[Tomado de http://www.ideal.es/granada/v/20111025/cultura/jose-luis-garcia-acabar-20111025.html]
Filósofo, latinista, ensayista y poeta, José Luis García Rúa (Gijón, 1923) mantiene a los 85 años el activismo y el espíritu de lucha que lo han convertido en un símbolo para muchos ciudadanos inconformistas y críticos, que ven en este anarquista a un santo laico y a un maestro de varias generaciones. Hijo de un obrero cenetista muerto en la Guerra Civil, García Rúa fue obrero de la construcción y minero, antes de estudiar en la Universidad de Oviedo y pasar después a la de Salamanca. También estuvo cuatro años de lector en las universidades alemanas de Munich y Maguncia en la década de los 50, antes de regresar a Gijón, donde montó una Academia que fue una insólita escuela de aprendizaje cultural y político para los obreros y un centro de resistencia antifranquista donde se formaron muchos dirigentes de la izquierda asturiana. Tras seis años de actividad, aquella universidad popular gratuita, donde no había títulos ni jerarquías entre alumnos y profesores, fue clausurada por la Policía en 1965. Perseguido por las autoridades educativas franquistas y por el Opus Dei, fue expulsado de la Universidad de Oviedo en 1963 cuando daba clases en la Escuela de Comercio. Fue secretario general de CNT (1986-1990) y director del periódico del sindicato anarquista. Se jubiló como catedrático de Filosofía en la Universidad de Granada, y la semana pasada fue objeto en esta ciudad de un homenaje en el que participaron algunos destacados compañeros libertarios, entre ellos su amigo el filósofo Agustín García Calvo, compañero en Salamanca de la lucha antifranquista.
Filósofo, latinista, ensayista y poeta, José Luis García Rúa (Gijón, 1923) mantiene a los 85 años el activismo y el espíritu de lucha que lo han convertido en un símbolo para muchos ciudadanos inconformistas y críticos, que ven en este anarquista a un santo laico y a un maestro de varias generaciones. Hijo de un obrero cenetista muerto en la Guerra Civil, García Rúa fue obrero de la construcción y minero, antes de estudiar en la Universidad de Oviedo y pasar después a la de Salamanca. También estuvo cuatro años de lector en las universidades alemanas de Munich y Maguncia en la década de los 50, antes de regresar a Gijón, donde montó una Academia que fue una insólita escuela de aprendizaje cultural y político para los obreros y un centro de resistencia antifranquista donde se formaron muchos dirigentes de la izquierda asturiana. Tras seis años de actividad, aquella universidad popular gratuita, donde no había títulos ni jerarquías entre alumnos y profesores, fue clausurada por la Policía en 1965. Perseguido por las autoridades educativas franquistas y por el Opus Dei, fue expulsado de la Universidad de Oviedo en 1963 cuando daba clases en la Escuela de Comercio. Fue secretario general de CNT (1986-1990) y director del periódico del sindicato anarquista. Se jubiló como catedrático de Filosofía en la Universidad de Granada, y la semana pasada fue objeto en esta ciudad de un homenaje en el que participaron algunos destacados compañeros libertarios, entre ellos su amigo el filósofo Agustín García Calvo, compañero en Salamanca de la lucha antifranquista.
-¿Se puede retirar de la vida política un activista anarquista
como usted?
-No me retiro de la 'política', si por ello se entiende
actividad social y antipolítica. Puedo hacer menos porque mi cuerpo no me lo
permite, pero de no hacer algo en ese campo solo me lo impedirá la muerte.
-¿Considera que sus acciones han tenido repercusión, que sus
postulados han sido escuchados?
-Mis acciones fueron las que fueron. Creo que unos las
entendieron y, en un grado u otro las siguieron, para otros pasaron
desapercibidas y otros las olvidaron o las pasaron a una reserva interior que,
algún día, podría pasar a reactivarse.
-¿Por qué no ha calado socialmente el mensaje libertario?
¿Qué papel han jugado los medios de comunicación en la imagen del anarquismo?
