Capitulo
VIII del libro "Estratagemas del
cambio, de la ilusión de lo inverosímil hacia la invención de los
posibles", 2008
(Publicado en las Éditions Libertaires / Courtcicuit-diffusion)
(Publicado en las Éditions Libertaires / Courtcicuit-diffusion)
El cambio no se puede pensar en término de
recetas, de direcciones y restricciones, de rentabilidades obligatorias, de
explotaciones y ganancias, de campañas político-publicitarias, de mayoridad ficticia,
de manipulaciones y condicionamientos, de competencias de negocios mafiosos, de
estafas y especulaciones, de guerras y victorias aplastantes… se trata
solamente de pensar en los que uno ama o con quienes le gustaría encontrarse, a
lo que deseamos de mejor para ellos y también para nosotros. Es en las
voluntades de vivir juntos sin barreras, que empieza el cambio en el mundo de
la gratuidad, en donde las potencias financieras y sus sirvientes ignoran todo.
La idea de hacer de otra forma las cosas no es
lejana, porque la construcción de nuestra realidad actual limita nuestras
posibilidades. Nuestra aptitud en cambiar viene en gran medida de nuestra
capacidad en poner al día los recursos escondidos detrás de las discapacidades
o las resistencias que solo son visibles. Se trata de extraer de nuestras
inhibiciones y de nuestros defectos, nuestras reservas de sueño, reconociendo y
usando sus funciones útiles. Para tener el deseo de cambiar y tomar placer en
ello, sintiéndose capaz, es necesario entender que sí tenemos el potencial. Si
uno busca los límites de los otros, uno se limita a si-mismo, pero buscando los
recursos que tenemos, a uno se los devuelve. Esta es una manera eficaz e
inventiva de autogestionarnos.
Nuestras capacidades sensoriales enriquecen nuestros
recursos. El desarrollo de nuestra agudeza sensorial depende de nuestra
capacidad en discernir y aprehender las diferencias. Sin usar todas nuestras
capacidades sensoriales, disminuimos nuestro campo de conocimiento, y limitamos
nuestras posibilidades de acción.
Todo pasa como si hubiéramos olvidado la
extensión sorprendente de nuestros recursos humanos, perdiendo confianza en la
fuerza de nuestra naturaleza, de la cual, la esencia es un cambio permanente.
La explotación del hombre por el hombre es una
guerra devastadora, y no puede ser abolida sin el adelanto de la lucha del
hombre consigo mismo, entre las fuerzas del inconciente y las del conciente. Cambiando
de perspectiva, el inconciente no es más nuestro adversario sino un tesoro,
estanque inagotable con el cual uno coopera en el curso poético de la vida así
recompuesta. Nuestra inteligencia inconciente de nuevo accesible, nuestras
inciertas intuiciones pueden inventar las incredulidades necesarias al cambio
vuelto inevitable.
Cada vez que se construyó la realización de un
cambio de perspectiva, revolviendo las relaciones sociales y humanas, surgió de
repente esta pasión de vivir plenamente, capaz de disolver la opresión
económica y de despertar los deseos de amor, de ayuda, de solidaridad, en la
gratuidad de los placeres sin limite, el arte de disfrutar y la invención de la
alegría.
La voluntad de cambio ya no basta. La receta
ideal reposa sobre la creencia de haber encontrado la verdad, lo único, fuera
de todo contexto. Este mito se acompaña de la misión de predicar la verdad con
el fin de cambiar el mundo, con la esperanza que sea reconocida por lo más de
adeptos posibles. Los que no quieren convertirse a este punto de vista se
vuelven obligatoriamente de mala fe, es decir de creencia maléfica y se trata
de eliminarlos para el bien de la humanidad.
