Rosaura Audi
La expansión de la minería metalífera de exportación en
Argentina, a cielo abierto y con utilización de químicos, comenzó con las
reformas al Código Minero y la Ley
de Inversiones Mineras en los 90, bajo el gobierno neoliberal de Carlos Saúl
Menem. Pero fue en la última década que creció de manera asombrosa, al ritmo al
que se fueron replicando asambleas ciudadanas que la rechazaban. Hoy hay un fuerte
debate entre los que se niegan a este tipo de explotación por completo, debido
al impacto ambiental, y quienes afirman que lo que está en juego es el
progreso.
El país estaba acostumbrado a otro tipo de minería, a piedra
partida, la del cemento, y a diferencia de otras naciones latinoamericanas,
como Chile, Bolivia y Perú, aquí no existía tradición metalífera. Este ha sido
históricamente un país agro-exportador. Así es que no hubo un análisis o una
preocupación extendida sobre lo que significaban las modificaciones de esas
legislaciones y el ingreso pleno de este tipo de extracción al territorio.
Como sucedió con cada una de las empresas que se
privatizaron durante el menemismo -1989/1999-, un período de entrega de los
recursos naturales y los servicios estatales, la minería fue dada,
principalmente a las transnacionales, con un porcentaje de regalías del 3%, y
la exención de impuestos y beneficios fiscales que no tienen las demás
industrias. También pueden generar cuentas offshore como base de sus activos
financieros y de depósito de divisas generadas por sus exportaciones [1]. Fue
la misma época en la que Argentina abrió sus puertas a los transgénicos para
convertirse en el tercer país exportador de soja del mundo.
Se trató del período posterior a las dictaduras
latinoamericanas y la aparición de gobiernos que en toda la región siguieron la
línea del Consenso de Washington y el modelo privatizador, en el que el Estado
se retiró de la escena y el ciudadano quedó a merced de los intereses de las
corporaciones extranjeras, tanto en actividades extractivas como en servicios
financieros, transportes, electricidad, agua y gas. Con la aparición de
gobiernos progresistas, uno a uno estos países comenzaron a dar un cambio de
rumbo, a volver a un Estado con un rol más fuerte, que fue ampliamente
criticado por los partidos de derecha y de centro, locales y de fuera del
continente. La llegada de Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor
Kirchner, Evo Morales, Michelle Bachelet, Rafael Correa y Fernando Lugo,
significó un cambio. Pusieron a la región en otro lugar.
Ello no implicó, sin embargo, una revisión del modelo
capitalista, como esperaban algunos de estos líderes. Chávez y Morales
plantearon que el culpable de todos los problemas medioambientales, empezando
por el cambio climático, es el capitalismo, y que la solución es el socialismo.
Lo remarcaron con ahínco en la
Cumbre de los Pueblos contra el Cambio Climático en abril de
2010. Pero, como también dijo en el marco de esa reunión en Cochabamba el
presidente boliviano, todas estas naciones basan sus ingresos en las
actividades extractivas, al menos por ahora. La propuesta es más humana, con
mayor inclusión, con más controles al saqueo foráneo, con mayor presencia
estatal. El modelo permanece. Y, justamente, lo que los ambientalistasy
organizaciones de ciudadanos -que se sintieron afectados o amenazados por los
emprendimientos mineros- comenzaron a cuestionar en Argentina fue el modelo. El
presidente de la Asociación
de Abogados Ambientalistas, Enrique Viale, denuncia que la megaminería
significa “degradación ambiental, saqueo económico y devastación institucional,
social y cultural”. Del otro lado, el gobierno nacional y las provincias
mineras afirman que la extracción de metales trae progreso a sus territorios
-fuentes de empleo e ingresos a las arcas locales- y aseguran que ellos
garantizarán que no haya contaminación.
La movilización ciudadana
Una muestra contundente de resistencia popular a la minería
se vio en 2003, en Esquel, en la provincia patagónica de Chubut. El gobierno
local promovía la apertura de la mina de oro a cielo abierto llamada El Desquite,
de la empresa Meridian Gold. Pero la población exigió un referendo, contemplado
en la Ley General
del Ambiente -y en el caso de los pueblos originarios, como los Mapuche de esa
región, en el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT)- (2). En la consulta popular
ganó el “no” a la explotación por el 80 por ciento de los votos. La
concurrencia fue del 75 por ciento de los habitantes. Los esquelenses tenían
una referencia clara sobre esa modalidad de explotación. Sabían lo que sucedía
en La Alumbrera ,
la primera mina metalífera a cielo abierto, en la provincia de Catamarca, que
tiene varias denuncias por contaminación, incluso una contra su vicepresidente,
Julián Rooney. En ese caso fue el primer directivo de una minera en ser procesado
en América Latina y ahora la causa se encuentra en etapa de apelaciones. El
emprendimiento abrió en 1997. Esquel fue el puntapié de una serie de
organizaciones de pobladores comunes que luego se constituyeron en la Unión de Asambleas
Ciudadanas (UAC) de todo el país, las cuales se reúnen dos o tres veces al año
para discutir estrategias y ya no sólo plantean la posición frente a la
explotación metalífera sino al resto de las actividades extractivas.
