Jose Quintero Weir
“Dice el Sub-Marcos que le enseñó el Viejo Antonio que, uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar y que uno es tan pequeño como grande es el miedo que se tenga”.
“Hay aquí una carrera entre el tiempo y la vida. Dice el Sub-Marcos que decía el Viejo Antonio, que este es tiempo de hambre, y, en el hambre, el tiempo trata de matar al hombre. Sólo la esperanza alivia al hombre de la herida del tiempo”.
“Decía el Viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan, que muchos llaman mañana, se cocine”. Sub-Comandante Marcos.
“Relatos del Viejo Antonio”. México, 1998.
Si algo sirvió de soporte a la conquista y colonización de América (y, debemos añadir, a la colonialidad y recolonización republicana de nuestros pueblos), ciertamente lo ha sido, la labor y acción criminalmente “religiosa” que los misioneros, a veces de la orden de los capuchinos, jesuitas, franciscanos; y, más recientemente, los mormones, testigos de Jehova; todos ellos, basados en la legal impunidad otorgada por leyes y convenios pero, sobre todo, sustentados en su etnocéntrica creencia de superioridad religiosa, han estado convencidos que su acción etnocida en contra de la religiosidad propia de los pueblos indígenas, no sólo ha sido “legal”, jurídicamente hablando sino que, además, permite a los “indios” “salvar” sus almas y, por añadidura, a sus propias torcidas almas ingresar al Paraíso.
Sin embargo, a todos los anteriores factores de perturbación de las culturas indígenas debemos sumarles en la actualidad a los Estado-gobierno (sean éstos representativos de la derecha o la “izquierda electoral”) que, como parte de sus políticas coloniales y etnocidas, se ocupan diligentemente en generar la creación y sustentación de sus propios “representantes misioneros” cuya labor, por lo menos en la actual Venezuela de Chávez, ha recaído de manera especial en aquellas organizaciones no gubernamentales ecologistas o ambientalistas y de algunos funcionarios que, por “solidaridad caritativa” se declaran defensores de la causa indígena.
En todo caso, enfatizamos, tanto los antiguos o modernos misioneros religiosos como los más actuales “misioneros del Estado-gobierno” han sustentado y justificado su labor en contra de los pueblos indígenas partiendo de la etnocéntrica, eurocéntrica y colonial consideración de que los pueblos indígenas siempre han sido y, son, incapaces de pensar y actuar autónomamente, pero sobre todo, incapaces de reconfigurarse a sí mismos desde sus propias cosmovisiones en organizaciones propias y autónomas para continuar su lucha de resistencia que, quiéralo o no la colonialidad del poder, ya sobrepasa los 500 años de re-existencia.
Dicho de otra manera, los “representantes misioneros” de los Estados-gobierno actuales
Esto que decimos les resulta incomprensible a los “misioneros” representantes del gobierno de la “izquierda” electoral que actualmente gobierna a Venezuela porque, como toda izquierda que se precie de tal, comienza por pensar que todo indígena actual es manifestación de un síntoma: prehistoria y, por tanto, de atraso, de pasado que debe ser concluido para entrar en el “mero mero” desarrollo. No de balde el líder nombrado por el “supremo” líder (después de Dios), es decir, el “Bolívar este” en el Zulia, no sea otro que Arias Cárdenas. Eso sí, la ejecución de sus políticas de exterminio de los indígenas no será producto de un “tierra arrasada” sino de algo más sublime y hasta poética Patria; sin embargo y, a fin de cuentas, es y será siempre política de exterminio etnogenocida y eurocéntrica, sólo que justificada desde el pensamiento de izquierda de afamados intelectuales como Luis Britto García, Rigoberto Lanz con algunos chistes de mal gusto de Roberto Hernández Montoya (no menciono a una insigne “intelectual” gringa del gobierno porque no recuerdo su nombre: ¡Ah malaya mi aindiado alhaizaimer!).
Ahora bien, en medio de este contexto de “revolución bolivariana” la principal la labor de estos intelectuales y, sobre todo, de las ONG ambientalistas no ha sido otra que servir de soporte para la política de aislamiento de la lucha indígena autónoma; esto es, dividir, aislar y cooptar a líderes y comunidades indígenas en sus luchas por la defensa de sus últimos espacios territoriales esos que, precisamente, por la ambición desarrollista del Estado, ahora en manos de gobiernos de la “izquierda” electoral, deben ser entregados en el nuevo proceso de recolonización de nuestros pueblos a las transnacionales, aunque ahora sean de origen Chino o, Brasileño.