<< Un modelo
social universalmente dominante, que tiende a la autorregulación totalitaria,
es aparentemente combatido por falsas contestaciones puestas permanentemente en
su propio terreno, ilusiones quienes, al contrario, reesfuerzan este modelo. El
seudo-socialismo burocrático solo es el más grandioso de los disfraces del
viejo mundo jerárquico del trabajo alienado. En el seno de este mundo, unas
organizaciones supuestamente revolucionarias solo lo combaten aparentemente,
sobre su propio terreno, a través de las más grandes mistificaciones. Todas se
reclaman de ideologías más o menos petrificadas, y solo participan a la
consolidación del orden dominante. Los sindicatos y los partidos políticos
forjados por la clase obrera para su propia emancipación se volvieron unos
simples reguladores del sistema, propiedad privada de dirigentes que trabajan a
su emancipación particular y encuentran un status en la clase dirigente de una
sociedad que no piensan jamás poner en tela de juicio. En un mundo
fundamentalmente mentiroso, son los que llevan la mentira más radical, y
trabajan a la perennidad de la dictadura universal de la economía y del Estado.
>>
Unos miembros de la Internacional Situacionista
y unos estudiantes de Strasbourg, De la
miseria en medio estudiantil, 1966.
Todas las tentativas ideales de cambio social
han ampliamente comprobado su ineficiencia. La búsqueda de la solución perfecta
crea una paradoja. El problema donde se tranca la situación es la búsqueda de
una solución imposible. El desbloqueo pasa por el rechazo a la elección de
alguna solución, esto crea una nueva paradoja que toma el lugar de la antigua,
anulándola. La solución emerge en la ausencia de solución. En lugar de buscar
una solución, se trata de buscar un problema que corresponda a las acciones
posibles. Así la situación se desplaza en una perspectiva de cambio, en un
juego subversivo con resurgimientos situacionales.
<< El
proletariado descubre hoy en día que no existe programación alguna del futuro. Tiene
miedo, sin tener nada que proponer sino la destrucción absoluta de todas las
formas sociales presentes. Esto no es un defecto, sino la calidad esencial del
proletariado moderno, su nihilismo conciente, el proyecto de inaugurar una
aventura desconocida a la escala de la humanidad y de ella, tener su entera
responsabilidad. Para él, es previsible todo lo que es visible y
necesario.>>
Jules Henry y Léon Léger, Los hombres se drogan, el Estado se
reesfuerza, 1974.
Si quieren conocer como funciona,
busquen en cambiar algunos funcionamientos. Las prácticas operatorias se
substituyen entonces a las creencias reductoras.
El incidente creativo, o el
cambio imprevisto, surge siempre fuera del cuadro de los controles del sistema,
porque éste no puede considerar la existencia de un exterior a su propio
funcionamiento. Limitado a su contexto interno, un sistema no puede entenderse
a si-mismo, y desde luego tampoco a lo que le es extranjero.
Para entender el cambio es
necesario recuadrar la situación en un
contexto más amplio, entendiendo la invención de un cambio de perspectiva,
escapando al cuadro restrictivo y destructor del espectáculo. Desplazar un
punto de vista, de ángulo muerto hasta el presente, introduce una mezcla de
contextos diversos permanecidos ajenos. Es entonces que emerge un desconcierto
en las percepciones y en las reglas establecidas hasta ahora. Para compensar
este desconcierto y reconstruir un equilibro, se deberá establecer una
importancia nueva y mayor a las relaciones con los demás.
Un cambio emerge en donde uno no
lo espera y de ahí surge una nueva percepción de la situación. Es una invención
que escapa a nuestras creencias anteriores. Introduciendo, desde un exterior
ficticio, un nuevo punto de vista, uno experimenta así un juego diferente, que
se burla de las reglas del antiguo juego, volviéndolo así caduco.
Se trata de adaptar esta táctica,
invención de un real posible, a nuestros deseos. Esto permite el cambio usando
las contribuciones de la experiencia como fundación de una estrategia
predictiva de intervención que se mantiene en una constante evolución
auto-correctora. Podemos así construir una perspectiva alternativa que vuelve
posible experimentar distintamente la situación, contribuyendo a un nuevo uso
de los conocimientos que ya poseemos. Simplemente, no sabemos que sabemos. En
efecto, podemos elegir ser o un descubridor de un mundo separado cuya realidad
permanece incambiable, o un inventor de nuestro propio mundo, libre de
construirse con elecciones vueltas posibles.
