Mateo Martínez Abarca
“Nuestra revolución ecuatoriana, es una revolución
eminentemente original”
José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente del
Ecuador
A no pocos se les habrá caído la mandíbula al piso cuando el
presidente Rafael Correa afirmó este miércoles 16 de mayo que, de cara a las
próximas elecciones del 2013, estaría dispuesto a tejer alianzas inclusive con
políticos de derecha. “Siempre hemos estado abiertos a toda clase de alianzas
en función del país, de programas, de coincidencias no solo ideológicas, porque
para mí más importante que las ideologías son los principios”.1
Más allá del tono típicamente caudillezco y populista del
discurso (afirmación de lo moral por sobre lo ideológico) y de que en los
hechos era patente desde ya hace algún tiempo el giro a la derecha del
gobierno; la apertura pública de Correa a una alianza con sectores de la
derecha es de singular novedad dentro el proceso de los últimos cinco años. No
solamente se trata del agotamiento de un discurso, si se quiere, “anti
sistémico”, con el que Correa ha seducido tanto dentro como fuera del país,
sino también un parte aguas político que debe leerse minuciosamente. A
continuación se proponen algunos elementos a tomar en consideración.
1. Mega minería, ampliación del modelo extractivista y
revitalización de la capacidad de movilización de indígenas y sectores populares.
Entre los antecedentes recientes, es necesario recordar que
hace pocos meses el gobierno de la “Revolución Ciudadana” firmó con una
compañía china el primer contrato para explotación de minería metálica a gran
escala en el Ecuador. El proyecto Mirador, ubicado en la cordillera del Cóndor
al sureste del país y destinado a la extracción de cobre, es el primero de una
larga lista de proyectos de desarrollo de la minería industrial en los planes
del régimen.
Con el movimiento indígena a la cabeza y junto a la Coordinadora
Plurinacional por la Unidad de las Izquierdas, la gran mayoría de
sectores populares organizados han demostrado firme resistencia a la
continuación del modelo extractivista en el Ecuador. Dicha resistencia, que ha
tenido como respuesta desde el gobierno tanto la represión como la persecución
judicial, pasó al plano de la protesta en las calles: entre el 8 y el 22 de
marzo, se realizó la “Marcha plurinacional por el agua, la vida y la dignidad
de los pueblos”, que recorrió gran parte del país.
A pesar de una vasta campaña de descredito (que no excluyó
contenidos abiertamente racistas contra el movimiento indígena)2, organización
de contra movilizaciones mediante aprovechamiento de recursos públicos3, así
como intentos de desarticulación a través de los aparatos de seguridad del
gobierno;4 la marcha se desarrolló con sorprendente éxito y, a su llegada a
Quito, recibió innumerables muestras de respaldo, cariño y solidaridad por
parte de la población.
Aunque en las semanas de movilización bulleron torpes
acusaciones de golpismo por parte del gobierno e intelectuales latinoamericanos
como José Steinsleger5; la movilización de indígenas y sectores de la izquierda
no tuvo en absoluto la finalidad de desestabilizar al régimen. La marcha
transcurrió pacíficamente a pesar de las provocaciones y la paranoia,
culminando con una enorme concentración y posterior entrega de las demandas
ante el presidente de la
Asamblea Nacional.
El éxito de la marcha representó -y en esto coinciden la
mayoría de análisis-, una clara muestra de la revitalización de la capacidad de
movilización popular desde la izquierda, que -además de sufrir el letargo
propio de las expectativas de transformación que ofrecía el régimen-; ha tenido
que enfrentar la acción coordinada desde el Estado para cooptarla o
desmovilizarla.
2. Tratado de Libre Comercio entre Ecuador y la Unión Europea e
inviabilización de un proceso de redistribución de la tierra: Rafael Correa
asume la posición de empresarios y terratenientes.
Durante los últimos meses el gobierno ha continuado con las
negociaciones tendientes a la subscripción de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea.
Aunque el régimen de Correa se ha empeñado en sostener eufemísticamente que no
se trataría de un acuerdo de libre comercio, sino uno “para el desarrollo entre
los pueblos”; la contraparte europea ha puesto en claro que los términos no
serán diferentes a los ya alcanzados en las negociaciones mantenidas con
Colombia y Perú.
El acuerdo es promovido insistentemente por el empresariado,
la banca, los medios de comunicación, y al interior del gobierno por los grupos
cercanos a las élites encabezados por la ex funcionaria del gobierno de Mahuad,
la actual embajadora en los Estados Unidos Nathalie Cely. Advirtiendo la
notoria inclinación de la balanza hacia una posición pro acuerdo por parte del
presidente, los escasos críticos han ido abandonando el gabinete. Primero fue la Ministra Coordinadora
de la Política
Económica Katiuska King en el mes de octubre del 2011, y más
recientemente, el vicecanciller Kintto Lucas, quien presentó su renuncia
durante los primeros días del mes de abril.
