Por Carlos Solero
La palabra trabajo proviene de la antigüedad y está referida a un instrumento de tortura: el tripaliun, tres palos cruzados, amarrados entre sí a los que se ataba a los esclavos para azotarlos cuando asumían actitudes de insumisión a sus amos.
La palabra trabajo proviene de la antigüedad y está referida a un instrumento de tortura: el tripaliun, tres palos cruzados, amarrados entre sí a los que se ataba a los esclavos para azotarlos cuando asumían actitudes de insumisión a sus amos.
Con el devenir del tiempo el origen del vocablo trabajo fue enturbiándose y quedo más bien asociado a las diversas actividades de producción de objetos para satisfacer necesidades. En la memoria colectiva de las clases subalternas persistió sin embargo la resistencia a someterse a tareas de servidumbre hacia los sectores dominantes.
La instauración del Mercantilismo con su sistema de la manufactura y luego el capitalismo, desde el siglo XVIII impusieron condiciones de disciplinamiento de la fuerza laboral de las clases productoras que las obligaron a someterse y entonces el régimen del trabajo asalariado se generalizó como sistema.
De este cruento proceso, en el que no estuvieron ausente las revueltas populares y las luchas, devinieron dos clases sociales: la burguesía propietaria de los medios de producción (las industrias) y el proletariado obligado a vender su fuerza de trabajo a a cambio de un salario para obtener sus medios de subsistencia de todo tipo (alimentos, vestimenta, vivienda,etc).
Como lo explica Michel Foucault en su libro Vigilar y castigar el tránsito de los suplicios al encierro carcelario indiscriminado, marca el tránsito del mundo antiguo y medieval a la modernidad.
La Revolución Industrial consolidó a la burguesía como clase en ascenso y multiplicó el número de proletarios, obreros asalariados los que para enfrentarse a la clase dominante fueron creando sus organizaciones de resistencia y lucha contra el capital y los capitalistas.
El 1º de Mayo como fecha emblemática de la resistencia obrera remite a las jornadas de huelga ocurridas en Chicago (EE UU) en 1886. Si bien la lucha por la reducción de la jornada de labor, tuvo diversos escenarios, los que se multiplicaron a partir de la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores o Iº Internacional creada en 1864 en Londres, la magnitud de los hechos de Chicago les otorgaron tal trascendencia que marcaron para el proletariado de todo el mundo un hito fundamental en las luchas de la clase obrera.
Los líderes principales del movimiento huelguístico de Chicago eran obreros de ideología anarquista, es decir con una clara concepción revolucionaria, anticapitalista e internacionalista. Los periódicos que editaban en inglés o alemán dejaban en claro que su lucha era por la emancipación integral de los trabajadores, por abolición del trabajo asalariado y la construcción de una sociedad de personas libres e iguales, socializando los medios de producción, distribución y consumo, instaurándose la autogestión social y el federalismo funcional entonos los niveles. No más opresores, no más oprimidos, no más explotadores, ni explotados. Socialismo y una genuina libertad.
El advenimiento de los totalitarismos, principalmente el fascismo y el nazismo fueron distorsionando en las diversas latitudes del mundo el significado del 1º de Mayo, fecha que trocaron de Día de Protesta Universal de los oprimidos en fiesta del trabajo.
Pero más allá de toda distorsión es claro que el 1º de Mayo continúa siendo una jornada de insumisión contra los explotadores y demagogos de toda laya, largo es el camino a recorrer por los desheredados de la tierra para lograr su emancipación integral.
El mensaje de los obreros de Chicago de 1886, así como el de las mujeres calcinadas el 8 de marzo debe resonar en todas las conciencias como llamamiento a la acción colectiva y solidaria, a la resistencia y la transformación de nuestras vidas.
Para que en el mundo dejen de imperar las mercancías que anulan toda solidaridad y embrutecen la existencia de la vida verdadera.
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