El cambio de perspectiva consiste
en abandonar nuestras certezas solitarias y hacer que el curso de nuestras
derivas naturales se unifique en un buen vivir para todos. Es así posible pasar
de la búsqueda de una solución de cambio, al placer inmediato y gratuito de
cambiar, tomado durante nuestras experimentaciones inciertas. El deseo nos
empuja en nuestra evolución dando sentido a nuestras acciones. Tomar el tiempo
de imaginar la realización de nuestros deseos siembra las semillas del cambio, como
una fuerza de atracción considerable. Nuestros comportamientos tienen entonces
una fuerte propensión a orientarse espontáneamente hacia la dirección deseada,
inventando un espacio de sueño y libertad. Las ganas apremiantes de realizar
nuestros deseos aumentan fuertemente el deseo de cambiar, volviendo el objetivo
atractivo, ellas movilizan y atraen las energías quienes se terminan liberando.
Nuestro propósito es iniciar el
proceso de solución en vez de enfrentarse sin esperanza a las fuerzas del orden,
de chocarse frontalmente al sistema de obligaciones controladas. Atacar en
donde nadie le espera de paso firme, en donde no parecerá ser como una agresión
representada por el espectáculo. Acciones directas, bandas armadas, terrorismo
solo existen a través de la propaganda de sus enemigos. No irse derecho al muro
cuando uno puede elegir la facilidad, por placer y juego, de buscar resonancia
y sincronía con los demás dentro del nuevo contexto emergente, y así apropiarse
de las eventualidades propicias de los imprevistos en devenir.
Múltiples caminos posibles están
a nuestro alcance. Pequeños cambios siempre conllevan otros. Tratar de vivir
juntos en una nueva experiencia concreta nos conducirá a tener una percepción
diferente de la realidad, a construir un nuevo equilibrio basado sobre esta perspectiva,
volviendo accesible una nueva situación, al interior de la cual el cambio de
percepciones y de reacciones se vuelve inevitable. Podemos así optar por
observaciones operatorias que nos permiten conocer nuestros problemas por sus
soluciones. Ese aprendizaje evolutivo es un proceso experimental en el cual vamos
encontrando nuestro camino con los demás, incluyéndonos en un tejido vivo de
relaciones, donde las concordancias forman conjunciones y las sincronías entran
en resonancia.
Un pequeño cambio en el
comportamiento de algunas personas pueden llevar a diferencias profundas, de un
alcance considerable en el comportamiento de todos.
<< Nos encontramos flotando
en un mundo que es solo cambio, mientras hablamos de ello como si existía un
elemento estático. >>
Gregory Bateson, Algunos pasos más hacia una ecología del
espíritu, una unidad sagrada, 1991.
La “deriva” practicada por los Situacionistas es una práctica de
utilización de un cuadro predefinido, del cual el cambio puede permitir un
reencuadre inesperado, saliendo del contexto de partida. Su recuperación
comercial en dominios de la publicidad, de la política y del arte, transformó
progresivamente sus capacidades de deriva poética y subversiva, en técnicas marketing
ostentatorias.
Se trata hoy en día de apropiarse
las relaciones abandonadas a las apariencias prefabricadas, desviando
situaciones directamente vividas, saliendo así del cuadro de los objetos de
comunicación textual y visual. Cuando no es la huella directa de una situación
vivida en un cambio radical de perspectiva, la “deriva”se limita a un fenómeno de comunicación particular perdido
en las apariencias espectaculares de sumisión generalizada.
Cuando nos implicamos en las
revueltas, apropiándonos de los movimientos, no debemos nunca desdeñar, y tampoco
condenar, las conductas de algunos porque nos parecen ingenuas, ceñidas,
inoperantes e ineficaces. Los comportamientos adoptados en unas tentativas de
revuelta son parte, como nosotros, del problema inherente al cambio. Esos
comportamientos, como los nuestros, constituyen el entorno al interior del cual
nuestros deseos de cambio se manifiestan. Nuestra estrategia, para ser
operacional, debe anclarse en la utilización de estas manifestaciones extrañamente
repetitivas, estúpidas en sus fracasos, absurdas en la reproducción de esquemas
sin salida, irracionales y contradictorias en la acumulación de derrotas. Usar
las resistencias al cambio nos permitirá entender las virtudes de nuestros
defectos empujando en el sentido de la facilidad.
