Desde siempre el rol investido por los media ha sido el de crear y gestionar la opinión pública. Crear detalladamente la información de masa sobre la base de elecciones precisas respecto a la tipología, a los tiempos y a la cualidad de las noticias divulgadas.
No sólo el rol mismo del aparato mediático es el de filtrar la comprensión de la realidad social que nos envuelve, sino que el periodismo y la televisión son parte integrante del dominio. Generalmente preparan el terreno con artificiosos alarmismos para las operaciones militares y las operaciones represivas y justifican públicamente las operaciones.
Respecto a esta función de los media, la operación contra lxs anarquistas denominada “Ardire/Osadía” que lleva la mañana del 13 de junio a 40 registros, 24 notificaciones de investigación y 10 detenciones, uno también aquí en Génova, es ejemplar. El artículo de acusación es el 270bis, asociación subversiva con finalidad de terrorismo. Además del habitual, pero no poco fastidioso y faccioso mecanismo de agitar el monstruo en primera página, en este caso la espectacularización mediática de los acontecimientos ha creado un fuerte aval y legitimación a la operación, tapando la inconsistencia real de la teoría acusatoria.
No nos sorprende que en un clima social de creciente agitación como el que estamos viviendo, el Estado intervenga. En una situación que da fuertes señales de podérseles escapar de las manos, frente a una economía que no alcanza a sostenerse, hecha de especulaciones y calamidad por gestorxs, el Estado procede al refuerzo de la militarización de los territorios, para mantenerlos dentro de los rangos de su control y de su gestión.
Después de haber aterrorizado con diversas estrategias, desde la de la tensión hasta la del hambre, de la del chantaje a la de la ridiculización, el Estado trata de orientar el miedo y la inseguridad de todxs hacia quien abiertamente, con rabia y determinación se declara y se alinea de forma directa contra el dominio.
Cuando las personas, tras la pérdida de las propias seguridades y de las libertades democráticas empiezan a transformar la propia exasperación en rabia, y la propia rabia n rebelión, creando momentos de ruptura en el orden social mediante la acción directa, el poder tensa la horquilla represiva llenando el código de procedimientos penales y el ordenamiento penitenciario de nuevos y fantasiosos artículos de limitaciones de la libertad y criminalización absoluta de la opinión, del pensamiento además de la acción, en el temor de su reproducibilidad.
Estando en sus intereses, el poder trata de fragmentar, categorizar, aislar, fomentar la guerra entre pobres, acallarnos y empobrecernos a nivel humano y social, dentro de las prisiones, y fuera como en una gran cárcel a cielo abierto.
Frente a esto no podemos más que reconfirmar nuestra adversidad a este sistema podrido que se tambalea, en el empeño constante hacia su vuelco, lejos de las lógicas de las distinciones y de las tomas de distancia, funcionales para el Poder.
La represión y el terrorismo mediático no pararán las luchas así como no conseguirán extinguir la solidaridad con quien lucha contra este orden de cosas.
Nuestra solidaridad va para lxs preseguidxs, investigadxs y arrestadxs.
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