Al principio del desarrollo de esta política (criminalmente estudiada), las ONG a las que hacemos referencia se incorporaron por reacción ingenua, es decir, no política, lo que generalmente expresan en frases como esta: “apoyamos al carajo presidente que nos habla en contra del imperialismo norteamericano que siempre nos ha jodido”. Esta visión ingenua y simplista de la lucha antiimperialista llevó a la CONAIE a poyar a Lucio Gutiérrez y a Rafael Correa en el Ecuador para entrar en una crisis como organización autónoma indígena que aún, hasta hoy, no se ha resuelto totalmente; pero también más recientemente llevó a la intelectualidad de “izquierda” del Perú (en lo que, de manera incomprensible coincidieron con su personaje más odiado: Mario Vargas Llosa), llamar a votar por Humala, a quien hoy los pueblos indígenas de Cajamarca enfrentan en sus planes de acabar con sus últimos espacios en la Sierra Andina.
“Dice el Sub-Marcos que le enseñó el Viejo Antonio que, uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar y que uno es tan pequeño como grande es el miedo que se tenga”.
“Hay aquí una carrera entre el tiempo y la vida. Dice el Sub-Marcos que decía el Viejo Antonio, que este es tiempo de hambre, y, en el hambre, el tiempo trata de matar al hombre. Sólo la esperanza alivia al hombre de la herida del tiempo”.
“Decía el Viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan, que muchos llaman mañana, se cocine”. Sub-Comandante Marcos.
“Relatos del Viejo Antonio”. México, 1998.
Si algo sirvió de soporte a la conquista y colonización de América (y, debemos añadir, a la colonialidad y recolonización republicana de nuestros pueblos), ciertamente lo ha sido, la labor y acción criminalmente “religiosa” que los misioneros, a veces de la orden de los capuchinos, jesuitas, franciscanos; y, más recientemente, los mormones, testigos de Jehova; todos ellos, basados en la legal impunidad otorgada por leyes y convenios pero, sobre todo, sustentados en su etnocéntrica creencia de superioridad religiosa, han estado convencidos que su acción etnocida en contra de la religiosidad propia de los pueblos indígenas, no sólo ha sido “legal”, jurídicamente hablando sino que, además, permite a los “indios” “salvar” sus almas y, por añadidura, a sus propias torcidas almas ingresar al Paraíso.
Sin embargo, a todos los anteriores factores de perturbación de las culturas indígenas debemos sumarles en la actualidad a los Estado-gobierno (sean éstos representativos de la derecha o la “izquierda electoral”) que, como parte de sus políticas coloniales y etnocidas, se ocupan diligentemente en generar la creación y sustentación de sus propios “representantes misioneros” cuya labor, por lo menos en la actual Venezuela de Chávez, ha recaído de manera especial en aquellas organizaciones no gubernamentales ecologistas o ambientalistas y de algunos funcionarios que, por “solidaridad caritativa” se declaran defensores de la causa indígena.
En todo caso, enfatizamos, tanto los antiguos o modernos misioneros religiosos como los más actuales “misioneros del Estado-gobierno” han sustentado y justificado su labor en contra de los pueblos indígenas partiendo de la etnocéntrica, eurocéntrica y colonial consideración de que los pueblos indígenas siempre han sido y, son, incapaces de pensar y actuar autónomamente, pero sobre todo, incapaces de reconfigurarse a sí mismos desde sus propias cosmovisiones en organizaciones propias y autónomas para continuar su lucha de resistencia que, quiéralo o no la colonialidad del poder, ya sobrepasa los 500 años de re-existencia.