El simple reconocimiento de las
condiciones existentes se funda así en el respeto total de los individuos
autónomos. Nuestra táctica consiste en estar listos para reaccionar a cualquier
aspecto de la revuelta o de su entorno, precavidos a apoderarnos de un momento,
de un evento, apropiándonos con otros de lo que está pasando. Nos construimos
una disponibilidad en discernir y usar comportamientos mínimos y aspectos aún
desapercibidos de la situación, facetas no reconocidas de la experimentación en
curso. Tomamos elementos de acontecimientos inmediatos y los damos vuelta en
una dirección constructiva, un sentido eficaz para un cambio efectivamente
posible, en una perspectiva de cambio global.
Si derivamos activamente en este
proceso de co-creación del cambio, cuyo origen está situado en la
experimentación colectiva de la rebelión, entonces nuestras contribuciones no
podrán ser tomadas como soluciones iluminadas a reproducir. Solo hay conductas
a seguir en la sumisión y la resignación. No hay programa de cambio, solo
prácticas más o menos operacionales.
No proponemos ningún programa,
ninguna línea de conducta a seguir servilmente, hemos elegido los recursos que
cada uno aporta en su revuelta. Podemos ayudarnos mutuamente a realizar las
virtudes de nuestros defectos.
En la práctica, se trata de
incitar estos comportamientos de resistencias a la opresión, inapropiados al
cambio, al fin de desviarlos sutilmente con un punto de vista desplazado hacia un
contexto ampliado de las posibilidades de cambio, emanaciones de nuestros
deseos comunes del momento. Lo que aporta cada uno es la energía de vida que
nos permitirá lanzarnos en una situación imprevista y experimentarla, en
co-creación con los cómplices del momento. Esos procesos creativos no son
provocados por intuiciones divinas venidas del cielo, pero surgen siempre por
accidente, en donde el imprevisto nos empuja hacia una reacción susceptible de
hacernos encontrar un cierto equilibrio. La creación de situación no viene de
una inspiración superior, sí de la utilización de acontecimientos imprevisibles
en una apropiación colectiva inestable en búsqueda de armonía y sincronía.
En función de la especificad de
un bloqueo al cambio, copiar la estructura de éste, modificando el sentido
acordado, puede poner la fuerza de esta persistencia al servicio de un cambio
operacional. Así podemos modificar nuestras disposiciones perceptivas y
reactivas sin que nos demos realmente cuenta. En esta perspectiva, uno ya no se
fija en la causa del problema sino en como se mantiene, se alimenta y persiste.
Para construir un cambio rápido, se trata aquí de alterar la persistencia del
problema, bloquear el bloqueo, desviándolo.
Las tentativas de solución,
disfuncionales en su puesta en acto redundante, terminan por construir
literalmente un círculo vicioso, al interior del cual lo que hacen los
individuos o los grupos de individuos para combatir sus problemas, los mantiene
volviéndolos cada vez más complejos. El desbloqueo consiste en introducir pequeñas
modificaciones en las tentativas de soluciones. Esto conduce siempre a nuevas
posibilidades operacionales.
Es la desviación quien es el
motor del cambio, porque altera la dificultad, o la manera ineficaz de
realizarla. Puede revelar eventualidades alternativas que vuelven posible una
experimentación diferente.
Todo es utilizable según el punto
de vista del cambio posible. Cuando no están limitadas a resistencias
corporativistas, las huelgas pueden ser una herramienta eficaz a la conmoción
social. Las economías paralelas basadas en el intercambio cooperativo o la
gratuidad desagregan de a poco, este periodo de fin de reino del lucro en
competencia permanente. Disfrutar de la vida, jugándose de las trabas, disuelve
la moral de sacrificio y de culpabilización que sostiene la esclavitud de la
actividad por el trabajo. Nos queda situar esas acciones, desplazándolas en un
cambio de perspectiva. No hay una forma de hacer sino una infinidad.
Los revolucionarios de la vida ya
saben qué hacer para sobrepasar las confusiones que hacen bloqueo. Solamente,
no saben que saben, porque se piensan ineficaces. Podemos inventar juntos un
nuevo uso de los conocimientos que ya tenemos, en unos equilibrios diferentes
que no necesitan ser únicos y perfectos.
Había una vía ideal pero
irrealizable, ahora hay una multitud de experimentaciones posibles.
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