A pesar de que al interior de la “Revolución Ciudadana” aún
permanecen varios militantes históricos de la izquierda, que defienden la cada
vez más endeble tesis de que “el proceso está en constante disputa”, en torno
al TLC esta posición parecería haber llegado a su quiebra final. Aunque la Constitución de
Montecristi prohíbe de manera tajante los acuerdos de libre comercio, la red de
organizaciones sociales Ecuador Decide ha denunciado que el gobierno se
encuentra restringiendo la información en torno a las negociaciones (realizadas
además en Bruselas), de las cuales cual se informará a la población cuando los
hechos se encuentren consumados.
Durante la campaña del 2006, uno de los elementos centrales
de la plataforma política de la Revolución Ciudadana , fue precisamente la no
reanudación de las negociaciones para la firma de un acuerdo comercial con los
Estados Unidos, (las cuales venían desarrollándose primero durante el derrocado
gobierno de Lucio Gutiérrez y finalmente durante el breve lapso que duró el de
su vicepresidente, Alfredo Palacio). La suspensión definitiva de las
negociaciones de un TLC con los Estados Unidos constituye una de las más importantes
victorias en la historia reciente de las luchas sociales en el Ecuador. Un
acuerdo con la Unión
Europea pavimentaría el camino político al restablecimiento
de las negociaciones para un TLC con los EE.UU.
Este no es el único tema en el que el gobierno ha adoptado
la posición de las élites y sus representantes políticos de la derecha. Otro
tema candente y de mucha preocupación sobre todo para los sectores indígenas y
campesinos, es el tratamiento de la nueva ley de tierras. Hace pocos meses,
Correa reveló en un discurso su cercanía con la posición de los grupos
terratenientes y de la agro industria exportadora, al mostrarse reacio a un
proceso de redistribución de tierras (necesidad histórica en un país de alta
concentración de la tierra en grandes propiedades como el Ecuador). En el mes
de noviembre del 2011, Correa declaró:
“Algunos quieren definir latifundio de acuerdo a un tamaño:
más de 100 hectáreas
y ¡prohibido los latifundios, la Constitución prohíbe el latifundio…! [Pero] lo
importante es la propiedad y lo importante que se esté produciendo… Primera
idea de fuerza: cuidado por hacer un bien hacemos un daño mayor… Para que todos
seamos propietarios partamos estas 2.000 hectáreas en
1.000 familias a dos hectáreas cada familia. Bueno, vamos a tener 2.000
familias más pobres que antes. La segunda idea de fuerza es la productividad.
Tenemos una productividad agrícola demasiada baja. Y en la economía campesina
esa productividad es desastrosa. Y parte de esa baja productividad son las
pequeñas parcelas de terreno. Incluso, con el sistema capitalista, si tenemos
una producción de 2.000
hectáreas y una sociedad anónima con 200 accionistas en
buena hora: se está democratizando en algo la propiedad de esa tierra. Esto es
lo que no entienden muchos compañeros. Por ahí veo proyectos de tierra, incluso
del propio Consejo de Soberanía Alimentaria, que tienen solo esa visión de
justicia. Cuidado, por buscar la “justicia”, entre comillas, destrozamos la
eficiencia y lo que hacemos es a todos igualitos, pero igualmente miserables,
igualmente pobres.”
Para Correa, el criterio de una repartición justa de la
tierra para los campesinos, puede representar una amenaza contra la eficiencia
de la producción agrícola. La conclusión en esta argumentación del presidente,
es que es preferible una distribución injusta de la tierra a una reducción de
la eficiencia, a pesar de que innumerables estudios muestran que no hay
fundamento teórico sobre la disminución de la eficiencia productiva en la
pequeña propiedad campesina. No hace falta recordar además que la firma de un
TLC beneficiaría sobre todo a la agro industria exportadora, afectando
gravemente a los pequeños campesinos.
3. Algunas conclusiones
Además de declarar la apertura a una alianza con sectores de
la derecha y de alabar la inteligencia de sus precandidatos, en el mismo
discurso Correa atacó a la izquierda develando un posicionamiento con miras al
escenario de las próximas elecciones del 2013: “Por ejemplo, aquí hay grupos que
se proclaman de izquierda, pero habría que ver su quehacer. Yo prefiero estar
con un tipo de derecha decente que con un tipo de izquierda inmoral que solo ha
hundido a los que dice defender”6.
Más allá de que uno de los rasgos clásicos del discurso populista
latinoamericano es la banalización de la política y su subordinación a la
moral, el discurso de Rafael Correa revela que, en la lectura política del
gobierno con respecto escenario de las próximas elecciones, resulta mucho más
cómodo y fácil coincidir- buscar el apoyo de sectores de las elites y la
derecha que están de acuerdo con, por ejemplo, la minería a gran escala y el
TLC; que con una izquierda “inmoral” que se les opone “hundiendo a los que dice
defender”. Después de todo, han sido ellas, las élites, quienes se han
beneficiado sustancialmente durante este periodo.7
Correa ha dicho ya en varias ocasiones que “el mayor peligro
para nuestro proyecto de país es el izquierdismo y el ecologismo infantil. Temo
que no me equivoqué, aunque tal vez me faltó añadir el indigenismo infantil”
(26 de julio del 2008); y que “La minería es fundamental para la era moderna.