Dicho de otra manera, los “representantes misioneros” de los Estados-gobierno actuales
Esto que decimos les resulta incomprensible a los “misioneros” representantes del gobierno de la “izquierda” electoral que actualmente gobierna a Venezuela porque, como toda izquierda que se precie de tal, comienza por pensar que todo indígena actual es manifestación de un síntoma: prehistoria y, por tanto, de atraso, de pasado que debe ser concluido para entrar en el “mero mero” desarrollo. No de balde el líder nombrado por el “supremo” líder (después de Dios), es decir, el “Bolívar este” en el Zulia, no sea otro que Arias Cárdenas. Eso sí, la ejecución de sus políticas de exterminio de los indígenas no será producto de un “tierra arrasada” sino de algo más sublime y hasta poética Patria; sin embargo y, a fin de cuentas, es y será siempre política de exterminio etnogenocida y eurocéntrica, sólo que justificada desde el pensamiento de izquierda de afamados intelectuales como Luis Britto García, Rigoberto Lanz con algunos chistes de mal gusto de Roberto Hernández Montoya (no menciono a una insigne “intelectual” gringa del gobierno porque no recuerdo su nombre: ¡Ah malaya mi aindiado alhaizaimer!).
Ahora bien, en medio de este contexto de “revolución bolivariana” la principal la labor de estos intelectuales y, sobre todo, de las ONG ambientalistas no ha sido otra que servir de soporte para la política de aislamiento de la lucha indígena autónoma; esto es, dividir, aislar y cooptar a líderes y comunidades indígenas en sus luchas por la defensa de sus últimos espacios territoriales esos que, precisamente, por la ambición desarrollista del Estado, ahora en manos de gobiernos de la “izquierda” electoral, deben ser entregados en el nuevo proceso de recolonización de nuestros pueblos a las transnacionales, aunque ahora sean de origen Chino o, Brasileño.
Al principio del desarrollo de esta política (criminalmente estudiada), las ONG a las que hacemos referencia se incorporaron por reacción ingenua, es decir, no política, lo que generalmente expresan en frases como esta: “apoyamos al carajo presidente que nos habla en contra del imperialismo norteamericano que siempre nos ha jodido”. Esta visión ingenua y simplista de la lucha antiimperialista llevó a la CONAIE a poyar a Lucio Gutiérrez y a Rafael Correa en el Ecuador para entrar en una crisis como organización autónoma indígena que aún, hasta hoy, no se ha resuelto totalmente; pero también más recientemente llevó a la intelectualidad de “izquierda” del Perú (en lo que, de manera incomprensible coincidieron con su personaje más odiado: Mario Vargas Llosa), llamar a votar por Humala, a quien hoy los pueblos indígenas de Cajamarca enfrentan en sus planes de acabar con sus últimos espacios en la Sierra Andina.
En Venezuela, aún hoy, cuando una sistemática política de división de las comunidades indígenas ha sido desarrollada por el gobierno de Chávez, el mismo capaz de denunciar los pedos infernales de Bush en las Naciones Unidas pero, ¡Ay!, cómo le gusta el olor del infernal pedo de los dólares de las transnacionales petroleras y carboneras. Esos que permiten, a través del Ministerio de los Pueblos Indígenas y las llamadas “Misiones de asistencia” atentaron contra las organizaciones indígenas autónomas, dividieron a su dirigencia y terminaron por envilecer a las comunidades al punto de que hoy, decimos con dolor, no existe ninguna organización indígena que no esté sometida y entregada al olor del pedo del dinero del gobierno.
Dicho de otra manera, durante más de 12 años de gobierno “revolucionario” se hay profundizado el envilecimiento de las poblaciones indígenas, mediatizada sus luchas, aislados sus lideres más radicales y destruido cualquier asomo de su autonomía de pensamiento y organización y, en este sentido, han sido las ONG ambientalistas y otras de corte comunicacional creadas precisamente desde el gobierno (Ojos Rojos, por ejemplo), las encargadas de difundir y aplicar esta política que hoy tiene, por ejemplo, aislado al líder yukpa Sabino Romero en su lucha por la recuperación del territorio para su pueblo. Decimos sin temor, pues, dudamos que alguien pueda desmentirnos, que una gran mayoría de las comunidades yukpas y sus autoridades han sido doblegadas en su lucha territorial a cambio de apoyos gubernamentales a través del Ministerio de Pueblos Indígenas, del cual uno de los suyos es, precisamente, su Vice-Ministro (a). Dicho de otra manera, el Estado-gobierno de Chávez ha logrado con creces lo que nunca logró el imperio español ni la república de los mantuanos: “integrar a los yukpa y otros pueblos indígenas del país, al proceso democrático-burgués lo que nos significa otra cosa que su definitiva desaparición como pueblos diferentes, como naciones autónomas miembros de un futuro, posible y necesario Estado plurinacional.
