Por Gustavo
Godoy
Después de la inseguridad, los temas
económicos se imponen como la principal
preocupación del venezolano.
De la misma manera, sobre todo
después de la crisis mundial, el mundo
esta dudando de la validez del
pensamiento económico dominante.
Esta crisis fue una señal de que
algo anda mal y la humanidad necesita
nuevos modos de proceder. La
economía requiere un cambio estructural
porque el sistema actual quita más de lo que da, no solo a la sociedad
sino también al planeta. Un
estilo de vida más humano
requiere eliminar las
atracciones y añadir lo verdaderamente importante. Simplemente, hay que volver a los principios y establecer
la sensatez.
Como todos reconocemos, tradicionalmente,
Venezuela ha dependido en exceso de los ingresos por el petróleo. La creación
de bienes y servicios por los propios
venezolanos sigue siendo muy limitada y tiende a reducirse. Tenemos
una economía de puertos y somos hoy más
dependientes que nunca del petróleo.
Sorprendentemente y a pesar de los altos precios, el país continúa en la pobreza y en la
desigualdad. En Venezuela, un malentendido común es creer que
somos ricos solo porque tenemos
petróleo y que la solución a la pobreza es sencillamente distribuir mejor esos ingresos a través del gobierno. Sin embargo, una renta es el fruto de una
buena inversión. En realidad, no estamos viviendo de una renta sino de la
liquidación de un recurso natural irremplazable y lo despilfarramos
alegremente.
Para superar la pobreza, no solo es un
error poner la mirada en el consumo en
veces de ponerla en la producción sino también es un error poner nuestra fe en
el gobierno y en las grandes corporaciones en vez de poner nuestra fe en
la gente. En nuestro caso, la
ambigüedad macroeconomía, el discurso incendiario, el
control de cambio , los controles
de precios, la inseguridad jurídica y las
expropiaciones son factores que
contribuyen la improductividad de la gente. En la práctica, se exalta el gasto
consumista y se desestima la producción como generadores de prosperidad. La
inflación, el desempleo, la escasez, el
déficit habitacional y las
deficiencias en los servicios de salud son consecuencias de este modo de
pensar insensato.
Por otra parte, los modelos mundiales no son dignos de
imitación. De la misma manera, la
economía mundial tiene mucha debilidad sistémica. Los países desarrollados tienen un modelo similar al de Venezuela
porque la sociedad industrial
contemporánea está basada en el consumo
excesivo de recursos no renovables. Sin
duda, la crisis mundial fue un alerta de
lo inadecuado del sistema.
El aumento demográfico mundial, el crecimiento de la clase media y los
países emergentes como China e India
aumentaron la demanda. Al mismo tiempo,
los inventarios decrecientes de materias
primas y
malas cosechas debido a la crisis
climática redujeron la oferta. En
consecuencia, un alza de precios a nivel global
fue inevitable principalmente en los rubros: petróleo, cobre y
alimentos. En Estados Unidos, esta inflación sumada al estancamiento de los
salarios, la cultura del consumo ostentoso, la adicción al crédito, y la avaricia
corporativa generaron una crisis en el
sector financiero que llevo a una
recesión generalizada. Nuevas maneras
de actuar a nivel planetario son necesarias porque este sistema no puede mantenerse por mucho más tiempo.
Ciertamente, el hombre de hoy es demasiada
inteligente como para ser capaz de sobrevivir sin sensatez. Una vida prudente determina que es lo verdaderamente
valioso y suficiente. La esencia del
progreso no está en el incremento constante
de las necesidades materiales sino en buscar el desarrollo de las
capacidades y los poderes humanos a
través de la actividad creadora.
El fomento de las necesidades es la antesis de la sabiduría, la libertad
y de la paz porque tienden a
incrementar nuestra dependencia.
Realmente, el carácter verdaderamente
humano no considera las cosas más importantes que la gente y el
consumo más importante que la actividad creadora. No hay que confundir calidad
de vida con el nivel de consumo. Lo
ideal sería la obtención del máximo
bienestar con un mínimo de consumo dado que el consumo es meramente un medio
para el bienestar humano.
La realización de la personalidad se
alcanza por la expresión activa de su potencial en el proceso de creación. Los
modelos establecidos deben ser sustituidos por modelos mejores y la tendencia hacia lo mecánico, aparatoso,
extravagante deben ser remplazada por lo
orgánico, elegante y bello. La prosperidad llegara a todos cuando el trabajo llegue a ser visto como un proceso
creador y cuando todos tengamos la
oportunidad de crear prosperidad por
nosotros mismos de manera directa. Un modelo económico bueno está orientado a crear condiciones favorables
al desarrollo de las personas.
Toda actividad económica debería estar
provista de un sentido ético. Los sistemas económicos actuales necesitan un cambio de orientación. Este tren
sin frenos debe transformarse a través de
una nueva ética de trabajo basada
en la creatividad y la moderación. El
apetito voraz que quiere consumir todo a
su paso debe ser sustituido por el afán de contribuir a pesar de las
incertidumbres.
Estimados amigos: Confía en Venezuela.
Confía en ti e invierte en mejorar.
Cambia tu televisor por un huerto, los centros comerciales por bibliotecas y la
lotería por un abrazo. Fomenta las ideas, el arte, la música, las buenas obras
y la amistad. Crea paz, felicidad,
prosperidad y progreso. Apuesta a un futuro hecho en Venezuela!
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