-La misión de la transición ha sido matar el movimiento
libertario. Se sirvió, se sigue sirviendo de instrumentos políticos, de
'derecha' o de 'izquierda' para intervenirlo, desviarlo e integrarlo. Fue tal
tarea parte prioritaria de la tarea general que el régimen de transición se
propuso de vaciamiento sistemático de las mentes ciudadanas. Los medios de
comunicación, como parte integrante del sistema, jugaron y siguen jugando, en
los dos campos, un papel principalísimo.
-¿La transición está entonces mal contada?
-La transición fue una gran trampa política. Las
contradicciones se van viendo ahora. Hay una gran hipocresía, un lenguaje lleno
de silencios. Solo hay que seguir hoy la trayectoria de Zapatero, de
contradicción en contradicción. todo es fruto de esa falta de claridad. El
artículo 8 de la
Constitución autoriza al Ejército a intervenir, prueba de que
esto no es una democracia. En democracia el pueblo es soberano y este régimen
sostiene eso en la
Constitución. ¿Es soberano el pueblo o el Ejército?. ¿Ha
habido cambios? Eso es evidente, pero también los hubo durante el franquismo.
No es lo mismo el franquismo de los 40 que el de los 60 o los 70. Ha habido cambios de
forma, no de fondo.
-¿El 15-M abre las puertas a los principios libertarios, qué
conexiones tiene el movimiento con el anarquismo?
-El 15-M es, hoy por hoy, un movimiento todavía confuso.
Reúne a una buena cantidad de pueblo entre los que se manifiestan deseos de
refundar el capitalismo y de pedirle al sistema que les abra las puertas para encontrar
algún agujero de mejoramiento de la democracia, es el caso del movimiento Attac
y otra buena cantidad de pueblo que está convencida de que, del sistema, no
puede esperarse más que reandar pasos ya andados para llegar al mismo fin. Esa
parte está convencida de que no debe acabar como concluyó el Mayo de 68.
-¿Qué futuro tiene el 15-M y en qué quedará de todo esto?
-Ese futuro depende de que la segunda parte del pueblo de la
que hablamos consiga convencer a la restante de que hay que empezar todo de
nuevo y de una manera opuesta a como se vino haciendo.
-¿Con la crisis del capitalismo se han cumplido las
predicciones que llevan anunciando durante años los anarquistas?
-Las crisis del capitalismo son progresivamente más graves.
La propia estructura del capitalismo conduce a ello. Los desequilibrios entre
los sectores de los medios de producción y los de medios de consumo se han de
agravar progresivamente, en perjuicio del pueblo. Hace bastante tiempo que se
viene viendo así. La experiencia lo va confirmando.
-¿La solución a este mundo en crisis pasa por la solidaridad
social y las redes sociales?
-La solución a este mundo de crisis pasa por un cambio
cualitativo que supone la desaparición del sistema.
- ¿Le ha faltado una cultura en libertad al pueblo para poder
enfrentarse a la crisis?
- ¿Qué significa 'enfrentarse a la crisis'? La crisis la hace
el sistema. Enfrentarse a la crisis es, pues, enfrentarse al sistema. Si por
enfrentarse a la crisis, significa intentar hacer riqueza donde no la hay o disponer
el ánimo para aguantar todo lo que venga, que ya ha sido mucho, y que será
mucho más, entonces lo que se pide es asumir un nuevo régimen de esclavitud.
-¿Cómo se siente un histórico del pensamiento libertario
ante la situación actual?
-En una enorme tensión por si la solución es acceder a ese
régimen de nueva esclavitud, y en una grandísima esperanza de que, al fin, las
condiciones subjetivas y objetivas puedan concurrir en la desaparición de un
sistema de injusticias para dar paso a la vida real de los pueblos.
-¿Sigue siendo Granada, como decía García Lorca, la ciudad
donde se encuentra la peor burguesía del mundo?
-Todas las burguesías son malas en cuanto tales, algunas más
respetuosas con las formas y otras más desabridas y carentes de ninguna
elegancia social.
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