“Ningún proceso en la administración de justicia camina si
no hay una comunidad que reclame por ese proceso”, dijo a una radio local el
fiscal de la provincia de Tucumán -norte- Antonio Gustavo Gómez, especialista
en causas ambientales, que encabezó la causa contra Rooney. De acuerdo a datos
de la Secretaría
de Minería de la Nación ,
en su informe “La minería en números”, los proyectos de emprendimientos en 2003
eran 40 y en 2009 alcanzaban los 336. Ahora se habla de 600, entre los que
están en proceso de explotación, de exploración y en análisis. Esto explica
cómo se han ido replicando las asambleas ciudadanas en todo el país, que temen
por el cambio social, cultural y ambiental de sus territorios. Pero en muchas
de las provincias cordilleranas mineras, en donde hay fuertes protestas de
oposición a la extracción metalífera de exportación, han ganado en las urnas
los gobernadores que la promueven.
Y otro dato significativo es que de los 51
megaemprendimientos, 49 están en manos de multinacionales.
Famatina y La
Alumbrera
Son dos emblemas. Uno porque su población resiste, a fuerza
de cortes de ruta multitudinarios, la instalación de las minas, y otro porque
es la muestra de lo que puede suceder con el resto.
El Famatina es un cordón montañoso ubicado en la provincia
de La Rioja
-noroeste-. Los pueblos de Famatina y Chilecito, al pie cerro, se levantaron
primero en el 2000 contra la
Barrick Gold y tras seis años de movilizaciones y bloqueos la
compañía de origen canadiense desistió del emprendimiento. La apertura a la
minería en ese distrito fue incentivada por el ex gobernador Ángel Maza y ahora
por su sucesor, Luis Beder Herrera, quien había ganado el puesto proclamando
férrea oposición a la actividad.
A fines del año pasado, los habitantes del Famatina supieron
que había permisos de exploración para la empresa canadiense Osisko y volvieron
a hacer un corte al camino que conduce a la mina, con lo cual impidieron los
trabajos iniciales. La movilización de esas localidades y de otras en
solidaridad, como también la operatoria de los grupos de medios opositores al
gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, hicieron de esta lucha un debate
nacional. Beder Herrera suspendió el proyecto hasta tanto la población
estuviera informada, según expresó. El debate fue perverso en algunos aspectos.
El eje central, la discusión sobre el modelo de desarrollo, quedó truncado. Los
medios opuestos al gobierno utilizaron la lucha contra la minería mientras le
sirvió y los oficialistas se centraron en criticar el accionar de lo que
denominan “la corpo mediática” y defendieron a los gobernadores.
Y de todo lo planteado en la televisión, la radio y la
prensa escrita, hubo un artículo (3) muy destacable publicado por Miradas al
Sur, un periódico cercano a la gestión de Fernández, en el que fue entrevistado
el ingeniero Héctor Nievas, inspector de la Secretaría de Minería
de Catamarca, en la que se emplaza La Alumbrera. Habló
allí de los problemas de filtraciones que detectó en 1997 en el dique de cola,
donde se colocan los materiales para que los metales se separen de la roca. No
se volvió a construir sino que hicieron perforaciones para absorber lo que se
filtra. Esos bombeos deberán seguir por 18 o 20 años después de cerrado el
yacimiento. El especialista fue separado de las inspecciones.
La postura del gobierno
"¿Y por qué la minería? Porque el 80% del territorio
provincial está cubierto por terrenos montañosos, conformados por distintos
ambientes geológicos, propicios para albergar diferentes tipos de
mineralización y por tanto, diferentes depósitos de minerales, algunos de interés
económico y otros no", precisa en la página de la Secretaría de Minería
de la Provincia
de San Juan su gobernador, José Luis Gioja. Este hombre, que presidió la Comisión de Minería de
Diputados entre 1991 y 1995, años de las fuertes reformas del rubro, es
sindicado por ciudadanos y ambientalistas como el zar de la minería. Él y sus
hermanos César y Juan Carlos han defendido esas políticas en ambas cámaras del
parlamento. Las denuncias sobre los vínculos de esta familia con la Barrick Gold
volvieron a salir a la luz el año pasado con declaraciones cruzadas que se
hicieron José Luis, que buscaba la re-reelección provincial en octubre, y
César, que quería ese cargo. José Luis dijo que su hermano era proveedor de la Barrick y César que la
nueva candidatura del gobernador era apoyada por la Barrick porque él le
garantiza negocios y ganancias.
