Por Gerardo Zavarce
Colectivos Organizacion Nelson Garrido
El alba que trae consigo las fuerzas naturales de la vida ha sido empañada con los signos de la muerte, no hay otra manera de describir el ultraje cometido en la UNEY. No hay excusa posible para justificar la toma de la sede de nuestra Universidad de la Cultura a través de la fuerzas antimotines de la Gobernación del Edo Yaracuy, hecho ocurrido el dia martes 27 de septiembre de 2011.
Nuevamente la fuerza de la palabra, de la creatividad, de los
cuerpos, de los sabores, de la vida en todas sus formas y contenidos,
deberá enfrentar el atropello de la irracionalidad; nuevamente la fuerza
de la palabra esgrimida por nuestros jóvenes estudiantes que siente la
fuerza de la creación, que siente la voluntad de crear y portan la
dignidad de sentirse miembros de un territorio y de una comunidad
universitaria como la UNEY, deberá enfretar el atropello de las armas,
el ejercicio de la fuerza, la verticalidad cuartelaria caracterizada por
la ausencia del diálogo que implica, lastimosamente, que sobre la UNEY
se vuelcan furiosas, las sombras de siempre, con sus rostros deformes y
amenazantes.
Queda claro que pretenden transformar la UNEY. La presencia de la policia antimotines es una clara evidencia de los planes que la ciudadana Ministra del Poder Popular para la Educación Superior Yadira Cordova; el ciudadano Viceministro del Poder Popular para la Educación Superior Rubén Reinoso y el Gobernador del Estado Yaracuy Julio León Heredia, tienen para la Universidad de la Cultura. Queda claro que pretenden transformar la UNEY y, sin máscaras, ellos han decidido mostrarnos el verdadero semblante de su rostro: el suyo es el retrato de la emboscada: es la imagen de la UNEY Sangrante, la UNEY sangra.
Olvidan, sin embargo, que la UNEY es algo mas que una sede de
concreto. La UNEY es una muralla ética, la UNEY es la palabra
desbordada, la memoria de Faustino Parra, el Samán de Guama, tantas
cosas. La UNEY son los cuerpos que habitan un territorio (Deportes), las
fuerzas que surgen de las entrañas del territorio y que hacen posible
su movimiento (Alimentación) y la posibilidad de inventar su
transformación, la posibilidad de soñar lo que seremos (Diseño).
Ellos han cambiado el libreto de la UNEY han sustituidos las voces diversas de: Briceño Guerrero, Nelson Garrido, Hebe de Bonafini, Martin Bruera, Ariel Jimenez, Pedro Cunill Grau, Félix Suazo, Alejandro Calzadilla, Eduardo Liendo, Guillermo de León Calles, Santiago Pol, Edgar Abreu Olivo, por el silencio amenazante de la oscuridad. Ellos están allí apoderándose del concreto, herederos de la estirpe conquistadora -tienen miedo- no entienden que los estudiantes de la UNEY conocen las diferencias entre un aji dulce de la Isla de Margarita y un aji dulce de las Sabanas de Apure, que estas singularidades ocupan su tiempo, haciéndolo noble; no entienden que el color de las trinitarias son nuestros explosivos cromáticos, no entienden que nuestro paisaje es fauvismo natural, que nuestras armas son de colores y formas: tienen miedo, saben que el espejo ha borrado la imagen de su propio rostro, le temen a la luz del día, amanecen custodiados por guardias, temen, saben que algo deben…
Queda claro, ellos juegan a la intriga, al resentimiento, se esconden en la fragil fuerza que les proporciona el poder de turno. Piensan que la UNEY es un organigrama -pero tienen miedo, sufren la amenaza de la luz del día, sus movimientos evocan a Noferatus; no entienden la diferencia, por eso pretenden acabar con ella. Sus fines justifican sus medios, su lenguaje es el de las fuerzas antimotines, regimientos emplazados para aplacar la voluntad de crear -participando- la Universidad de la Cultura que queremos. Por el contrario, para los estudiantes de la UNEY, herederos de la compresión de Venezuela y del valor de educar, queda claro que los medios justifican los fines, no a la inversa.
La UNEY no puede converstirse en la Universidad monocolor de la emboscada mercenaria, de la barbarie, temen a la verdad, temen mirar la propia imagen de sus cuerpos y rostros asistiendo al festín del abuso. Nuestra Universidad, principalmente su savía vital, sus estudiantes, portan el estandarte de la necesidad de crear el territorio que queremos habitar, el cuerpo social que queremos conformar. Entonces, una emboscada, una amenaza de perdigones y peinillas, no puede ser tolerado en la UNEY.
Enrique Bernando Nuñez escribió: “Quizás sea el arte el llamado a despertar esa virtud creadora. Un arte que ha de llenarse de tierras las manos” Hoy, ante la ignominia y el atropello, estoy convencido que la UNEY, nuestra UNEY, está llamada a despertar la virtud creadora; por tanto, la UNEY -hoy más que nunca- debe llenarse de tierras las manos. Se trata, entonces, de crear nuestro derecho a participar en la construcción de nuestros destinos, se trata de crear nuestro derecho a tener derechos, se trata de participar en la creación de los caminos de nuestro porvenir. Estamos con la UNEY, estamos con el prodigioso Estado de Yaracuy que la alberga. Estamos con Faustino Parra, con el Samán de Guama, con el monte y la culebra. Nos asiste la dignidad de crear -participando en el riesgo, la lucha y la agonía de habitarlo- el territorio que alberga nuestra existencia.
!Viva la UNEY carajo!
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