eso hizo desmoralizar
a la gente que en la plaza resistió más que el presidente.
Muchos no luguistas estuvieron en la calle desde el principio de las
manifestaciones en solidaridad con los campesinos asesinados y encarcelados
(siguen encarcelados aún hoy), con sus familias
y con todo el movimiento campesino, criminalizado por esta matanza orquestada
por la derecha. Aún bajo el cuestionamiento de que se pudiera interpretar su
presencia en la lucha como un apoyo a Lugo, los no luguistas se manifestaron
para defender y propiciar la capacidad de movilización y expresión del pueblo,
amenazada por el parlamento y la prensa derechista.
Resistencia
La izquierda intenta desde ese
momento rearticularse y retornar a sus
jueguitos de poder, mientras la dictadura va tomando cada día más cara de
dictadura. Otros sectores de la resistencia, en tanto, han impulsado la acción directa como el mejor
método de resistencia y, de hecho, es lo único que ha tenido relativo éxito
hasta hoy.
El sábado 23 de junio, el día
después del golpe, una circular interna de la Radio Nacional suspendía todos
los programas de ese día. Censura. Trabajadores y locutores de esos programas
reaccionaron prontamente: convocaron a una manifestación y denunciaron el
hecho, llegando mucha gente a apoyarles en la que fue la primera manifestación
pública de resistencia a la dictadura, en la entrada de la Radio Nacional del
Paraguay, un medio público de comunicación. En tanto estos manifestantes se
enteraron de la amenaza de censura y
cierre de la TV Pública del Paraguay.
Desde Radio Nacional salió una marcha solidaria hasta el edificio de la
TV Pública y la manifestación que comenzó ahí
se convirtió en el foco de resistencia eje y simbólico hasta el día de
hoy en todo Paraguay.
La resistencia hoy continúa,
enmarcada en el concepto de Resistencia Pacífica que el ex gobierno de Lugo le
ha dado. Cortes de ruta, “malvenidas” a los nuevos directivos de los entes
públicos, marchas, manifestaciones y festivales, así como caravanas para
recibir y despedir a la delegación de observadores de la OEA encabezada por
José Miguel Insulza, su secretario general, quien no agendó ninguna entrevista
con organizaciones sociales, incluso aquellas con rango consultivo en la OEA.
Crea tensión en la resistencia el exceso de “luguismo”, así como el propio peso
de Lugo en ella, debido a las críticas que su desempeño tuvo dentro de la misma
izquierda que le apoyó. Otra tensión es cierta falta de dinamismo e iniciativa
de esa izquierda en resistencia. Tensiones que se dan en un escenario complejo
bajo control mediático y político-policial de un gobierno de facto derechista y
ultracatólico que empieza, tras despedir a la delegación OEA a mostrar su cara
más represiva, con el despido de más de mil trabajadores del estado y la
persecución a la izquierda campesina o cercana al campesinado a quien pretende
culpabilizar de la matanza de Curuguaty.
Preparando ese escenario, la primera medida del gobierno parlamentario, fue
desconvocar el Comité Especial Investigador que la presidencia de la República
había organizado para investigar independientemente la masacre de Curuguaty.
Pelao Carvallo
Junio-Julio de
2012
[1]Algo
así como “tierras que fueron de la Marina”
[2]
Partido sostenedor de la dictadura de Alfredo Stroessner
[3]
carperos porque instalan carpas de plástico negro para habitar en las tierras
que ocupan
[4] La
orden de un parlamentario del congreso no era una orden en sentido estricto,
sino una petición, pero tiene la fuerza de una orden
[5]Es
necesario señalar que movimientos de clase media, mediáticos, habían logrado en
los últimos meses, hacer caer la respetabilidad del parlamento por los suelos,
movilizando bastante gente y logrando imponer el nombre de “dipuchorros” y
“sena-ratas” a los parlamentarios, con escenas ridículas de los parlamentarios
huyendo en sus vehículos por una carretera aun no terminada.
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