Paulo Cabral, de BBC Brasil, visitó uno de los talleres textiles de Sao Paulo en donde trabajadores en condiciones precarias producían ropa para Zara. En el siguiente vídeo y texto se explica la situación en uno de los 33 talleres subcontratados por Inditex denunciados por el Ministerio de Trabajo brasileño.
La habitación da claustrofobia. Está repleta de gente y de máquinas de coser.
La combinación de instalaciones eléctricas improvisadas y
pilas de tela por todas partes genera un grave riesgo de incendio, pero
no hay extintores en el lugar.
Es uno de los cientos de talleres de Sao Paulo que
emplean a miles de trabajadores inmigrantes - la gran mayoría de Bolivia
- para confeccionar ropa para el creciente mercado brasileño.
Los inmigrantes bolivianos vienen a Sao Paulo en gran
número desde la década de 1980 y hoy se encuentran entre las comunidades
con mayor visibilidad en la ciudad.
En general, son de grupos étnicos indígenas que viven en
la pobreza e intentan escapar de las dificultades de su país trabajando
para la industria de la confección en Brasil.
"Los bolivianos como yo que venimos a Brasil sólo
queremos ganar dinero y volver a casa con nuestras familias, pero
terminamos presos en estos lugares pequeños, sin ningún tipo de
dignidad", dice un trabajador que accedió a hablar bajo condición de
anonimato.
"He estado aquí durante seis años y no tengo nada. Y
regresar a Bolivia no es una buena opción, porque allá las cosas están
aún peor".
Grupos de combate
El problema data de hace por lo menos 20 años, pero
recientemente el Ministerio de Trabajo creó un "Grupo de combate la
esclavitud urbana".
Su misión es encontrar los talleres, clausurarlos hasta
que regularicen su situación y forzar a las empresas a respetar los
derechos laborales de los trabajadores.
"Usted no va a encontrarse aquí con el tipo de
esclavitud del siglo XIX, con gente encadenada, pero la esclavitud
moderna puede ser aún peor, porque el trabajador no tiene valor
monetario para el empleador y pueden ser reemplazados fácilmente", dice
la secretara nacional de inspección del Ministerio de Trabajo, Vera
Albuquerque.
La funcionaria admite que el problema existe en Brasil y
que no es menor, pero señala que es imposible tener una estimación
sobre el número de personas que trabajan en estas condiciones.
"Estos trabajadores son invisibles. Sabemos del problema
cuando recibimos quejas y luego enviamos a nuestros equipos para
liberarlos".
El Código Penal establece parámetros objetivos para
definir lo que llama "trabajo en condiciones análogas a la esclavitud."
Los parámetros incluyen jornadas extenuantes, un ambiente de trabajo
inadecuado y restricciones al derecho de salir y entrar del lugar.
"Muchos trabajadores son traídos a Brasil por ’gatos’
(traficantes) y no pueden salir de los talleres hasta que paguen las
deudas contraídas en el viaje. Algunos empleadores llegan a apoderarse
de los documentos de los trabajadores", dice el auditor de trabajo Luiz
Alexandre Faria.
"Por lo general, cuando llegamos a los talleres, los
inmigrantes dicen que no están siendo esclavizados, que trabajan mucho
porque quieren darle una mejor vida a su familia y que la situación en
su país de origen es aún peor".
Pero Faria dice que la esclavitud no tiene nada que ver
con la percepción de la víctima, sino con las condiciones objetivas que
establece la ley.
"Si la situación no es compatible con la dignidad
humana, es posible que estemos en presencia de trabajo esclavo. La
sociedad brasileña no puede aceptarlo", opina.
Miedo
Cuando los inspectores llegan a los talleres, los
trabajadores bolivianos tienden a tenerles más miedo que a sus propios
empleadores, pues muchos de ellos están en situación irregular a pesar
de un acuerdo bilateral entre los dos países que permite que los
bolivianos trabajen en Brasil.
El gobierno de Brasil en 1995 reconoció oficialmente la
existencia de trabajo análogo a la esclavitud en Brasil y puso en marcha
medidas para luchar contra él, pero las autoridades admiten que cerrar
los talleres irregulares y castigar a los negocios ilegales no va a
resolver el problema de manera definitiva.
"Estamos tomando medidas duras contra este problema,
pero sabemos que la educación es la única manera de deshacerse de él
para siempre. Los trabajadores bien educados no aceptan trabajar en esas
condiciones", dice Vera Albuquerque.
"Necesitamos que toda la sociedad participe en esta lucha".
Crecimiento económico
Los expertos temen que el crecimiento económico de
Brasil pueda empeorar la situación, ya que las empresas están bajo
presión para producir más a un ritmo más rápido y a menor costo.
"El trabajo esclavo en Brasil es como una habitación
oscura a la que las autoridades están entrando con una linterna. A donde
quiera que apuntan la linterna, aparece algo"
Leonardo Sakamoto, Reporter Brasil
"Para reducir costos, las empresas empiezan a recortar
los derechos de los trabajadores y a pagarles menos, al punto de
privarlos de su dignidad. Es entonces cuando se cruza la línea de la
esclavitud", señala Leonardo Sakamoto, fundador de la ONG Reporter
Brasil, que investiga el tema desde hace más de una década.
Sakamoto explica que, hasta hace poco, el gobierno
brasileño se centraba en la lucha contra el trabajo esclavo en los
ámbitos rurales, pero ahora pone más atención en la situación urbana.
"El trabajo esclavo en Brasil es como una habitación
oscura a la que las autoridades están entrando con una linterna. A donde
quiera que apuntan la linterna, aparece algo", dice.
A medida que la economía de Brasil siga creciendo, es
probable que se abran nuevas fábricas para sustituir a las que cierren
las autoridades. Así, todavía parece fácil atraer a los inmigrantes
pobres a las grandes ciudades con promesas de una vida más digna y un
futuro mejor.
Fuente: BBC Mundo, 19/08/2011.
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