Para el desarrollo de esta política el Estado-gobierno de Chávez ha contado con un argumento indiscutible: la voracidad anti-indígena y criminal de unos terratenientes sin escrúpulo, pero también, con la (al principio) ingenuidad izquierdista de algunos miembros de ONG ambientalistas, pero sobre todo, con el oportunismo de aquellos que se declaran de “izquierda” pero que sólo aspiran a los prolíficos apoyos económicos del Estado-gobierno. Cuando hablamos de una “ingenuidad izquierdista” al inicio de este proceso es porque, luego de la traición a la palabra dada por Chávez (en tiempos electorales) a los pemones en su lucha contra el tendido eléctrico en el Estado Bolívar; su traición a la palabra dada a los wayuu de apoyar su lucha contra las concesiones minero-carboníferas en la región del río Socuy (hoy otorgadas a concesionarias Chinas precisamente por deudas del estado venezolano con este imperio), y, en fin, la traición de Chávez a su propia constitución al no cumplir con el mandato de demarcar, reconocer y entregar los territorios indígenas a todos y cada uno de los pueblos (hasta el momento en que escribo estas palabras de emergencia el Estado-gobierno venezolano ha entregado, apenas, un 5 % de los territorios indígenas), pues, según el parecer del “Bolívar este” “no pueden pensar los indígenas que les voy a dar el Amazonas o la mitad del país”.
Finalmente, escribimos estas palabras de emergencia porque poco a poco, de manera sistemática y con la palabra vendida del Diario La Verdad, pero la que no ha recibido respuesta alguna por parte del gobierno de la revolución del “Bolívar este”, han venido siendo asesinados los yukpas que, tercamente rebeldes, insisten en mantener la lucha por sus tierras. Tal matanza ha venido siendo ejecutada precisamente, luego del singular acto en el que el Ministro del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia y la Ministra del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, en representación del Comandante-Presidente-Bolívar este-Después de Dios, es decir, Chávez, hicieran televisiva entrega (es decir, no real, sino como reality show busines) de los títulos de propiedad de unas parcelas que, luego de la transmisión televisiva, les fueron quitados a los representantes indígenas pues, “aún debían ser legalmente protocolizados” lo que, hasta donde tengo conocimiento, no se ha producido. De tal manera que, no es posible separar la matanza que se ha venido produciendo de la colonialidad del Estado-gobierno que la sustenta. En este sentido, son detestables las falsas palabras de solidaridad de aquellos que envían cartas para remover la conciencia de la Ministra Indígena pero no se atreven a mencionar para nada al Bolívar este que es quien ha planificado y ordenado la burla y la traición a los pueblos indígenas. Detestamos y denunciamos a los asesinos apoyados (financiera y publicitariamente) por los enemigos de los pueblos indígenas: los hacendados y los diarios La Verdad y Panorama; pero también, a un gobierno cómplice y traidor y a sus ONG ambientalistas representantes que han utilizado a las comunidades para sus propósitos políticos pero sin creer jamás en su capacidad de lucha y necesaria autonomía.
En fin, para detener esta sistemática política de etnogenocidio impulsada por el Estado-gobierno y todos los factores enemigos de los pueblos indígenas es urgente que los mismos pueblos y sus verdaderos aliados cobren conciencia de lo que en verdad está en juego y, lo que está en juego no es precisamente si Chávez se eterniza o no en el poder, sino de que manera construimos juntos el autónomo camino de nuestras comunidades.
