Con bombos y platillos se celebran por estos días los 200 años del inicio oficial del proceso independentista en Venezuela, en medio de la controversia originada por ciertas interpretaciones erróneas, malintencionadas o acomodaticias respecto a las características sociales de la época y al verdadero contenido del Proyecto de Independencia en aspectos como la igualdad efectiva de indígenas y ‘negros’. Algunas de estas interpretaciones, producto más de una grosera manipulación histórica que de la ignorancia de sus autores, corresponden a ciertos historiadores, politólogos y abogados ideólogos del actual Gobierno Nacional, y prácticamente dan a entender que en las primeras décadas del siglo XIX había una especie de igualitarismo racial, y que la Independencia fue un proceso protagonizado por todos los grupos socioeconómicos de la época, interactuando armónicamente en búsqueda de la libertad. Evidentemente se trata de un intento forzado de magnificación casi mítica del proceso independentista, con el objetivo de establecer paralelismos sociohistóricos con el presente venezolano y de utilizar a la Gesta Libertadora como herramienta coadyuvante para el sostenimiento y trascendencia del “Socialismo” del siglo XXI.
De entrada valga señalar que el proceso independentista venezolano fue planificado y ejecutado por la Oligarquía (blancos criollos) de acuerdo a sus necesidades e intereses, y que la sociedad de la época era eminentemente racista, prejuicio forjado durante tres siglos de dominio de peninsulares y de criollos sobre indígenas, ‘negros’ y mestizos. En este contexto es obvio que grupos como los indígenas y los ‘negros’ no contaban como sujetos políticos y con plenos derechos sociales dentro de los objetivos libertarios. Entonces, ¿cómo se atreven algunos a afirmar que la sociedad venezolana del periodo independentista era de corte igualitario?. A continuación algunos detalles que evidencian el carácter absurdo de las interpretaciones de quienes ven en la Independencia un proyecto socialmente igualitario y armónico.
En cuanto a los indígenas, cabe mencionar que si bien se les otorgó la igualdad jurídica en los albores independentistas, esto no significó que su calidad de vida haya mejorado respecto al periodo colonial; al contrario, en algunos aspectos se vieron notablemente perjudicados, como en el caso de la liquidación progresiva de sus tierras comunales o Resguardos, gracias entre otras cosas a la mentalidad liberal (no socialista) de las autoridades republicanas: “Las máximas autoridades republicanas, abrazando los principios liberales de la época, se propusieron liberar las tierras de los resguardos indígenas, para hacer de ellas un artículo de comercio (…) constituía obviamente una vía fácil para atropellar y obstaculizar la existencia de las modestas poblaciones indígenas” (Edda O. Samudio A., “Los Resguardos Indígenas en Mérida en el siglo XIX”, pp. 17-18). Marginados geográfica y socialmente, los indígenas venezolanos aún luchan día a día por sobrevivir, esperando que se cumplan las eternas promesas estatales de inclusión, dignificación y devolución de tierras. Al igual que en el siglo XIX, los aborígenes son ciudadanos venezolanos por Ley, pero en la realidad han sido personajes rebajados a una categoría ínfima.
Respecto a los ‘negros’, para muy pocos es un secreto el hecho de que continuaron sometidos a la esclavitud hasta mediados del siglo XIX, y que buena parte de los criollos involucrados en la Independencia eran propietarios de esclavos. De manera que es bien absurdo cómo algunos pretenden hacer creer que los ‘negros’ fueron considerados legalmente iguales; más aún, durante el proceso independentista sólo Bolívar llegó a asomar la idea de que se aboliera la esclavitud, y no por razones filantrópicas sino por motivos políticos y económicos. Recordemos en este sentido que el Libertador prometió al líder haitiano Alejandro Petión, a cambio de armas, barcos y soldados, hacer lo que estuviera a su alcance para abolir la esclavitud en el continente americano. No obstante la anhelada abolición de la esclavitud recién tuvo lugar en 1854, y aún así los ‘negros’ continuaron marginados durante mucho tiempo.
En lo relativo a la supuesta interacción social armónica en búsqueda de la libertad, se deben tener en cuenta las obvias contradicciones entre los criollos, ‘negros’, indígenas y mestizos, hasta el punto de que algunos autores han catalogado a la guerra independentista en sus primeros años como una guerra social y/o racial: “Al término de esta etapa se advierte claramente que los pardos y esclavos prosiguen sus luchas propias por el logro de sus reivindicaciones de carácter social, sin llegar a conjugarse con la lucha movida por los criollos (…) se vuelve realidad lo que los criollos más temían, aquello cuya inminencia les había hecho desencadenar el proceso: ‘la guerra social’, que en algunos casos y en algunos niveles iba a convertirse en guerra racial”. (Germán Carrera Damas. Una Nación llamada Venezuela, p. 54). No fue sino después de la pérdida de las dos primeras repúblicas, cuando los criollos se dieron cuenta que necesitaban integrar a todo el pueblo en torno a la lucha independentista, como una necesidad común. Pero se trató de una integración basada casi exclusivamente en la incorporación de ‘negros’, indígenas y mestizos como tropa, sin que hubiera cambios significativos desde el punto de vista social. Aquí es evidente que la demagogia de la mayoría de los líderes independentistas fue superior a la posibilidad de construir una Venezuela socialmente incluyente.