Hasta aquí un entramado que trasciende lo provincial. Gioja,
junto al resto de los gobernadores de las provincias de La Rioja , Jujuy, Salta,
Mendoza, Neuquén, Chubut y Catamarca, crearon la Organización Federal
de Estados Mineros (OFEM) a mediados de febrero, en medio de protestas en
varias localidades del país y con la presencia del ministro de Planificación,
Julio de Vido, y el secretario de Minería, Jorge Mayoral. "Pretendemos dar
soluciones sobre el impacto ambiental. El turismo genera impacto y a nadie se
le ocurriría prohibirlo. Hay que manejarlo, conducirlo y mejorarlo", dijo
Eduardo Fellner, gobernador de la norteña Jujuy.
Mayoral, de quien las organizaciones ambientalistas dicen
que tiene una empresa minera con la misma dirección que la Barrick -se pidió una
entrevista con el secretario pero no hubo respuesta-, inauguró el segundo stand
más grande en la principal feria de minería del mundo, que se realizó a
principios de marzo en Canadá. Allí destacó “dos proyectos mineros que tienen
una característica única a nivel internacional, por su tamaño, por el desafío a
nivel tecnológico que encierran y, sobre todo, por el nivel de inversión”. Uno
es Pascua Lama y el otro Potasio Río Colorado, en Mendoza, “la unidad de
potasio más grande del mundo”.
Cordillera, glaciares y el pacto binacional
En la época privatizadora se firmó el Tratado Binacional con
Chile, en la Cordillera
de los Andes, zona glaciar, gran reservorio de agua dulce. Lo suscribieron en
1997 los presidentes Menem y Eduardo Frei. Allí crece el primer emprendimiento
binacional del mundo a cargo de Barrick Gold. Se llama Pascua Lama, con 3.400 hectáreas de
extensión -400 de ellas serán para el dique de cola-, y compromete a la
provincia argentina de San Juan -donde se llevará a cabo el procesamiento de
los metales- y la región chilena de Atacama, uno de los lugares más desérticos
del mundo -donde se realizará la extracción-. Se cree que comenzará a funcionar
en 2013.
Sus procesos de exploración produjeron un retroceso en los
glaciares Toro I y Toro II del 62 y 71 por ciento respectivamente, según el
estudio encargado por Barrick a GolderAssociates. En sus inicios la empresa
planeaba cortar los glaciares y trasladarlos, una acción que fue rechazada por
el gobierno chileno, presionado por ambientalistas, por lo cual ahora la
explotación será subterránea, explicó la presidenta de la organización Chile
Sustentable, Sara Larraín.
El emprendimiento de Pascua Lama debería revertirse si se
tiene en cuenta la Ley
de Protección de Glaciares aprobada en Argentina en 2010 -después de un veto
presidencial en 2008 y un nuevo tratamiento en el Parlamento, cuando la
mandataria dio vía libre a sus legisladores-. Pero la provincia de San Juan
impuso medidas cautelares que traban la ley, un hecho por el que varias organizaciones
ambientalistas en conjunto reclaman ante la Corte Suprema de
Justicia. De acuerdo al Informe de Impacto Ambiental se pretenden sacar 447
millones de toneladas de oro. Para eso hay que remover 1.806 millones de
toneladas de roca, utilizar 170 millones de metros cúbicos de agua, se
requerirán 379.428 toneladas de cianuro y 493.500 toneladas de explosivos [2],
además del enorme consumo de combustible y electricidad.
Estas cifras, de un solo emprendimiento, hablan de la
magnitud de lo que está en juego. En ocasión de un fallo que desestimada la
instalación de un proyecto en la
Quebrada de Humahuaca, Patrimonio de la Humanidad de Unesco, el
juez del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy y escritor, Héctor Tizón,
explicó que no puede haber crecimiento sostenible si se permite la degradación
del medio ambiente. “Puesto que el paso del tiempo habrá producido mayores
pérdidas que las que se trata de evitar con la explotación de actividades
-cualquiera sea, no solo la minería- que no podrán perdurar, tampoco,
justamente porque no existirá medio ambiente que soporte ninguna actividad
susceptible de lograr beneficios de algún tipo”, dijo.
Pero al debate general sobre qué tipo de desarrollo se desea
-y aquí entran en juego todas las actividades extractivas de gran impacto en el
ambiente y el hombre- falta agregarle cómo se quiere vivir, cuántos aceptarían
la filosofía originaria del buen vivir, de reciclar y racionar recursos para
proteger al planeta, además de generar igualdad, y qué cosas las sociedades consideran
indispensables. ¿Por qué es necesario hacerse esos planteos? Porque con el
nivel de consumo de los países desarrollados y las élites de los que están en
desarrollo es imposible preservar el planeta. Si no hay un cambio en la
modalidad de consumo, todo lo que hagan las sociedades para cuidarlo serán
parches de un globo que no resiste más. Y los primeros en pagar los costos
serán los pobres.
Rosaura Audi
NOTAS:
[1] ”15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina ”, Colectivo Voces
de Alerta, 2011, Editorial El Colectivo.
[2] Informe Ambiental Anual 2011, Fundación Ambiente y
Recursos Naturales.
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