Dicho de otra manera, durante más de 12 años de gobierno “revolucionario” se hay profundizado el envilecimiento de las poblaciones indígenas, mediatizada sus luchas, aislados sus lideres más radicales y destruido cualquier asomo de su autonomía de pensamiento y organización y, en este sentido, han sido las ONG ambientalistas y otras de corte comunicacional creadas precisamente desde el gobierno (Ojos Rojos, por ejemplo), las encargadas de difundir y aplicar esta política que hoy tiene, por ejemplo, aislado al líder yukpa Sabino Romero en su lucha por la recuperación del territorio para su pueblo. Decimos sin temor, pues, dudamos que alguien pueda desmentirnos, que una gran mayoría de las comunidades yukpas y sus autoridades han sido doblegadas en su lucha territorial a cambio de apoyos gubernamentales a través del Ministerio de Pueblos Indígenas, del cual uno de los suyos es, precisamente, su Vice-Ministro (a). Dicho de otra manera, el Estado-gobierno de Chávez ha logrado con creces lo que nunca logró el imperio español ni la república de los mantuanos: “integrar a los yukpa y otros pueblos indígenas del país, al proceso democrático-burgués lo que nos significa otra cosa que su definitiva desaparición como pueblos diferentes, como naciones autónomas miembros de un futuro, posible y necesario Estado plurinacional.
Para el desarrollo de esta política el Estado-gobierno de Chávez ha contado con un argumento indiscutible: la voracidad anti-indígena y criminal de unos terratenientes sin escrúpulo, pero también, con la (al principio) ingenuidad izquierdista de algunos miembros de ONG ambientalistas, pero sobre todo, con el oportunismo de aquellos que se declaran de “izquierda” pero que sólo aspiran a los prolíficos apoyos económicos del Estado-gobierno. Cuando hablamos de una “ingenuidad izquierdista” al inicio de este proceso es porque, luego de la traición a la palabra dada por Chávez (en tiempos electorales) a los pemones en su lucha contra el tendido eléctrico en el Estado Bolívar; su traición a la palabra dada a los wayuu de apoyar su lucha contra las concesiones minero-carboníferas en la región del río Socuy (hoy otorgadas a concesionarias Chinas precisamente por deudas del estado venezolano con este imperio), y, en fin, la traición de Chávez a su propia constitución al no cumplir con el mandato de demarcar, reconocer y entregar los territorios indígenas a todos y cada uno de los pueblos (hasta el momento en que escribo estas palabras de emergencia el Estado-gobierno venezolano ha entregado, apenas, un 5 % de los territorios indígenas), pues, según el parecer del “Bolívar este” “no pueden pensar los indígenas que les voy a dar el Amazonas o la mitad del país”.
Finalmente, escribimos estas palabras de emergencia porque poco a poco, de manera sistemática y con la palabra vendida del Diario La Verdad, pero la que no ha recibido respuesta alguna por parte del gobierno de la revolución del “Bolívar este”, han venido siendo asesinados los yukpas que, tercamente rebeldes, insisten en mantener la lucha por sus tierras. Tal matanza ha venido siendo ejecutada precisamente, luego del singular acto en el que el Ministro del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia y la Ministra del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, en representación del Comandante-Presidente-Bolívar este-Después de Dios, es decir, Chávez, hicieran televisiva entrega (es decir, no real, sino como reality show busines) de los títulos de propiedad de unas parcelas que, luego de la transmisión televisiva, les fueron quitados a los representantes indígenas pues, “aún debían ser legalmente protocolizados” lo que, hasta donde tengo conocimiento, no se ha producido. De tal manera que, no es posible separar la matanza que se ha venido produciendo de la colonialidad del Estado-gobierno que la sustenta. En este sentido, son detestables las falsas palabras de solidaridad de aquellos que envían cartas para remover la conciencia de la Ministra Indígena pero no se atreven a mencionar para nada al Bolívar este que es quien ha planificado y ordenado la burla y la traición a los pueblos indígenas. Detestamos y denunciamos a los asesinos apoyados (financiera y publicitariamente) por los enemigos de los pueblos indígenas: los hacendados y los diarios La Verdad y Panorama; pero también, a un gobierno cómplice y traidor y a sus ONG ambientalistas representantes que han utilizado a las comunidades para sus propósitos políticos pero sin creer jamás en su capacidad de lucha y necesaria autonomía.
En fin, para detener esta sistemática política de etnogenocidio impulsada por el Estado-gobierno y todos los factores enemigos de los pueblos indígenas es urgente que los mismos pueblos y sus verdaderos aliados cobren conciencia de lo que en verdad está en juego y, lo que está en juego no es precisamente si Chávez se eterniza o no en el poder, sino de que manera construimos juntos el autónomo camino de nuestras comunidades.
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