De entrada valga señalar que el proceso independentista venezolano fue planificado y ejecutado por la Oligarquía (blancos criollos) de acuerdo a sus necesidades e intereses, y que la sociedad de la época era eminentemente racista, prejuicio forjado durante tres siglos de dominio de peninsulares y de criollos sobre indígenas, ‘negros’ y mestizos. En este contexto es obvio que grupos como los indígenas y los ‘negros’ no contaban como sujetos políticos y con plenos derechos sociales dentro de los objetivos libertarios. Entonces, ¿cómo se atreven algunos a afirmar que la sociedad venezolana del periodo independentista era de corte igualitario?. A continuación algunos detalles que evidencian el carácter absurdo de las interpretaciones de quienes ven en la Independencia un proyecto socialmente igualitario y armónico.
En cuanto a los indígenas, cabe mencionar que si bien se les otorgó la igualdad jurídica en los albores independentistas, esto no significó que su calidad de vida haya mejorado respecto al periodo colonial; al contrario, en algunos aspectos se vieron notablemente perjudicados, como en el caso de la liquidación progresiva de sus tierras comunales o Resguardos, gracias entre otras cosas a la mentalidad liberal (no socialista) de las autoridades republicanas: “Las máximas autoridades republicanas, abrazando los principios liberales de la época, se propusieron liberar las tierras de los resguardos indígenas, para hacer de ellas un artículo de comercio (…) constituía obviamente una vía fácil para atropellar y obstaculizar la existencia de las modestas poblaciones indígenas” (Edda O. Samudio A., “Los Resguardos Indígenas en Mérida en el siglo XIX”, pp. 17-18). Marginados geográfica y socialmente, los indígenas venezolanos aún luchan día a día por sobrevivir, esperando que se cumplan las eternas promesas estatales de inclusión, dignificación y devolución de tierras. Al igual que en el siglo XIX, los aborígenes son ciudadanos venezolanos por Ley, pero en la realidad han sido personajes rebajados a una categoría ínfima.
Respecto a los ‘negros’, para muy pocos es un secreto el hecho de que continuaron sometidos a la esclavitud hasta mediados del siglo XIX, y que buena parte de los criollos involucrados en la Independencia eran propietarios de esclavos. De manera que es bien absurdo cómo algunos pretenden hacer creer que los ‘negros’ fueron considerados legalmente iguales; más aún, durante el proceso independentista sólo Bolívar llegó a asomar la idea de que se aboliera la esclavitud, y no por razones filantrópicas sino por motivos políticos y económicos. Recordemos en este sentido que el Libertador prometió al líder haitiano Alejandro Petión, a cambio de armas, barcos y soldados, hacer lo que estuviera a su alcance para abolir la esclavitud en el continente americano. No obstante la anhelada abolición de la esclavitud recién tuvo lugar en 1854, y aún así los ‘negros’ continuaron marginados durante mucho tiempo.
En lo relativo a la supuesta interacción social armónica en búsqueda de la libertad, se deben tener en cuenta las obvias contradicciones entre los criollos, ‘negros’, indígenas y mestizos, hasta el punto de que algunos autores han catalogado a la guerra independentista en sus primeros años como una guerra social y/o racial: “Al término de esta etapa se advierte claramente que los pardos y esclavos prosiguen sus luchas propias por el logro de sus reivindicaciones de carácter social, sin llegar a conjugarse con la lucha movida por los criollos (…) se vuelve realidad lo que los criollos más temían, aquello cuya inminencia les había hecho desencadenar el proceso: ‘la guerra social’, que en algunos casos y en algunos niveles iba a convertirse en guerra racial”. (Germán Carrera Damas. Una Nación llamada Venezuela, p. 54). No fue sino después de la pérdida de las dos primeras repúblicas, cuando los criollos se dieron cuenta que necesitaban integrar a todo el pueblo en torno a la lucha independentista, como una necesidad común. Pero se trató de una integración basada casi exclusivamente en la incorporación de ‘negros’, indígenas y mestizos como tropa, sin que hubiera cambios significativos desde el punto de vista social. Aquí es evidente que la demagogia de la mayoría de los líderes independentistas fue superior a la posibilidad de construir una Venezuela socialmente incluyente.
Texto extraído de http//laclase.info
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