La reaparición de los neonazis en el escenario político
europeo y particularmente en Grecia durante las últimas campañas electorales no
puede sino generar inquietud. El fascismo y el nazismo, son las expresiones más
patéticas de la barbarie capitalista, a toda la crueldad de este sistema se le
agrega el discurso y las prácticas del nacionalismo y el racismo. Es el
paroxismo destructivo y tanático encarnado en un ideología, es decir la
racionalización de la aniquilación de los otros, de lo diferente, a quien se
atribuye la culpa de los males.
Decía el anarquista itálico Luiggi Fabbri, que el fascismo
es una “contrarevolución preventiva”, en
realidad, estos grupos aparecen en plena crisis proclamándose como los
salvadores mesiánicos, y el clima de pauperización creciente es el caldo de
cultivo para el fanatismo chauvinista que transformado en políticas de Estado
se patentiza en leyes y persecución a los inmigrantes en diversas latitudes.
Acaso transcurridas tantas décadas desde el truculento ocaso
del Tercer Reich alemán, aun hay nostálgicos de semejante carnicería humana,
que entre otras cosas perpetró un genocidio y sistematizó la destrucción de
millones de seres humanos en campos de trabajos forzados, concentración y
exterminio.
En su novela la
Hora XXV (1949), el escritor rumano Constantin Virgil
Gheorghiu describe la odisea y el sufrimiento de Iohhan Moritz, un campesino a
quien un colaboracionista de los nazis que ocupan Rumania denuncia como de
origen judío y por lo tanto es detenido por la Gestapo y enviado padecer
suplicios en un campo de trabajos forzados. Gheorghiu narra los padecimientos
de Moritz y su resistencia tenaz frente a sus verdugos, a su vez describe la
crueldad hecha sistema.
En un ensayo de Jorge Luis Borges titulado Anotación al 23
de agosto de 1944 contenido en su libro Otras Inquisiciones es posible leer lo
siguiente: “…Ser nazi (jugar a la barbarie enérgica, jugar a ser un viking, un
tártaro, un conquistador del siglo XVI, …) es, a la larga una imposibilidad
mental y moral…”
En efecto, apelar al fanatismo nacionalista y xenófobo
creyendo con esto conjurar las raíces de la crisis capitalista mundial es tan
absurdo como creer que condenando a millones de trabajadores y jubilados a la
indigencia, en aplicación de políticas socioeconómicas regresivas se logrará
superar el descalabro ocasionado por esas mismas políticas.
La emergencia de grupúsculos de fascistoides y neonazis
puede ser sólo un epifenómeno pasajero de la crisis global contemporánea pero
también debería ser una señal de alerta del huevo de la serpiente que el propio
sistema engendra y alimenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.