Sin ella regresamos a la época de las cavernas. No podemos caer en la
irresponsabilidad de ser mendigos sentados en un saco de oro. La minería
correctamente manejada es positiva.”(5 de marzo del 2012).
En las últimas semanas las fichas se han movido sobre todo
en territorio de las candidaturas de la derecha, en particular a partir de la
nueva candidatura del millonario Álvaro Noboa y la más que posible postulación
del banquero Guillermo Lasso, ex ministro de economía de Jamil Mahuad cercano
al Opus Dei. Aunque Correa conserva todavía un evidente respaldo entre la
población, sabe que ha perdido considerable parte de su electorado de izquierda
y comienza a desplegar una estrategia que le permita captar votación de un
electorado más conservador ubicado sobre todo en la costa.
La izquierda política y los movimientos sociales, agrupados
en torno a la
Coordinadora Plurinacional por la Unidad de las izquierdas,
se encuentran desarrollando un proceso de debate amplio que permita proponer un
proyecto de transformación consistente, como alternativa a la modernización
capitalista anclada en la extracción de recursos naturales que impulsa el
gobierno. Sin embargo, la tarea no es fácil: pasa por la consolidación de un
proceso político y social mucho más profundo que asegure la unidad a largo
plazo y que no puede agotarse en lo meramente electoral.
Así las cosas, el Ecuador se encuentra nuevamente ante una
encrucijada. Aunque el gobierno de Correa ha recuperado en alguna medida el
Estado redistributivo desmantelado por el neoliberalismo; el combustible
progresista de la
Revolución Ciudadana finalmente se ha agotado, primero en los
hechos y ahora también en el discurso. La apelación de Correa a la derecha es
muestra evidente no solamente de la decadencia y deriva regresiva cada vez
mayor de la
Revolución Ciudadana , sino también de la recomposición de las
élites en el escenario político, justamente gracias a un gobierno que nunca
hizo ni lo necesario ni lo suficiente para articular este proyecto junto a los
sectores populares.
Notas:
1[1] Agencia France Presse: “Correa abierto a
alianza con políticos de derecha para reelección”. Miércoles 16 de mayo del
2012.
2[1] Con una violencia pocas veces vista contra
el movimiento indígena ecuatoriano en la historia reciente, el gobierno utilizó
el enorme aparato mediático gubernamental con el fin de restar adhesiones de la
población a la marcha. Se acusó a dirigentes de alcoholismo, se colgaron
monigotes vestidos con ropa tradicional indígena en los postes de alumbrado
público en el trayecto de la marcha.
3[1] En días posteriores se hizo público que la Secretaria de Pueblos
invirtió 200.000 mil dólares en la organización de las denominadas
“contramarchas”. De hecho, se contrató a la misma empresa que organizaba la
misma clase de eventos para el gobierno de Lucio Gutiérrez.
4[1] Hace pocos días, una investigación
periodística reveló el uso de la
Unidad de Gestión de Seguridad Interna de la Presidencia de la República en la
operación “Alianza Roja”, destinada a infiltrar la marcha, al movimiento
indígena y otros sectores de la izquierda.
5[1]
http://www.jornada.unam.mx/2012/03/21/opinion/029a1pol
6[1] Agencia France Presse: “Correa abierto a
alianza con políticos de derecha para reelección”. Miércoles 16 de mayo del
2012. [1] No hay que olvidar además que Correa ha
defendido anteriormente al ex vicepresidente Alberto Dahik –principal
responsable de la aplicación del neoliberalismo en el Ecuador-, y a quien fuera
su mentor político y espiritual, el ex presidente Gustavo Noboa Bejarano.
Además ha alabado públicamente al social cristiano Heinz Möeller, uno de los
responsables de la firma del acuerdo que entregó al ejercito de los EE.UU. la
base aérea de Manta; y más recientemente al banquero cercano al Opus Dei,
Guillermo Lasso, corresponsable del “crack” la crisis financiera de 1999, como
“uno de los más inteligentes” entre los precandidatos presidenciales.
7[1] La banca por ejemplo incrementó sus
utilidades en un 52% durante el 2011. Para una muestra más profunda sobre cómo
se han beneficiado las elites durante el correísmo, remitirse al estudio de
Decio Machado publicado en Rebelión: http://www.rebelion.org/docs/145047.pdf
Mateo Martínez Abarca es Doctorante en Filosofía por la Universidad Nacional
Autónoma de México e integrante del seminario permanente de investigación
“Anclajes prefigurativos de una modernidad post-capitalista” de la misma
universidad. Ex articulista invitado de diario El Telégrafo, autor de “El
Cascabel del Gatopardo. El gobierno de la revolución ciudadana y el movimiento
indígena”, tesis de maestría publicada por Flacso-Ecuador y miembro del consejo
editorial de www.vamosacambiarelmundo.org. El autor desea agradecer a Decio
Machado y Alberto Acosta por los comentarios a este texto.
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